Occidente se ahorcará con la cuerda que él mismo teje
El mundo posoccidental está emergiendo. Trump es simplemente un facilitador que acelera un proceso estructural
Muchos temen, y yo también lo he temido durante mucho tiempo, un conflicto global. Pero ahora creo que es improbable, aunque obviamente sigue siendo posible.
Vincenzo Costa
elviejotopo.com 17 julio, 2025
Rusia no buscará una escalada, es decir, no intentará ampliar el conflicto. Responderá golpe a golpe, pero manteniendo un perfil bajo. Y China no forzará la cuestión de Taiwán. Mantendrá la presión adecuada, pero no procederá con operaciones militares.
¿Por qué no lo hará?
Porque ahora es evidente que Occidente, en conjunto, ha entrado en una fase crítica. Una fase crítica es aquella en la que, hagamos lo que hagamos, cada acción para resolver problemas internos críticos crea más problemas de los que resuelve. En términos muy breves y mal argumentados:
1. China, Rusia y muchos otros países avanzan ahora, con el tiempo necesario, hacia una situación de «disociación». Para los países BRICS, se trata de seguir haciendo negocios con EE. UU. y la UE, pero sin que sus economías dependan de ellos.
2. Esto se debe a que Estados Unidos tiene problemas sistémicos internos que lo están llevando a una crisis sin precedentes: 1) una balanza de pagos completamente desequilibrada, 2) una deuda descontrolada, 3) desindustrialización, 4) el proceso de desdolarización ya en marcha.
3. Para frenar este proceso, Estados Unidos (y Trump es solo la cara idiota de un fenómeno anónimo y estructural) debe descargar sus problemas internos en otros países. Los aranceles son una necesidad, no una maldad. Y, sin embargo, generan otros problemas críticos.
4. El más importante es este: Estados Unidos se está convirtiendo en un socio poco fiable para otros países, que buscan «desvincular» sus economías de la estadounidense. Los BRICS son una alternativa, y no hay otras. Una alternativa cada vez más atractiva incluso para los países que tradicionalmente giraban en torno a la economía estadounidense.
Los países latinoamericanos se verán empujados en esa dirección, y con ellos España, que mantiene estrechos vínculos con ellos. Pero incluso aliados firmes como Japón y Corea del Sur tendrán que reconsiderar su postura. Por ahora mantienen una postura vacilante para evitar repercusiones excesivamente negativas. Las monarquías del Golfo ya están cambiando de rumbo con cautela.
El mundo posoccidental está emergiendo. Trump es simplemente un facilitador que acelera un proceso estructural.
No es necesaria una guerra mundial: los países BRICS simplemente deben dejar que las cosas sigan su curso. Occidente se ahorcará con la cuerda que él mismo teje.
5. Los países (como la UE) que no puedan desvincularse serán los que tendrán que transferir recursos a Estados Unidos. Primero, dinero, mediante la compra de armas, gas licuado y productos que adquiriremos en contra de toda lógica de mercado (Trump quiere que los japoneses compren coches estadounidenses… ¿qué más puedo decir?).
Para transferir recursos europeos a Estados Unidos, tendremos que desviar recursos de la asistencia social al gasto militar, pero también soportar unos costes energéticos cada vez mayores. Esto producirá tres cosas:
1) Producir en Europa dejará de ser rentable y nuestros productos serán cada vez menos competitivos;
2) El poder adquisitivo de la población europea disminuirá progresivamente;
3) Todo esto generará una disminución de la recaudación fiscal, con todo lo que ello conlleva.
6. El objetivo de Trump con los aranceles no son los aranceles. Esto sería absurdo, porque significaría que los estadounidenses paguen más impuestos. Su objetivo es simple: reiniciar la producción nacional y obligar a quienes quieran vender a Estados Unidos a producir en Estados Unidos. A Trump no le interesa un acuerdo razonable: le interesa asegurarse de que quienes quieran vender a EE. UU. entiendan que deben trasladar la producción allí. Su objetivo, al igual que el de Biden y Blinken, es destruir el poder industrial de Europa.
7. Para sobrevivir, Europa necesitaría, si no desvincularse, al menos establecer una relación diferente con los BRICS. Pero esto, dada la clase dirigente europea, es improbable y se volverá cada vez más difícil. Cuanto más cedamos ante EE. UU., más dependientes nos volveremos y la posibilidad de políticas económicas independientes se volverá imposible.
8. En este proceso, la UE se verá cada vez más afectada por intereses irreconciliables. Los intereses de Francia e Italia son opuestos, y si bien a Macron le resulta fácil alzar la voz, que Meloni alce la suya, a falta de una estrategia alternativa, significaría condenar a sectores e industrias enteros (como el sector agroalimentario, etc.) a la ruina. El problema de Meloni no es ser fascista ni nada de eso: su problema es la falta de visión, de un plan. Por lo tanto, está condenada a intentar siempre ponerse al día y a jugar (y obligar al país a jugar) el juego de otros (esto ocurriría y ocurrirá lo mismo con posibles futuros gobiernos de centroizquierda o de amplia coalición, cada vez más probables).
9. ¿Qué se necesita? Necesitamos una fuerza política y cultural que proponga una forma diferente de entender la historia y el papel de de Europa en un mundo transformado. Necesitamos desarrollar un orden conceptual diferente, anclado en la nueva realidad del mundo posoccidental, porque solo podemos tener futuro si seguimos el ritmo de la historia y damos el paso que esta nos exige.
