Dejar en manos exclusivas de los países poseedores de armamento nuclear la eliminación de esta amenaza existencial para toda la humanidad, es suicida
Javier Tolcachier
18.06.24-
(Imagen de Bill Fitz-Patrick, Public domain, via Wikimedia Commons)
El 18 de junio de 1979 fue firmado en Viena, Austria, el SALT II (Strategic Arms Limitation Talks II).
Este acuerdo, sellado entre el entonces secretario general del Partido Comunista de la URSS Leonid Brezhnev y el presidente de los Estados Unidos de América James Carter, fue un tratado bilateral negociado entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría que tenía como objetivo limitar y reducir la carrera armamentista nuclear entre ambas potencias.
Entre los puntos clave del acuerdo SALT II se encontraba la limitación de lanzadores estratégicos, en la que ambas partes acordaron limitar el número de lanzadores de misiles balísticos intercontinentales (ICBMs) y de misiles balísticos lanzados desde submarinos (SLBMs).
Asimismo, se concertó la limitación de cabezas nucleares, estableciéndose un límite en el número total de cabezas nucleares que podían tener desplegadas los lanzadores estratégicos.
También se acordaron medidas de verificación y control para asegurar el cumplimiento mutuo de los compromisos adquiridos en el tratado.
A pesar de haber sido firmado, el SALT II nunca fue ratificado por el Senado de los Estados Unidos debido a tensiones políticas y al deterioro de las relaciones entre las dos potencias. Sin embargo, ambas partes acordaron en 1982 observar los términos del tratado de manera unilateral hasta que fuera reemplazado por un nuevo acuerdo en el futuro.
El tratado SALT II reflejó un intento significativo por parte de Estados Unidos y la Unión Soviética de controlar y reducir sus arsenales nucleares durante una era marcada por la competencia y la amenaza de la guerra nuclear.
El rearme promovido luego por Reagan (llamado “Iniciativa de Defensa Estratégica”), que ponía fin a la prohibición para establecer sistemas de defensa antimisiles), llevó al fin de los acuerdos SALT. En 1986, los EE. UU. se desvincularon oficialmente de esos tratados.
Posteriormente, fue firmado en 2002 el SORT (por sus siglas en inglés, Strategic Offensive Reductions Treaty, Tratado de Reducciones de Ofensivas Estratégicas) que buscó limitar el arsenal a 2200 ojivas operativas cada uno.
Más adelante, el 8 de abril de 2010, Barack Obama y Dmitri Medvédev, firmaron en Praga el SALT III, que fue ratificado por ambos países en diciembre de 2010 y enero de 2011.
Este nuevo acuerdo suponía que las partes se comprometieran, entre otras medidas, a reducir su arsenal atómico en dos tercios.
En febrero de 2023, el presidente ruso Vladímir Putin suspendió la participación de su país en el último tratado de control de armas nucleares firmado con Estados Unidos, aduciendo que aquel había violado primeramente los términos al negarse a permitir las inspecciones pactadas.
La experiencia histórica muestra así, que dejar en manos exclusivas de los países poseedores de armamento nuclear la eliminación de esta amenaza existencial para toda la humanidad, es suicida.
El Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 7 de julio de 2017 con el apoyo de 122 Estados miembros abrió el camino correcto a seguir.
El Tratado, que entró en vigor el 22 de enero de 2021, cuenta actualmente con 93 signatarios, de los cuales 70 lo han ratificado.
Ninguno de los Estados poseedores de armas nucleares lo ha firmado a la fecha, lo que señala la necesidad de presión política desde los pueblos para que el Tratado cobre la imprescindible universalidad.
Javier Tolcachier
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Javier Tolcachier es un investigador perteneciente al Centro Mundial de Estudios Humanistas, organismo del Movimiento Humanista. Correo electrónico: javiertolcachier@disroot.org Twitter: @jtolcachier
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