Robótica / Exploración espacial
Un enjambre de pequeños robots nadadores desvelará los misterios de los cuerpos planetarios que poseen océanos subterráneos
Pablo Javier Piacente
La NASA considera enviar robots nadadores a mundos oceánicos potencialmente habitables del Sistema Solar: las interacciones químicas entre las rocas y el agua en los océanos de estos mundos alienígenas podrían sustentar la vida. De hecho, el medio ambiente en estos océanos puede ser muy similar al de la Tierra en el momento en que comenzó la vida.
Una nueva tecnología desarrollada en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA podría ser la llave para revelar el enigma de los mundos oceánicos: permitiría que un enjambre de robots del tamaño de un teléfono móvil pueda atravesar el agua, debajo de capas heladas de kilómetros de espesor de la luna Europa de Júpiter o la luna Encelado de Saturno, en busca de signos de vida extraterrestre.
PEQUEÑOS ROBOTS EN LOS OCÉANOS DE MUNDOS DISTANTES
Resguardados dentro de una estrecha sonda para derretir hielo que haría un túnel a través de la corteza congelada, los diminutos robots serían liberados bajo el agua, nadando lejos de su nave nodriza para recopilar datos y tomar medidas de un nuevo mundo. El ambicioso proyecto se enmarca en el programa Conceptos Avanzados e Innovadores (NIAC) de la agencia espacial estadounidense.
De acuerdo a una nota de prensa, el proyecto creado por el ingeniero mecánico Ethan Schaler estudiará la viabilidad y las opciones de diseño de los robots, avanzando en la fabricación y prueba de diferentes prototipos impresos en 3D durante los próximos dos años. Quizás la gran innovación que presenta este concepto es que los mininadadores serían mucho más pequeños que otros diseños de robots de exploración oceánica planetaria realizados previamente.
Esto permitiría cargar muchos de estos pequeños robots en una sonda, y de esta manera aumentar la probabilidad de detectar evidencia de vida mientras evalúan la habitabilidad potencial de los mundos oceánicos. Este esquema haría posible explorar un volumen mucho mayor de agua oceánica y mejorar las mediciones, al tener varios robots recopilando datos en una misma área. Vale recordar que, por ejemplo, la misión Europa Clipper de la NASA comenzará una serie de sobrevuelos cercanos a la luna joviana Europa en 2030.
En el concepto de detección con micronadadores independientes (SWIM), que se ilustra aquí, docenas de pequeños robots descenderían a través de la capa helada de una luna distante a través de un criobot, que se muestra a la izquierda, hasta el océano. El proyecto ha recibido financiación del programa Conceptos Avanzados e Innovadores de la NASA. /CRÉDITOS: NASA.
LOS MUNDOS OCEÁNICOS Y LA VIDA
De acuerdo a un artículo publicado en The Conversation por David Rothery, profesor de Geociencias Planetarias en la Open University del Reino Unido y colaborador de la Agencia Espacial Europea (ESA), Plutón es un ejemplo de un probable mundo oceánico. Pero los mundos con océanos más cercanos a la superficie, que son más accesibles para su investigación, son Europa, la luna de Júpiter, y Encelado, una de las lunas de Saturno.
Estos océanos son de interés para los científicos porque contienen mucha agua líquida: por ejemplo, Europa tiene probablemente en sus océanos el doble de agua que se puede encontrar en todos los océanos de la Tierra. Además, las interacciones químicas entre las rocas y el agua de estos océanos podrían sustentar la vida: los investigadores creen que el ambiente en estos océanos puede ser muy similar al de la Tierra en el momento en que surgió la vida.
Se trata de entornos donde el agua, que se ha filtrado en las rocas del fondo de los océanos, se calienta y se enriquece químicamente. Dicha agua luego se expulsa nuevamente al océano: los microbios pueden alimentarse de esta energía química y, a su vez, pueden ser devorados por organismos más grandes. Para que se desarrolle este proceso no se necesita luz solar ni atmósfera, según los investigadores.
En ese sentido, muchas estructuras rocosas cálidas de este tipo, conocidas como "respiraderos hidrotermales", se han documentado en los fondos oceánicos de la Tierra desde que se descubrieron en 1977. En estos sitios, la red trófica local se apoya en la energía de las reacciones químicas en lugar de utilizar la fotosíntesis, basada en la energía de la luz solar.
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