Mark Z. Jacobson. (Foto: Stanford U.)
(NC&T) Éstas son las conclusiones a las que han llegado el profesor Mark Z. Jacobson, ingeniero civil y medioambiental de la Universidad de Stanford, y Mark Delucchi, investigador de la Universidad de California en Davis.
Su nueva investigación examina un plan para energizar al mundo entero con energía eólica, hídrica, solar, y de algunos otros tipos, incluyendo una valoración de los materiales necesarios y los costos. Y esta opción energética será definitivamente más barata que apegarse a los combustibles fósiles o que potenciar la energía nuclear.
El meollo de la cuestión es que la combustión de combustibles fósiles o de biomasa es notablemente ineficiente para producir energía utilizable. Por ejemplo, cuando se usa gasolina para el desplazamiento de un vehículo, por lo menos el 80 por ciento de la energía se desperdicia en forma de calor.
Con los vehículos que funcionan con electricidad, sucede lo contrario. Aproximadamente el 80 por ciento de la energía proporcionada al vehículo es convertida en movimiento, y sólo el 20 por ciento se pierde en calor. Otros dispositivos que funcionan con la combustión pueden reemplazarse de igual forma con electricidad o con hidrógeno producido por electricidad.
Mark Z. Jacobson. (Foto: Stanford U.)Jacobson y Delucchi han calculado que si se mantiene la proporción actual de uso de cada una de las distintas fuentes de energía, la demanda global típica de energía en cualquier momento dado en el 2030 sería de 16,9 millones de megavatios. En cambio, si no fuera usada la combustión de combustibles fósiles o de biomasa para generar la energía, y virtualmente todo se energizara con electricidad, ya fuese de forma directa o con hidrógeno producido eléctricamente, la demanda sería sólo de 11,5 millones de megavatios. Eso es sólo dos tercios de la energía que se necesitaría si todavía se usaran los combustibles fósiles y los afines.
Para lograr un mundo energizado casi exclusivamente por energía eólica, hídrica, solar y otras igualmente limpias y renovables, habría que construir una gran cantidad de turbinas eólicas, paneles solares, concentradores solares, generadores hidroeléctricos, e instalaciones capaces de aprovechar la energía de las mareas, del oleaje y de los yacimientos geotérmicos. También habría que construir las líneas de transmisión necesarias para canalizar toda esa energía. Pese a tan enorme trabajo, el ahorro neto a largo plazo compensaría sobradamente los costos, según el análisis de Jacobson y Delucchi.