En Colombia es necesario que haya una política sobre el uso de celulares en las instituciones educativas que recoja los aprendizajes que han tenido otros países
La Universidad de Augsburgo, en Alemania, publicó un primer estudio sobre el impacto de la prohibición de teléfonos celulares en las aulas de clase... Encuentran que el impacto de prohibir el uso de celulares en los colegios es modesto. No es tan importante como se creía antes de implementar la medida...
Edna Bonilla
Foto: El colombiano
En las últimas semanas, nueve millones de niños, niñas y jóvenes de 18.000 colegios públicos y privados regresaron a clases después de vacaciones. Muchas instituciones han venido adoptando medidas para regular el uso de celulares en el tiempo escolar. La discusión no debe postergarse y requiere rigurosidad y decisión de política pública. Hay argumentos a favor y en contra de la prohibición. La mayoría de los estudios muestran que los efectos de la prohibición son positivos en el rendimiento académico, el comportamiento y el bienestar de los estudiantes.
La generación ansiosa, de Jonathan Haidt, analiza el impacto de las redes sociales en los niños y adolescentes de la llamada 'generación Z'. Muestra los efectos negativos que tienen en su salud mental, en el bienestar, en el desarrollo y en el relacionamiento social. El autor recomienda: 1) Nada de teléfonos para los niños antes de ingresar al colegio. 2) Cero redes sociales antes de los 16 años. 3) Colegios sin teléfonos móviles. 4) Más juego sin supervisión e independencia infantil.
Las recomendaciones 1 y 2, exigen un compromiso de las familias y de la sociedad. La tercera y la cuarta aplican para los colegios. Después de analizar varias experiencias de instituciones que prohibieron el uso de celulares en toda la jornada escolar, Haidt confirma los efectos positivos de esta medida en la salud mental y en los aprendizajes. Insiste en que la mejor política es vetar los teléfonos durante toda la jornada y no de forma parcial. Cuando los alumnos llegan al colegio deben guardarlos en una cajilla. Cuando la prohibición es parcial, el efecto puede ser nocivo. Insta a que en los colegios se privilegie el juego libre y no estructurado, a que haya más y mejores recreos, y a que se tengan más patios y espacios para el goce y la socialización. Insiste en la necesidad de usar herramientas pedagógicas que recuperen el interés de los niños y jóvenes, e invita a trabajar en la prevención para no tener que curar o castigar.
Haidt también muestra que diversos estudios revelan que los niños de bajos ingresos, negros y latinos pasan más tiempo ante las pantallas, su vida electrónica es menos acompañada y son los que tienen peores resultados. Sugiere que los teléfonos celulares están exacerbando la desigualdad educativa. Este resultado, concluye, es contrario a los propósitos de cualquier política pública en educación.
En agosto de 2024, la Universidad de Augsburgo, en Alemania, publicó un primer estudio sobre el impacto de la prohibición de teléfonos celulares en las aulas de clase europeas. Los resultados son reveladores. La metodología usada por los investigadores se inició con el análisis de 3.241 artículos sobre investigaciones realizadas alrededor del mundo, y seleccionó cinco estudios porque, en su opinión, sólo éstos cumplieron con todos los criterios establecidos de una investigación científica rigurosa y sólida.
La conclusión es diferente a la de Haidt. Encuentran que el impacto de prohibir el uso de celulares en los colegios es modesto. No es tan importante como se creía antes de implementar la medida. Observan, además, que la incidencia sobre el rendimiento académico de los estudiantes no es significativa. A pesar de que la incidencia no es alta, las redes sociales tienen efectos negativos en la dimensión social. Y, de manera específica, en los temas relacionados con acoso escolar, convivencia, sociabilidad. No obstante, dicen los autores, este ejercicio no es definitivo. Reconocen que la investigación es limitada. Se requieren nuevos estudios para sacar conclusiones definitivas.
En el país no se ha tomado una decisión oficial frente a la restricción del uso de celulares. Sin embargo, hay experiencias particulares en el sector educativo privado. La más conocida fue realizada por el grupo de colegios congregados en la asociación Uncoli, de Bogotá, que en 2024 empezó a implementar la restricción de teléfonos celulares inteligentes en sus instituciones. Según han informado recientemente directivas de la Uncoli, los resultados han sido positivos. Los estudiantes están más enfocados y ha mejorado la convivencia. Será interesante revisar los resultados del estudio de impacto que la organización está realizando en este momento.
Considero que el país debe avanzar hacia la prohibición del uso de teléfonos celulares durante la jornada escolar. Además de la decisión política se debe trabajar con las familias, y se debe formar a los maestros en el buen uso y aprovechamiento de las tecnologías en la enseñanza. Si los maestros están formados en el uso de las tecnologías no solo hay mayor riqueza en el debate frente a la conveniencia de la prohibición, sino que se pueden adoptar las medidas que mejor se adapten al contexto de cada institución, y a sus proyectos educativos.
Durante la pandemia por Covid-19, fuimos testigos de primera línea de la necesidad de usar –en ese momento un poco de forma precipitada y disruptiva– un teléfono móvil o una tableta para poder continuar los procesos de enseñanza-aprendizaje de los estudiantes de educación secundaria y media. Estos dispositivos fueron una herramienta fundamental que permitió que los colegios siguieran funcionando en la virtualidad. Evidentemente, estos instrumentos no son negativos per se, y su uso puede ser bien aprovechado en los procesos educativos.
Es necesario analizar la relación entre el uso de estos dispositivos y el desarrollo cerebral y físico de los niños. No es lo mismo permitir su uso en adolescentes que en estudiantes de primaria o preescolar. La evidencia ha demostrado que en los pequeños la sobreexposición a pantallas puede afectar la autorregulación, reduce el tiempo disponible para actividades que estimulen el desarrollo motor, limita las interacciones verbales y obstaculiza el crecimiento socioemocional. Los teléfonos inteligentes son hoy parte de la vida de los seres humanos. En Colombia, de acuerdo con un estudio realizado en 2021 por la multinacional Kaspersky, 4 de cada 10 niños menores de 6 años ya tienen contacto con celulares. Es decir, los niños están empezando a usar teléfonos inteligentes desde antes de entrar a la escuela. Frente a esta realidad es necesario aprender a formar.
En Colombia es necesario que haya una política sobre el uso de celulares en las instituciones educativas que recoja los aprendizajes que han tenido otros países. Y que sea el producto del análisis técnico, riguroso, que consulte los estudios nacionales e internacionales. Es importante que incluya a los maestros, que tienen experiencias en el aula y sus contextos educativos. La llave familia-escuela es vital en este proceso. Con la información disponible hasta ahora, me inclino por la prohibición de los teléfonos celulares durante toda la jornada escolar. De todas maneras, el debate está abierto.
__________
Fuente: