EN COLOMBIA, …LA FARANDULERÍA Y LA PAYASADA HAN ENTRADO A REEMPLAZAR LAS PROPUESTAS

En Colombia, desde hace ya mucho tiempo, la farandulería y la payasada han entrado a reemplazar las propuestas, las tesis, los argumentos y las ideas políticas. Los análisis sobre la crisis económica, los argumentos políticos, éticos y sociales, están siendo reemplazados por las llamadas “tragedias familiares” y los dramas psicológicos personales.

Julio César Carrión Castro

Exdirector Centro Cultural – Universidad del Tolima

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Personajes surgidos del mundillo del espectáculo, del ambiente artificial, exhibicionista, teatral, cómico, burlesco y pantallero, han entrado a reemplazar a los activistas y militantes de las diversas opciones del espectro político y social, a los dirigentes, ideólogos, caudillos y estadistas de antaño, habiéndose convertido actrices y actorzuelos, deportistas, modelos y cantantes, de la noche a la mañana, bajo las candilejas del arribismo y el oportunismo, en líderes políticos y sociales en un medio social que carece de claros referentes teóricos, éticos y políticos, que permitan promover la confrontación civilizada de ideas y argumentos. A todos estos farsantes los avala una supuesta “mayoría silenciosa” de espectadores subordinados a una burda y elemental manipulación mediática de los gustos, los pareceres y las prioridades; una vulgar “sociedad del espectáculo”, formada por sujetos, ignorantes, zafios e incultos que se consideran “gente de bien” y que, como borregos, se complacen, no sólo en defender, armas en mano, la “institucionalidad”, sino en ser orientados y arreados por los llamados “medios de comunicación”. Vivimos aún como en una especie de sociedad premoderna, desprovista de una formación ciudadana y participativa, de una cultura para la mayoría de edad y el entendimiento.

Antanas Mockus ha sido algo así como el promotor y mentor de este tipo de circo mediático y farandulero que hoy nos acosa presentándose como ideología o convicciones políticas. Son sus epígonos, entre muchos otros, la “influencer” de las redes sociales, Daneidy Barrera, más conocida como “Epa Colombia” con sus publicitados actos vandálicos y, luego, con sus lacrimosas escenas de arrepentimiento que incluyen a Uribe Vélez como su más comprensivo “amigo”, o el actor Bruno Díaz, con su deplorable show mediático acusando, por motivos politiqueros, a Gustavo Bolívar por la muerte de su hijo. El pequeño montaje teatral que puso en circulación el actor, simulando llorar el suicidio, nos permiten colegir, como lo venimos diciendo, que los faranduleros de toda laya y en representación de todo el espectro politiquero, se tomaron la actividad electoral en Colombia, sustituyendo ideologías argumentaciones y, por supuesto, todo tipo de utopías por una serie de expresiones teatrales. Teniendo la seguridad de que las masas populares los seguirán. Es evidente la carencia total de planteamientos, la ausencia de propuestas la falta de seriedad y de argumentos entre estos nuevos “líderes” políticos.

La gran política, como llamara Antonio Gramsci al compromiso histórico por los cambios estructurales y la búsqueda de un equilibrio económico y social, basado en la conquista de una auténtica hegemonía cultural e intelectual, ha desaparecido, sustituida por estos remedos teatrales. Todo ha sido convertido en una farsa, en un sainete, al gusto de estos faranduleros, ambiciosos, teatreros y farsantes que hacen politiquería populista y demagógica, incluyendo la bajeza de utilizar la sensiblería popular y, de una manera plañidera, grosera y oportunista, manipular recuerdos, sentimientos y hasta los despojos mortales de los seres queridos.

Estas formas mezquinas de emprender las campañas electorales son aberraciones que la historia ha de cobrar. Los análisis sobre la crisis económica, los argumentos políticos, éticos y sociales, están siendo reemplazados por las llamadas “tragedias familiares” y los dramas psicológicos personales. Y, por supuesto, de estos “argumentos”, se nutren las empresitas electoreras carentes ya de un pensamiento crítico frente a la realidad.

De Afganistán nos van a llegar “contratistas”, es decir, mercenarios apátridas, renegados y cipayos, puestos al servicio del imperialismo yanqui que, durante 20 años impusieron sus títeres y lacayos en Afganistán, mientras depredaban sus riquezas...

Colombia es un narcoestado que no sólo exporta cocaína y mercenarios, sino que, ahora acoge como “refugiados” a los criminales y traidores, a toda esa gusanamenta de los “contratistas” y “colaboradores” del derrocado gobierno títere, impuesto por los Estados Unidos en Afganistán.

Ahora, derrotados y expulsados por los talibanes, estos cerca de 4.000 “colaboradores”, “contratistas” y “patriotas”, promotores de la injerencia gringa en su devastada nación, vendrán a esconderse y refugiarse en Colombia y, por supuesto, a reforzar el entreguismo de este descompuesto país. Por disposición y órdenes del imperialismo norteamericano el cipayo muñeco de ventrílocuo, que es el subpresidente Duque, servilmente les ha abierto las puertas, como un acto “humanitario”...

Los distintos gobiernos de Colombia –si es que han sido “distintos”– no han entendido, ni les ha interesado, las nociones de autonomía o de soberanía nacional, pues siempre han estado agachados ante sus amos gringos, subordinados al mandato imperialista, máxime ahora, bajo la impronta del reconocimiento internacional de ser un narcoestado, con unos supuestos dirigentes que, además de haber accedido mediante el fraude electoral, la compra de votos y otras triquiñuelas, se caracterizan por ser unas temerosas e incondicionales marionetas y cipayos del imperio, lo que les lleva, sin ningún tipo de reparos, a obedecer todo lo que les ordena el gobierno estadounidense. Esta es la “razón” por la que le dan estatus de Refugiados a todos esos “colaboradores”, “contratistas” y mercenarios, a toda esa gusanamenta que apoyó la terrible injerencia imperialista norteamericana que, por 20 años, impuso, también, un gobierno títere en Kabul, el que, en buena hora acaba de ser derrotado y expulsado por los fanáticos Talibanes.

Santiago Pastrana Puyana, hijo del expresidente Andrés pastrana, ha sido nombrado como representante de Colombia ante el Banco Mundial. Este acto de vulgar clientelismo y continuidad del régimen dinástico y clientelista, fue recibido alborozadamente por Daniel Samper Ospina, otro “prestigioso” periodista e influencer de las redes sociales, como la evidencia de que “el gobierno comienza a entender el compromiso que hizo en el paro de dar empleo a los jóvenes”, que está dando respuesta a las juventudes que, poniendo muertos, durante varios meses se han levantado contra un Estado terrorista y su policía fascista. Lo que en realidad tenemos que entender es la continuidad y vigencia de unas corruptas dinastías tradicionales que, carentes de eticidad y de inteligencia, pretenden, perpetuar a Colombia como un Estado oligárquico y mafioso que, simplemente es su nicho y madriguera para la defraudación, el chanchullo, el engaño y el robo institucionalizados.

Todos estos delfines y engendros de la politiquería, incluido el baboso plumífero autor del trino, representan lo mismo: corrupción, descomposición y acomodamiento de unas rancias castas familiares, para continuar depredando y desquiciando el país bajo la argucia de este remedo de “democracia”.

Los disfraces de la política de “centro”, son muchos en Colombia. La “astucia” de la derecha, que siempre ha gobernado, es cooptar todo asomo de rebeldía, convirtiéndolo en conformismo y acatamiento a sus “reglas”. Su táctica ha sido crear falsas disidencias, nuevos “partidos” y unos “líderes” de pacotilla, mediáticamente impuestos que, salidos de la faltriquera del desespero oportunista, los ponen a posar de “alternativa”. Estos personajes, elevados a la condición de académicos, investigadores nos los presentan como impolutos, pulcros, serenos, cordiales, amables, incontaminados, pero siempre terminan acomodándose, en los distintos pliegues del poder y desplegando sus alas y sus garras de depredadores, como lo han demostrado, entre muchos, los llamados “verdes”.

Se trata del triunfo del apoliticismo, del conformismo, de la apatía, de la desidia, la falta de entusiasmo, la resignación y de esa estable conciencia de desilusión que acompaña a las “mayorías” silenciosas de esta Colombia indiferente ante la imposición del modelo de “narco-democracia” que nos caracteriza ante el mundo. Todos estos personajes, avezados politiqueros y acomodados oportunistas y faranduleros, posando de pulcros “académicos” e intelectuales, han sido miembros de muchas corporaciones e institutos de las diversas estructuras del poder estatuido, ya sea como integrantes de organismos de control económico y fiscal, o como ministricos –de diversas carteras–, rectores de algunas universidades y tituladeros, plumíferos y cagatintas de los medios de comunicación prepagos y, por todo ello, poseen, por supuesto, los “pergaminos” requeridos para dar continuidad y vigencia a este estado fallido, a este gobierno dependiente y narcofascista, pero no obstante, se presentan como integrantes de opciones de “Centro”.

Alejandro Gaviria Uribe, hijo de Juan Felipe Gaviria, quien fuera ministro de Obras Públicas en el gobierno de César Gaviria y, además, pariente cercano por línea materna del inefable expresidente y exsenador Álvaro Uribe Vélez, casado con Carolina Soto Losada, exasesora del Ministerio de transporte, en el gobierno de Álvaro Uribe, exviceministra de hacienda, en el gobierno de Juan Manuel Santos y codirectora del Banco de la República. Pues bien, este Alejandro Gaviria, exministro de salud entre el 2012 y el 2018, es decir, en los dos períodos del gobierno Santos, después Director del centro para los objetivos del Desarrollo Sostenible, bajo el gobierno del sub-presidente Duque y luego rector de la Universidad de los Andes, ahora, se declara independiente, sin ataduras con el régimen, se presenta como como una “alternativa”, posa como candidato a la presidencia representado un supuesto “centro” político, para superar la “polarización”, pero simultáneamente alaba el nombramiento de Alberto Carrasquilla, el pícaro exministro de Hacienda –el mismo de la docena de huevos de $1.800.oo– como codirector del Banco de la República, en reemplazo de su también “independiente” esposa, Carolina Soto, quien, por una especie de cómoda ética situacional, se retira, luego este genial “académico”, como emulando a la Chimoltrufia, se retracta diciendo que si lo apoya pero que no, que se trata de un error y aduce que toda esta retahíla y confusión se debe a que está agotado de dar tantas entrevistas.

Esa continuidad politiquera, disfrazada de “centro”, representa un gran peligro, pues podríamos llegar a tener como presidente, –después de este muñeco de ventrílocuo–, a un bobiloco de estos, forjado en la habilidades y el estilo mockusiano-fajardista que han reducido los quehaceres políticos y económicos a este tipo de payasadas, dignas de la Chimoltrufia, que es capaz de decir: “Pos yo como digo una cosa digo otra, pues hay cosas que no son ni lo uno, ni lo otro sino, todo lo contrario”...

Luis Guillermo Plata, burócrata levantado que se desempeña como “embajador” de esta narco-república en España, en unas muy obedientes declaraciones ofrecidas sobre la arbitraria selección de los escritores que participarán en la Feria del Libro de Madrid –Colombia es el país invitado de honor– al vetar y censurar a algunos escritores que no son incondicionales, partidarios o simpatizantes del régimen uribista que el embajadorzuelo representa, como fiel seguidor de la doctrina cristo-fascista ya previamente establecida en este país dijo: “No quisiéramos que una feria literaria se convirtiera en política, queremos escritores neutros en los que prime el lado literario”… “No queremos gente que venga a poner problemas, Uno no quisiera que una feria literaria se convirtiera en una feria política”.

Creo que resulta equivocado entender dicha acción como algo descolgado y torpe por parte de este opaco funcionario. No se trata sólo de un acto de ignorancia o de brutalidad. El fascismo, en todas sus modalidades y vertientes, siempre ha argumentado la necesidad de “superar las ideologías y la lucha de clases”, por ello mismo, astutamente, se asume como una opción “neutral”. Personajes como el muy cristiano exprocurador Alejandro Ordoñez, quien ahora funge, también, como flamante “embajador” ante la OEA, es un reconocido incinerador de libros y ha defendido su inquisitorial proceder planteando, con soberbia, que estas acciones las realizó como una “actividad pedagógica”, en beneficio de la tradición, la familia y de las buenas costumbres.

Edición 746 – Semana del 11 al 17 de septiembre de 2021