La ciencia detrás de un ciclo difícil de romper
Descubre cómo la calidad de tu sueño puede ser la clave para reducir la inflamación y manejar el dolor crónico.
La importancia de cuidar nuestra salud va más allá de lo que imaginamos. Foto: Istock/Christian Pérez
Publicado por Sara Cabello Plan
Psicóloga General Sanitaria experta en enfermedades autoinmunes y dolor crónico.
26.01.2025
Dormir es mucho más que una actividad reparadora: es un proceso biológico fundamental que influye en casi todos los sistemas del cuerpo humano. Sin embargo, si padeces dolor crónico, el sueño puede convertirse en un gran desafío. En este artículo exploraremos cómo los patrones de sueño afectan a la inflamación y el dolor crónico, así como las estrategias respaldadas por la ciencia para mejorar la calidad de vida.
El bucle del dolor crónico y el sueño
El dolor crónico y los trastornos del sueño suelen ir de la mano. Estudios indican que hasta el 80% de las personas con dolor crónico tienen dificultades para dormir. Este fenómeno no solo tiene que ver con el malestar físico que dificulta conciliar el sueño, sino también con mecanismos biológicos subyacentes.
Cuando dormimos mal, el cuerpo libera mayores niveles de citoquinas proinflamatorias, como la interleucina-6 (IL-6) y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α). Estas sustancias, que forman parte de la respuesta inmunitaria, pueden agravar el dolor al sensibilizar los receptores del dolor en el sistema nervioso. A su vez, el dolor crónico aumenta las dificultades para dormir, creando un ciclo difícil de romper.
El efecto de los patrones de sueño en la inflamación y el dolor crónico. Foto: Istock
La ciencia del sueño y la inflamación
El sueño regula importantes procesos inflamatorios. Durante el sueño profundo, el sistema inmunitario entra en una fase de regulación. En este periodo, se reduce la producción de citoquinas inflamatorias y nuestras células liberan la mayor cantidad de hormonas reparadoras como la hormona del crecimiento, que ayuda a la regeneración y crecimiento de nuestros huesos y músculos.
Si no duermes bien, se altera este equilibrio. Un estudio publicado en Journal of Clinical Sleep Medicine demostró que incluso una sola noche de sueño interrumpido puede aumentar los niveles de inflamación sistémica. Esto es muy relevante para quienes padecen enfermedades autoinmunes como el lupus o la fibromialgia, donde la inflamación crónica ya está presente y exagerada.
Sueño REM y procesamiento del dolor
El sueño REM (movimientos oculares rápidos) es crucial para el procesamiento emocional y la percepción del dolor. Durante esta fase, el cerebro "reprocesa" las experiencias del día, incluyendo las relacionadas con el dolor físico y emocional. Si el sueño REM es insuficiente, los pacientes pueden experimentar una mayor hipersensibilidad al dolor.
Por ejemplo, investigaciones en pacientes con fibromialgia han mostrado que los trastornos en el sueño REM están vinculados con una menor tolerancia al dolor. Esto refuerza la idea de que no solo la cantidad, sino también la calidad del sueño es vital para la gestión del dolor crónico.
Existen distintas terapias y estrategias que pueden ser útiles. Foto: Istock
Estrategias para mejorar el sueño y reducir el dolor
Afortunadamente, existen estrategias respaldadas por la ciencia que pueden ayudar a romper este ciclo. Aquí destacamos algunas no tan populares pero muy interesantes:
1. Terapia de luz roja
La exposición a luz roja en la noche puede ayudar a regular los ritmos circadianos y aumentar la producción de melatonina, favoreciendo un sueño más profundo. Estudios sugieren que este tipo de luz también tiene propiedades antiinflamatorias que pueden beneficiar a quienes padecen dolor crónico.
2. Acupuntura
Aunque la comunidad científica no se pone de acuerdo sobre su efectividad, algunos estudios apuntan a que la acupuntura puede ser útil para mejorar la calidad del sueño en personas con insomnio y dolor crónico. Se cree que esta técnica estimula la liberación de endorfinas y modula los niveles de citoquinas inflamatorias, contribuyendo tanto al alivio del dolor como al descanso.
3. Terapia de biofeedback
Esta técnica utiliza dispositivos que monitorizan funciones corporales como la frecuencia cardíaca y la tensión muscular. Con esta información, los pacientes aprenden a controlar estas variables, lo que puede reducir el estrés y mejorar tanto el sueño como la percepción del dolor.
4. Técnicas de estimulación sensorial
Métodos como el uso de mantas con peso o dispositivos de estimulación vibratoria han mostrado beneficios en la reducción de la ansiedad y la mejora del sueño. Estas intervenciones también pueden disminuir la hipersensibilidad al dolor.
5. Suplementación con magnesio y L-teanina
El magnesio es esencial para la relajación muscular y la función nerviosa, mientras que la L-teanina, un compuesto presente en el té verde promueve la relajación sin causar somnolencia diurna. Ambos suplementos pueden ser útiles para mejorar la calidad del sueño en personas con dolor crónico.
Conclusión: cuida de tu sueño porque es más importante de lo que piensas
El sueño no es un lujo, sino una necesidad biológica crítica para la salud y el bienestar. En el contexto del dolor crónico, dormir bien puede marcar la diferencia entre vivir con sufrimiento constante o manejar mejor los síntomas. Implementar cambios en los patrones de sueño y adoptar hábitos saludables puede mejorar significativamente la calidad de vida y reducir la inflamación.
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Referencias
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Fuente: