Aunque el primer ministro renunció, la violencia y el hambre siguen creciendo
Axel Schwarzfeld
Protesta en Puerto Príncipe tras la renuncia de Henry.. Imagen: AFP
Mientras se conforma un consejo presidencial de transición y la ayuda de Kenia se posterga, las bandas criminales saquearon e incendiaron instituciones públicas y propiedades privadas en el centro de Puerto Príncipe.
La situación de violencia en Haití creció a un punto tal que obligó esta semana al primer ministro, Ariel Henry, a renunciar y a iniciar un proceso de establecimiento de un consejo presidencial de transición que elija a un primer ministro interino y prepare el camino para la celebración de elecciones presidenciales. En vez de apaciguarse la crisis política, de seguridad y humanitaria que azota al país caribeño, las bandas criminales redoblaron sus actos delictivos, mientras que la ayuda internacional en todo aspecto no es suficiente.
Sin ir más lejos, el jueves la violencia alcanzó su pico: en el área metropolitana de Puerto Príncipe se produjeron ataques, saqueos e incendios contra instituciones públicas y propiedades privadas. Los objetivos principales de los incendios fueron la residencia del jefe de la Policía Nacional, Frantz Elbé, y la Penitenciaría Nacional, la prisión más grande del país. Hace dos semanas, esta y otra instalación carcelaria, fueron atacadas, lo que ocasionó la fuga de alrededor de 3.000 presos, incluidos miembros y líderes de pandillas.
La ausencia del Estado
En diálogo con PáginaI12, el politólogo y docente de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), Sergio Guzmán, explicó que en la medida que no se restablezca el orden institucional en Haití es imposible determinar qué es lo que puede suceder en las próximas semanas. “El Estado perdió su control territorial, por ende las instituciones están devastadas”, apuntó. “En este momento hay una anarquía absoluta y no sabemos qué es lo que puede deparar en esta hermosa nación que tiene una población que está sumida en la pobreza absoluta”, añadió.
Jean Rosier Bonaparte, licenciado en relaciones internacionales de origen haitiano graduado de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), señaló a este diario que Henry gobernó sin legitimidad ni contrapoder, debido a que “el Parlamento es inexistente y el Poder Judicial es una ficción”.
También mencionó que anteriormente los grupos armados estaban al servicio de políticos corruptos, pero que posteriormente adquirieron autonomía y fortaleza. “Estos grupos están bien armados, incluso mejor que las fuerzas de la Policía Nacional”, aseguró. “En realidad diría que ellos son el Estado porque tienen capacidad de agencia: cuentan con recursos para actuar y tomar decisiones sobre la población civil”, precisó.
El licenciado indicó que las armas y municiones que tienen las bandas criminales provienen de EE.UU. y que cuyas autoridades no hicieron nada para impedir ese mercado ilegal. De acuerdo con el informe 2023 de la agencia de la ONU para las drogas y el delito (UNODC), las armas compradas legalmente en los estados con leyes flexibles sobre armamento están a menudo escondidas en productos de consumo, equipos electrónicos, ropa, comida congelada o incluso en los cascos de los barcos de carga.
Haití no tiene una industria de armas de fuego o de municiones, y existen leyes que restringen su posesión legal. A pesar de estas normativas y de las restricciones impuestas por la ONU a la importación de armas hacia el país centroamericano, estas medidas demostraron ser insuficientes ante los contrabandistas estadounidenses y las pandillas haitianas que atacan los puertos.
La influencia extranjera
Respecto a la ayuda humanitaria para Haití, la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, informó el viernes en una conferencia de prensa que EE.UU. destinará 25 millones de dólares, que se suman a los 33 millones anunciados el lunes. La Comisión Europea, por su parte, enviará 20 millones de euros. Estos fondos fueron establecidos después de que el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas advirtiera en un comunicado que necesitaba urgentemente 10 millones de dólares para poder seguir distribuyendo comida caliente en Puerto Príncipe.
“Es un país que está experimentando un fenómeno nuevo que se está dando en la política internacional: la ‘onegeización’, es decir, hay una presencia extrema de organizaciones no gubernamentales”, señaló Guzmán. “Volvemos a lo mismo: al no haber un Estado que pueda gestionar logísticamente toda esta ayuda internacional es imposible lograr cambios, sumado a las catástrofes naturales y la situación de bandas criminales que tomaron para sí el poder bajo la indudable influencia de las potencias extranjeras, concretamente EE.UU.”, agregó.
Bonaparte sostiene que las intervenciones de la comunidad internacional vienen con recetas preparadas para ayudar, pero que no toman en cuenta las particularidades y la idiosincrasia de Haití. “La solución tiene que ser una solución haitiana”, remarcó. “Se necesita, obviamente, el acompañamiento de la comunidad internacional, pero tiene que ser un acompañamiento sincero. La solución tiene que ser entre partes: las naciones, los políticos, las organizaciones y los civiles, para definir un rumbo a este país, porque hay una situación de pobreza extrema. La gente no tiene agua, luz ni comida”, explicó.
Haití es el país más pobre del continente. Bajo esta condición, está sufriendo una de las crisis alimentarias más graves del mundo: cerca del 50% de la población sufre inseguridad alimentaria y la mitad de sus algo más de 11 millones de habitantes vive en la pobreza, empeorada aún más con la escalada de la violencia, consignó la agencia de noticias EFE.
El aporte keniano
Tras conocerse la renuncia de Henry, Kenia anunció que suspendía el despliegue de sus efectivos como parte de una misión internacional respaldada por la ONU, hasta la instalación de las nuevas autoridades.
“Le aseguré a (Antony) Blinken que Kenia asumirá el liderazgo de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad de Naciones Unidas en Haití para restablecer la paz y la seguridad en el país tan pronto como el Consejo Presidencial esté en funciones según el proceso acordado”, expresó el miércoles presidente de Kenia, William Ruto, en la red social X luego de una llamada telefónica con el secretario de Estado norteamericano.
Guzmán dijo que aunque la asistencia llegue a Haití, la nación africana “está en condiciones de ser ayudada, no de ayudar a la gente”, en la contención de la violencia. “Es un país de tercer orden que demasiados problemas internos e institucionales tiene como para poder ayudar. Es poco lo que puede hacer”, afirmó el académico de la UNSJ.
El primer país latinoamericano independiente
Ambos entrevistados coinciden en que la problemática de la pobreza y la hambruna en Haití se remonta a sus propios orígenes. El país declaró su independencia de Francia el 1 de enero de 1804, convirtiéndose así en el primer estado independiente de América Latina y el Caribe. Sin embargo, hubo un problema:tuvo que abonar a París una indemnización conocida como “deuda de la independencia”. Hasta 1947 no terminó de pagarla.
Sobre esos más de 140 años de deuda haitiana, Guzmán subrayó: “Haití está pagando las consecuencias de haber tenido el acto osado de rebelarse y ser la primera nación negra esclava en independizarse. Las potencias occidentales no han tenido otro modo de presión que impedirle su desarrollo”.
Bonaparte indicó que el país caribeño redefinió el concepto de libertad, ya que la libertad que priorizaba la Revolución Francesa era la libertad del hombre occidental. “Haití universalizó ese concepto a todos los hombres del mundo, porque el negro no era considerado persona y con la revolución haitiana, sí”, detalló. “Los esclavos le ganaron a la mejor armada de la época, la armada de, nada más y nada menos, Napoleón Bonaparte. Hoy en día estamos pagando nuestro precio. Lamentablemente estamos solos”, remarcó.
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