DOSSIER:
"Si me preguntan ¿a las calles con palos y machetes? Claro que sí, y no solo con palos y machetes, con azadones y azadas para construir soberanía alimentaria, con lápices y libros para aprender con los jóvenes y estudiantes sobre la educación, con comparsas y redoblantes llevando alegría y arte, y con la convicción de movilizar conciencias hacia los cambios y las transformaciones de una nueva sociedad".
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1. Colombia. ¿A las calles con palos y machetes?
Por Mauricio Reyes Rojas
Mucho se ha hablado del Paro Nacional del 21 de noviembre. Los medios de comunicación, políticos y hasta celebridades comentan por redes sobre este magno evento, pero, ¿por qué tanta publicidad, prensa y escándalo?
Es la primera vez que en Colombia un paro se publicita de esta manera. El puerquito valiente (Subpresidente Duque) en cada una de sus alocuciones, entrevistas y discursos habla de él. ¿Presidente por qué bombardearon a niños reclutados? El paro nacional es patrocinado por el Foro de São Paulo. ¿Presidente? De qué me hablas viejo.
Muy preocupados se ve la oligarquía, hasta grupos de autodefensas crearon en Medellín, Bogotá, Bucaramanga y otras ciudades. Con vídeos falsos y comunicados en redes atemorizan, y en radio y televisión se pavonean incitando a la violencia. Tan asustados se ven los uribistas que parecen estudiantes antiparo en la universidades públicas, patrocinados por el rector, o aquellos que en las movilizaciones gritan y gritan ¡Sin violencia, Sin violencia!
Aquellos que replican y rechazan cualquier manifestación de rebeldía, no reconocen la violencia que ejerce el Estado. Desde la masacre a nuestros pueblos ancestrales, pasando por el nacimiento de la república hasta la actualidad, esta violencia se ejerce en campos y ciudades, desplaza al campesino, somete a la trabajadora y estigmatiza y asesina al joven.
Son ejemplo de la violencia de la élite, la masacre de las Bananeras, así como la represión a campesinos e indígenas en Minga o la mutilación a nuestros estudiantes que reclaman educación digna y de calidad. Pero también es violencia el asesinato sistemático de los líderes sociales, la muerte de los colombianos a manos de las EPS y un sistema de salud precario, así como la desnutrición de nuestros niños en todo el territorio nacional, violencia que se ejerce en lo social, económico, político y cultural.
Si me preguntan ¿a las calles con palos y machetes? Claro que sí, y no solo con palos y machetes, con azadones y azadas para construir soberanía alimentaria, con lápices y libros para aprender con los jóvenes y estudiantes sobre la educación, con comparsas y redoblantes llevando alegría y arte, y con la convicción de movilizar conciencias hacia los cambios y las transformaciones de una nueva sociedad.
Fuente:
2. ¡Yo marcho!
La lista de razones por las que este ciudadano saldrá a las calles el 21 de noviembre, en el marco del paro nacional
Por: German Peña Cordoba
Foto: Vidal Romero
Yo marcho porque quiero expresar mi descontento con este desastroso gobierno, que nos devuelve deliberadamente a la guerra, pensando solo en sus mezquinos intereses políticos, de manipulación y mentira.
Yo marcho porque considero que hay que hacer tránsito del dicho al hecho, no solo criticar en las redes y no hacer presencia cuando en verdad se necesita.
Yo marcho por la muerte de más de 500 líderes sociales.
Yo marcho en contra de los infames bombardeos, calculados y sobre seguros, sin el principio de precaución y proporcionalidad, donde mueren niños.
Yo marcho en contra del regreso a la guerra, que es el único argumento que está facción de ultraderecha, que ingenuamente eligieron, tiene para sobrevivir.
Yo marcho por el incumplimiento de lo firmado, por la inseguridad jurídica que perversamente crearon para incentivar un nuevo rearme y así reconducirnos a la guerra, donde solo mueren los hijos de los pobres.
Yo marcho en contra de un modelo perverso de gobierno en cuerpo ajeno, donde el subpresidente no es autónomo, tiene jefe y actúa como una marioneta.
Yo marcho en contra de la corrupción, el empobrecimiento de las clases medias, la reforma tributaria, la reforma pensional y el paquetazo que nos tienen preparado.
Yo marcho porque por naturaleza soy contestatario y rechazo con vehemencia las injusticias. En el pasado la ultraderecha que nos gobierna apoyó el paro camionero en el anterior gobierno de Santos, que duró 2 meses. Invitaba a protestar en contra del gobierno anterior y con falacias invitó a votar berracos el superfluo plebiscito. Bueno... el 21 de noviembre vamos a marchar berracos. ¿Hoy para ellos es un pecado protestar? ¡¡Mamola!!
Yo marcho porque no me voy a dejar amilanar por la estrategia de miedo que siempre esgrimen para paralizarnos y así manejarnos como zombies.
Yo marcho porque es un deber moral y ético manifestarnos en contra del abuso continuado de un Estado ladrón y corrupto.
¡Por eso marcho!
3. Los sectores sociales menos favorecidos tenemos que apoyar la marcha del 21
"La movilización debe ser multitudinaria para sentar un precedente, además de una posición sobre lo que ocurre en el país"
Por: Octavio Cruz González
Foto: Leonel Cordero / Las2orillas
Estando ad portas de la gran marcha nacional, convocada inicialmente por los grandes sindicatos y las centrales obreras del país, pero que ha terminado siendo secundada y apoyada por los estudiantes, los artistas, la iglesia católica y muchas otras instancias de la sociedad civil, y que va a ser realizada el próximo 21 de noviembre, aunque haya estado siendo bombardeada por una enorme cantidad de falsedades y mentiras, para con ellas tratarla de torpedear, mancillar y desvirtuar; los colombianos en general debemos estar firmes, y convencidos, que en ella se están jugando muchas razones y verdades de peso, que hasta el día de hoy nos han tenido sometidos y subyugados a un sistema político descompuesto y desvergonzado, representado éste por muchos partidos y movimientos políticos, integrados éstos, a la vez y en su mayoría, por personajes de todas las calañas, que se hacen pasar por políticos consumados y dedicados, pero que todos sabemos provienen de castas políticas y de unos grupos delincuenciales camuflados de legalidad, que se han apoderado del Estado, de sus instituciones y de su erario, y de las inversiones que con él nos pueden, y nos deben, sacar del atraso social en que nos mantiene esa clase política corrupta y violenta.
Dependiendo de lo masivas y multitudinarias que sean todas las marchas, en las principales ciudades del país, así será de fuerte el mensaje de hastío, de rechazo y de reclamo que se les dará a esas clases políticas y al actual gobierno, que de manera irresponsable e injusta han venido y vienen acentuando la inequidad social y la propia violencia y corrupción, agobiando con sus malos manejos y con sus erróneas políticas a las clases trabajadores en general y a las menos favorecidas, en beneficio de los más pudientes, del sistema financiero, de los grandes industriales, comerciantes y en general de los privilegiados, repitiendo como un mantra un sartal de mentiras (desde que persiguen el bienestar social, hasta que buscan sin denuedo la generación de empleos, y de otros asuntos parecidos) cuando realmente están reforzando un esquema de explotación laboral y de menoscabo de la seguridad social de unos Estados sociales de derecho, que se habían alcanzado luego de mucho tiempo y de muchas luchas, intentando y logrando con ello reversar unos avances evolutivos de las diferentes sociedades y de los propios Estados, promovida esta arremetida por un movimiento mundial que patrocinan los grandes capitales y poderes, para desmedro de las mayorías.
De este tipo de problemas se derivan y se generan los fundamentos de las de protestas y de los movimientos sociales, amparados por la Constitución y las leyes, porque sirven de herramientas para canalizar la insatisfacción social, siendo por ello que las marchas son una necesidad pública que, aunque imperiosamente deben ser pacíficas, igualmente deben ser multitudinarias para sentar precedentes y posiciones de los sectores sociales menos favorecidos e inconformes.
4. 21N, el día de la generación sin miedo
"Todos tenemos una cita con el cambio. No hay nada más objetor y revolucionario que una mirada sin temor y una sonrisa encumbrada de esperanza"
Por: Juan Perez Trujillo
A lo largo de la historia de las luchas sociales en Colombia han sido muchas las debacles causantes de la desaparición forzosa de la sociedad civil.
La historia política en Colombia cuenta con una cronología que está ligada al uso de las violencias (Estructural, Cultural y Directa) como un mecanismo disuasorio que ha influido en el desarrollo humano de las personas que habitan esta nación. Es así como el miedo ha terminado gobernando el presente, la visión de futuro de este país, y por ende, manipulando la construcción de una memoria. Esto último un acto vital de reparación y reconciliación que permitiría la no repetición de una oscura guerra de la cual sigue siendo difícil superar.
Para el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, tiene que existir un equilibrio entre miedo y esperanza porque el miedo sin esperanza es la desesperanza. Por tanto, la esperanza sin miedo es un voluntarismo que puede ser también suicida. No obstante, De Sousa Santos piensa que estamos en una época en la que el miedo predomina sobre la esperanza.
En Colombia este miedo ha sido endógeno. Es un miedo que ha sido heredado por generaciones, cultivado por cada élite política y que ha sido impregnado en el imaginario colectivo de forma evolutiva. Más sin embargo, si hay algo que nos han mostrado las nuevas generaciones, es su capacidad para irrumpir en los procesos actuales de cambio. En este sentido, ha sido clave el permitir resignificar la transformación cultural en una filosofía de vida, que les ha permitido a los jóvenes de hoy ahondar en construir identidades abiertas, así mismo nuevas formas de diálogo, relación y cuidado.
Desde esta perspectiva, en la visión de futuro de un joven colombiano lo que antes era un desafío, hoy es una oportunidad. Para las nuevas generaciones hay una ventana global que les ha permitido imaginar nuevos horizontes, derribar múltiples murallas, replicar acciones, de hecho sus sensibilidades se han dimensionado de una forma plural, un ejemplo de ello es la militancia activa con movimientos mundiales como el feminismo y la lucha contra el cambio climático.
En la actualidad no existe una gran transformación social en la que no estén participando activamente los jóvenes. Y, Colombia no es la excepción, el movimiento estudiantil es el pulmón que todavía permite respirar a una agonizada sociedad civil. Es cierto que las nuevas generaciones tienen una herencia de miedo y desesperanza, pero a diferencia de otros tiempos, hay alternativas, hay esperanza. Sí el cambio podría resultar una utopía, para la generación sin miedo, ni siquiera es una opción, es una posibilidad real.
Por otra parte, de cara a la movilización del 21 de noviembre es preciso ahondar en la siguiente reflexión. Todos los causantes de las injusticias actuales en este territorio, tienen algo en común, y es que a la hora de luchar por sus intereses, siempre están unidos. Lo que no cuentan, es que dichas injusticias han permitido unirse aquellos que las han padecido.
Los últimos acontecimientos políticos vividos nos han llevado a reiterar que la paz y la justicia social solo puede ser gestada desde la movilización, la corresponsabilidad y la coautoría de toda la sociedad colombiana. El mejor ejercicio pasaría por trascender del escenario de espectadores objetos a sujetos de cambio que se suman a acompañar en el diálogo y la presión ciudadana. Además de ser un ejercicio coherente de ciudadanía activa, es una acción de solidaridad con nuestras nuevas generaciones.
Este jueves 21 de noviembre comienza a escribirse una nueva historia en Colombia.
Todos tenemos una cita con el cambio. No hay nada más objetor y revolucionario que una mirada sin miedo y una sonrisa encumbrada de esperanza.
Fuentes:
https://www.las2orillas.co/yo-marcho/
5. El del 21 de noviembre es un paro no una simple marcha
Gobierno de Colombia pretende minimizar el impacto del paro que se avecina.
Por Fernando Alexis Jiménez
No se trata simplemente de un asunto semántico. El gobierno nacional sabe a qué se refiere. Procura grabar en el imaginario de los colombianos, que se trata de una movilización que, en la mayoría de los casos, no dura más de tres horas.
Pretender reducir el Paro Nacional del 21 de noviembre a una simple marcha, ha sido una de las habilidosas estrategias del gobierno nacional y de los gremios que manipulan el país—entre ellos los monopolios de RCN y Caracol—, para disminuir el impacto que puede tener la jornada.
Hasta el domingo último, el presidente Duque hablaba del paro como sin duda se referían los cavernícolas al mamut cuando lo veían asomar en la distancia. Les despertaba temor y dimensionaban lo mucho que podía hacer.
Pero su estrategia cambio. Y con él, los ministros. Ahora hablan de una marcha pacífica. Y hay una enorme brecha entre una marcha y un paro. Mientras que la primera tiene un carácter transitorio, con un punto de inicio y otro de conclusión en donde generalmente los participantes se dispersan, el paro está llamado a prolongarse por varias horas o días.
No se trata simplemente de un asunto semántico. El gobierno nacional sabe a qué se refiere. Procura grabar en el imaginario de los colombianos, que se trata de una movilización que, en la mayoría de los casos, no dura más de tres horas.
A partir de allí, todo en orden y nos vamos a casa, ejercimos un derecho constitucional a la protesta y bien sea en navidad cuando los villancicos, la natilla y los buñuelos nos tengan enternecidos, o en enero, cuando no haya pasado aún el guayabo del final del año, nos aplican el “Tome pa´que lleve”. Sí, nos anuncia el paquetazo de reformas y tributario que hoy se ha empecinado en negar.
Otra de las estratagemas utilizadas, es infundirles miedo a las personas. Satanizar el 21 de noviembre, como si fuera el fin del mundo y fuera necesario dejar el testamento firmado antes de salir de casa. El miedo es una herramienta para echar por tierra todo.
Insistir en el tema de los encapuchados, tiene el mismo efecto que se producía en los niños de pueblo cuando llegaba un circo y al ver a los saltimbanquis recorriendo las calles al ritmo de tambores, se escondían detrás de las faldas de sus madres por temor a que les ocurriera algo. Igual el presidente Duque, al advertir sobre supuestas infiltraciones de terroristas y la eventualidad de declarar un toque de queda. En otras palabras, divide con el temor, y reinarás.
Así las cosas, no podemos dejarnos arrastrar por el miedo como si el 21 de noviembre se produjera el acabose ni tampoco, seguirle el juego al presidente cuando pretende circunscribir todo a una simple marcha. Paro es paro y en esa dirección debemos movernos.
Los capuchos, a los que se refieren con tanta insistencia, quizá ni salgan, pero ya el gobierno habrá logrado su propósito: que les tengan pavor en lugar de confrontarlos para que no causen hechos vandálicos.
Nuestra voz no puede dejar de escucharse. Es ahora o nunca. Es por nosotros, por nuestros hijos y por los nietos. Para que tengan derecho a la jubilación, para que no se termine el régimen de prima media, para que no acaben con Colpensiones, para que no hagan una reforma laboral ni pensional y para poner freno a la reforma tributaria regresiva que ha puesto a declarar renta hasta a quienes se rebuscan vendiendo cigarrillos y dulces en una chaza, en un lugar concurrido.
La decisión de hacer notar que estamos berracos con tanta injusticia, está en nuestras manos. Usted y yo no vamos a voltear a Colombia patas arriba, porque esa no es la idea, pero quedarnos callados, tampoco es el camino. ¿Cuál será su decisión?
Por Fernando Alexis Jiménez | @misnotasdeldia
Blog del autor www.cronicasparalapaz.wordpress.com
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