De acuerdo a nuevas estimaciones, un escenario similar al de la película El día después de mañana tiene altas probabilidades de ocurrir en las próximas décadas.
'El día después de mañana' (2004) relata los efectos climáticos catastróficos tras la interrupción de la corriente del océano Atlántico Norte.
La Circulación de vuelco meridional del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés) es un sistema de corrientes oceánicas que transporta calor hacia el Atlántico norte. El agua superficial cálida de los trópicos fluye hacia el norte y libera su calor en el Atlántico subpolar, al sur de Groenlandia y al oeste de Gran Bretaña e Irlanda. Luego, esta agua se enfría y desciende a una profundidad de entre 2.000 y 3.000 metros antes de regresar hacia el sur como una corriente fría.
La AMOC es uno de los mayores sistemas de transporte de calor del planeta, moviendo el equivalente a 50 veces el consumo energético humano. Tiene un impacto especialmente fuerte en el clima de Europa, influye en la absorción de CO2 y el suministro de oxígeno en los océanos, así como en los patrones de lluvia en los trópicos.
«Hay indicios de que la AMOC ha estado desacelerándose durante los últimos 60 o 70 años debido al calentamiento global. El signo más alarmante es la “mancha fría” en el Atlántico norte, una región que es la única en el mundo que se ha enfriado en los últimos 20 años, mientras que en el resto del planeta las temperaturas han aumentado», dijo el oceanógrafo Stefan Rahmstorf, firmante de una carta abierta publicada esta semana por 44 expertos de 15 países, la cual advierte sobre los peligros de este fenómeno «gravemente subestimado». «Esto es una señal de la disminución del transporte de calor hacia esa zona, tal como los modelos climáticos por computadora habían previsto en respuesta a la desaceleración de la AMOC como consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero», añadió.
De acuerdo a los científicos, otro indicador es la disminución del contenido de sal en el agua marina. En la región de la «mancha fría», la salinidad se encuentra en su nivel más bajo desde que comenzaron las mediciones hace 120 años. Esto probablemente esté relacionado con la desaceleración de la AMOC, que transporta menos agua salada y calor desde los subtrópicos.
«Cuando el agua es menos salada, tiene menor densidad, lo que dificulta que se hunda. Esto es crucial porque el proceso de hundimiento es lo que impulsa la AMOC. Cuanto más fresca es el agua, más lenta se vuelve la corriente», explicó Rahmstorf.
Punto de no retorno
La gran incógnita aquí es qué tan cerca estamos del punto de inflexión. Hasta hace unos años, el pensamiento general del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) era que la probabilidad de cruzar este punto durante este siglo era inferior al 10 %. Sin embargo, desde entonces se han realizado varios estudios que sugieren que un colapso probablemente se desencadenará en este siglo, posiblemente en las próximas décadas. Mapa topográfico de los mares nórdicos y cuencas subpolares con circulación esquemática de corrientes superficiales (curvas sólidas) y corrientes profundas (curvas discontinuas) que forman una porción de la circulación de vuelco meridional del Atlántico. Los colores de las curvas indican temperaturas aproximadas.
«Mi evaluación del riesgo ha cambiado drásticamente. Ahora estoy muy preocupado de que podamos empujar a la AMOC más allá de este punto crítico en las próximas décadas. Si me preguntas por mi instinto, diría que el riesgo de cruzar este punto de inflexión en este siglo es de aproximadamente 50/50», vaticinó el oceanógrafo.
Consecuencias del colapso de AMOC
Los efectos del colapso de la AMOC incluyen un enfriamiento del hemisferio norte, especialmente en el noroeste de Europa. Además, habría un desplazamiento del cinturón de lluvias tropicales hacia el sur, lo cual es problemático, ya que las lluvias se alejarían de las selvas tropicales hacia regiones que no están acostumbradas a recibir tanta precipitación. Esto resultaría en sequías en algunas áreas y en inundaciones en otras.
El colapso de la AMOC también tendría un impacto significativo en el nivel del mar del Atlántico norte, que podría aumentar alrededor de medio metro. Asimismo, alteraría el suministro de nutrientes y reduciría el oxígeno en las profundidades oceánicas, lo que tendría un efecto masivo en la biología marina y en todo el ecosistema del Atlántico norte.
Una cosa es segura: la humanidad no se extinguirá. Sin embargo, para algunos países que se verán afectados, como Noruega y Escocia, los riesgos serán existenciales. Esto plantea la cuestión de si las personas podrán seguir viviendo allí o si la mayoría preferirá mudarse, dado que podrían pasar varias generaciones hasta que la corriente se recupere y estas regiones salgan de su Edad de Hielo.
Fuente: The Guardian. Edición: MP.
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