Crisis por la caída del Silicon Valley Bank
El viernes pasado se produjo la mayor quiebra bancaria en EE.UU. desde 2008. De inmediato se generó una fuerte incertidumbre sobre el sistema bancario. Intentando contener la crisis, el presidente Joe Biden afirmó que se garantizarán los depósitos existentes. Al mismo tiempo, habló de regulaciones al sector. Nuevamente, como ocurrió tras la crisis de Lehman Brothers, el Estado capitalista parece salir en ayuda del gran capital financiero, salvando sus negocios. Sin embargo, sus palabras no llevaron tranquilidad: este lunes caen las bolsas europeas y sigue el impacto mundial. La economía argentina también sufre los golpes: caen los bonos y las acciones de empresas, al tiempo que vuelve a subir el dólar blue.
Este lunes siguen creciendo la incertidumbre financiera mundial como resultado de la crisis bancaria desatada en Estados Unidos, tras el colapso de los bancos Silicon Valley Bank y Signature Bank. Se trata de la caída bancaria más importante desde 2008, cuando tuvo lugar la crisis desatada a partir de la quiebra de Lehman Brothers. Como se recordará, en aquel momento, el sistema bancario y financiero fue duramente golpeado, entre otras cosas, por la llamada “crisis de las hipotecas”.
El Silicon Valley Bank (SVB) había nacido a inicios de la década del 80 y, en las décadas siguientes creció hasta convertirse en uno de los veinte bancos más importantes de EE.UU. En la última década, ese crecimiento estuvo ligado al sector de las empresas tecnológicas. Las genéricamente llamadas startups tuvieron en el SVB y en otros bancos una fuente permanente de financiamiento, algo que no lograban en el conjunto del sistema bancario, dado el carácter relativamente riesgoso de algunas inversiones.
Al mismo tiempo, bancos como el SVB se convirtieron en depositarios de sumas importantes del sector tecnológico. Según reseña el economista Michael Roberts, Silicon Valley Bank llegó a ofrecer servicios a casi la mitad de las empresas de tecnología y atención médica del país.
La crisis se desató abiertamente a finales de la semana. Fue cuando la misma gerencia de SVB debió admitir que había vendido activos a pérdida. Esto la obligaba a intentar vender USD 2.250 millones de parte de sus acciones para compensar balances. Esa situación generó una fuerte desconfianza, que se convirtió en corrida bancaria contra la institución.
A partir ahora, SVB quedará bajo la administración judicial de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDCI por sus siglas en ingles). Se trata de una agencia independiente, creada por el Congreso para “garantizar la confianza pública en el sistema financiero”. La misma decidió la trasferencia de todos los depósitos -asegurados y no asegurados- a un ’banco puente’, que será operada por ella misma.
Razones de la caída
Según se señala en el Washington Post, “SVB se vio particularmente afectada por la caída del valor de sus tenencias de bonos del Tesoro de EE. UU., a medida que aumentaban las tasas de interés”.
Los bonos del Tesoros suelen ser considerado una “inversión segura”. Sin embargo, el valor de los mismos empezó a caer abruptamente cuando la misma Reserva Federal (FED) empezó un camino de progresivo aumento de las tasas de interés. Esto golpeó sobre los activos de SVB y podría impactar también sobre otros bancos o entidades financieras.
La suba de las tasas de interés viene siendo implementada como una política antiinflacionaria por parte de la Reserva Federal. El objetivo es intentar un cierto “enfriamiento” de la economía que garantice menos niveles de suba de precios. Sin embargo, como lo señala también Roberts, esa suba permanente golpea sobre diversos sectores económicos, entre los cuáles hay que incluir tanto a los bancos como al área de las tecnológicas. Señala, por ejemplo, que “Las tasas más altas también han afectado especialmente al sector tecnológico, socavando el valor de las acciones tecnológicas y dificultando la recaudación de fondos. Entonces, las empresas de tecnología comenzaron a retirar sus depósitos en efectivo en SVB para pagar sus facturas”.
Biden sale al rescate por la quiebra de Silicon Valley Bank. Como en la caída de Lehman B. en 2008, el estado interviene para salvar a los ricos. En este caso las grandes tecnológicas cuyos activos (depósitos) se resguardan, mientras estas empresas amenazan con miles de despidos.
El SVB impulsó un lobby feroz para disminuir el control estatal a la banca. Ahora quiebra y el estado va a su rescate. Socializar las pérdidas y privatizar las ganancias, los principios del capitalismo. Miles perderán sus empleos en las tecnológicas en EEUU
¿El Estado capitalista otra vez salvando a las grandes empresas?
Durante el fin de semana y este mismo lunes, el Gobierno de EE.UU. intentó frenar la incertidumbre financiera. Primero lo hizo garantizando públicamente que “los depósitos estarán cuando se los necesite”. Casi en simultáneo, el presidente Biden anunció que ni el Estado ni los contribuyentes “se harán cargo de las pérdidas” de los bancos.
En principio, según la información oficial, serían garantizados todos los depósitos existentes. En EE.UU. existe un seguro federal para cuentas de hasta USD 250.000. En este caso, según las primeras versiones, ese límite no regiría. Lo que no aparece claro es de dónde saldrán esos fondos. Según el mismo Washington Post, un funcionario del propio Tesoro norteamericano indicó que “el dinero utilizado para reembolsar a los depositantes provendría de un fondo pagado por bancos estadounidenses”.
Sin embargo, ese fondo está garantizado en última instancia por la misma FED. Si se produjera una corrida bancaria más extendida entraría en debate si los fondos existentes actualmente son suficientes o si, por el contrario, debe aportar la propia Reserva Federal. El mismo artículo indica, además, que este fin de semana la FED anunció una línea de créditos para los bancos. La misma permitiría ofrecer la posibilidad de acceder a dinero para garantizar sus balances y hacer frente a una eventual corrida bancaria.
Un debate empieza a crecer en estas horas. ¿Se trata de un rescate hecho por el Estado? La discusión no es casual. La crisis de 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers, implicó una intervención masiva del Estado capitalista para evitar una quiebra mayor del sistema bancario. Eso operó como un verdadero salvataje a las ganancias del gran capital financiero. Al mismo tiempo, implicó una carga enorme sobre las finanzas públicas y, lógicamente, sobre la vida de millones y millones de pequeños contribuyentes.
Al mismo tiempo, en los años siguientes, se hizo cada vez más evidente la degradación del nivel de vida de la clase obrera y los sectores populares que habitan en EE.UU. Así, mientras los grandes bancos eran salvados por el Estado, la población trabajadora veía hundirse sus condiciones de vida. Eso parece haber quedado grabado en la conciencia de millones. De allí que el Gobierno haya rechazado la idea de que esto está nuevamente ocurriendo.
La crisis está abierta y se sigue desarrollando. La apuesta de Biden y la FED es intentar contener la crisis. Este lunes, sin embargo, los mercados del mundo temblaron. Lo que ocurra en las próximas jornadas definirá la dinámica de los acontecimientos. Por lo pronto, vuelve a quedar en evidencia la profunda irracionalidad del sistema capitalista, donde los negociados del gran capital terminan arrojando a millones a situaciones críticas.
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