Algunos estudios científicos aseguran que experimentar miedo en determinadas situaciones también tiene efectos positivos. Analizamos la cara positiva del terror
Pablo Mora
Periodista científico
Los latidos del corazón se aceleran, las palmas de las manos sudan y los músculos se tensan. El estómago se revuelve y la mente parece bloquearse. El cuerpo está en alerta. A priori, no parece que pasar miedo sea una experiencia agradable.
Sin embargo, algunos estudios científicos y teorías psicológicas sugieren que experimentar miedo en ciertas circunstancias controladas (es decir, en situaciones que no representan una amenaza real para la seguridad de una persona) puede tener beneficios psicológicos y emocionales.
Grupo de amigos viendo una película de terror.Bernard Bodo / iStock
Por ejemplo, la sensación de euforia que experimentamos al ver una película de miedo o tras salir de una mansión del terror, según los investigadores, puede ayudar a fomentar una resistencia psicológica duradera. Además, esa sensación de euforia, similar a la que se produce después de hacer ejercicio, aumenta la liberación de endorfinas.
Según los expertos, el hecho de enfrentarse a situaciones aterradoras en un entorno seguro puede ayudar a las personas a desarrollar habilidades de adaptación y resiliencia emocional, lo cual implica poder lidiar mejor con el miedo ante situaciones reales.
En este sentido, el profesor de la Universidad danesa de Aarhus, Marc Malmdorf-Andersen, cree que las películas de terror tienen potencial para que la gente aprenda a gestionar la incertidumbre de manera más eficiente.
“Pasar tiempo en estos reinos de ficción puede considerarse casi como una oportunidad para redactar tu propio libro de instrucciones frente a los peores escenarios”, afirmó el investigador.
Recreación del comienzo del Apocalipsis ZombiGetty Images
Un estudio de 2021 capitaneado por el científico Coltan Scrivner, de la Universidad de Chicago, y realizado durante los primeros meses de la pandemia de covid-19, demostró que quienes habían visto al menos una película de temática pandémica, afirmaron sentirse mucho más preparados para las sorpresas sociales que el virus tenía preparadas.
En este caso, el hecho de haber visto por ejemplo la película Contagio, un thriller de 2011 protagonizado por Matt Damon, Kate Winslet y Laurence Fishburnem, podría haber beneficiado a sus espectadores cuando el virus se extendió por el planeta, según Scrivner.
Y es que, el acopio de suministros, el cierre de empresas, la prohibición de viajar o las curas milagrosas fueron factores que resultaron conocidos para los que habían visto la película en aquel momento, es decir, ya habían jugado con la idea de una pandemia mundial antes de que ocurriera de verdad.
Sobreviviente del Apocalipsis Zombie contra hordas de muertos vivientesGetty Images
“En cierto modo, al haber estado expuestos a situaciones similares, podrían utilizar esa experiencia para enfrentarse a realidades nuevas e inciertas”, señaló Malmdorf-Andersen. En sus propias palabras: “Es posible que ‘jugar a pasar miedo’ en general ayude a mejorar la gestión de las emociones y las habilidades de adaptación”.
Pero disfrutar del miedo, como dice Malmdorf-Andersen, tiene sentido si se considera como una “forma de entretenimiento”. En la opinión de este experto, disfrutar de los estímulos que dan miedo parece estar relacionado con el control de situaciones impredecibles.
De forma similar, cuando el juego de los niños implica riesgo y miedo, esto puede funcionar como escudo contra la ansiedad, según investigadores de la Universidad de Exeter. El juego, dice Malmdorf-Andersen, es una estrategia para aprender a enfrentarse a situaciones desconocidas y hacer predecible lo impredecible.
No obstante, el miedo es una emoción ancestral y las historias de terror están arraigadas en la historia de la humanidad. Al parecer, nuestro deseo de experimentar el miedo hunde sus raíces en lo más profundo de nuestro pasado evolutivo.
En las sociedades primitivas, los cuentos que inducían al miedo se utilizaban para enseñar a los niños los peligros que podían encontrar, como lobos y otros depredadores. Algo que puede seguir beneficiándonos en el presente. Hoy en día, el cine o los videojuegos ofrecen una ventana a los miedos colectivos de la sociedad.
Paradójicamente, el juego del miedo puede ayudarnos a superar nuestros temores y afrontar los retos que surgen con el paso del tiempo. Según los científicos, entregarse a historias sobre amenazas es una estrategia aterradoramente eficaz y valiosa.
Estas situaciones nos permiten conocer a posibles depredadores o amenazas que han vivido otras personas sin tener que enfrentarnos a ellas nosotros mismos. Según los expertos, es así como realmente brilla una historia de miedo: cuando es la única manera de aprender y ensayar respuestas ante peligros a los que aún no nos hemos enfrentado.
Los peligros exagerados que pueden suponer los personajes fantasmales de una película, los zombis despiadados de los videojuegos o las criaturas diabólicas de una casa del terror crean a su vez fuertes respuestas emocionales y de comportamiento, familiarizándonos con estas reacciones para cuando tengamos que enfrentarnos a peligros más reales.
Fantasma en una casa del terrorGetty Images/iStockphoto
Así, según algunos investigadores, divertirse con el terror también puede ayudar a los adultos a superar sus miedos y la ansiedad. Scrivner puso a prueba esta idea con los visitantes de Dystopia Haunted House, una mansión encantada de Dinamarca.
Tras 45 minutos siendo perseguidos por monstruos, payasos malvados y zombis con motosierras, los visitantes salieron corriendo de la casa encantada y respondieron a las preguntas de los científicos sobre su experiencia.
Una gran parte de los visitantes reconoció haber aprendido algo sobre sí mismos y crecer personalmente durante la aventura. En concreto, afirmaron haber aprendido los límites de lo que pueden soportar y cómo gestionar su miedo.
Otros beneficios de pasar miedo
Otras investigaciones procedentes del Laboratorio de Miedo Recreativo de Aarhus (Dinamarca) han demostrado que las personas regulan activamente sus niveles de miedo y excitación cuando participan en juegos de miedo. Esto significa que participar en una simulación de miedo puede servir como práctica para controlar la excitación y puede generalizarse a otras situaciones estresantes del mundo real, ayudando a las personas a reforzar su resiliencia general.
Así lo demuestra un estudio donde soldados reales jugaron a una versión modificada del juego de terror Left 4 Dead, mientras que los investigadores medían los niveles de excitación del jugador.
ZombisiStock
Más tarde, durante una simulación en vivo de una emboscada, esos soldados que jugaron al videojuego mostraron niveles más bajos de cortisol (un biomarcador del estrés) que los que no jugaron. Sorprendentemente, estas personas también rindieron mejor a la hora de prestar primeros auxilios a un soldado herido durante esa simulación.
También hay estudios experimentales que demuestran que el peligro y el miedo pueden ser poderosas herramientas sociales positivas. Por ejemplo, participar en rituales como caminar sobre el fuego puede sincronizar fisiológicamente a las personas entre sí y promover comportamientos mutuamente beneficiosos.
Silueta de un asesino en una construcción abandonadaGetty Images/iStockphoto
Nuestra fascinación por las cosas que pueden dañarnos o matarnos también se da en otras circunstancias como cuando nos sentimos atraídos por los relatos de situaciones aterradoras a gran escala, como erupciones volcánicas, pandemias, tormentas peligrosas o una gran variedad de sucesos apocalípticos.
Pero el hecho de ponerse a prueba ante este tipo de situaciones o superar miedos, también puede tener otros efectos positivos y suponer un logro significativo para algunas personas como la superación personal, el incremento de la autoestima, el estímulo de la imaginación y la creatividad o el fortalecimiento de los lazos sociales cuando se hace en compañía de amigos y familiares.
En cualquier caso, es importante señalar que estos beneficios están asociados con el miedo controlado y situaciones que no representan una amenaza real para la seguridad física o emocional de una persona.
Además, las respuestas al miedo pueden variar significativamente de una persona a otra, y lo que puede ser beneficioso para una persona podría ser perjudicial para otra. Como tal, es crucial respetar las preferencias y límites individuales en relación con este tipo de experiencias.
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Referencias:
Marc Malmdorf Andersen et al. 'Playing With Fear: A Field Study in Retreational Horror'. Psychological Science (2020)
Coltan Scrivner et al. 'Pandemic practice: Horror fans and morbidly curious individuals are more psychologically resilient during the COVID-19 pandemic'. PubMed Central ElSevier (2021)
Athena Aktipis. 'The Evolutionary Reasons We Are Drawn to Horror Movies and Haunted Houses'. Scientific American (2023)
Katherine Latham. 'Why we enjoy fear: the science of a good scare'. The Guardian (2022)
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