Los niños más inteligentes se hacen, no nacen
El límite no lo determina la genética
Los padres pueden promover el desarrollo de múltiples habilidades
Pablo Javier Piacente
Un nuevo estudio sugiere que la mentalidad positiva de los padres sobre el potencial de crecimiento de sus hijos produce mejores resultados a partir de una edad muy temprana: mitiga los efectos negativos del estrés en las madres en los primeros meses de vida y promueve el desarrollo del cerebro.
Investigadores de la Universidad de Harvard y de otros centros académicos han concluido que el desarrollo intelectual de los niños puede ser promovido desde edades muy tempranas. La inteligencia no se trata de una condición fija o inmodificable: por el contrario, el estímulo de los progenitores deriva en resultados concretos en cuanto a la adquisición de nuevas habilidades.
Según el nuevo trabajo científico, publicado recientemente en Journal of Developmental & Behavioral Pediatrics, las madres que creen en el potencial de sus hijos son capaces de generar avances notables en sus bebés desde los primeros meses de vida, dejando atrás las consecuencias negativas del estrés habitual en los momentos iniciales de la crianza.
CREER EN EL POTENCIAL DE LOS NIÑOS
Los especialistas denominan a esta tendencia como “mentalidad de crecimiento”: significa que los padres están abiertos a la posibilidad de un desarrollo intelectual permanente de sus hijos. No sienten que existe una determinación a permanecer en un estado inmodificable, una serie de características innatas que indicarían si un niño puede o no ser inteligente. Por el contrario, creen que ciertas condiciones pueden promover un crecimiento progresivo de las capacidades intelectuales de sus hijos y trabajan en ello.
En otro sentido, cuando las madres se rigen por los preceptos de una mentalidad fija, considerando que la inteligencia y el desarrollo del cerebro están determinados únicamente por las “bendiciones” de la genética y que poco puede hacerse para modificar esto en los niños, los resultados del estudio muestran que el estrés materno influye negativamente en los bebés con más potencia. Además, los hijos de los padres con esta tendencia muestran una menor actividad cerebral en sus primeros meses de vida.
De acuerdo a una nota de prensa, los científicos realizaron un seguimiento de 33 madres y sus hijos hasta los 12 meses de edad, utilizando técnicas de electroencefalografía (EEG) para obtener imágenes cerebrales de los bebés. Esta información les permitió apreciar los cambios en los patrones neuronales y la actividad cerebral durante este período, evaluando así las variaciones en función del tipo de crianza elegido por cada familia.
INCREMENTO EN LA ACTIVIDAD CEREBRAL
Aunque se trata de una muestra pequeña, los investigadores destacaron que es el primer estudio de este tipo que combina el análisis del modelo de desarrollo infantil propiciado por los padres con los datos que aportan las imágenes cerebrales. Según los especialistas, los resultados son contundentes: el “modelo de crecimiento” determina un incremento en la actividad neuronal de los niños en diferentes áreas del cerebro, en un porcentaje altamente significativo de los casos estudiados.
Por último, los científicos estadounidenses advirtieron que la mentalidad abierta hacia el desarrollo intelectual progresivo de sus hijos no significa que los padres hayan encontrado una “fórmula perfecta”. En el marco de la vida en sociedad, aún existen fuertes condicionamientos que atentan contra la llamada mentalidad de crecimiento, como por ejemplo el poco tiempo disponible para la vida familiar o las trabas económicas que limitan el acceso a mejores servicios educativos y sanitarios.
Resulta vital, en consecuencia, promover un enfoque sistémico e integrador que enriquezca las intervenciones relacionadas con el desarrollo temprano de los niños.
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REFERENCIA
Maternal Stress and Early Neurodevelopment: Exploring the Protective Role of Maternal Growth Mindset. Charles Nelson, Mei Elansary et al. Journal of Developmental & Behavioral Pediatrics (2021). DOI:http://dx.doi.org/10.1097/DBP.0000000000000998
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