Mientras en los auditorios internacionales se debatía sobre la protección de los ecosistemas, el país perdía 88.808 hectáreas de bosque entre octubre de 2024 y marzo de 2025
La pérdida de bosque en la Amazonía no solo afecta a la biodiversidad. Igualmente compromete la provisión de servicios ecosistémicos esenciales
La construcción de vías ilegales ha sido identificada como uno de los principales vectores de la deforestación reciente en la Amazonía de Colombia
cambio16.com
23-05-2025
A la vez que, como anfitrión del reciente panel de la ONU sobre biodiversidad, Colombia promocionaba la protección ambiental a nivel internacional, perdía por deforestación en solo 6 meses casi 89.000 hectáreas de la Amazonía a causa de minería ilegal, cultivos de coca y expansión de vías clandestinas
Colombia se presentó ante el mundo como líder en biodiversidad al ser sede del panel de la ONU sobre el tema, pero la realidad interna revela una contradicción alarmante. El país libra una devastadora batalla contra la deforestación, que avanza a un ritmo que amenaza con transformar para siempre la Amazonía y otros ecosistemas vitales.
Mientras en los auditorios internacionales se debatía sobre la protección de los ecosistemas, el país perdía 88.808 hectáreas de bosque entre octubre de 2024 y marzo de 2025, según un informe de la Procuraduría General de la Nación.
La cifra no solo representa árboles talados, sino la erosión de la biodiversidad, la alteración de los ciclos hidrológicos y la puesta en riesgo de comunidades indígenas y campesinas que dependen del equilibrio natural. También expone un retroceso ambiental de grandes proporciones, impulsado por la expansión de carreteras ilegales, el avance de cultivos de coca y la minería no regulada.
La paradoja plantea serias dudas sobre la eficacia de las políticas públicas, la capacidad de control estatal y el compromiso real con la conservación. La emergencia ambiental por la deforestación causada por las actividades ilegales se concentra en siete áreas de alto riesgo, que forman parte de la cuenca de la Amazonía y que son esenciales para la regulación climática y la provisión de agua dulce en Colombia.
La deforestación causada por la minería ilegal en la Amazonía en Colombia pone en riesgo la biodiversidad / Jesús Olivares Verbel / wwf.org.co
Auge de la destrucción forestal: cifras que estremecen
La deforestación en Colombia alcanzó niveles preocupantes en el último semestre, con la desaparición de 88.808 hectáreas de Amazonía por minería ilegal y cultivos de coca. El fenómeno equivale a perder, cada semana, cerca de 3.700 hectáreas, lo que representa un ritmo de devastación sin precedentes para la Amazonía y otras regiones estratégicas del país. La magnitud del daño se evidencia al comparar la superficie arrasada con áreas urbanas reconocidas, superando con creces el tamaño de ciudades como Nueva York.
El informe de la Procuraduría General de la Nación destaca que la mayor parte de la deforestación se concentra en los departamentos de Caquetá, Guaviare y Putumayo. Caquetá encabeza la lista con casi 30.000 hectáreas perdidas. Seguido por Guaviare y Putumayo, donde la presión sobre los bosques se ha intensificado debido a la expansión de actividades ilegales y la falta de control estatal efectivo.
/ Fuerza Aérea Colombiana / agenciapi.co
La pérdida de bosque no solo implica la desaparición de árboles. También se degradan hábitats esenciales para cientos de especies endémicas y en peligro de extinción. La fragmentación de los ecosistemas reduce la capacidad de los bosques para regular el clima, almacenar carbono y mantener el ciclo del agua. La situación repercute en la calidad de vida de millones de personas aguas abajo. Además, la deforestación incrementa la vulnerabilidad de las comunidades locales frente a eventos climáticos extremos y reduce las oportunidades de desarrollo sostenible.
El repunte de la deforestación en 2024 contrasta con los avances alcanzados el año anterior. El aumento del 35% en la superficie deforestada refleja la complejidad del problema. Confluyen factores estructurales como el conflicto armado, las economías ilícitas y la debilidad institucional.
Carreteras ilegales: arterias de la devastación
/ lasillavacia.comLa construcción de vías ilegales ha sido identificada como uno de los principales vectores de la deforestación reciente en la Amazonía de Colombia. El informe documenta que se abrieron 1.107 kilómetros de carreteras clandestinas entre octubre de 2024 y marzo de 2025. Muchas de ellas atraviesan parques nacionales y reservas naturales de alto valor ecológico. Las vías no solo facilitan el acceso a zonas remotas. También abren la puerta a la tala indiscriminada, la apropiación de tierras y el avance de cultivos ilícitos.
La relación directa entre la apertura de carreteras y el crecimiento descontrolado de la frontera agropecuaria es evidente en regiones como Meta y Guaviare. En Mapiripán, por ejemplo, se identificaron 263 kilómetros de vías ilegales asociadas a la deforestación de más de 13.700 hectáreas. Mientras que en Vista Hermosa y Puerto Rico la red vial detectada dentro del Parque Nacional Sierra de La Macarena suma una pérdida de 7.425 hectáreas. Los corredores clandestinos fragmentan ecosistemas y facilitan el ingreso de actores ilegales.
/ fcds.org.coLa proliferación de vías irregulares también afecta directamente a parques nacionales emblemáticos como Chiribiquete, Nukak y Farallones de Cali. En el caso del Chiribiquete, la vía Puerto Cachicamo-La Tunia atraviesa el parque y ha contribuido a la pérdida de más de 15.700 hectáreas en los Llanos del Yarí y el norte del área protegida.
El informe de la Procuraduría insta a las autoridades a investigar la legalidad de las nuevas carreteras. Le exige que emita órdenes de cierre inmediato donde sea necesario. Sin embargo, la capacidad de respuesta institucional se ve limitada por la presencia de grupos armados y la falta de recursos para monitorear y controlar el avance de las vías ilegales.
Parques nacionales bajo asedio
Los parques nacionales de Colombia, considerados santuarios de biodiversidad, enfrentan una presión sin precedentes debido al avance de la deforestación. Áreas protegidas como la Serranía de Chiribiquete, La Macarena, Nukak y Barí han visto incrementarse la tala y la ocupación ilegal de tierras. La destrucción pone en riesgo su integridad ecológica y su función como corredores biológicos. La fragmentación amenaza la supervivencia de especies emblemáticas y dificulta los procesos de restauración ambiental.
En el Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete, la deforestación se ha concentrado en el norte y los Llanos del Yarí. La construcción de vías ilegales facilita la entrada de maquinaria y personal dedicado a actividades ilícitas. La pérdida de más de 15.700 hectáreas en esta zona refleja la vulnerabilidad de los parques frente a la presión de actores externos y la insuficiencia de mecanismos de vigilancia y control. La situación se agrava en la Reserva Natural Nukak y áreas cercanas, donde la deforestación supera las 10.400 hectáreas.
/ Catalina Sanabria / infoamazonia.org
La expansión de la frontera agrícola y la apropiación de tierras dentro de los parques nacionales responde, en muchos casos, a intereses especulativos. Se hace con el objetivo de valorizar terrenos para su posterior venta o explotación.
La dinámica dificulta la recuperación de los ecosistemas y perpetúa el ciclo de degradación ambiental. La Procuraduría ha solicitado a las autoridades locales y ambientales información sobre las medidas adoptadas para frenar la deforestación. Ha exhortado a la aplicación de cierres administrativos y labores de restauración en las áreas afectadas.
La protección efectiva de los parques nacionales requiere no solo de acciones de control y vigilancia, sino de un enfoque integral que involucre a las comunidades locales. A la vez, que promueva alternativas productivas sostenibles y fortalezca la gobernanza ambiental.
Los cultivos ilícitos y la minería ilegal
/ lasillavacia.com
La siembra de coca continúa siendo el principal impulsor de la deforestación en Colombia. En especial en departamentos como Meta, Putumayo y la región del río Naya. La expansión de los cultivos responde a la demanda de economías ilícitas y a la falta de alternativas económicas para las comunidades rurales, lo que perpetúa el ciclo de tala y degradación forestal. La presencia de grupos armados y redes de narcotráfico dificulta la intervención estatal y agrava la situación ambiental.
La minería ilegal, en particular la extracción de oro, es también una amenaza creciente para los bosques y las fuentes de agua. En la zona rural de Buenaventura, cerca del río Naya, se ha documentado la operación de maquinaria pesada en las inmediaciones de reservas indígenas y dentro de áreas protegidas. No solo destruyen el bosque, sino que contaminan ríos y suelos con mercurio y otros químicos tóxicos. Como consecuencia se afecta la salud de las comunidades y la fauna silvestre.
El informe de la Procuraduría señala que la construcción de nuevas vías en el río Naya, entre el Valle del Cauca y Cauca, facilita el acceso a zonas de minería y narcotráfico. Lo cual consolida rutas que conectan la región con el Océano Pacífico. La combinación de cultivos ilícitos y minería ilegal crea un entorno de alta conflictividad social y ambiental. La deforestación avanza de la mano de la violencia y la corrupción.
Impacto en comunidades indígenas y corredores ecológicos
La deforestación en Colombia afecta de manera directa a las comunidades indígenas, cuyos territorios se encuentran en el epicentro de la emergencia ambiental. La pérdida de bosque compromete no solo la seguridad alimentaria y cultural de estos pueblos. Disminuye de igual manera su capacidad para ejercer el control territorial y proteger sus formas de vida tradicionales.
La fragmentación de corredores ecológicos esenciales para la vida silvestre representa otro de los impactos más graves de la deforestación. Los corredores permiten el desplazamiento de especies y la conectividad entre áreas protegidas. Facilitan la adaptación de la biodiversidad frente al cambio climático. La pérdida de continuidad en los ecosistemas reduce la resiliencia de la Amazonía y limita las posibilidades de recuperación natural.
La Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana ha advertido que el posible cierre de la agencia USAID, que financia programas de protección ambiental, podría incrementar la deforestación y el narcotráfico en sus territorios. La ausencia de apoyo internacional debilitaría los esfuerzos de conservación y dejaría a las comunidades aún más expuestas a las presiones externas. La defensa de los derechos indígenas y el fortalecimiento de su autonomía son elementos clave para frenar la destrucción forestal.
El reconocimiento del papel de las comunidades indígenas como guardianes de la selva es fundamental para diseñar políticas de conservación efectivas. La inclusión de sus conocimientos y prácticas tradicionales en la gestión ambiental puede contribuir a restaurar el equilibrio entre el desarrollo humano y la protección de los ecosistemas.
La Amazonía: epicentro de la emergencia
Grupos armados mantienen el control de las actividades ilegales en amplias zonas de la Amazonía lo que hace casi imposible el control de la deforestación por parte de las autoridades de Colombia / las2orillas.coCaquetá, Guaviare, Putumayo y Meta forman parte de una de las reservas de biodiversidad más importantes del mundo. Cumplen un papel esencial en la regulación climática global. La pérdida de bosque en la Amazonía tiene repercusiones que trascienden las fronteras nacionales y afectan el equilibrio ecológico de todo el continente.
La vía Puerto Cachicamo-La Tunia, que atraviesa el Parque Nacional Serranía de Chiribiquete, ilustra el avance de la deforestación en áreas protegidas. La apertura de nuevas rutas y la aparición de frentes de tala en zonas como Meta-Mapiripán, Llanos del Yarí y Putumayo-Caquetá revelan una dinámica de ocupación y degradación que dificulta su recuperación.
La pérdida de bosque en la Amazonía no solo afecta a la biodiversidad. Igualmente compromete la provisión de servicios ecosistémicos esenciales, como la regulación del ciclo del agua y la captura de carbono.
La deforestación incrementa la vulnerabilidad de la región frente a incendios forestales, sequías y otros eventos extremos asociados al cambio climático. La protección de la Amazonía es, por tanto, una prioridad estratégica para Colombia y para la comunidad internacional.
El desafío de conservar la Amazonía requiere una visión de largo plazo y la articulación de esfuerzos entre el Estado, las comunidades locales y la cooperación internacional. La restauración de áreas degradadas y la promoción de alternativas productivas sostenibles son pasos fundamentales para revertir la tendencia actual. Se debe garantizar la supervivencia de uno de los ecosistemas más valiosos del planeta.
/ Jesús Olivares Verbel / wwf.org.coRepunte tras avances históricos
El aumento de la deforestación en 2024 contrasta con los logros alcanzados el año anterior, cuando Colombia registró la cifra más baja de pérdida de bosques en 23 años. En 2023, la deforestación cayó un 36%, situándose en 79.256 hectáreas, gracias a la implementación de políticas de contención y la colaboración con comunidades locales. Sin embargo, el repunte del 35% en 2024, con un total de 107.000 hectáreas deforestadas, evidencia la fragilidad de los avances. De la misma manera, la influencia de factores externos como el conflicto armado y las economías ilícitas.
La ministra de Ambiente, Susana Muhamad, ha defendido que, pese al aumento, la cifra de 2024 sigue siendo la segunda más baja desde que existen registros. No obstante, reconoció que la intervención estatal en zonas de alta deforestación, como algunos sectores de Meta, se ha visto limitada por la presencia de grupos armados y la complejidad de las dinámicas territoriales. El desafío para 2025 será fortalecer la capacidad de respuesta del Estado y consolidar modelos efectivos de contención de la deforestación.
El gobierno ha identificado 22 núcleos de desarrollo forestal con altos niveles de deforestación, de los cuales cinco registraron incrementos en 2024. La consolidación de estrategias integrales y la promoción de alternativas económicas sostenibles son elementos clave para revertir la tendencia y garantizar la protección de los bosques. La experiencia de 2023 demuestra que es posible reducir la deforestación, pero requiere de un compromiso sostenido y la articulación de esfuerzos en todos los niveles.
La fluctuación en las cifras de deforestación refleja la complejidad del problema y la necesidad de abordar sus causas estructurales. La protección de los bosques no puede depender únicamente de medidas de control, sino que debe incorporar enfoques de desarrollo rural, fortalecimiento institucional y participación comunitaria.
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