Cyrill Rapamophosa (Sowetho, 1952), actual presidente de Sudáfrica, obtuvo la sede del G-20 e hizo lo posible por abrir un espacio para renegociar, así fuera mínimamente, la inserción de África en la economía global.
Estados Unidos se empeñó en boicotear la cumbre
Y Cyril Ramaphosa le plantó cara a Donald Trump en el G-20. El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, durante la sesión de clausura de la cumbre del G-20 en Johannesburgo.GOVERNMENT INFORMATION SERVICES / HANDOUT (EFE)
Alberto Betancourt Posada
jornada.com.mx/ 08/12/2025
Desde la fundación del G-20, nunca se había realizado una de sus cumbres en el continente africano, la primera ocurrió los pasados 22 y 23 de noviembre, cuando Sudáfrica fue anfitrión del encuentro que suele reunir a los seres humanos más poderosos del planeta. África ha enfrentado sucesivas oleadas de colonialismo europeo, estadunidense, chino y ruso. Cyrill Rapamophosa (Sowetho, 1952), actual presidente de Sudáfrica, obtuvo la sede del G-20 e hizo lo posible por abrir un espacio para renegociar, así fuera mínimamente, la inserción de África en la economía global. La biografía del dirigente sudafricano es en muchos sentidos una encarnación de la trayectoria y las contradicciones de muchos miembros del Congreso Nacional Africano (CNA). Fue dirigente estudiantil antiapartheid desde que era estudiante en la Escuela Secundaria Mphaphuli. En 1967 estuvo 11 meses en confinamiento solitario por apoyar al Frente Para la Liberación de Mozambique (Frelimo). Se graduó como abogado por la Universidad de Sudáfrica. Fue asesor jurídico del Consejo de Sindicatos de Sudáfrica. Dirigió al Sindicato Nacional de Mineros. Participó por parte del CNA en la negociación de la compleja transición democrática pacífica. Devino empresario, actualmente es dueño de Mc Donald’s Sudáfrica y socio de la minera Lonmin. Llegó a vicepresidente. Fue durísimo con la huelga minera de Marikana. Alcanzó la presidencia de Sudáfrica y luego la presidencia del G-20.
Estados Unidos se empeñó en boicotear la cumbre por varias razones. Elon Musk fue al inicio de la administración Trump uno de los principales impulsores del sabotaje a Sudáfrica. Amy Goodman entrevistó a Chris McGreal, corresponsal de The Guardian en Sudáfrica (Democracy Now, 27/3/25), según el cual, el abuelo de Elon, llamado Joshua Norman Haldeman, migró de Canadá a Sudáfrica en 1950, cuando se montó el apartheid, con muchas leyes muy similares a las que se habían aplicado a los judíos en Alemania durante la década de los 30 ( v gr. control de movimientos, restricciones laborales y confinamientos masivos). Elon Musk nació en 1971, cuando gobernaba Sudáfrica John Vorster, quien había sido miembro de la organización llamada OB, vinculada con el Partido Nazi de Alemania y que había quemado comercios judíos. Más tarde, en 1986, el padre de Elon, llamado Errol Musk, adquirió tres minas de esmeraldas en Zambia y, según declaró posteriormente, ganó tanto dinero en esa época que “ni siquiera podía cerrar su caja fuerte”.
Por otra parte, el 21 de mayo Donald Trump recibió en la Oficina Oval al presidente Cyril Ramaphosa, quien asistió acompañado de dos grandes golfistas sudafricanos, David Frost y Gary James. Al principio, el anfitrión elogió a los prestigiados golfistas, pero la reunión resultó ser una emboscada. Donald Trump acusó a Sudáfrica de quitarle la tierra a granjeros blancos y dijo que mucha gente blanca está huyendo de ese país. El magnate omitió tomar en cuenta una de las más oscuras herencias del apartheid, en cuyo apogeo 10 por ciento de la población poseía 85 por ciento de la tierra fértil. El auténtico motivo de Trump para boicotear la cumbre fue aplicarle un “castigo” a Sudáfrica por haber demandado a Israel ante la Corte Internacional de Justicia por el delito de genocidio. Javier Milei, presidente de Argentina, anunció su inasistencia a la cumbre.
Pese a todo, el 22 y 23 de noviembre la cumbre se llevó a cabo. Lamentablemente, por diversas razones, faltaron al encuentro Vladimir Putin, Xi Jinping, Claudia Sheinbaum, el príncipe Mohamed Bin Salman y Prabowo Subianto, primer ministro, de Indonesia. Pero al menos, enviaron representantes y, en la mayoría de los casos, suscribieron la declaración final. La cumbre obtuvo triunfos importantes. Cyril Ramaphosa creó un comité conjunto G-20, FMI y Banco Mundial para negociar quitas importantes a la deuda de varios países; entre los beneficiados destacan Etiopía, Ghana, Zambia, Sri Lanka y Surinam. La reunión también logró la incorporación de la Unión Africana como miembro permanente del G-20. Sin embargo, un aspecto negativo fue que Sudáfrica promovió un modelo de desarrollo regional basado en una antítesis, la “minería sustentable”, lo cual fue una especie de subasta de sus minas y la fuerza de trabajo de los mineros africanos. Quizá por eso, uno de los más sonrientes participantes en el cónclave fue Mark Carney, primer ministro de Canadá. La revolución digital y la transición a nuevas energías han generado una creciente demanda de minerales críticos ( v gr. litio, níquel y grafito), indispensables para vehículos con baterías eléctricas, así como de tierras raras ( v gr. europio, gadolinio y terbio) imprescindibles en los magnetos de aerogeneradores.
El pasado 21 de noviembre por la noche, cuando la mayoría de los estadistas europeos ya estaban en Johannesburgo, Daniel Patrick Driscoll, secretario del Departamento de Defensa de Estados Unidos, informó a los embajadores de la OTAN que era hora de firmar la paz en Ucrania. El plan de paz Trump-Putin-sin-Ucrania-ni-Europa encolerizó a los excluidos, quienes cuestionaron la imposición de limitaciones al ejército ucranio y la cesión de territorios más allá de los actuales límites entre combatientes. La próxima cumbre del G-20 la presidirá Trump, en Miami, Florida. Seguramente intentará imponer una nueva arquitectura mundial basada en el neocolonialismo, el racismo y el anticomunismo. Afortunadamente, todo parece indicar que será una cumbre sitiada por un maremagnum de expresiones sociales pacíficas de resistencia al proyecto supremacista.
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