El presidente de Korea del Sur no quiere perder el poder, pero lo que es más importante, Estados Unidos no puede permitir que Yoon pierda el poder. Es clave para la postura de fuerza asiática contra China.
KIJI NOH, PERIODISTA de KOREA del SUR
4 diciembre, 2024
El martes 3 el Presidente de Korea del Sur, Yoon Suk Yoel suspendió la legislatura surcoreana y prohibió a los representantes electos acceder al edificio de la Asamblea Nacional mediante una masiva presencia policial. Y luego, seis horas después, anuló la orden.
El presidente Yoon había declarado en un discurso al pueblo coreano que la medida tenía como objetivo proteger a “una Corea del Sur liberal de las amenazas planteadas por las fuerzas comunistas de Corea del Norte y eliminar a los elementos antiestatales”. Dijo:
“Restauraré la normalidad en el país deshaciéndome de las fuerzas antiestatales lo antes posible”.
Pero todos los miembros de la Asamblea Nacional de Corea del Sur, que Yoon había clausurado, votaron el martes para revertir el edicto de Yoon y él se vio obligado a atender la decisión del parlamento .
La acción y la retórica de Yoon evocaban los días de las dictaduras militares del país; el lenguaje y la justificación eran exactamente los mismos.
Había habido repetidas señales de que Yoon podría declarar la ley marcial porque el impulso popular para destituirlo en Corea del Sur estaba ganando terreno.
Los surcoreanos desprecian a Yoon por su abuso de poder, la corrupción de su esposa y su violación de la soberanía y del bienestar económico para servir a los intereses geopolíticos de Estados Unidos.
Un factor particularmente irritante y provocador para los surcoreanos ha sido la vinculación del ejército de Corea del Sur con su antiguo colonizador, Japón, mediante una alianza militar diseñada para librar una guerra contra China.
Esto también ha implicado recurrir a un revisionismo histórico radical y a la eliminación de información para facilitar esta contradictoria coalición.
La semana pasada, 100.000 ciudadanos protestaron en las calles exigiendo su dimisión inmediata, algo que no recibió ninguna cobertura en los medios occidentales.
Y todavía se habla poco de ello en occidente como el factor decisivo que contribuyó a la efímera declaración de la ley marcial.
Yoon no quiere perder el poder, pero lo que es más importante, Estados Unidos no puede permitir que Yoon lo pierda: es esencial para apuntalar alianzas, acuerdos y una postura de fuerza asiática para librar una guerra contra China.
Si Yoon se va, el campo de fuerza se rompe. Esto se debe a que Corea del Sur es la mayor fuerza militar en la zona (500.000 tropas activas y más 3,1 millones de reservistas). El Pentágono ha programado que esta enorme fuerza militar cae inmediatamente bajo el control operativo de Estados Unidos, en el momento en que este país decide que quiere librar una guerra contra China.
Yoon, que fue elegido con la victoria electoral más estrecha en la historia de Corea (0,7 por ciento), es un cliente de Estados Unidos, que ha recibido el apoyo del Imperio por trabajar en la implementación una “estrategia Indo-Pacífica” surcoreana, un clon de la estrategia Indo-Pacífica estadounidense, una estrategia militar híbrida para cercar y derribar a China.
Cuando Yoon fue elegido, en Washington volaron corchos de champán. Si Yoon hubiera optado por perpetuar el poder mediante la ley marcial, Estados Unidos probablemente habría cerrado los ojos, como hizo durante décadas bajo el gobierno de Park Chung Hee y Chun Doo Hwan. Hay mucho en juego.
Sin embargo, a diferencia de sus predecesores del Partido Conservador (Park Chung Hee, Chun Doo Hwan y Roh Tae Woo) Yoon no es un ex general. De hecho, es un desertor del servicio militar, algo que suele destruir carreras políticas.
El hecho que haya podido llegar al cargo más alto es una señal que el estado de seguridad nacional de Estados Unidos jugaron un papel decisivo en su ascenso al poder.
Ciertamente, le dieron cobertura en horario de máxima audiencia, incluido acceso a las plataformas mediáticas y en la influyente revista Foreign Affairs donde profesó abiertamente su lealtad a la doctrina estadounidense.
Todavía nos esperan tiempos peligrosos y oscuros, especialmente si los coreanos se rebelan (como siempre lo han hecho) y el presidente Yoon responde con una represión militar y policial masiva.
_______________________________
Nota
KJ Noh es analista político, educador y periodista especializado en geopolítica y economía política de Asia-Pacífico. Ha escrito para Dissident Voice, Black Agenda Report, Asia Times, Counterpunch, LA Progressive y MR Online. También escribe comentarios y análisis con frecuencia en varios programas de noticias, entre ellos The Critical Hour, The Backstory y Breakthrough News.
_____________
Fuente: