Las amenazas al periodismo
El martes 20 de octubre, Darío Restrepo recibió el Premio Simón Bolívar en la categoría de Vida y Obra de un periodista. Foto: Felipe Caicedo / Cambio
La radio no acabó con el impreso, la televisión no acabó la radio, Internet no acabará con la televisión. Todos nos adaptaremos, como se ha adaptado el hombre a todo.
La amenaza no está en las máquinas ni en los procesos. Está en el hombre mismo, depredador por antonomasia.
En Colombia, el periodismo ha sido siempre, y sigue siendo, objetivo militar de los grupos armados ilegales. No son pocos los colegas que han muerto o han sufrido la ignominia del secuestro, bajo las balas del narcotráfico, la guerrilla y el paramilitarismo. Pero esa amenaza tiene su lógica de guerra, perversa, inadmisible, criminal, pero lógica. ¿Qué más puede esperarse de bandidos de cualquier pelambre que tratan de someter a la sociedad?
La amenaza para el periodismo que a mí más perturba es la que no puede argumentar esa lógica criminal. La verdadera amenaza en cualquier parte del mundo está en el reciclamiento periódico de las autocracias, legales o ilegales, y en la simultánea desaparición del reportero con capacidad de asombro y duda beligerante.
Desde Moscú hasta Buenos Aires, desde Teherán hasta Caracas, pasando por Bogotá y Quito, los gobernantes con vocación mesiánica siempre tratarán de acorralar al reportero curioso. Unos lo harán con leyes restrictivas; otros clausurando medios sin ninguna vergüenza; otros cerrando el acceso a la información; otros extorsionando con la pauta publicitaria, y unos más con un solo dedo: el dedo con el que señalan de terrorista al reportero investigador y acucioso.
Pero, por ser políticos e ideológicos, esos procesos también se caen, con una condición: que no decline el reportero íntegro, buscador de la verdad, y conocedor del lenguaje. El que no se rinde, el que fundamenta su trabajo en la duda, el que no traga entero, el que confronta a su fuente y valida la información oficial.
No hay poderoso ni gobernante, ni actual ni en la historia, desde Julio César hasta Berlusconi, que no tenga que mentir o fraccionar la verdad, para sobrevivir en su Olimpo. Pero esa es su fatalidad y su tragedia.
El destino del reportero, en cambio, es desvelar al poderoso y al gobernante, día y noche, con su oficio de duda permanente, para equilibrar las cargas de la sociedad. Respirarle en la nuca, sugiere el colega Héctor Rincón. Trata de ver lo que está oculto, recomienda Saramago.
Y me atormentan muchas dudas sobre si las escuelas de periodismo y los propios medios estamos formando a nuestros reporteros en la importancia del criterio, la necesidad del carácter independiente, el buen manejo del idioma, la ética y la cátedra de la duda creativa. Hay buenos reporteros, periodistas investigadores. Pero son pocos para la dura realidad nacional, y están muy amenazados. Qué tal el drama de los reporteros de provincia, inermes y desprotegidos.
Y resulta que hay muchos cumulonimbos en el firmamento de nuestro país. La dislocación institucional que avanza a pasos agigantados, requiere reporteros que lean y conozcan la historia nacional. La corrupción y la politiquería que nos ahogan y que ahora vuelven a ser campaña electoral sabatina, clama al cielo por reporteros audaces y enterados.
A esta orfandad de organismos de control independientes, tiene que responder el reportero sagaz con sus gargantas profundas. Este vacío de control político, con un Congreso cooptado por la prendería de los contratos y de los subsidios, requiere con urgencia una masa de reporteros que escarbe y escudriñe sin misericordia. Reporteros cuya única certeza sea dudar, dudar y dudar, sin encrucijadas en el alma.
Necesitamos muchos reporteros de esas dimensiones para que anuncien y contextualicen la noticia desde ahora y hasta el día en que ya sometido el Estado de Derecho, nazca el Estado de indignación como fase superior del Estado de opinión.
Es lamentable que este tipo de caractesiticas no se promulguen en las academias a la generacion que esta capacitando en este campo de las humanidades, aunque existen personas que trabajamos en ello, a pesar de la lentitud del proceso se trata de hacer lo mas contundente y seguro posible, dejando claro que la caracteristica nata del ser humano como es la de dudar y, agregaria preguntar, se fortlescan cada dia, a cada momento.
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