DOSSIER:
1. Tras ola de protestas en Colombia Duque recula con reforma tributaria
El presidente colombiano, Iván Duque, ordenó este viernes al Ministerio de Hacienda construir junto con el Congreso un nuevo texto de la polémica reforma fiscal, causa de las protestas de los últimos tres días que dejan hasta el momento dos muertos y cuantiosos daños materiales por acciones vandálicas.
Así lo anunció el mandatario en su programa diario de televisión en el que aseguró que dio una «instrucción muy clara al equipo del Ministerio de Hacienda para que dentro del trámite legislativo se construya un nuevo texto con el Congreso, que recoja el consenso y que permita nutrirse de propuestas valiosas que han presentado los partidos y las organizaciones».
Con la decisión, el Gobierno no retirará el proyecto como reclaman los manifestantes, los partidos políticos, sindicatos y los gremios de la producción, sino que se le harán cambios a partir de un consenso para luego presentar una ponencia sustitutiva que será debatida en el Congreso.
El Gobierno alega que necesita cerrar el hueco creado por la pandemia del coronavirus en las finanzas del Estado, y con la reforma tributaria espera recaudar 23,4 billones de pesos (unos 6.302 millones de dólares).
En los tres días de protestas decenas de miles de personas han expresado su rechazo a la iniciativa del Gobierno porque consideran que afectará con más y mayores impuestos a los pobres, especialmente afectados por la pandemia del coronavirus, así como a la clase media.
El proyecto tampoco encontró apoyo en los partidos políticos y hasta el uribista Centro Democrático, al que pertenece Duque, ha hecho objeciones a la iniciativa.
EL IVA NO VA
Uno de los puntos que más ha recibido rechazo es el que contemplaba el cobro del IVA, que es del 19 %, a las tarifas de servicios públicos de energía, acueducto y alcantarillado y gas domiciliario para los más pudientes.
En ese sentido, Duque aseguró este viernes que en el nuevo proyecto «no va a haber aumentos en el IVA en bienes y servicios, ni tampoco cambiar las reglas de juego en el país, eso quiere decir que en materia de IVA no va haber aumento del IVA a productos y servicios, que no se tocará la canasta básica familiar».
Al referirse al plan de incrementar los impuestos mediante la ampliación de la base tributaria, el presidente dijo: «las personas que hoy no pagan el impuesto de renta no van a pagarlo. Es decir, no se va ampliar la base del impuesto de renta».
El gobernante explicó que en el trabajo que haga el Ministerio de Hacienda y el Congreso también debe buscar mantener programas sociales como Ingreso Solidario y la devolución del IVA a los más vulnerables.
Igualmente espera prolongar el Programa de Apoyo al Empleo Formal (PAEF) y la educación universitaria gratuita para los estudiantes de los estratos 1, 2 y 3.
La semana pasada, en una entrevista con Efe, Duque dijo que esperaba una «discusión constructiva» en el Congreso del polémico proyecto de reforma fiscal para no dejar a su sucesor una «bomba de tiempo» en las finanzas públicas.
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2. Colombia: Duque recula
El presidente colombiano, Iván Duque, oficializó ayer su solicitud al Legislativo de que se retire el impugnado proyecto de reforma tributaria elaborado por el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, que pretendía transferir a las clases medias y medias bajas el costo de los programas sociales y de las medidas de mitigación de la pandemia de Covid-19, pero dejaba intocado el injusto sistema hacendario que prácticamente exonera de obligaciones impositivas a los oligopolios, como los que controlan las actividades extractivas y las exportaciones de azúcar y plátano.
La iniciativa recrudeció las protestas callejeras que tienen lugar en Colombia desde el año pasado, y para echar más leña al fuego, los excesos represivos dejaron saldo de 13 muertos en cuatro días de manifestaciones.
Aunque es evidente que la decisión presidencial es resultado de la presión popular, el mandatario adujo que retiraba la reforma a fin de evitar incertidumbre financiera y pidió al Congreso que elabore una nueva iniciativa por consenso, lo que obliga a preguntarse por qué su gobierno no buscó el acuerdo nacional antes de presentar una serie de medidas fiscales que generaron una ola de repudio y abusos policiales que costaron vidas y que colocaron a su presidencia en una nueva cota de impopularidad.
En tales circunstancias, lo declarado ayer por Duque resulta demasiado poco y demasiado tarde para recomponer las cosas. En lo inmediato, la exigencia social se ha redirigido a la renuncia de Carrasquilla, un neoliberal puro y duro formado en Chicago que ya había encabezado el Ministerio de Hacienda en los periodos presidenciales de Álvaro Uribe y que si bien ha estabilizado las finanzas, lo ha hecho a costa de colocar a su país como el segundo más desigual en América Latina y de elevar la deuda pública y el déficit fiscal.
Más allá de la situación de Carrasquilla, principal garante y operador de los intereses oligárquicos y corporativos, es claro que el gobierno colombiano debe comprometerse en el abandono del modelo neoliberal, el cual no sólo ha agravado la inequidad y los contrastes sociales sino que ha ido acompañado de una grave corrupción y de un dispendio injustificable en las altas esferas del poder público.
En el caso colombiano queda claro que ninguna reforma hacendaria puede resolver la crisis política si no se adopta, además, un programa creíble de austeridad gubernamental y de lucha contra la corrupción.
Más aún, el Ejecutivo debe reactivar el plan de paz firmado en la administración anterior por el ex presidente Juan Manuel Santos y los dirigentes de las disueltas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), cuya congelación por el actual gobierno ha dado lugar a nuevas masacres, asesinatos selectivos y, en general, a una reactivación de la violencia en la nación sudamericana.
En suma, si Duque quiere dejar atrás el descontento social que recorre Colombia y recuperar algo de la credibilidad que ha perdido en dos años y medio de ejercicio presidencial, debe emprender una reorientación general de los objetivos y lineamientos de gobierno.
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3. Cae la reforma tributaria: Colombia ¡Triunfo popular!
La noticia se veía llegar. En el curso de la última semana de abril desde la Casa de Gobierno se anunció, en una declaración del 27 de abril, con clara pretensión de contener el llamado a la protesta ciudadana, que se retiraban del articulado de reforma tributaria los componentes relativos al IVA del 19 por ciento para los servicios públicos, a los funerales y a las pensiones.Tres días después, una nueva concesión: no aplicar el IVA a productos y servicios, no tocar la canasta básica familiar, no aplicar el IVA a los servicios públicos.
Decisiones tomadas a la luz de un alzamiento social que a pesar de la violenta represión desatada en contra de una sociedad indignada y desarmada copaba calles y plazas de docenas de ciudades del país.
Sin embargo las concesiones parciales no bastaron para desestimular la protesta, la que seguía por todas las coordenadas nacionales con una consigna básica: retirar todo el texto de reforma tributaria de su trámite parlamentario.
Y aunque parecía que no cederían, seguramente tras álgidas contradicciones en la Casa de Gobierno -que implica, si tiene algún grado de vergüenza, la renuncia del jefe de la cartera de Hacienda-, la orden llegó el 30 de abril, cuando Duque declaró:
“Le he dado una instrucción muy clara al equipo del Ministerio de Hacienda para que dentro del trámite legislativo construya un nuevo texto con el Congreso, que recoja el consenso y que permita también nutrirse de propuestas valiosas que han presentado los partidos, que han presentado las organizaciones de la sociedad civil, que ha presentado el sector privado”.
Mientras esto ocurría las balas de la “fuerza pública” impactaban decenas de personas, en especial en Cali, pero también en otras ciudades, dejando un saldo de asesinados aún por precisar pero que hasta el día 1 de Mayo sumaban más de 10 personas, y decenas de heridos. Los detenidos, quienes sufrieron garroteras sobre sus cuerpos, las mujeres violentadas en su intimidad, las y los jóvenes que perdieron por lo menos uno de sus ojos, quienes padecieron el allanamiento de sus hogares, en fin, todas aquellas personas víctimas del autoritarismo vigente en Colombia, sumaban centenares. Una realidad desconocida por el establecimiento que en sus declaraciones sobre el desarrollo de la protesta nacional solo informaba de policías heridos por los manifestantes.
A pesar de esa realidad, a pesar de la ola de terror, la ira popular seguía en aumento, encabezada por un mar de juventud, una generación de relevo que desconfía profundamente de una institucionalidad creadora y soporte del paramilitarismo. Una Colombia otra es su sueño y aquí tienen su primer triunfo, que no es menor.
Para ellas y ellos, esas nuevas juventudes que se tomaron calles, avenidas y plazas, arriesgando su salud y vida ante el posible contagio por covid-19, la realidad es clara: “Si el pueblo marcha en pandemia es porque el gobierno es más peligroso que el virus”.
Ahora se abren las compuertas, según el gobernante, para negociar con toda la sociedad un nuevo cuerpo de reforma tributaria, y desde este lado de la sociedad, desde los/as negados/as y oprimidos/as, un aspecto fundamental tiene que alimentar esa discusión: ¡Que la crisis la paguen los ricos!
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