HOMENAJE
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“No nos encargamos de impartir conocimientos, sino de reflexionar sobre ellos con nuestros estudiantes para que se puedan utilizar en pro de la transformación social”
JONATHAN STEPHEN JIMÉNEZ PEÑUELA
Foto: Pixabay
Hoy día del maestro no puedo sacar de mi memoria la que sería la última escena del cuento La lengua de las mariposas de Manuel Rivas. Moncho, con dolor y rabia en su alma, lanza piedras con desesperación al camión donde llevan a su maestro acusado de traidor, pero no logra verlo para asestarle una. Ello sucede a pesar de que en el fondo de su corazón ese maestro acusado de criminal ha sido la persona más influyente y valiosa en su vida hasta el momento. El protagonismo del maestro recorre mi mente en medio de la pandemia que ha llevado a que nuestra labor se desarrolle a la distancia, como maestros que en muchas ocasiones, al igual que el del cuento, hemos sido acusados injustamente por diversos sectores que desconocen a la labor más humana e influyente dentro de la sociedad.
Y es que la educación se vende como una mercancía, desvinculando su valor como derecho al que deberían poder acceder todos los sectores de la sociedad sin que por ello medie la capacidad de pago. Somos una sociedad que en cabeza de sus gobernantes privilegia la guerra por encima de la educación. En Colombia, en el marco de la guerra, entre 1964 y 2016, se han perdido 179 mil millones de dólares (Prada, 2016). Considerando más de cerca esta cifra con los procesos que se llevaron a cabo en el marco del fin del conflicto, tenemos que los dos mayores rubros de inversión del Presupuesto General de la Nación 2018 en pro del PND Paz, Equidad y Educación correspondieron a: educación (37,5 billones) y defensa y policía (31,6 billones). Se esperaría que respondiendo al PND la inversión se hubiera destinado en una mayor proporción a la educación por sobre la guerra, más aun teniendo presente que desde el año 2001 las transferencias de los ingresos corrientes de la nación pasaron de ser de 46,5% a 26,7% en 2016, sustrayéndose a la educación aproximadamente 138 billones de pesos de 2017 (Ortiz, 2018).
Esta es parte de la lucha que los maestros y maestras de Colombia llevamos a cabo, y que se encuentra consignada como acuerdo del año 2017: la reforma constitucional al Sistema General de Participaciones SGP, de donde salen los recursos para salud, educación y saneamiento básico. Pero como al maestro del cuento se nos injuria por exigir los derechos en las calles, lugar que junto con las aulas se transforma en el motor vital de nuestra labor, porque no nos encargamos de impartir conocimientos, sino de reflexionar sobre ellos con nuestros estudiantes para que se puedan utilizar en pro de la transformación social.
Hoy la reflexión debe girar en torno a la pandemia y las condiciones para los trabajadores y trabajadoras del país incluidos maestros y maestras, cuando se saben condiciones adversas para el regreso a la normalidad, cuando se entiende que las condiciones de bioseguridad no se garantizan ni siquiera para el personal médico. Hay una premura por el productivismo, obsesión que caracteriza a este sistema capitalista de subjetividades que se han moldeado a su estilo, tal como lo declara Patricia Manrique en Sopa de Wuhan. Solo espero que en esta fecha no se nos injurie con las piedras de la calumnia y la sociedad nos reconozca con un fuerte: ¡Viva la lucha de los maestros y maestras de Colombia!
Fuentes
Ortiz, I. (2018). El Sistema General de Participaciones y la des-financiaciónestructural del Derecho humano a la educación. Educación y Cultura, 18-25.
Prada, D. O. (2016). Gastos de Guerra en Colombia. Bogotá: FOS- Fondo Sueco- Noruego de Cooperación con la Sociedad Civil Colombiana y de Uniciencia.
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