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POR QUÉ LOS SOCIALISTAS NO DEBERÍAN RECHAZAR EL LIBERALISMO

UNA ENTREVISTA CON
Matt McManus
Las deficiencias históricas del liberalismo no significan que los socialistas deban desecharlo por completo. Al contrario: el socialismo necesita al liberalismo.

Traducción: Natalia López

El llamado de John Stuart Mill a las cooperativas en el lugar de trabajo fue parte de una campaña para acabar con los capitalistas. (Wikimedia Commons)

Para muchos socialistas, el liberalismo es, en el mejor de los casos, una especie de conformismo burgués y, en el peor, una doctrina abiertamente reaccionaria. Durante siglos, los socialistas han desarrollado críticas incisivas contra el liberalismo —demasiado atomista, demasiado desigual, demasiado imperialista— y esperaban el día en que fuera superado y sustituido por una forma superior de sociedad.

Al mismo tiempo, incluso un crítico tan duro como Karl Marx ofreció una crítica del liberalismo mucho más sofisticada y generosa de lo que a veces se admite. Incluso en el siglo XIX, estaba claro que el liberalismo clásico suponía un avance significativo respecto al antiguo orden feudal. Desde entonces, muchos liberales han asumido las críticas más serias de la izquierda y han intentado demostrar cómo la democracia liberal no solo es compatible con la democratización económica y la igualdad, sino que incluso puede exigirlas.

Estos temas se exploran en profundidad en el nuevo e interesante libro de Matt McManus, The Political Theory of Liberal Socialism, y se debatirán en un próximo simposio sobre liberalismo, socialismo y populismo de derechas en la Universidad de Toronto. El politólogo Igor Shoikhedbrod habló con McManus sobre el libro. McManus sostiene que, aunque el liberalismo tiene sus defectos, los socialistas no deberían apresurarse a prescindir por completo de las ideas liberales.

Igor Shoikhedbrod
¿Qué te motivó a dedicarse a la teoría política del socialismo liberal?

Matt McManus
Se remontan a mis primeros intereses políticos e intelectuales. Probablemente, las más importantes fueron de carácter agonístico.

En primer lugar, la derecha política ha logrado importantes avances en gran parte del mundo. Es difícil decir si se ha alcanzado su punto álgido, pero en 2018 dominó Estados Unidos, Brasil, India, Rusia y muchos otros países. Esto inspiró muchas ideas sobre cómo unirse en oposición a la derecha.

En segundo lugar, y relacionado con lo anterior, pasé la mayor parte de la década pasada leyendo mucho sobre la derecha y sus principales corrientes intelectuales. Hay un tipo de retórica de derechas burda y visceral que solo fusiona todo lo que está a la izquierda de Ronald Reagan —pensemos en todos esos libros sobre «marxismo racial»— que ven el capitalismo woke y el centrismo liberal como la segunda venida de [Vladimir] Lenin. Pero todo ese tiempo leyendo a la derecha me convenció de que filósofos como [Friedrich] Nietzsche y [Martin] Heidegger tienen razón en que hay profundas afinidades metafísicas entre el humanismo liberal y el socialista.

En Introducción a la metafísica, Heidegger tacha al liberalismo y al socialismo de «metafísicamente lo mismo» en su abrazo inauténtico de la modernidad y el humanismo. Creo que hay algo de verdad en esto, salvo que no comparto las sombrías conclusiones de Heidegger. En la medida en que el liberalismo y el socialismo están comprometidos con la razón, el humanismo y la garantía de una buena vida para todos, la afinidad es de agradecer.

Por último, siempre me ha parecido que los izquierdistas sienten más simpatía por elementos del liberalismo de lo que aparentan. Si preguntas al izquierdista medio si cree en la libertad religiosa, de circulación, de voto o de expresión, te dirá que sí. Si acaso, insistirán en que esos logros no están a salvo en manos de liberales estándar. Así que The Political Theory of Liberal Socialism es, en parte, un esfuerzo por explicitar esos compromisos compartidos.

IS
¿Cuáles son las diferencias entre el socialismo liberal y la socialdemocracia, entre el socialismo liberal y el socialismo democrático?

MM
Yo creo que tiene más sentido considerar estas «diferencias» como un continuo que como una disyuntiva categórica. En todo caso, no es dialéctico conceptualizar las diferentes formas sociales de esta manera tan tajante sin reconocer los vínculos que existen entre ellas, algo que tomé de tu libro, de hecho, cuando mencionas cómo Marx insiste en que cualquier nueva sociedad socialista estará «marcada» por rasgos de la antigua.

Entendida como una cuestión de acento y de distinción cualitativa más que categorial, una diferencia fundamental con la socialdemocracia es la medida en que las relaciones de producción permanecieron en gran medida inalteradas en muchos países. Los trabajadores seguían trabajando en gran medida para los capitalistas en un sistema de trabajo asalariado, aunque se hicieran algunos esfuerzos valiosos para inducir una mayor sindicalización o introducir mecanismos de cogestión. Lo que sí cambió fue el grado de intervención del Estado para regular la economía y redistribuir la riqueza a través de programas sociales como el Servicio Nacional de Salud en Gran Bretaña o la Seguridad Social en Estados Unidos.

Por el contrario, un régimen socialista liberal tendría que hacer mucho más hincapié en la aplicación de los principios liberales de izquierda en el lugar de trabajo. Esto significará ampliar allí los derechos liberales para contrarrestar el poder de la patronal. Pero también significará democratizar muy sustancialmente el poder para eliminar la dominación de lo que Elizabeth Anderson llama «gobierno privado». La cogestión y la sindicalización son buenos comienzos en este sentido, pero solo son el principio. Esto puede ir acompañado de redistribuciones mucho más sustanciales de la riqueza con el objetivo no solo de satisfacer las necesidades de las personas, sino de garantizar que obtengan un valor justo de sus libertades políticas como ciudadanos iguales.

IS
Karl Marx se refirió en una ocasión a J. S. Mill como un «sincretista superficial» empeñado en «reconciliar irreconciliables». ¿Cómo respondería a las mismas acusaciones contra el proyecto del «socialismo liberal» tal y como usted lo entiende?

MM
Hasta cierto punto, la crítica de Marx se extralimita en su objetivo. Evidentemente, tiene toda la razón al afirmar que no se puede cambiar solo la distribución del excedente de riqueza como se quiera sin transformar fundamentalmente las relaciones de producción. En cuanto a tu pregunta anterior, este fue un problema central en muchos Estados socialdemócratas en los que la redistribución pudo alcanzar temporalmente niveles relativamente generosos. Pero mucho de eso se vino abajo porque resurgió el poder del capital, lo que contribuyó al contraataque neoliberal, como explica David Harvey.

Pero Mill era en muchos aspectos mucho menos indiferente a este problema de lo que Marx era consciente, y lo mismo puede decirse de muchos otros socialistas liberales. El llamamiento de Mill a favor de las cooperativas de trabajo pretendía formar parte de una campaña para acabar finalmente con los capitalistas y debía ir acompañado de programas de redistribución económica y educación para ayudar a conseguir la igualdad política. Y, por supuesto, Mill era más previsor que Marx en cuanto a la necesidad de garantizar los derechos de las mujeres, aunque fuera menos admirable en cuestiones como el imperialismo británico.

Por último, no me parece obvio que debamos ponernos siempre del lado de los marxistas más intransigentes en su debate con liberales de izquierda como Mill. El propio Marx era un pensador radicalmente democrático, pero la forma en que algunos marxistas simplemente descartaron importantes ideas liberales como los controles y equilibrios sobre el poder del Estado o los derechos individuales frente al Estado dejó, por supuesto, un oscuro legado. Mill fue en cierto modo profético al advertir a los socialistas sobre el peligro de tales desestimaciones, y los socialistas contemporáneos no queremos caer en la misma trampa que algunos de nuestros antepasados.

IS
¿En qué punto el liberalismo entra en conflicto con el socialismo y viceversa? En otras palabras, ¿cuáles son los límites entre liberalismo y socialismo?

MM
Creo que debemos tener cuidado y reconocer que el liberalismo es en realidad una familia de liberalismos, y lo mismo puede decirse del socialismo. Que el liberalismo y el socialismo armonicen y se refuercen mutuamente o entren en conflicto depende en parte de qué miembros de las respectivas familias pongamos juntos.

Los socialistas han sido, con razón, muy críticos con el egoísmo atomista de lo que C. B. Macpherson llama el «individualismo posesivo» liberal clásico y su ética de la acumulación sin fin. Los socialistas han destacado su carácter destructivo de la solidaridad y la comunidad. Al mismo tiempo, hemos visto cómo las corrientes posesivas del liberalismo han continuado dentro de las tradiciones liberales neoliberales o de la «Guerra Fría», que han demostrado ser tan poco inspiradoras en la práctica como lo eran en la teoría. Los altos niveles de desigualdad y poder llevaron a muchos a sentir, con razón, que los gobiernos no tenían ningún interés en la gente corriente y en sus necesidades, lo que abrió la puerta a figuras como [Donald] Trump para movilizar esos resentimientos, aunque redoblara muchas de las peores políticas en el poder.

Pero hay otras formas de liberalismo que se remontan a Thomas Paine y que también criticaban el individualismo atomista y la ética de la acumulación sin fin. Paine fue uno de los primeros en reclamar la fundación de un Estado de bienestar, y lo justificó señalando que la propiedad era una institución social, lo que significaba que los ricos tenían una deuda con la sociedad por sus riquezas. Liberales radicales negros como Charles Mills han demostrado cómo podemos empezar (y será un proceso largo) a despojar al liberalismo, y de paso a muchas corrientes del socialismo, de sus supuestos raciales y racistas y avanzar en una dirección más genuinamente igualitaria. Estas formas de liberalismo son muy compatibles con muchas formas de socialismo, al menos con aquellas formas de socialismo que son hostiles a los Estados autoritarios y a las economías dirigidas.

IS
¿Qué aporta el liberalismo al socialismo? ¿Qué aporta el socialismo al liberalismo?

MM
En muchos sentidos, el liberalismo precedió al socialismo como la gran doctrina modernista comprometida con la libertad, la igualdad y la solidaridad para todos. Las ideas tienen raíces aún más profundas, pero la tradición liberal merece elogios por elevarlas a la categoría de potencial revolucionario, como señalaría cualquier buen marxista. Creo que hoy una de las cosas fundamentales que añade al socialismo es la necesidad de proteger los derechos individuales e imponer limitaciones significativas al poder del Estado.

Más profundamente que eso, se puede subrayar cómo el liberalismo aporta a la tradición socialista un sentido antiutópico muy necesario. Algunos socialistas suponían que con la transición a una nueva forma social no solo el Estado acabaría por marchitarse al quedar satisfechas las necesidades de todos. Muchos incluso atribuyeron al socialismo y al comunismo expectativas perfeccionistas.

Como dijo [León] Trotsky en una ocasión,
La forma que revestirá el proceso de edificación cultural y de autoeducación del hombre comunista desarrollará hasta el grado más alto los elementos vivos del arte contemporáneo. El hombre se hará incomparablemente más fuerte, más sabio y más sutil. Su cuerpo será más armonioso, sus movimientos más rítmicos, su voz más melodioso. Las formas de su existencia adquirirán una cualidad dinámicamente dramática. El hombre medio alcanzará la talla de un Aristóteles, de un Goethe, de un Marx. Y por encima de estas alturas, nuevas cimas se elevarán.

No creo que eso sea realmente plausible.

De hecho, una idea central del liberalismo que puede casar fácilmente con el socialismo es que los seres humanos pueden mejorar ética y cognitivamente, pero nunca se perfeccionarán y muchos de nuestros rasgos más siniestros persistirán mientras lo hagamos. Llámese principio agustiniano. De hecho, yo seguiría a Ben Burgis al sostener que un argumento central a favor del socialismo debería ser la cautela ante la naturaleza humana y la facilidad con que puede corromperse cuando algunas personas disfrutan de enormes cantidades de poder y riqueza.

Lo que los liberales necesitan aprender de los socialistas es la importancia de la esperanza y redescubrir este compromiso con la mejora ética y cognitiva. Samuel Moyn escribió un gran libro Liberalism Against Itself (El liberalismo contra sí mismo ) que fue una gran influencia para mí. Señala cómo muchos de los liberales de la Guerra Fría cortaron de raíz un diálogo productivo entre el liberalismo y el socialismo. Insistían en que cualquier intento de mejorar el mundo era peligroso y abría la puerta al autoritarismo. Y les preocupaba especialmente conceder demasiado poder a las masas. Pues bien, resulta que sus preocupaciones estaban fuera de lugar; la puerta al autoritarismo se abre cuando los liberales no ofrecen a la gente corriente la esperanza que infunde el socialismo.

Además, los liberales pueden aprender de los socialistas lo peligrosas que son las concentraciones económicas de riqueza, ya que se convierten fácilmente en concentraciones de poder. Esta es una lección que Marx enseñó hace mucho tiempo y que los liberales han olvidado y han tenido que volver a aprender generación tras generación.

IS
¿Cómo explica el pésimo historial de alianzas políticas entre liberales y la izquierda radical, incluidos los socialistas?

MM
Teóricamente, creo que muchos de nosotros, desde hace tiempo, hemos querido juntar ambas cosas. El término «socialismo liberal» no es exclusivo mío. En el libro, afirmo que Mill fue el primer socialista liberal «maduro», aunque no utilizara el término, pero otros como [Carlo] Rosselli y [John] Rawls lo utilizaron explícitamente mucho antes que yo.

En la práctica, las dificultades son mucho mayores. Socialistas y liberales lograron una alianza viable frente a la derecha fascista durante la Segunda Guerra Mundial, y hemos mejorado mucho por ello. Más allá de ese tipo de circunstancias existenciales, es difícil. Muchos liberales estarían de acuerdo con Ludwig von Mises en que el compromiso fundamental del liberalismo es con la propiedad privada, y obviamente los socialistas no pueden tener nada que ver con eso. Mi respuesta es que si el liberalismo realmente puede reducirse a poco más que un fetiche por la propiedad, no es un credo inspirador con el que merezca la pena aliarse.

Pero no creo que eso sea cierto para muchos liberales. Para mucha gente que se identifica hoy con esa etiqueta, el liberalismo consiste en garantizar algo parecido a una vida digna para todos, independientemente de sus circunstancias. El objetivo de los socialistas debería ser mostrar un espejo a los liberales y decirles que no pueden alcanzar sus objetivos a menos que estén dispuestos a extender a la economía los principios liberales de igualdad y libertad frente a la dominación.

IS
¿Qué argumentos puede aportar para una alianza renovada entre las dos tradiciones hoy en día, en particular para aquellos que piensan que el «socialismo liberal» es una contradicción en los términos?

MM
El liberalismo y el socialismo están vinculados histórica y moralmente, y muchos dirían que espiritualmente, a las grandes luchas por la emancipación que reconfiguraron el mundo entre los siglos XVII y XX. En el mejor de los casos, ambas son doctrinas revolucionarias y con visión de futuro que rechazan las afirmaciones de la derecha de que hay personas superiores en la sociedad que tienen derecho a más, e insisten en que es tan importante que la vida de una madre soltera pobre vaya tan bien como la de Elon Musk. Que no vivamos en una sociedad así es culpa de acuerdos sociales injustos que pueden cambiarse a mejor y deben hacerse.
Si los liberales no aprenden de los socialistas y viceversa, puede que ninguna de las dos doctrinas sobreviva en el siglo XXI. Pero si lo hacen, el liberalismo y el socialismo merecerán algo más que la supervivencia: merecerán lealtad e incluso amor.

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Sobre el entrevistador
Igor Shoikhedbrod es profesor asistente de teoría política en el departamento de ciencias políticas de St. Universidad Francis Xavier.Compartir este artículo FacebookTwitter Email

Matt McManus

Profesor de ciencias políticas en Whitman College. Es autor de «The Rise of Post-Modern Conservatism and Myth» y coautor de «Mayhem: A Leftist Critique of Jordan Peterson».

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