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BOTS: RACISMO, CLASISMO Y LUCHA DE CLASES

Cuando los primeros fotógrafos recurrieron al retrato en la década de 1840, procedieron bajo la suposición de que lo que había que hacer bien era el aspecto de la cara blanca.

Jorge Majfud

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En 1997, trabajando en Mozambique como arquitecto recién egresado, visité junto con el alemán Reinhard Klingler (cooperante de una ONG llamada UFUNDA) las aldeas Cabo Delgado, de Mueda y Montepuez. En una de ellas, nos reunimos con los jefes del poblado para proponerles el plan que, según Reinhard, iba a ser financiado por un grupo de cooperación de la Unión Europea.

A mí se me había encargado la tarea de aportar las soluciones edilicias de las escuelas de oficios según los recursos materiales y la mano de obra disponible en el área. Un atardecer, finalizada una de esas reuniones en un solemne patio de tierra colorada recién barrida, los jefes de la aldea se me aproximaron y me dijeron, en un portugués lleno de palabras makuas (cito de memoria y sin pretensiones de literalidad): “Estamos muy de acuerdo con todas sus propuestas… Pero queremos que el jefe encargado del proyecto sea un hombre blanco (ncunña o kunha)”. Tal vez notaron mi cara de sorpresa o debí responderles con alguna pregunta. “Sim, ncuña.., branco”. Lo que recuerdo, sin lugar a duda, fue la explicación que me dieron: “Es que los blancos son menos corruptos que los negros”.

Mural en São Filipe, en la isla de Fogo, Cabo Verde

No recuerdo si les contesté o la respuesta fue solo una de las miles de notas que tomé para mi libro Crítica de la pasión pura que luego no incluí cuando en 1998 pude publicarlo en Montevideo: “Me temo que los amos blancos ya los han corrompido a ustedes haciéndoles repetir sus propias ideas y sus propios intereses, no el de ustedes”. Como escribió alguna vez el gran Frantz Fanon, el colonizado es un humain déshumanisé.[1] O, más claro aún en su libro anterior, Peau noire, masques blancs (1952), “le Blanc obéit à un complexe d’autorité, à un complexe de chef, cependant que la Malgache obéit à un complexe de dépendance”.[2]

Esa función que el colonizado, el deshumanizado cumplió por siglos, ahora es complementada por otro tipo de seres deshumanizados: los bots, los robots con inteligencia artificial. Es decir, en el fondo es lo mismo pero simplificado por la alta tecnología.


Por mucho tiempo, los expertos entendieron que una de las características de los bots eran que [1] no producían contenido y [2] eran monotemáticos. Está bien. Podemos ver que el primer punto es consistente con la misma etimología de la palabra bot, la que deriva de robot*. Por su parte, la palabra esclavo deriva de eslavo, pero si acudimos a la etimología de la palabra adicto, veremos que en la Antigüedad, esta palabra designaba a un hombre condenado a la esclavitud por deudas, en el sentido en que los romanos lo entendían como un individuo que ya no puede actuar ni pensar por sí mismo, sino que es addictus, ‘afectado’ a, es decir, su cuerpo es puesto a disposición del acreedor por un juez. En resumen, se le reduce al rango de un robot, un bot, un esclavo.

El segundo punto se refiere a que los bots de las redes sociales, por lo general, tienen un objetivo político, es decir, de poder. Repite como un adicto, como un esclavo, en beneficio de su amo. No tiene intereses diversos, como un humano anterior a las redes, es decir, no habla de fútbol y de Hegel sino de su único tema. Es monotemático. El problema es que también es posible, y muy posible, encontrar humanos que encajan en este perfil es bots, de adictos, de esclavos. Hace por lo menos quince años, reflexionábamos sobre la nueva naturaleza material y psicológica en la que estábamos ingresando y, en algunos artículos, mencionamos algo que luego recogimos en el libro “Cyborgs” de 2012: “Mientras las universidades logran robots que se parecen cada vez más a los seres humanos, no sólo por su inteligencia probada sino ahora también por sus habilidades de expresar y recibir emociones, los hábitos consumistas nos están haciendo cada vez más similares a los robots”.[3].

Slave R2D2, por AlanGutierrezArt

Actualmente, los más modestos bots de las redes sociales ya son capaces de expresarse con tartamudeos y tics, al tiempo que los humanos intentamos eliminarlos de nuestra naturaleza. El por entonces candidato a la presidencia Donald Trump, en los primeros tres meses de su campaña de 2016 llegó a citar 150 de sus propios bots como si fuesen humanos y humanos con algo importante que decir. A su vez, estas citas fueron reproducidas por otros humanos y por otros bots.[4] Práctica que continuó luego de convertirse en presidente.

Para el año 2015, un tercio de los tweets y hasta la mitad del tráfico en Internet ya era generado por bots.[5] En muchos casos, los bots han sido humanizados con todos los defectos y costumbres de los humanos, como mantener de forma consistente otras cuentas en diferentes redes sociales con ideas y tics similares; o tomarse un tiempo prudente para responder a un tema urgente. En 2014, un bot logró pasar por primera vez el Test de Turing (diseñado en 1950 por el genio de la computación Alan Turing) haciéndole creer a los jueces, en una entrevista de cinco minutos, que se trataba de un verdadero ser humano. Debido a esta habilidad de sustituir humanos con la sensibilidad de lo real, como cuando alguien habla nuestro propio lenguaje y se expresa como nuestros propios amigos, estos bots has sido capaces de alentar levantamientos sociales y, sobre todo, de desarticular protestas reales de gente real con problemas reales.

Los CEOs de las mega plataformas sociales como Twitter y Facebook se excusan ante la proliferación de contenido racista afirmando que “no somos los árbitros de la verdad”. Algo que sería maravillosamente correcto de no ser porque es sólo una ilusión conveniente. Actualmente, la sensibilidad ante el racismo en Estados Unidos ha desplazado otras realidades como el clasismo o la explotación de seres humanos a larga distancia en beneficio de la micro elite empresarial. Las plataformas arbitran no sólo posiciones políticas, como quien tiene razón en el conflicto Rusia-OTAN, o Trump-Biden, sino que toda su existencia e ingeniería psicología se basa en la ideología del consumo y los beneficios de la “libre competencia”, uno de los mitos más obscenos de nuestro tiempo, si es que hay otro más obsceno.

No por casualidad, la juventud rebelde, revolucionaria y de izquierda en los siglos XIX y XX era una juventud ilustrada en los libros mientras que en la actualidad la juventud reaccionaria, conservadora y de derecha ha sido educada en las redes sociales. No por casualidad, la propagación de fake news de estas “redes neutrales” ha proliferado en temas clásicos de la extrema derecha, como la religión, la tribu y el racismo.

Robo Atómico, por NelsonRibeiro

Luego de las más recientes invasiones y de las guerras post coloniales de la potencias occidentales en África y Medio Oriente (Afganistán, Irak, Libia, Siria, Yemen) ocurrió el mismo fenómeno que con las guerras de Washington en su Patio trasero de América Latina: miles comenzaron a huir del caos del Sur global hacia el único lugar donde se podía encontrar trabajo remunerado, el Norte civilizado, y no fueron bien recibidos. Las fronteras de Estados Unidos y de Europa se cerraron para “proteger nuestra cultura”, para “proteger la ley y el orden”, para “proteger nuestras fronteras”, derechos que nunca se respetaron cuando se trató de las fronteras, de las cultura y de las leyes y el orden de los otros, los salvajes.

Debido al envejecimiento de la población en Alemania y a cierta sensatez de la canciller Angela Merkel, se permitió el ingreso de varios miles de refugiados sirios. Pero como en el resto de Europa, los inmigrantes fueron resistidos como invasores. Como esta narrativa no resultó suficiente, se recurrió a otro clásico del género, ejercido con extrema habilidad demagógica por el expresidente Donald Trump y por la mayoría de los políticos de su partido: “los inmigrantes negros y pobres vienen a violar nuestras mujeres”. Este discurso recurrente de la imaginación pornográfica del siglo XIX (la feminista y educadora Rebecca Latimer Felton recomendaba mil latigazos para evitar que los negros libres violaran a las muchachitas rubias, pese a que las violaciones más frecuentes eran de los blancos a las jóvenes negras). Para cuando Rebecca Felton fue elegida primera senadora mujer de la historia de este país en 1922, también una parte de los científicos europeos y estadounidenses (contrario a lo que afirmaron en diversos ensayos latinoamericanos como el cubano José Martí o el peruano González Prada) estaban convencidos de la superioridad de unas razas sobre otras, según su propia idea de superioridad. En 1923, el especialista Carl Brigman en su Study of American Intelligence escribió: “la superioridad de nuestra población nórdica sobre otros grupos como los alpinos, los europeos mediterráneos y los negros es algo que ha sido demostrado”.[6] El mismo autor se arrepentirá de esta conclusión site años más tarde considerando que no estaba bien fundada en los datos disponibles, pero la cultura popular y los poderes que forman y manipulan sus debilidades ya se habían movido como un tsunami hacia otro lado. Los años 30 fueron el apogeo del nazismo en Europa y, en Estados Unidos, el odio contra los negros y la expulsión de ciudadanos estadounidenses con cara de mexicanos alcanzó niveles históricos. El poder de estas teorías no terminaron con la derrota de Hitler; continuaron en la práctica con experimentos médicos entre los negros de Estados Unidos y los pobres de Guatemala; continuaron con las guerras imperialistas y las esterilizaciones masivas de razas inferiores, como en Puerto Rico en los años 70 y en Perú en los 90.[7]

Perro robot policía, Alemania, hoy

En la Europa del siglo XXI se difundió repetidas veces el rumor falso y centenario de que los inmigrantes de piel oscura estaban matando a los hombres y violando a las pobres e indefensas europeas blancas. Estos rumores nunca fueron confirmados por las estadísticas, pero ese es un detalle desechable por la masa enardecida.

Otro ejercicio de rumor falso, apetecido por el millonario mercado del odio germinado en el miedo, asoló las víctimas de múltiples masacres ocurridas en Estados Unidos en las dos últimas décadas. Diversas plataformas habitadas por moscas anónimas circularon la versión de que estas masacres habían sido montajes, a pesar de que tanto los familiares como las tumbas de las mismas víctimas estaban allí para verificar su existencia. No por casualidad, los grupos que se encargaron de viralizar estas teorías conspiratorias eran de extrema derecha, de derecha o, simplemente partidarios de la derecha política, amante de las armas.

Luego de todo el antecedente humano, no es mera casualidad el hecho de que hasta los bots sean racistas. A principios de 2016 Microsoft lanzó su bot estrella, una chica inexistente con el bagaje lingüístico de una humana de 19 años que, dotada de inteligencia artificial podía interactuar con humanos reales en Twitter y en chats telefónicos como GroupMe.Los chats con Tay (Thinking About You) eran tan realistas que hasta errores de puntuación incluían.[8] De esta interacción en “el mundo real”, Tay aprendió a ser Tay. A poco de estas enriquecedoras tertulias (como en el siglo pasado una joven aprendía de las conversaciones de los café de intelectuales en París o Montevideo) Tay se convirtió en una asquerosa racista. Hasta el punto de que la empresa Microsoft, seguramente no tanto por razones morales sino económicas, decidió extenderle un certificado defunción 16 horas después de su nacimiento. Una vida corta, sin dudas, pero suficiente para escribir casi cien mil mensajes de tweets.

Otros experimentos mejorados (como Zo, más políticamente correctos) duraron más y fracasaron igual por razones similares. Mega plataformas como Facebook han intentado limpiar todo este racismo y sexismo ambiental que sirve de alimento a las futuras IA. Sin embargo, la técnica de censurar páginas y textos por incluir expresiones racistas se parece mucho a la actual cancel culture que se originó en Estados Unido y ya casi ha abarcado otros continentes. De la misma forma que en diversas instituciones de educación varios maestros y hasta profesores han perdido sus trabajos por mencionar la palabra “negro” cuando pretendían denunciar el racismo en algún texto, documento u obra de ficción, así los bots censuraron textos que denunciaban el racismo contra indios o negros por incluir frases que el bot malinterpretaba en su contexto general.[9]

Robocop, Dubai, en la actualidad

El mismo problema con la tecnología “biometric” o de reconocimiento facial, según la cual los rostros de gente no blanca tenían más posibilidades de ser reconocidas como sospechosas. [10] O simplemente no las reconocen como rostros humanos. Esta observación no es nueva. En términos económicos pertenecen a la prehistoria de las técnicas de reconocimiento facial, denunciadas por lo menos desde el año en 2009.[11] Si nos remontásemos a la tecnología de la fotografía desde el siglo XIX, la historia no es muy diferente. Según el historiador del cine Richard Dyer, cuando los primeros fotógrafos recurrieron al retrato en la década de 1840, “experimentaron con la química del material fotográfico, el tamaño de la apertura, la duración del revelado y la luz artificial, procedieron bajo la suposición de que lo que había que hacer bien era el aspecto de la cara blanca”.[12]


Nota de la editora

*La palabra «robot» fue acuñada por el escritor checo Karel Čapek en 1920 para su obra Los robots universales de Rossum (R.U.R.). La palabra «robot» procede del checo robota, que significa «trabajo penoso» o «trabajo forzado». En la obra, el «robot» está diseñado para servir como esclavo del hombre, pero acaba rebelándose.

Notas del autor

[1] Fanon, Frantz. Les damnés de la terre. Paris : Françoise Maspero, 1968, p. 13. (“La bourgeoisie colonialiste, quand elle enregistre l’impossibilité pour elle de maintenir sa domination sur les pays coloniaux, décide de mener un combat d’arrière-garde sur le terrain de la culture, des valeurs, des techniques, etc. […] La fameux principe qui veut que tous les hommes soient égaux trouvera son illusion aux colonies dès lors que le colonisé posera qu’il est l’égal du colon”.)

[2] Fanon, Frantz. Peau noire, masques blancs. [1952] Préface (1952) et postface (1965) de Francis Jeason. Paris, Éditions du Senil, 1965, p. 99: “Je commence à souffrir de ne pas être un Blanc dans la mesure où l’homme blanc m’impose une discrimination, fait de moi un colonisé, m’extorque toute valeur, tutte originalité, me dit que je parasite le monde. […] Alors j’essaierai tut simplement de me faire blanc, c’est-à-dire j’obligerai la Blanc à reconnaître mon humanité. Mais, nous dira M. Mannoni, vous ne pouvez pas, car il existe au profond de vous un complexe de dépendance. […] le Blanc obéit à un complexe d’autorité, à un complexe de chef, cependant que la Malgache obéit à un complexe de dépendance. Tout le monde est satisfait.”

[3] Majfud, Jorge. Cyborgs. Izana Editores, Madrid, 2012.


[5] Woolley, Samuel C., and Philip N. Howard. Computational Propaganda: Political Parties, Politicians, and Political Manipulation on Social Media. Oxford Studies in Digital Poli, 2018, p. 7.

[6] Zaller, John R., and Zaller J. R. The Nature and Origins of Mass Opinion. Cambridge UP, 1992, p. 10.

[7] Más allá del viejo Patio trasero, desde 1971 a 1977 y con un presupuesto de cinco millones de dólares (más de 30 millones a valor de 2020), el Programa de Educación Internacional en Ginecología y Obstetricia entrenó 500 médicos en 60 países, entre ellos el Chile de Pinochet y el Irán del Shah. El 21 de abril de 1977, el director del Federal Government’s Office of Population, el doctor R. T. Ravenholt informó que el objetivo de Washington era esterilizar 570 millones de mujeres pobres, un cuarto de todas las mujeres fértiles del mundo. (La frontera salvaje. 200 años de fanatismo anglisajón en América Latina, 2021, p. 502.)

[8]Meet Tay – Microsoft A.I. Chatbot with Zero Chill.” Archive.org, 2016, web.archive.org/web/20160323194709/tay.ai/.

[9] Majfud, Jorge. “La tiranía del lenguaje (colonizado).” Página12, 20 Feb. 2022, www.pagina12.com.ar/402698-la-tirania-del-lenguaje-colonizado.

[10] Sandvig, Christian, et al. “When the Algorithm Itself Is a Racist: Diagnosing Ethical Harm in the Basic Components of Software.” International Journal of Communication, vol. 10, 2016, pp. 4972–90, social.cs.uiuc.edu/papers/pdfs/Sandvig-IJoC.pdf.

11] “Webcam Can’t Recognize Black Face.” Thestar.com, thestar.com, 23 Dec. 2009, www.thestar.com/news/2009/12/23/webcam_cant_recognize_black_face.html

[12] Dyer, Richard. White. London: Routledge, 1997.



Jorge Majfud,
Editado por María Piedad Ossaba

Fuente: Escritos críticos, 19 de septiembre de 2023
Traducciones disponibles: Français
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Fuente:

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