La sociedad colombiana aún tiene la tarea de otorgar al sindicalismo, el lugar que se merece en la historia
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En el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos reivindicamos al movimiento sindical
Por Viviana Colorado
Desde el año 1948, cada 10 de diciembre se conmemora la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Desde entonces, año tras año, se reivindica la importancia de este patrimonio histórico de la humanidad, que concebimos, ante todo, como el resultado de invaluables luchas sociales y populares por la dignidad humana. Luchas que se han forjado al calor de las aspiraciones y el accionar de sujetos individuales y colectivos por la defensa de condiciones materiales que permitan una mejor y más justa existencia. Es por ello que, esta fecha emblemática, nos convoca, no solo a elevar voces por el respeto, la garantía y la protección de los derechos humanos, sino a destacar y dignificar la labor por la defensa de los mismos.
En un contexto como el colombiano, caracterizado por graves y masivas vulneraciones a los derechos humanos en medio de dinámicas de guerra y de violencias estructurales, desigualdad, injusticias sociales, exclusión política, e impunidad imperante; la labor de defensores y defensoras representa un aporte invaluable en la democratización de la sociedad y la dignificación de la vida. Ese ha sido el país habitado por el movimiento sindical más estigmatizado y perseguido del mundo, así lo dejan ver alrededor de 15.749 violaciones a la vida, la libertad y la integridad cometidas contra sindicalistas en Colombia entre el 01 de enero de 1971 y el 10 de diciembre de 2022, de las cuales 3.312 han sido homicidios. Tan solo en el último año se ha presentado un incremento en los casos documentados, 272 casos en total y 20 sindicalistas perdieron su vida en el año 2022 según lo registrado por la base de datos Sinderh de la ENS.
Hoy más que nunca resulta imperativo reconocer lo ocurrido para sentar bases de no repetición, justicia y reparación para las víctimas. En efecto, el legado del sindicalismo, una larga historia de violencia antisindical sistemática y selectiva, y sus impactos, han sido reconocidos en el reciente informe final entregado por la Comisión de la Verdad, así como en el caso anexo “Verdades inaplazables: violencia antisindical en el marco del conflicto armado interno”, en el cual se recoge parte del relato entregado por el sindicalismo ante esta entidad de la justicia transicional.
Frente a este grave fenómeno, la Comisión de la Verdad se pronuncia de forma histórica reconociendo la violencia antisindical en Colombia como un trauma colectivo, una huella de dolor en la identidad del país, una herida profunda a la democracia, y un ataque a la actividad política y social, lo cual generó impactos masivos e intolerables. Si bien, aún no se salda la deuda con las víctimas de la violencia antisindical en materia de memoria y de verdad, la Comisión deja avances significativos al corroborar que, buena parte de la violencia antisindical se justificó en la estigmatización. Asimismo, se avanza en el reconocimiento de los roles sindicales que estuvieron vinculados a la victimización, entre ellos, las demandas laborales y las huelgas, la oposición al control territorial por parte de grupos armados, la participación política, la oposición al modelo neoliberal, el liderazgo y la movilización social.
Todo lo anterior, nos lleva a destacar la capacidad de resistencia y de agencia de hombres y mujeres que siguen viendo en el movimiento sindical una apuesta de transformación social a través de la defensa de derechos. Lejos de rendirse y claudicar, el sindicalismo colombiano es un sujeto emblemático en la búsqueda de democracia, dignificación del trabajo y justicia social, aún en medio de las condiciones más adversas y los dolores más atroces ocasionados por la más letal violencia antisindical. Por ello, en el marco de la conmemoración del 10 de diciembre, reivindicamos el sindicalismo como un sujeto histórico resistente y defensor de derechos. Asimismo, reconocemos en las víctimas de la violencia antisindical sujetos políticos activos, hacedores de memorias, reclamantes de dignidad, verdad, justicia y reparación.
La sociedad colombiana aún tiene la tarea de otorgar al sindicalismo, el lugar que se merece en la historia. Asimismo, el nuevo gobierno tiene el desafío de implementar las recomendaciones de la Comisión de la Verdad y dar cumplimiento al Decreto 624 de 2016 con el fin de impulsar el proceso de reparación colectiva e integral al sindicalismo, fortaleciendo esta expresión organizativa del movimiento social de trabajadores y trabajadoras por la defensa de derechos y democracia en el país.
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