Las personas que experimentan episodios maníacos tienen temperaturas de la piel considerablemente más altas.
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Eric W. Dolan
psypost.org 17 de septiembre de 2025
Las personas con trastorno bipolar suelen experimentar cambios drásticos en el estado de ánimo, la energía y el comportamiento. Un nuevo estudio sugiere que estos estados psicológicos también pueden tener características físicas. Los investigadores descubrieron que las personas que experimentan episodios maníacos tienden a tener temperaturas cutáneas más altas durante el día, en comparación con las personas sanas y las personas con trastorno bipolar en estados estables o depresivos. Una vez que el episodio maníaco remite, la temperatura elevada parece volver a su nivel normal. Los hallazgos, publicados en la revista Journal of Affective Disorders , sugieren que la temperatura cutánea puede servir como una señal digital de los cambios de humor.
El trastorno bipolar es una enfermedad mental crónica que se caracteriza por la alternancia de períodos de depresión y manía. Los episodios depresivos se caracterizan por tristeza, falta de energía y desesperanza, mientras que los episodios maníacos se asocian con un estado de ánimo elevado, impulsividad y un aumento de la actividad. El trastorno afecta a aproximadamente el 2,4 % de la población y es una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial.
Actualmente, el diagnóstico y el seguimiento del trastorno bipolar se basan casi exclusivamente en entrevistas e informes de síntomas, que pueden ser subjetivos y variar considerablemente entre individuos. Esta limitación ha impulsado el interés por identificar marcadores fisiológicos que puedan reflejar objetivamente los cambios en el estado de ánimo.
Históricamente, la psiquiatría se ha basado en evaluaciones subjetivas (informes de pacientes, observaciones clínicas y listas de síntomas), mientras que otras especialidades médicas se han beneficiado de pruebas de laboratorio objetivas y técnicas de imagen. Esto plantea importantes dificultades para realizar diagnósticos y tomar decisiones terapéuticas precisas, especialmente cuando la memoria de los pacientes puede ser poco fiable o su percepción limitada durante los episodios agudos, afirmó el autor del estudio, Diego Hidalgo-Mazzei, psiquiatra sénior e investigador postdoctoral del Hospital Clínic de Barcelona.
La aparición de la tecnología wearable ofrece una oportunidad sin precedentes para capturar de forma continua y objetiva señales fisiológicas que podrían correlacionarse con estados de salud mental. Nuestro equipo del proyecto INTREPIBD-TIMEBASE explora cómo estos biomarcadores digitales —incluyendo patrones de actividad, actividad electrodérmica, variabilidad de la frecuencia cardíaca y, ahora, la temperatura de la piel— podrían ayudarnos a comprender y monitorear mejor trastornos mentales graves como el trastorno bipolar. La regulación de la temperatura nos intrigó especialmente porque investigaciones previas sugerían anomalías termorreguladoras en los trastornos del estado de ánimo, pero nadie la había examinado específicamente durante episodios maníacos con dispositivos wearables modernos.
Los investigadores reclutaron en su estudio a 139 adultos, incluyendo 104 pacientes con diagnóstico de trastorno bipolar y 35 controles sanos. Los pacientes se agruparon según su estado clínico: episodio depresivo, episodio maníaco o estado de ánimo estable (estado conocido como eutimia). Los participantes que experimentaron un episodio depresivo o maníaco fueron evaluados dos veces: una durante el episodio agudo y otra tras la remisión de los síntomas. Los participantes del grupo eutímico y los controles sanos fueron evaluados solo una vez.
Los participantes usaron un dispositivo de muñeca llamado pulsera E4 durante aproximadamente 48 horas. Este dispositivo rastreaba la temperatura de su piel y sus movimientos. El dispositivo registraba la temperatura de la piel mediante un sensor infrarrojo, y los investigadores extrajeron datos de temperatura promedio en intervalos cortos. Dado que la temperatura de la piel puede verse afectada por muchos factores, los investigadores también consideraron posibles factores de confusión como la edad, el sexo, la hora del día, el nivel de actividad física, la estación del año y el uso de medicamentos que pueden interferir con la regulación de la temperatura corporal.
El hallazgo más notable fue que las personas con episodios maníacos presentaban temperaturas cutáneas consistentemente más altas durante el día que los demás grupos. En promedio, su temperatura cutánea era de 33,61 grados Celsius durante las horas de vigilia, aproximadamente 0,8 grados más alta que la del grupo eutímico y significativamente más alta que la de los grupos depresivo y de control. Cabe destacar que, una vez que los síntomas maníacos remitieron, la temperatura elevada también disminuyó, alcanzando un promedio de 33,21 grados Celsius, sin una diferencia significativa con respecto a los otros grupos.
“Nuestra investigación reveló que las personas que experimentan episodios maníacos de trastorno bipolar tienen una temperatura cutánea considerablemente más alta durante las horas de vigilia, aproximadamente 0,8 °C más alta que quienes se encuentran en estados de ánimo estables”, declaró Hidalgo-Mazzei a PsyPost. “Cabe destacar que esta elevación de la temperatura se normaliza una vez que el episodio maníaco se resuelve, lo que sugiere que está directamente relacionada con el estado de ánimo y no es una característica permanente”.
Esto es importante porque demuestra que los episodios de ansiedad tienen manifestaciones fisiológicas reales y mensurables que podemos rastrear objetivamente mediante dispositivos portátiles sencillos. Si bien un cambio de temperatura por sí solo no es suficiente para diagnosticar o monitorear el trastorno bipolar, combinarlo con otros biomarcadores digitales podría ayudar a pacientes y médicos a detectar señales tempranas de alerta de episodios de ansiedad y a rastrear la respuesta al tratamiento con mayor precisión.
Todos los grupos mostraron el ritmo circadiano esperado de la temperatura cutánea: valores más bajos durante el día y más altos por la noche. Sin embargo, el grupo con manía presentó temperaturas cutáneas diurnas más altas durante la mayor parte del día, desde media mañana hasta la tarde. Si bien el grupo con depresión mostró un ligero aumento de temperatura más temprano por la noche en comparación con los demás, este patrón no fue estadísticamente significativo.
Los investigadores también examinaron el rango de cambios diarios de temperatura, o amplitud, para cada grupo. No se encontraron diferencias significativas en la amplitud ni en la distribución, lo que respalda aún más la idea de que solo el nivel general de temperatura, y no el patrón de fluctuación, se vio afectado durante la manía.
“Dos hallazgos destacaron particularmente”, dijo Hidalgo-Mazzei. “Primero, esperábamos observar cambios de temperatura en los episodios depresivos según la literatura previa, pero no encontramos diferencias significativas. Esto sugiere que los cambios termorreguladores en la manía y la depresión podrían involucrar mecanismos diferentes. Segundo, los aumentos de temperatura durante la manía desaparecieron por completo después de la remisión de los síntomas, lo que demuestra que realmente dependen del estado. Esto era inesperado y sumamente interesante. Este claro patrón de oscilación fue más pronunciado de lo que esperábamos y refuerza el valor potencial de la temperatura como marcador de estado, más que como marcador de rasgo, del trastorno bipolar”.
Los investigadores ofrecen varias posibles explicaciones sobre el aumento de la temperatura de la piel durante los episodios maníacos. Una teoría se centra en la actividad mitocondrial. La manía se ha asociado con una mayor producción de energía mitocondrial, lo que conlleva una mayor generación de calor en el cuerpo. Este exceso de calor podría disiparse a través de la piel, lo que resulta en temperaturas periféricas más altas. Algunos estudios han reportado un mayor consumo de oxígeno y activación mitocondrial durante los estados maníacos, lo que concuerda con esta hipótesis, aunque otras investigaciones han sugerido una reducción de la capacidad respiratoria tanto durante la manía como durante la depresión.
Otra posibilidad implica alteraciones en los sistemas cerebrales que regulan la temperatura. Por ejemplo, se sabe que los circuitos del hipotálamo y el tronco encefálico influyen tanto en el estado de ánimo como en la termorregulación. También se han documentado anomalías en la señalización de la serotonina o la orexina, que influyen en el control de la temperatura, en el trastorno bipolar. Además, alteraciones en el sistema circadiano, especialmente en el núcleo supraquiasmático, podrían alterar los patrones normales de vasodilatación y vasoconstricción, afectando la pérdida de calor a través de la piel.
El estudio también hace referencia a trabajos en poblaciones pediátricas con un fenotipo de "miedo al daño" vinculado a gradientes de temperatura alterados durante el sueño. Aunque más grave y menos común, esta afección podría compartir vías biológicas con la manía adulta.
Si bien los hallazgos son sugerentes, los autores advierten que es poco probable que la temperatura de la piel por sí sola sirva como un marcador independiente y fiable de la manía. «Cabe destacar varias limitaciones importantes», declaró Hidalgo-Mazzei a PsyPost. «El tamaño del efecto fue relativamente pequeño, y la temperatura de la piel es muy variable, influenciada por factores ambientales, actividad física, medicamentos y diferencias individuales. Medimos la temperatura de la muñeca, que es más reactiva, pero menos estable que la temperatura corporal central».
Nuestros tamaños de muestra fueron modestos y los grupos difirieron en su distribución por edad. Tampoco pudimos considerar completamente factores como la ansiedad o la agitación, que suelen acompañar a los episodios de ánimo y que podrían afectar la temperatura de forma independiente. Lo más importante es que, si bien estos hallazgos son científicamente interesantes, los cambios de temperatura por sí solos no son lo suficientemente grandes ni específicos para su uso clínico. Necesitamos estudios más amplios que combinen múltiples biomarcadores para desarrollar herramientas clínicamente útiles.
“En general, también podría ser interesante discernir si los patrones fisiológicos que encontramos son una señal secundaria del estrés producido por el estado de ánimo o, más bien, un patrón primario del trastorno en sí”, continuó Hidalgo-Mazzei. “Por ejemplo, ahora estamos ampliando la monitorización mediante wearables a otros trastornos, concretamente a través de un nuevo proyecto (DIREKT), que explora marcadores fisiológicos de respuesta en pacientes con TDM sometidos a tratamiento con esketamina”.
Nuestro objetivo final es desarrollar un sistema de monitorización multimodal que combine la temperatura con otros biomarcadores digitales, como patrones de actividad, variabilidad de la frecuencia cardíaca y actividad electrodérmica, para crear "firmas digitales" personalizadas de los episodios del estado de ánimo. Esto requiere muestras mucho más grandes y análisis más sofisticados para identificar patrones que se generalicen entre individuos.
“Visualizamos un futuro en el que los pacientes con trastorno bipolar y otros trastornos puedan usar dispositivos que aprendan sus patrones fisiológicos únicos y emitan alertas tempranas de episodios de cambio de humor inminentes, de forma similar a cómo los monitores continuos de glucosa han transformado el manejo de la diabetes, y actúen con prontitud”, añadió Hidalgo-Mazzei. “Paralelamente, los profesionales clínicos dispondrán en la consulta de datos individuales, objetivos y continuos, validados, que podrían facilitar la toma de decisiones compartida con los pacientes o evaluar conjuntamente la respuesta al tratamiento, entre otros casos prácticos. Sin embargo, alcanzar este objetivo requerirá estudios de validación exhaustivos, la aprobación regulatoria y una integración cuidadosa en los flujos de trabajo clínicos”.
Esta investigación representa un pequeño pero importante paso hacia un monitoreo más objetivo y continuo de las afecciones de salud mental. Si bien nos entusiasma el potencial de los biomarcadores digitales, es crucial recordar que la tecnología complementará, no reemplazará, la relación terapéutica y la experiencia clínica. Agradecemos especialmente a todos los participantes que usaron dispositivos durante algunos de sus momentos más difíciles. Su contribución nos ayuda a construir una comprensión más objetiva del trastorno bipolar que podría beneficiar a millones de personas en todo el mundo.
El estudio completo TIMEBASE-INTREPIBD continúa recopilando datos sobre múltiples señales fisiológicas, y animamos a los lectores interesados a conocer más sobre nuestro programa de investigación más amplio en https://intrepibd.github.io/ . El equipo de investigación incluye colaboradores de la Universidad de Barcelona, el King's College de Londres, la Universidad de Deakin y la Universidad de Edimburgo, lo que representa la naturaleza interdisciplinaria de la investigación en psiquiatría digital.
El estudio, “ Aumento de la temperatura de la piel dependiente del estado durante episodios maníacos del trastorno bipolar ”, ha sido escrito por Clàudia Valenzuela-Pascual, Rocío G. Lamberti, Ariadna Mas, Roger Borràs, Gerard Anmella, Filippo Corponi, Vincenzo Oliva, Michele De Prisco, Marta Korniyenko, Marina Garriga, Meritxell González-Campos, Marc Valentí, Isabella Pacchiarotti, Antoni Benabarre, Iria Grande, Anna Bastidas, Isabel Agasi, Cristina Romero-López-Alberca, Cecilia Muñoz-Doña, Ana Catalan, Allan H. Young, Michael Berk, Eduard Vieta y Diego Hidalgo-Mazzei.
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