¿Inseguridad antidemocrática?
Por: Patricia Lara Salive
Sólo están en una situación más precaria los países tradicionalmente pobres del área, es decir, Bolivia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Paraguay y, aun cuando los indicadores publicados recientemente no lo mencionan, también en esa lista debe figurar Haití.
Y mientras según la Cepal, entre 2002 y 2007 la pobreza en América Latina descendió 10 puntos y la indigencia casi 7, en nuestro país la pobreza disminuyó 7 puntos y la indigencia 2. Pero, lo que es peor, es que la indigencia, es decir, esa pobreza absoluta en la que viven los hogares de cuatro miembros con un ingreso inferior a los $468.000 mensuales, la cual en 2005 había disminuido 5 puntos, en 2008 aumentó 2.
Lo anterior, para hablar del conjunto del país. Porque en las poblaciones pequeñas y en el campo, la situación es todavía más grave: allá, donde nacen, crecen y se desarrollan las guerras de Colombia, un tercio de la gente es indigente y dos tercios de ella es pobre, es decir que en sus hogares, con cuatro miembros, se recibe un ingreso mensual inferior a $ 1’086.000.
Y nuestros indicadores de desigualdad (coeficiente Gini) también han empeorado: en una escala donde 1 equivale a la desigualdad absoluta y 0 indica total igualdad, en 2008 la desigualdad colombiana era de 0,59, y en 2005, tres años antes, era un punto menor.
¡Y ese deterioro se da nada menos que durante nuestro período de mayor crecimiento económico en más de 30 años!
Sin embargo, a pesar de ese desastre, el Gobierno expresó satisfacción por las tristes cifras de pobreza: el director de Planeación, Esteban Piedrahíta, calificó esos resultados como “buenos”. Pero, gracias a Dios, también manifestó preocupación por el aumento de la indigencia, fenómeno que, según dijo, se debe al incremento en los precios de los alimentos desde fines de 2007. Piedrahíta confió en que este año se reduzcan las cifras de indigencia debido al impacto del programa Familias en Acción que, a los más pobres, les entrega un subsidio por cada hijo que vaya a la escuela y el cual, en promedio, les significa unos $80.000 mensuales por niño que reciba escolaridad.
No obstante, no es suficiente ese programa que indudablemente es bueno porque, como los que instauraron en la Alcaldía de Bogotá y en la Gobernación del Valle los mandatarios del Polo Democrático, estimula la educación de los niños y mejora su nutrición y la de sus familias… Por ello, ¡alguna medida eficaz, con carácter de urgencia, tiene que tomar el Gobierno! Porque todo lo anterior implica, ni más ni menos, que en la era de Uribe la concentración del ingreso creció; que en Colombia hay cerca de 21 millones de pobres y 8 millones de indigentes; y que con esas cifras es muy difícil que pueda afirmarse que ha triunfado la seguridad democrática ya que, con ese panorama, en cualquier momento y con cualquier rostro, nos estallará la guerra: sea que se expanda la guerrilla, o que las turbas hambrientas asalten los supermercados, o que nos golpee la delincuencia común, como ya en muchos lugares empieza a sucedernos…
¡No vaya a ser, Presidente, que la que usted logre que continúe con su reelección sea la inseguridad antidemocrática!
Patricia Lara Salive