¿Cómo afecta el ayuno intermitente al cerebro?
Una revisión a más de 70 estudios científicos desmonta el mito acerca de que el ayuno intermitente afecta negativamente a la concentración o la memoria
Imagen de archivo. (istock)
Sarah Romero
elconfidencial.com/08/12/2025
Siempre habíamos oído que saltarse el desayuno o pasar muchas horas sin comer puede dejarnos sin capacidad de pensar con claridad y un tanto confusos e irritables. Pero, ¿tiene alguna base científica esa percepción de que necesitamos comer cada pocas horas para que nuestro cerebro funcione bien? Pues parece que la respuesta es: no.
Un equipo internacional de científicos liderado por David Moreau, neurocientífico de la Universidad de Auckland, y Christoph Bamberg, de la Universidad de Salzburgo, han llevado a cabo la revisión más completa hasta la fecha sobre el impacto del ayuno en la función cognitiva. Para ello, analizaron hasta 71 investigaciones experimentales que involucraron a más de 3.400 adultos en todo el mundo. El corolario de esta revisión indicó que el ayuno intermitente de corta duración, es decir, el que va entre 8 y 24 horas, no afecta negativamente a la atención, ni a la memoria ni siquiera a la capacidad de tomar decisiones en adultos sanos.
Y es que el cerebro adulto es más resiliente de lo que podíamos imaginar. El estudio, publicado en la revista Psychological Bulletin encontró que los adultos que ayunaban rendían igual de bien que aquellos que habían comido recientemente en pruebas estandarizadas de cognición. Las áreas evaluadas incluían: memoria a corto plazo y de trabajo, atención sostenida en el tiempo, toma de decisiones y tiempo de reacción y precisión.
“Las personas suelen preocuparse de que si ayunan no podrán concentrarse en el trabajo ni estudiar eficazmente. Nuestros resultados muestran que, para la mayoría de los adultos, es poco probable que el ayuno breve tenga un impacto significativo en la agudeza mental”, afirmó Moreau.
El cuerpo tiene un plan B cuando ayunas
Todo está planificado. Cuando pasamos muchas horas sin ingerir alimentos, el cuerpo agota sus reservas de glucógeno (la forma almacenada de glucosa) y entonces se activa una especie de 'interruptor metabólico' con el que empezamos a producir cetonas a partir de la grasa corporal. Estas cetonas no solo son una fuente eficaz de energía para el cerebro, sino que también activan procesos de reparación celular como la autofagia. Este mecanismo, profundamente arraigado en nuestra evolución, permitía a nuestros ancestros seguir pensando con claridad incluso cuando no comían durante largos periodos de tiempo.
Hay excepciones
Aunque los resultados desmienten el mito extendido culturalmente para la mayoría de los adultos, los investigadores sí que encontraron tres factores clave como excepciones, para los que el ayuno puede influir negativamente. Tanto la edad del sujeto, como la hora del día o el contenido de la tarea son relevantes. Por ejemplo, para niños y adolescentes sí se produce un deterioro notable en funciones cognitivas en fase de ayuno, ya que su cerebro en desarrollo necesita una fuente constante de glucosa. También influye la hora del día. El rendimiento cognitivo tendía a ser ligeramente inferior en personas que realizaban pruebas al final del día tras ayunar, en vez de en las primeras horas del día. Y, por último, cuando las tareas incluían imágenes de comida o estímulos relacionados con la alimentación, los participantes que se encontraban en ayuno se desenvolvían mucho peor. En cambio, las tareas con contenido neutro no se veían afectadas por la falta de comida.
¿Qué implicaciones tiene esto en la vida real?
Para la mayoría la conclusión es realmente clara: el ayuno intermitente no apaga ni confunde al cerebro. De hecho, se puede mantener un nivel de concentración y rendimiento mental óptimo incluso tras 12 o 16 horas sin comer. Eso sí, si eres principiante en el ayuno, es posible que sientas una ligera niebla mental al principio, hasta que tu cuerpo se adapta al nuevo patrón alimenticio.
Para lo que sí se muestran tajantes los investigadores es que los niños y adolescentes no deberían ayunar si tienen que rendir cognitivamente. Saltarse el desayuno en la etapa estudiantil podría traducirse en menor atención, peor memoria y menor capacidad de resolución de problemas. Por eso, los expertos recomiendan siempre un desayuno completo antes de clases o actividades académicas.
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