28 Feb 2009 - 10:00 pm
Se debe movilizar el ahorro selectivo
El Plan ObamaPor: Eduardo Sarmiento
En días pasados la administración Obama reveló el plan de apoyo financiero y de estímulos fiscales. El primero contempla una inyección masiva de recursos de emisión y presupuestales para adquirir activos tóxicos, ampliar el crédito a diferentes sectores y otorgar jugosos rescates a los bancos en problemas. El segundo, que asciende a US$875 mil millones para dos años, se destina a recortar impuestos y ampliar los gastos de infraestructura, salud, educación y energía.
El plan está fundamentado en el mismo diagnóstico de que la crisis se origina en un desajuste financiero que aumenta la demanda de dinero y genera pérdidas de capital en los bancos que suspenden el flujo normal del crédito, y la solución consiste en aumentar la liquidez y entregar rescates para restituir el capital. Los hechos muestran una realidad distinta.
La acción de la Reserva Federal para aumentar la liquidez y extender los rescates ha resultado infructuosa. En el último año, los recursos de emisión entregados por el organismo son similares al aumento de las reservas de los bancos. Asimismo, los rescates se han destinado a comprar otras instituciones y no corresponden en un aumento efectivo del crédito. Tan cierto es esto, que la aplicación de las dos políticas ha coincidido con la caída de la actividad productiva, la entrada en recesión, la propagación al resto del mundo y la reaparición de las bancarrotas bancarias.
La raíz de la crisis es un monumental desbalance económico que tiene su epicentro en Estados Unidos y tiene toda clase de ramificaciones con el resto del mundo. Los problemas de liquidez y de solvencia son simples manifestaciones de una dolencia mucho más general. Simplemente, las familias, las empresas y los bancos venían operando dentro de una estructura especulativa en la que los activos inflados se igualaban con los pasivos y el patrimonio. Luego del desplome de los precios de los activos, los pasivos representados por el ahorro interno y el externo superan los activos y el patrimonio se extingue. En tales condiciones, los agentes económicos tenderán a ampliar el ahorro y orientarlo a resarcir sus patrimonios o pagar las deudas, en cuyo caso no entraría a la economía. Si se tiene en cuenta que la desvalorización del patrimonio nacional corresponde al PIB de un año, el desbalance adquiere enormes dimensiones, como lo confirma la tasa de interés cercana a cero en un momento de profunda recesión. La demanda de crédito es menor que la oferta.
En realidad, el fracaso de la política no reside en que los bancos no conceden préstamos sino que las unidades familiares no están dispuestas a recibirlos. En tales condiciones, la solución no es aumentar la liquidez y regalar plata a los causantes de la crisis, sino movilizar el ahorro de la economía en forma selectiva hacia los sectores que están dispuestos a recibirlo.
La fórmula mas conocida es la del déficit fiscal, que fue acogida sin contemplaciones por el gobierno de Obama, pero se quedó corta en la implementación. El estímulo fiscal está representado en alivios tributarios que seguramente no se consumirán y la parte restante se realizará en dos años. El aumento efectivo del gasto en el presente año es de US$200 mil millones, que es apenas 1,5% del PIB, y en cualquier caso, por razones físicas, no está en capacidad de contrarrestar la cuantiosa pérdida de patrimonio.
La síntesis es alarmante. La ampliación de la liquidez y los rescates no entran al sistema y el plan de estimulo fiscal, incluso ampliado, es claramente insuficiente. La economía estadounidense queda expuesta a una deficiencia de demanda efectiva, la contracción de la actividad productiva y la caída de los activos que se refuerzan y propagan a lo largo y ancho del universo.
Parte del drama es de mentalidad. Los líderes mundiales han pretendido resolver la crisis con plata, empleando el mismo modelo y teorías que causaron la crisis. Lo que se plantea es una nueva teoría que descifre el origen de los desbalances mundiales, defina un nuevo modelo de organización e identifique las políticas correctivas.
El primer paso es desmontar la especulación como motor de crecimiento y la organización mundial en que los países emergentes bajan los salarios para generar excedentes que se desplazan a Estados Unidos para ser colocados en la valorización de activos. Es algo que podría materializarse mediante la intervención concertada en los mercados internacionales para reducir el déficit en cuenta corriente de los Estados Unidos y el fortalecimiento de los mercados internos de los países emergentes. El expediente corregiría en buena parte el desbalance del ahorro, y sentaría las bases para avanzar en un nuevo modelo fundamentado en el motor de la creación de riqueza y empleo y en un orden internacional más equitativo y menos vulnerable.
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Eduardo Sarmiento