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CHILE, VUELVE LA ESPERANZA. BORIC FRENÓ LA ULTRADERECHA

DOSSIER: 
ELECCIONES EN CHILE
1. EL FARO DE BORIC Y UN NUEVO CHILE
Tras ganar las presidenciales, ahora le queda la faena más difícil: no defraudar al país que despertó hace dos años.

Simpatizantes de Gabriel Boric celebran en Santiago de Chile su victoria en las elecciones presidenciales. — PABLO SANHUEZA (REUTERS)

CÉSAR G. CALERO

Gabriel Boric tiene un faro tatuado en un brazo. Su luz alumbra hoy un Chile que ha logrado espantar al fantasma de la ultraderecha. El contundente triunfo del candidato izquierdista en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales frente al ultraconservador José Antonio Kast (55,8%-44,1%) es la culminación de un deseo de cambio expresado por la sociedad chilena a partir de las protestas callejeras de octubre de 2019. Una sociedad que ha vuelto a movilizarse, ahora en las urnas, para darle un voto de confianza a una nueva forma de entender la política.

Al joven Boric (35 años) le aguarda una tarea descomunal: transformar el modelo neoliberal vigente desde la dictadura de Pinochet (1973-1990) en un estado del bienestar que reduzca la enorme desigualdad social generada durante medio siglo. El Frente Amplio de Boric y el Partido Comunista (los dos pilares de la coalición Apruebo Dignidad) conformarán el primer Gobierno netamente izquierdista que entra en el Palacio de La Moneda desde que, en 1973, el sangriento golpe de Estado acabara con el sueño del socialismo democrático de Salvador Allende.

La llegada de Boric a La Moneda en marzo despejará el camino de la Convención Constitucional, que trabaja desde julio en la redacción de una nueva Carta Magna. Hace poco más de un año, Chile aprobó en un plebiscito, por una abrumadora mayoría (78%), el inicio de un proceso constituyente. Y en mayo fueron elegidos los miembros de esa Convención, candidatos independientes y de izquierda en su mayoría.

La nueva Constitución, que sustituirá a la de 1980 (promulgada bajo la dictadura de Pinochet, aunque reformada varias veces), será sometida a referéndum en el segundo semestre de 2022. Con el triunfo de Boric, se espera que haya una sintonía entre el nuevo Gobierno y las propuestas de los constituyentes. Como ha dicho el cineasta Patricio Guzmán, "Chile va acercándose, peldaño a peldaño, a una transformación".

La holgada victoria de Boric apuntala la nueva política en Chile. El Frente Amplio, fundado a raíz de las movilizaciones estudiantiles de 2011 con un espíritu similar al de Podemos en España, ya quedó en tercer lugar en las elecciones presidenciales de 2017, con un notable 20,7% de votos. Cuatro años después, y con el apoyo de un revitalizado Partido Comunista, se ha convertido en la formación que le ha parado los pies al pinochetista Kast (enmarcado en esa internacional negra del populismo ultraconservador en la que militan los Bolsonaro, Trump, Orbán o Abascal).


El estallido social de 2019 pasó factura a los partidos que se han repartido el poder en Chile desde el retorno de la democracia. La antigua Concertación (el Partido Socialista y la Democracia Cristiana) y la derecha tradicional se han turnado en La Moneda durante tres décadas. El resultado en la primera vuelta de las presidenciales (el 21N) reflejó ese descontento social. Sus candidatos no pasaron del 13%, muy por debajo de lo conseguido por Kast (27,9%) y Boric (25,8%).

Una cohabitación sin fisuras del Frente Amplio y el PC en el poder será fundamental. Boric se impuso en julio en las primarias de la izquierda al candidato comunista, Daniel Jadue, que partía como favorito. El nuevo Gobierno tendrá que ensayar acuerdos transversales en un Congreso muy fragmentado, surgido de las elecciones legislativas en la primera vuelta. Apruebo Dignidad solo cuenta con 37 de los 155 legisladores de la Cámara de Diputados, por lo que necesitará los apoyos del centroizquierda (principalmente el Partido Socialista) y, en algunas ocasiones, los votos del centroderecha. La bancada del Partido Republicano de Kast se quedó con solo 15 diputados, por lo que su influencia no será determinante para la aprobación de reformas legislativas.

La agenda de Boric debería tener en cuenta ahora los reclamos de los millones de chilenos que salieron a las calles en octubre de 2019, y que se resumen en una exigencia desatendida por todos los gobiernos precedentes: erradicar la gran desigualdad social que sufre el país. "No son 30 pesos, son 30 años", se gritaba en la calle hace dos años. La subida del precio del transporte público que decretó el Gobierno del derechista Sebastián Piñera fue el detonante de unas movilizaciones que enseguida enarbolaron banderas más ambiciosas después de 30 años de injusticia social.

"Chile despertó", se proclamó entonces. Y aunque aquella revuelta popular fue finalmente desarticulada por la clase política con la firma de los Acuerdos de Paz Social, su irrupción (reprimida a sangre y fuego por Piñera) fue el germen del futuro plebiscito para la redacción de una nueva Constitución. Boric recibió duros reproches por parte de sectores del Frente Amplio y de algunas organizaciones sociales por haber estampado su firma en aquellos acuerdos.

Como otros líderes forjados en las protestas estudiantiles de 2011, Boric ha ido atemperando su discurso con el paso del tiempo. Diputado desde 2014, su ideario político está mucho más cerca de la socialdemocracia clásica que del comunismo. Es un reformista, no un revolucionario. Aspira a implantar un estado del bienestar en Chile, una transformación social con el control de mandos en La Moneda y en el Congreso, no en la calle.

Ha prometido una reforma tributaria para que las rentas medias y bajas dejen de ser las que más aporten a Hacienda. Para aumentar los ingresos, se ha comprometido a establecer un "impuesto a los ricos" y a reforzar así servicios públicos como la sanidad y la educación. Las pensiones, otra de las grandes asignaturas pendientes de Chile, también serían reformuladas, con un aumento generalizado de las jubilaciones y un progresivo desmantelamiento del sistema privado heredado de la dictadura de Pinochet. Y el salario mínimo será revisado al alza.

Para concretar sus reformas, necesitará tiempo y, sobre todo, el respaldo político de otras fuerzas progresistas. Su reciente acercamiento a los expresidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet (exponentes de la Concertación), además de sumar votos para la segunda vuelta, apuntaba en esa dirección. Hábilmente, el candidato izquierdista retocó su programa electoral en la campaña de la segunda vuelta para hacerlo más atractivo a los votantes más moderados.

El Chile que propone Boric es el reverso del que defiende Kast. El presidente electo apuesta por el respeto a las minorías (los pueblos originarios representan el 13% de la población), el ecologismo y la igualdad de género, y es un firme defensor de los derechos humanos. El líder ultraderechista habría chocado de frente con el país que está construyéndose, "peldaño a peldaño", en la Convención Constitucional. Boric ha dado un gran primer paso: frenar a la ultraderecha, al pinochetismo sociológico. Le queda, tal vez, la faena más difícil: no defraudar al país que despertó hace dos años. El faro de Boric debe iluminar ese nuevo Chile.

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2. "Chile no puede volver a tener un presidente que le declare la guerra a su propio pueblo": Boric da su primer discurso tras ganar las elecciones

El líder de la alianza Apruebo Dignidad habla desde un escenario montado en la capital del país, frente a miles de simpatizantes.

El presidente electo de Chile, Gabriel Boric.Rodrigo Garrido / Reuters

El presidente electo de Chile, Gabriel Boric, brindó su primer discurso luego del triunfo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, al imponerse sobre el candidato de extrema derecha, José Antonio Kast. El referente de la alianza Apruebo Dignidad se expresó desde un escenario junto a la avenida Alameda, en la capital del país, frente a miles de simpatizantes.

Al inicio de su alocución, el dirigente mostró su gratitud, destacando a los movimientos de mujeres y su lucha para conseguir "el derecho a decidir sobre su propio cuerpo". Además de las feministas, Boric saludó con alegría a las disidencias sexuales del país, afirmando que "serán protagonistas" del nuevo Gobierno. En ese tono, subrayó que "la no discriminación será fundamental" durante su gestión.

Incluso agradeció a sus adversarios políticos, principalmente a Kast: "Pese a las diferencias, sabremos construir puentes", expresó. De hecho, Boric tuvo un mensaje conciliador, en un país muy fragmentado. "Seré el presidente de todos los chilenos y chilenas", enfatizó. "A quienes no concurrieron a votar, vamos a estar ahí para ustedes", agregó.
"Crecimiento y distribución justa de la riqueza van de la mano"

Igualmente, el dirigente surgido de las protestas estudiantes de las últimas décadas, dijo que Chile nunca debería volver a tener "un presidente que le declare la guerra a su propio pueblo". En ese tono crítico, se refirió a las violaciones a los derechos humanos cometidos por las fuerzas de seguridad: "No a la impunidad".

De cara a lo que viene, el presidente electo de 35 años, el más joven en la historia de Chile, plantea un programa de distribución de mayor equidad social, "igualando hacia arriba". Sobre ello, dijo que "crecimiento y distribución justa de la riqueza van de la mano".

Boric, quien apoyó desde el inicio la asamblea constituyente, pronunció varias de las consignas presentes durante aquellas protestas iniciadas en el 2019: "Que los derechos sean derechos, y no bienes de consumo, no negocio", indicó.

Continuando con las proclamas constituyentes, el próximo mandatario prometió "una nueva relación con los pueblos originarios", mientras las banderas mapuches flameaban desde el público. Esta declaraciones se producen después de varias semanas de enfrentamientos entre las comunidades indígenas y las fuerzas de seguridad, al sur del país, tras haberse declarado el estado de excepción.
"Con nosotros a La Moneda, entra la gente"

El izquierdista dedicó varios minutos de su exposición al medio ambiente, remarcando el "no a Dominga", un proyecto minero ubicado en la norteña Región de Coquimbo. A su criterio, esta clase de proyectos tienen un serio impacto en la naturaleza y los lugareños: "No podemos mirar para otro lado", manifestó.

Con esa línea, destacó el sentido popular de su próxima administración: "Con nosotros a La Moneda, entra la gente". De hecho, prometió mayor participación ciudadana en la toma de decisiones, y consideró que la asamblea constituyente "es motivo de orgullo mundial".

A su vez, Boric dijo que será un presidente "que cuide la democracia, no que la exponga, que escuche más de lo que habla", prometiendo lanzar una política "que combata los privilegios de unos pocos". Al concluir, llamó a su electorado a "celebrar con tranquilidad".


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3. Gabriel Boric promete a los chilenos “un Gobierno con los pies en la calle”

El presidente electo de Chile habla ante decenas de miles de personas en el centro de Santiago


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Boric: "Sé que en los años que vienen se juega el futuro de nuestro país"
El presidente electo de Chile, Gabriel Boric, habla ante decenas de miles de personas en la Alameda, la principal avenida de Santiago de Chile.Foto: MARCELO HERNÁNDEZ (GETTY IMAGES) | Video: REUTERS

FEDERICO RIVAS MOLINA - ANTONIA LABORDE
Santiago de Chile 

Y Santiago de Chile vivió una explosión de alegría. Cientos de miles de personas salieron a las calles de la capital y de otras ciudades del país para celebrar la llegada de una nueva izquierda a La Moneda, la representada por Gabriel Boric. El 11 de marzo, Boric tendrá 36 años. Será el presidente más joven en la historia de Chile, y también el más votado: este domingo obtuvo 4,6 millones de votos, casi un millón más que su rival, José Antonio Kast. No habían dado las diez de la noche cuando Boric subió a un escenario montado sobre la Alameda, a un metro de la sede del Gobierno. Ya había hablado con el presidente saliente, Sebastián Piñera, y se había reunido con Kast, el candidato derrotado. La multitud reunida sobre la principal avenida de la capital era impactante. “Estamos ante un giro histórico y no lo tenemos que desaprovechar”, dijo, consciente del cambio que representa su llegada al poder. “Este será un Gobierno con los pies en la calle, las decisiones no se tomarán entre cuatro paredes de La Moneda”, prometió.

Las familias ondeaban banderas de Chile, de la comunidad LGTBIQ+, de los mapuches y con el lema “Boric presidente” en todos los colores del arcoíris. Había familias, mayores pero, sobre todo, jóvenes. “Es el presidente más votado en la historia de Chile”, fue la frase introductoria con que los seguidores estallaron. También lo hicieron los fuegos artificiales, prohibidos en el país. “Este entusiasmo debemos mantenerlo durante todo mi Gobierno”, les dijo Boric en el arranque de su discurso. El vencedor leyó un mensaje que resumió en 10 páginas. Tendió una mano a Kast, su rival, al que conminó “a construir puentes para que nuestros compatriotas puedan vivir mejor”; advirtió que “los motivos del estallido social” de octubre de 2019 “siguen presentes”; dijo que el desarrollo económico chileno tiene “pies de barro” porque “no llega a los más necesitados”; y prometió a las mujeres que serán “protagonistas” de su Gobierno.

No cabía un alfiler alrededor del escenario montado en la Alameda. Miles de personas llevaban horas esperando escuchar el primer discurso de Boric. Cerca de las nueve de la noche, dos coches custodiados por policías en motocicletas se abrieron paso con dificultad entre la muchedumbre hasta que ya no pudieron seguir avanzando. En el segundo venía el presidente electo. Gritos, aplausos, fuegos artificiales. “¡Que se baje, que se baje!”, gritaban los presentes. Y lo hizo. Llegó de saco (americana) y camisa sin corbata, con ese aspecto presidencial que adquirió en la recta final de la campaña. El mandatario electo que llegó a La Moneda levantando las demandas de la calle caminaba entre sus seguidores con una sonrisa antes de dirigirse a la ciudadanía.

Hubo silbidos cuando mencionó la falta de transporte público en los barrios populares durante la jornada electoral, lo que opacó la primera etapa de la jornada. Hubo más silbidos del público cuando dio las gracias a Franco Parisi, tercero en la primera vuelta, y aún más cuando hizo lo propio a José Antonio Kast. “Los vamos a necesitar a todos”, sostuvo, continuando con el tono unificador del discurso. Al momento de mencionar cómo defenderá los derechos humanos en su Gobierno, el público recuperó un cántico de las revueltas de 2019. “Piñera (...) asesino, igual que Pinochet”. Con destreza, Boric logró que el cántico se convirtiera en el de “justicia, verdad, no a la impunidad”.
Partidarios del presidente electo chileno Gabriel Boric celebran tras los resultados oficiales de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en Santiago.CLAUDIO REYES (AFP)

El presidente electo mencionó también temas que no figuraban en el discurso escrito que había llevado. Como cuando prometió un sistema de salud “que no discrimine entre ricos y pobres” y “pensiones dignas para quienes trabajaron para hacer grande Chile”. Y disparó contra el sistema privado de pensiones, que prometió eliminar durante la campaña. “Las AFP [Administradoras de Fondos de Pensiones] en Chile, que ganan cifras absurdas a costa del trabajo de los chilenos, son parte del problema. Vamos a defender un sistema público y autónomo sin fines de lucro y sin AFP”, dijo.

Boric chocará contra un Congreso en el que está empatado con la derecha para avanzar en los cambios estructurales que propone. Ha dicho, sin embargo, que la paridad de fuerzas es una “invitación y obligación” al diálogo. “Nuestro proyecto es más democracia”, adelantó, y por ello defenderá “el proceso Constituyente para tener una Carta Magna que sea de encuentro y no de división, y no como la que impusieron a sangre y fuego en 1980″, en referencia a la aprobada por Pinochet en dictadura, y aún vigente.
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4. El triunfo de Gabriel Boric: la derrota de la reacción conservadora y autoritaria
Chile es una fiesta democrática
Las consignas de anti-fascismo y anti-pinochetismo tomaron bríos en las calles y barrios populares: fueron claves en el aumento de la participación.

Por Marco Teruggi

. Imagen: AFP

Desde Santiago

Santiago de Chile es una fiesta. Bocinas, caravanas de autos, columnas de personas por la Alameda, delante del Palacio de la Moneda, mucha juventud, con banderas nacionales, mapuches y la del nuevo presidente: Gabriel Boric. La noticia de su victoria apareció como una bocanada de aire histórica en un día electoral cargado de tensiones debido a la trascendencia de la contienda, en la cual el ahora electo mandatario se enfrentó a José Antonio Kast, de extrema derecha.

El día de la votación estuvo atravesado por las numerosas denuncias, incluido del Sistema Electoral de Chile, de irregularidades en el suministro de transporte de autobuses, en particular en zonas populares con mayor apoyo a Boric. La ministra de Transporte, Gloria Hutt, debió reconocer las fallas al finalizar la tarde. Esa demora produjo críticas y especulaciones acerca de si la misma podría afectar el número de votantes, en una democracia marcada por la baja participación. Sin embargo, el resultado mostró un aumento de la participación: 8.338.086 votantes, contra 7.114.800 de la primera vuelta. El mismo se volcó mayoritariamente a Boric, quien logró pasar de 1.814.777 votos a 4.608.362, a diferencia de Kast, quien subió de 1.961.387 votos a 3.683.873. La posibilidad de un aumento de la participación y que la misma fuera mayoritariamente hacia Boric, era uno de las hipótesis en días previos, en el marco de una campaña marcada tanto por el apoyo al candidato de Apruebo Dignidad, como por la campaña contra Kast, con consignas de anti-fascismo, anti-pinochetismo, que tomó fuerza en las calles y algunos barrios populares.

La clave anti-Kast, el temor a un posible regreso de un candidato proveniente del pinochetismo, fue uno de los motores principales de movilización y de tensión en días previos y durante el domingo. La posibilidad de una derrota y legitimación vía las urnas de la extrema derecha chilena aparecía como un panorama sombrío, un cierre reaccionario del ciclo de protestas multitudinarias iniciadas el 18 de octubre del 2019. Por eso cuando el 30% de votos escrutados marcó Boric 54.12% y Kast 45.88% se escucharon los primeros gritos de alegría desde el comando de campaña de Boric, situado a pocas cuadras de la Alameda.

La diferencia de 10 puntos entre ambos candidatos, que se hizo reversible con el 50% de votos escrutados, se tradujo en el llamado de Kast a Boric, reconociendo públicamente su derrota. Ese mensaje trajo tranquilidad en el marco de las hipótesis de tensión divulgadas en días anteriores, acerca de que Kast podría no reconocer automáticamente una derrota en caso de un margen de diferencia estrecho. Poco tiempo después de ese mensaje, Boric habló con el presidente saliente Sebastián Piñera, dando por cerrado el resultado y la victoria.

La victoria del presidente más joven de Chile, exdirigente estudiantil, miembro del partido Convergencia Social parte del Frente Amplio y de la coalición Apruebo Dignidad, significa además de la derrota de la reacción conservadora y autoritaria, un desenlace presidencial en continuidad con la crisis detonada a partir del 2019, una crisis que, desde ese momento se ha traducido en un continuo de acontecimientos callejeros y electorales, en particular el plebiscito por una nueva Constitución, y la instalación de la Comisión Constitucional, en julio pasado, encargada de la redacción del nuevo texto constitucional, que dará por terminado al de la dictadura de Augusto Pinochet.

La relación entre la elección presidencial y el proceso de redacción de la nueva Constitución apareció como central desde la hora cero. Kast se había pronunciado en contra durante el plebiscito, y, su victoria habría significado un probable ataque por parte del poder Ejecutivo, afectando el plebiscito de aprobación que deberá tener lugar pasada la mitad del 2022. La victoria de Boric abre, en cambio, la posibilidad de un diálogo entre ambos poderes, con una legitimación desde la presidencia y, seguramente, un apoyo de cara a la aprobación del texto final.

Ese plebiscito, con un nuevo texto constitucional que podría desmontar algunos de los pilares del orden neoliberal-pinochetista, aparece como el nuevo paso por venir en el marco de un gobierno que seguramente deberá enfrentar numerosas adversidades. La derecha, si bien perdió, demostró una capacidad de unidad alrededor de un candidato de extrema derecha, logró movilizaciones callejeras, y seguramente planteará una resistencia por diferentes vías ante lo que representa una amenaza sobre su statu quo. Las derechas demostraron en el continente que, antes de buscar conciliaciones y diálogos, optan en su mayoría con confrontaciones y radicalidades de métodos y discursos.

La fuerza del nuevo gobierno estará dada por Boric, la legitimidad de los votos alcanzados y por la potencialidad de una sociedad con altos niveles de movilización. ¿Trabajará el nuevo presidente en un diálogo con esa sociedad movilizada para construir correlaciones de fuerza favorables? Será uno de los aspectos por verse en el gobierno que comenzará en el 2022, marcado por expectativas, desconfianzas de algunos sectores de izquierda, en un país que se encuentra en un momento de cambio de época, y que empuja, en una mayoría que se mostró en las urnas, por construir un nuevo modelo económico, social y político. Santiago, esta noche, es una fiesta.
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5. Un freno a la amenaza pinochetista

Por Mercedes López San Miguel

. Imagen: AFP

La amplia victoria de Gabriel Boric pavimenta el camino que los chilenos comenzaron a transitar con el estallido social de 2019. Su proyecto de gobierno plantea avanzar en conjunto con el proceso constituyente, a diferencia de José Antonio Kast, quien proponía mantener la carta magna de 1980, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet.

Con el estallido de octubre de hace dos años, millones de chilenos salieron a las calles a reclamar más derechos sociales, políticos y económicos. Esa gran movilización que puso en jaque al gobierno de Sebastián Piñera --y que reprimió salvajemente- tuvo como corolario un acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución, que dio origen al proceso constituyente inédito en el país vecino y que terminará a fines de 2022.

Parecía, entonces, un grave retroceso que un candidato de ultraderecha tuviera chances de llegar a La Moneda y pudiera profundizar un modelo de desigualdad tan ponderado por la prensa hegemónica. Por fortuna lo impidió la participación récord en esta segunda vuelta, pese al voto no obligatorio.

Doris González, vocera de Boric, señala a PáginaI12 que el presidente electo “va ayudar a empujar el proceso constituyente, que hoy se despliega en diferentes regiones del país, con la participación ciudadana. Es fundamental para que Chile pueda tener una constitución democrática y de cara al pueblo”.

Es que la sola existencia de la Convención Constituyente, presidida por una líder mapuche, con igual representación de hombres y mujeres, es un impulso para un liderazgo favorable a las transformaciones que necesita Chile. Una demanda que empezó antes del estallido, con las enormes manifestaciones estudiantiles de las que Boric fue parte. Entre esas demandas figura un cambio en el sistema privado de pensiones, las AFP. Doris González afirma que “va a ser un proceso de transición, no se va a acabar inmediatamente con las AFP. La derecha llegó a decir que se les va a expropiar los fondos a las personas, hubo mucha desinformación".

La agenda de Apruebo Dignidad también se centra en el acceso a la educación superior, la mejora del salario de los trabajadores, una reforma tributaria con un impuesto a los súper ricos. El proceso de la Constituyente representa un espacio de construcción de un horizonte para el país, con perspectiva a la largo plazo; por eso es protagonista de este capítulo que comienza.

La derecha reaccionaria que puja en América latina esperaba sumar un peldaño en Chile. El tándem con Bolsonaro habría significado una pinza amenazante para la región. Afortunadamente, no pudo.
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6. Gana Boric, en forma contundente, las elecciones en Chile

Aldo Anfossi / Especial para 'La Jornada' 

Miles de jóvenes salieron a las calles de Santiago a celebrar. Foto Afp

Santiago. No hubo resultado estrecho, no hubo oportunidad para la especulación, tampoco para insinuar fraudes, menos para el regateo de votos: el diputado Gabriel Boric Font (35), del izquierdista Pacto Apruebo Dignidad, ganó aplastantemente, por 12 puntos y un millón de votos de diferencia, la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Chile y asumirá la primera magistratura del país el 11 de marzo de 2022.

Boric, con 55.86 por ciento de los votos (4 millones 600 mil preferencias), derrotó al aspirante del Frente Social Cristiano, José Antonio Kast, un ultraderechista, fundamentalista religioso y reconocido defensor de la dictadura de Augusto Pinochet, que logró 44.14 por ciento (3 millones 641 mil) y que rápidamente reconoció la victoria de su contendor y lo felicitó. Votó 54 por ciento (8 millones 252 mil sufragios) del padrón electoral, la mayor participación en muchos años.

Encabezará un gobierno que deberá lidiar con una compleja agenda de demandas sociales urgentes -pensiones y salarios mínimos dignos, miles de personas a la espera de cirugías en los hospitales, déficit de cientos de miles de viviendas sociales y para la clase media, ciento de miles de jóvenes sin empleos, entre otras- y, además, con la expectativa de una nueva constitución que está en construcción. Desde el estallido social de octubre de 2019, y que visibilizó la urgencia de cambios estructurales muy profundos, nada cambió realmente en Chile, todas las demandas siguen postergadas y acumulando una tensión social impredecible en su paciencia y en su reacción.

A medida que el cómputo avanzaba y que la victoria era irrebatible, las calles estallaron de júbilo, especialmente en las barriadas más pobres y populares, con decenas de miles de personas festejando y resumiendo lo que esta victoria significa para ellos.

"Chile se decidió hoy a romper la historia", dijo una joven mujer de la modesta comuna de Puente Alto, a las afueras de Santiago. "La esperanza le ganó al miedo", resumió otra; "Qué todos lo apoyemos, es un joven pero tiene mucha sabiduría", agregó un hombre ya entrado en años; "El pueblo está unido para nunca más caer", exclamó exultante un joven.

Y así muchas y muchos, de todas las edades, con lágrimas, con sonrisas, con abrazos, con canto y con baile.

En el centro de Santiago, una enorme manifestación repletó la Alameda, la principal arteria de la capital, donde desde un escenario Boric pronunció su discurso de la victoria, admitiendo la trascendente responsabilidad que asume, la esperanza que encarna y las limitaciones que enfrentará:

Movilización social: "El compromiso que han demostrado durante estos meses, no se debe agotar en una elección, será necesario durante todos los años de nuestro gobierno, para que todas y todos podamos sostener el proceso de cambios que hemos empezado a recorrer paso a paso".

Necesidad de acuerdos: "El futuro nos necesita a todos del lado de la gente. Más allá de las diferencias que tenemos con José Antonio Kast, sabremos construir puentes para que nuestros compatriotas puedan vivir mejor, eso es lo que nos exige el pueblo de Chile".

Dimensión histórica: "La historia no parte con nosotros, me siento heredero de una larga trayectoria, la de quienes desde diferentes posiciones han buscado incansablemente la justicia, la ampliación de la democracia, la defensa de os derechos humanos, la protección de las libertades. Estamos ante un cambio de ciclo histórico y no lo podemos desaprovechar".

Reconocimiento del estallido social: "Los tiempos que vienen no serán fáciles, debemos hacer frente a las consecuencias sociales, económicas y sanitarias de la pandemia y también a los motivos de un estallido social que siguen presentes y vigentes. Lo tenemos claro, sabemos que las demandas por justicia y dignidad siguen presentes en el corazón de la gente. Será difícil pero vamos a ir avanzando con pasos cortos pero firmes, aprendiendo de nuestra historia".

Igualdad: "El crecimiento económico que se asienta en la desigualdad tiene pies de barro, sólo con cohesión social, reencontrándonos y compartiendo un piso común, podremos avanzar hacia un verdadero desarrollo sostenido".

Ampliar la democracia: "Una democracia sustantiva no se reduce solamente al voto, buscaremos una democracia donde en los barrios y las organizaciones sociales tengan protagonismo, porque una democracia sin la gente no es realmente una democracia".

Derechos humanos: El respeto a los derechos humanos es siempre un compromiso inclaudicable. Por ningún motivo podemos volver tener un presidente que le declare la guerra a su propio pueblo. Las víctimas de violaciones de los derechos humano de todo tiempo, no nos cansaremos de buscar verdad, justicia, reparación y no repetición.

Pueblos indígenas: "Avanzaremos a una nueva reñación con los pueblos originarios, reconociendo su derecho a mirar el mundo desde otras perspectivas lingüísticas y culturales, y poner especial atención al cuidado del medioambiente va ser una de nuestras tareas".

Gradualidad y participación: "No todo se puede hacer al mismo tiempo, deberemos priorizar para ir logrando avances, que iremos discutiendo con ustedes, que estará conversando permanentemente con su pueblo".

Cambios estructurales: "Avanzar con responsabilidad en los cambios estructurales que Chile viene demandado sin dejar a nadie atrás, eso es convertir lo que algunos entienden como bienes de consumo, en derechos sociales garantizados para todas y todos sin importar el tamaño de la billetera y garantizar una vida más segura; profundizar las libertades, porque en nuestro gobierno las mujeres no retrocederán. Nuestro proyecto es avanzar en más democracia, defender el proceso constituyente, motivo de orgullo mundial".

Una elección trascendente

Es una elección histórica desde todo punto de vista. Primero, representa un extraordinario triunfo político de Apruebo Dignidad, un pacto programático/electoral fundado en enero de este año y que reúne al Partido Comunista con el Frente Amplio (FA), a su vez una coalición de tres partidos constituidos y otros dos en formación. Segundo, en particular es una hazaña del FA, que apenas se constituyó en 2017 para desafiar al "establishment" político: las coaliciones "clásicas" de centro izquierda (la ex Concertación) y de centro derecha que durante 30 años, desde 1990, tras el fin de la dictadura, administraron el poder en Chile a base de la "política de los acuerdos", como se llamó.

Tercero, consolida la vertiginosa y rutilante carrera política que ha hecho el joven Boric, un egresado de la carrera de derecho que saltó a la vida pública apenas en 2008 como dirigente estudiantil y que en 2012 fue electo presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), para liderar inmensas y prolongadas movilizaciones estudiantiles que se sucedieron en el país en esos años, exigiendo y conquistando gratuidad en la educación superior y una reforma amplia al sistema educativo del país; para después, en 2013 y 2017 ser electo diputado por su austral Región de Magallanes.

El carácter y personalidad de Boric se demuestra también cuando después del estallido social, disintiendo de su partido Convergencia Social, firmó personalmente el "Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución", suscrito el 15 de noviembre del mismo año, y que inició un proceso constituyente en Chile.

La jornada electoral se tornó tensa cuando se constató insuficiente circulación de autobuses en Santiago, con los paraderos repletos de personas esperando por horas para lograr trasladarse a sus lugares de votación. Fue tan evidente la anormalidad que desde el comando de Boric hubo duros reproches hacia el gobierno, acusando que se trataba de una operación para torpedear que votaran los sectores populares de la capital.

Aldo Anfossi / Especial para 'La Jornada'
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Serían organismos que se sustentan mediante vías metabólicas y químicas similares a las empleadas por la vida presente en la profundidad de los océanos de la Tierra El planeta Urano y sus lunas. / Créditos: NASA/Johns Hopkins APL/Mike Yakovlev. Pablo Javier Piacente 02 OCT 2024  Algunas de las lunas de Urano podrían ser capaces de contener alguna forma de vida: los científicos creen que lo más emocionante es que estos satélites podrían contar con océanos subsuperficiales aún en la actualidad. Aunque se trata de una idea compleja en este momento, enviar una nave espacial a estas lejanas lunas podría revelar pistas sobre su habitabilidad y los mecanismos detrás de la formación y evolución de estos extraños mundos oceánicos. Una misión espacial dirigida hacia los confines del Sistema Solar, en concreto orientada a Urano y sus lunas, lograría confirmar la existencia de océanos líquidos internos y composiciones químicas que podrían ser favorables para la vida en los satélites del gigante he

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