Sumar todos los países posibles e iniciar la construcción de un nuevo gobierno global es un acto de alta insubordinación
Por Santiago Kingman
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El momento actual debería discutir la necesidad de recomponer las fuerzas de juego hacia un gobierno mundial, en el que los países dominantes ni las economías más potentes puedan dominar y subordinar, y que nos arrastren en sus afanes a conflictos y crisis sin nombre.
El movimiento de Países no Alineados que nació en 1960 tuvo varios periodos, que únicamente expresaron las diversas contradicciones resultantes de las condiciones históricas económicas y políticas particulares de cada región e incluso de cada país. No se trata aquí del estudio de estos periodos, pero podríamos pensar que los no alineados sufrieron de los siguientes factores: la alineación a la URSS durante la guerra fría; el conflicto Chino/URSS; la crisis de la URSS; el cambio de orientación, en su dinámica económica, de la India; el fin del colonialismo en África y Asia; las diversas vías de ingreso al capitalismo global y del manejo de sus diversas crisis desde los año 70 del siglo pasado; la unipolaridad y el dominio global político/militar de USA desde los 80.
¿Qué pretendía el Movimiento? detener el imperialismo y el colonialismo. Logró lo segundo pero fue arrastrado por las diversas fases en la división internacional del trabajo y de la ausencia de salidas positivas para la sociedad, y aún para la democracia, en la mayoría de las diversas experiencias socialistas.
Esta aproximación se orienta a pensar si es posible hoy un movimiento de países no alineados. Necesario, evidentemente lo es. Veamos algunos factores que generan la necesidad:
- La continuidad del sistema de dominación de USA en todas las esferas, subordinando el comportamiento de las economías, los políticos, los ejércitos, el espionaje, del resto de países incluyendo Europa.
- El cambio en el equilibrio global, el aumento de la competencia y guerras económicas, por el control de las inversiones, los recursos naturales, los mercados y el trabajo.
- La ausencia de claridad de los impactos que las economías que disputan los espacios globales como China, la India, Brasil o México
- Las continuas crisis encadenadas o sinérgicas entre sobreproducción y el sistema financiero especulativo o de fake economy.
- La crisis del modelo de gobernanza mundial a través de la ONU, OMC, FMI, BM, conferencias ambientales, derechos humanos. La existencia de un solo gobierno político militar sobre gran parte de Asia, Africa y América, con el nombre de OTAN.
Existe una situación coyuntural que expresa esta situación de alta tensión: la invasión de Rusia a Ucrania y la guerra encubierta USA/URSS que pone en juego un recambio profundo en el orden mundial. Sin embargo, para los países subordinados, no significa un cambio hacia la equidad global y su salida de todos los sistemas que quitan las soberanías. La soberanía de cada país podría ser discutida nuevamente a partir de esta coyuntura.
Lentamente, los Estados Unidos presionan a todos los países contra China y la URSS: reclama a potencias económicas como la India, Arabia Saudita, México; exige a África y Argentina. Reclamo o exigencia de alineamiento total. En Europa es el actual juego de fuerzas, que se expresa en las dudas y las contradicciones de sus partidos, sean de derecha o izquierda. Y es en Europa donde se está decidiendo la salida a este juego de fuerzas, por eso Rusia o China no tienen apuro. Pero no hacia un mejor sistemas de gobierno mundial. ¿El resto de países, qué?: firma tratados de libre comercio, negocia inversiones, créditos, rutas comerciales, sea con los unos y sea con los otros. El presidente de Namibia le reclama al embajador alemán por qué mira con preocupación la presencia de los chinos en su país. El resto de países está en estado de péndulo.
Aunque lentamente se observa un cambio hacia el no alineamiento. Pero no alinearse puede decir nada (hagan ustedes lo que deseen) o puede decir: nos alineamos en la construcción de un gobierno mundial, con diferentes normas y reglas que aseguren la equidad en las decisiones; que impida la manipulación de los bloques de poder; que vigile la autonomía y soberanía, que maneje efectivamente los conflictos, que maneje la crisis económica, el sistema financiero mundial, las inversiones, los acuerdos de comercio, el manejo de conflictos entre y dentro de países con situaciones de violencia, las decisiones sobre el cambio climático, la seguridad alimentaria y el alivio de la pobreza.
Ponerse de parte de Rusia porque está enfrentando a nuestro tradicional dominador no es más que otra forma de subordinación. Abrirse a las rutas de la seda y la inversión China en puertos asiáticos y del Mediterráneo o sus inversiones en extracción de todo tipo de recursos tampoco es lo más adecuado desde el análisis marxista del capitalismo y las divisiones internacionales del trabajo; someterse incluso a la dinámica del Brasil, a pesar de tener un gran líder en el gobierno, es esconder las formas múltiples de dominación del capital.
Sumar todos los países posibles e iniciar la construcción de un nuevo gobierno global es un acto de alta insubordinación, pues cambia el movimiento de todas las piezas del ajedrez coyuntural y a mediato plazo. Claro está, esto no garantiza que los no alineados esté integrado solo por gobiernos de izquierda o popular democráticos, ni mucho menos; esto último es parte también de la experiencia de un mundo democrático. Más aún si se tiene fe en el avance del entendimiento de los habitantes comunes que generan los servicios, los conocimientos, la cultura y la riqueza.
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