El paro nacional del 21 de noviembre
Pedro Santana Rodríguez
Las centrales sindicales, los movimientos estudiantiles, la minga indígena, organizaciones agrarias, la Federación Colombiana de Educadores, FECODE, así como organizaciones afros han convocado para este próximo jueves 21 de noviembre un paro nacional y en ese contexto a una movilización nacional contra lo que los organizadores han denominado el “paquetazo de Duque” para referirse a las propuestas de reforma laboral, reforma al régimen de pensiones y el asesinato de líderes y lideresas sociales que ya suman más de 730 desde la firma de los acuerdos de paz entre el Estado Colombiano y la insurgencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, suscritos desde el 24 de noviembre de 2016. También han sido asesinados 169 excombatientes de las FARC desde la firma de los acuerdos de paz.
En una situación caracterizada por un gobierno con los más bajos índices de popularidad, de acuerdo con la última encuesta de Invamer Gallup la aprobación del gobierno de Duque cuenta apenas con un respaldo del 26% y una desaprobación del 69%. Un gobierno que se sostiene en una coalición minoritaria en el Congreso de la República con un gabinete en donde hay una sobre representación de los gremios empresariales y el respaldo del Centro Democrático partido del expresidente Uribe en el cual milita el presidente Duque, con el respaldo del partido Conservador y de los grupos cristianos agrupados en el MIRA y Colombia Justa y libres, no ha logrado un respaldo mayoritario en el Congreso de la República.
Múltiples son los motivos existentes para protestar. Desde los años noventa del siglo XX el modelo económico que se implementó en Colombia fue el neoliberalismo como en el resto de América Latina. Se abrió la economía y como consecuencia se destruyó una parte muy importante del aparato productivo industrial, se privilegió el sector agro exportador y la gran hacienda en detrimento de las economías campesinas que no han sido respaldadas por el Estado como tampoco a la pequeña y mediana empresa. Pese a ello la economía campesina es la que provee cerca del 70% de los alimentos que llegan a la mesa de los colombianos así como la mayor parte del empleo lo proveen las pequeñas y medianas empresas que como ya se indicó no cuentan con políticas públicas de fomento y estímulo para su desarrollo.
Como resultado de la aplicación del modelo neoliberal se reprimarizó la economía siendo el sector minero exportador el sector privilegiado y el sector financiero el que domina la economía. Los perdedores con la aplicación del modelo como en el resto del mundo y en América Latina en particular fueron los trabajadores con las reformas que llevaron a la pérdida de participación de salarios en el conjunto de la economía, la precarización laboral con las llamadas leyes de flexibilización laboral, así como la privatización con ánimo mercantil de la seguridad social y de la salud.
En Colombia se mantiene un sistema dual en materia de pensiones pues ha habido una resistencia de los movimientos sociales y de los trabajadores que ha dado lugar a la existencia de un sistema pensional de prima media basado en la solidaridad intergeneracional que es el que mantiene a la mayor parte de los pensionados que compite con los fondos privados de ahorro individual que pensionan en condiciones muy precarias a un bajo número de personas. En el sistema de ahorro individual copiado en Colombia del fracasado modelo pensional chileno hay una superconcentración: dos fondos privados dominan con el 85% de los afiliados y su sueño es el establecimiento de un solo sistema basado en el ahorro individual que es el proyecto que busca abrirse paso como la propuesta de Duque que choca con la oposición del movimiento de los trabajadores y que por cuenta de la crisis del modelo en Chile tiene múltiples oposiciones y es uno de los motivos centrales del paro convocado para este 21 de noviembre.
La precarización laboral ha tenido como actor privilegiado al expresidente Álvaro Uribe Vélez quien fue el ponente de las reformas laborales que precarización los salarios y el empleo así como de la privatización de la salud y la seguridad social en el país. Durante su gobierno se profundizaron estas reformas. Por un mal cálculo y sin la presencia de la formidable revuelta popular chilena de las últimas tres semanas, Uribe radicó el 2 de octubre un proyecto de reforma laboral que busca precarizar aún más las condiciones laborales estableciendo la contratación por horas y la cotización a la salud y a las pensiones también por esas horas de trabajo así como el establecimiento de diferentes salarios mínimos regionales. El proyecto radicado en el Congreso son la prueba del paquetazo de Duque así como la publicación de los contenidos de la reforma pensional filtrados por el diario económico Portafolio en la que se tendría como objetivo central el desmonte del sistema de prima media, el marchitamiento de Colpensiones y el establecimiento de un sistema único a la chilena de ahorro individual. Esta filtración fue la que promovió la concertación de las centrales sindicales y de los movimientos populares y dio aliento a la protesta ciudadana y al paro nacional.
En medio de la convocatoria y quizás también por las protestas en Ecuador y Chile el gobierno en la última semana por boca del propio presidente Duque ha salido a señalar que el gobierno no pretende desmontar el sistema de prima media ni liquidar la agencia estatal de pensiones, Colpensiones, como tampoco pretende que los jóvenes hasta los 29 años sean contratados con el 75% del salario mínimo. Ha llamado al diálogo y ha señalado que las propuestas en materia laboral y de pensiones deben ser concertadas y discutidas en la Comisión de Concertación Laboral, mecanismo constitucional existente. El problema es que Duque tiene muy poca credibilidad en el mundo de las organizaciones sociales y de los sectores populares y el paro proyectado sigue adelante.
Uribe desde el Centro Democrático ha preferido ir de frente contra la protesta y ha señalado que los responsables de la misma son los movimientos anarquistas violentos agrupados en el Foro de Sao Paulo que tendrían como propósito la desestabilización del gobierno de Duque. Al mismo tiempo y reproducido en sus redes sociales se publicó un video en que un encapuchado llama a la protesta del 21 de noviembre y señala que ese día se atacarán en distintas ciudades del país los medios masivos de transporte como el metro de Medellín, el sistema trasmilenio en Bogotá así como otros bienes públicos. La estrategia es clara sembrar el miedo y el terror para que la gente no se movilice y preparar la intervención violenta de la fuerza pública en contra de los manifestantes. Uribe llama a la judicialización de la protesta y a la represión a la misma.
El pulso con las medidas que buscan profundizar el modelo neoliberal se traslada ahora del Congreso de la República a las calles y a los centros de producción así como a las zonas indígenas y agrarias. De su fuerza y contundencia dependerá el futuro de las reformas propuestas y aconsejadas por el Fondo Monetario Internacional y por la OCDE. Los organizadores han llamado a una protesta pacífica. Esperamos que así sea y que las infiltraciones de los violentos sean aisladas por los propios manifestantes. Hay motivos suficientes para salir y respaldar el paro nacional.
Bogotá, 14 de noviembre de 2019
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-Pedro Santana Rodríguez es director de la Revista Sur (Colombia)
Fuente:
https://www.alainet.org/es/articulo/203245
Fuente:
https://www.contagioradio.com/21-de-noviembre-por-la-dignidad/
2. 21 de noviembre: por la dignidad
Si el mundo cambia o no cambia con una marcha, es la pregunta que el fatalista quiere poner, como piedra en el zapato, al ímpetu que exhala la dignidad golpeada.
Johan Mendoza Torres
Si el mundo cambia o no cambia con una marcha, es la pregunta que el fatalista quiere poner, como piedra en el zapato, al ímpetu que exhala la dignidad golpeada.
Si la existencia parece un castigo y una culpa, en muchas ocasiones también es acción. Por ahora, no es momento de responder a esa pregunta; los necios que insisten en ver lo inútil de una marcha, siempre siembran una necedad con mucho espíritu: es decir una maldición.
Cosas graves, difíciles y trágicas ocurren en Colombia.
Millones de personas convivimos en medio de un sincretismo perverso entre diversión, barbarie, presión, civilismo, descanso e insomnio. Un cóctel que ha dejado tendidos en la moqueta depresiva a muchos colombianos.
Cierto es que desde un ataúd de cristal nos mira la vida acribillada pero no destruida. Cierto es que sentimos una fatiga terminal, esa fatiga que tiene el pueblo colombiano frente a la ola de asesinatos, y sobre todo frente a las reacciones del gobierno, de sus escuderos más rabiosos y de sus escuderos más terriblemente tibios.
¿Por qué fingir una buena conciencia cuando en realidad no se siente en lo más mínimo lo que está pasando en Colombia? ¿por qué no aceptan algunos personajes que les importa nada la muerte de nuestros hermanos colombianos y con eso nos permitirían no odiarlos, sino amarlos en todo el esplendor de nuestras enemistades? ¿por qué engañan si no sienten nada?
En Colombia los días han estado turbulentos y las noches calladas. Balas ruidosas y palabras silenciosas han traído tempestades, pues por todo el país, luego de almorzar y bailar, la gente ha tenido un espacio para consumarse en la determinación. No queremos este gobierno, no así. Y no es nada personal, es el todo que hoy somos como sociedad, lo que convoca esta tempestad.
Marchar sí sirve. Toda Latinoamérica lo sigue demostrando. Porque cuando se marcha, las agendas públicas se transforman, a las agendas mediáticas les queda muy berraco taparlo todo y por eso sirve, porque las demandas se escuchan, porque nos damos cuenta de que no éramos los únicos quienes las pensábamos.
No importa que no estemos maduros para hacer reales nuestros sueños maduros, pero hay que saber que la compañía de los pies sobre las calles rescata a las almas que claman dignidad desde las soledades más injustas.
El plomo narco-paramilitar en asocio con sectores de la institucionalidad, con la permisividad del gobierno y con las suaves palabras de los tibios contra los responsables, se han metido en la sangre de nuestra sociedad. Ese plomo pesa, ¡carajo si pesa! pero no tanto como las ideas que nos negamos a abandonar, no por necios, sino porque las ideas que emergen cuando observamos la barbarie que acontece hoy en Colombia, son guiadas por la musa de todas nuestras luchas: la dignidad.
Claramente el 21 de noviembre es solo una fecha, una gran fecha porque más que definir si será violenta o pacífica, sería justo asegurar que será masiva, pues al final, millones de pies sobre las calles, dicen más que de la paz y de la guerra juntas.
El 21 de noviembre no ha llegado la hora de nuestra última lucha; una marcha es una marcha, calienta los cuerpos y las almas, provoca el rechazo de quien no logra verse entre la multitud por miedo a perder sus privilegios, pero no es nuestra última lucha porque la barbarie está enquistada. El 21 de noviembre es solo el primero de mil pasos.
Hoy estamos aferrados a las lágrimas como Elmiro se aferró a Dorilla, tantos asesinatos hacen mella, y no es para menos. Pero también estamos soñando con que algún día pasemos del vasallaje a la finalidad de toda nuestra lucha. Como dijo el sabio, si en algún momento permitimos que se convirtiera al lobo en un perro, y a los humanos en el mejor animal doméstico, entonces es necesario que el lobo vuelva al bosque y los humanos a luchar por ser humanos.
El 21 de noviembre no perseguimos una bandera. Somos los indignados contra la barbarie que quiere arruinar la vida misma, la educación, la salud, las pensiones, entre otras cosas. Los que caminamos por las calles y carreteras, sabemos que nos amamos aun en este invierno de las muertes desapercibidas. Por eso escribimos, nos organizamos en el día en y en la noche, para no dejar tan solas a las dignidades ni a su madre poderosa y justa llamada dignidad.
El 21 de noviembre es el día en que nos amaremos entre vivos y muertos
por eso pisaremos las calles, negando la actitud de convencer, sin antes emitir un mensaje claro con nuestros cuerpos callados, cansados de tanta barbarie, pero no vencidos. Que no se confundan; el silencio jamás será callar. La lucha no solo es marchar. La violencia por sí sola y el pacifismo por sí solo se parecen en algo… avanzan con vendas en los ojos por caminos donde hay espinas, pero pocas rosas.
El pacifismo solitario, ese que no está dispuesto a arriesgar el cuerpo, es la doctrina escrita para animales domésticos. La violencia solitaria es la doctrina del más necio individualismo… si tan solo fuéramos muy salvajes y solidarios como para organizarnos, entonces la violencia y el pacifismo, se convertirían en el elogio de nuestra capacidad, y ambas harían el amor en un pedestal llamado: humanidad.
El 21 de noviembre, quienes tienen el poder, no solo económico sino moral de este país, afilarán sus lenguas, sus notas periodísticas, sus discursos judicializantes y sus pendejadas. ¿Por qué nos odian salvajes? ¿por qué nos aman domésticos? ¿De qué sirve alimentar la farsa que sustenta las tesis de quienes tienen tan jodida a Colombia? este gobierno, merece caer.
Y bueno, las gentes que se presentan tibias, de medias tintas siempre corroen a todo el conjunto. Maquillan discursos para hacer olvidar cosas tan grandes como la dignidad. Tibios se dibujarán inmaculados, pero con color rojo este 21 de noviembre, seguirán produciendo náuseas con sus doctrinas de la resignación y mucho asco seguirán dando sus cátedras donde enseñan a querer las cosas medias.
El 21 de noviembre saldremos con determinación a solicitar dignamente la renuncia del presidente de la república y una convocatoria inmediata a elecciones.
Mientras eso no ocurra, nuestra patria será el estado de lucha permanente. Lucharemos en las calles, en los salones, en las conversaciones más superficiales y en las mas profundas, durante las comidas y hasta en nuestros sueños. Lucharemos en los días y en las noches. Nuestra pacha mama será la dignidad, porque sin ella nada fluye hacia el ser humano.
El 21 de noviembre nos detestarán silenciosos, nos detestarán salvajes; pero están preocupados porque ya supimos que las palabras más racionales a veces hacen trizas las cosas. El 21 de noviembre estamos obligados a sentir. El 21 de noviembre no estamos obligados a justificar o demostrar una protesta nacional. No. Que se bajen de esa nube los que les gusta investigarlo todo, explicarlo todo; recuerden que cavar y cavar les termina dañando las manos que también sirven para acariciar.
Con tristeza escribo que antes y después del 21 de noviembre, existe un martirio reservado que contienen las víctimas que aún hoy no son víctimas. Por eso marchemos por la dignidad. Luego de que dimita el gobierno, haremos una gran constituyente donde la razón y los pueblos se mezclarán en la más famosa de todas nuestras concordias.
Pero por ahora el 21 de noviembre no es una jornada de carnaval, no es una jornada de celebración, pues todo tiene su espacio, esta marcha, para que lo sepan bien los omnicontentos, es de indignación. No quiere violencia. No pretende eso, no opacarán con noticias falsas un sentimiento que recorre todo el país. Estamos cansados de la forma como se conduce todo el Colombia. Por eso, es probable que la violencia la comience el gobierno cuando se vea acorralado por tanta, pero tanta gente, que tendrá la esperanza de poner su cuerpo en las calles del país.
Sí, la barbarie aumenta no solo en el Cauca; pero por eso, no marchamos para celebrar ¿por qué nos niegan la rabia si nosotros ya nos saciamos de llorar? ¿quién inventa la testaruda mentira de que estar indignado es odiar? No mientan ¿por qué nos roban los deseos de anhelar con rabia la dignidad? … seguro estoy de que en el funeral de un familiar del youtuber de 40, sería de muy mal gusto llegar a bailar reggaetón en medio de sus lágrimas ¿entonces? ¿por qué unas intimidades se respetan y otras son vituperadas o resignificadas sin pedirnos permiso? ¿a quiénes le conviene convertir una tragedia colectiva en celebración? ¿A quiénes colombianos, a quiénes?
El 21 se acerca, es tan solo una fecha, pero una fecha que quiere vivir en la memoria de este país, como aquella ocasión en que tuvo lugar la protesta más grande de nuestra historia; aquella ocasión en que, de la mano de la dignidad, solicitamos la renuncia de un gobierno que incendió el país… eso fue durante un noviembre del año 19… ¿lo recuerdas?
Fuente:
https://www.contagioradio.com/21-de-noviembre-por-la-dignidad/
3. Sobre la propaganda sucia contra el Paro Nacional
El Paro programado para el próximo 21 de noviembre ha convocado a varios sectores de todo el país que se manifestarán en contra del gobierno del actual presidente Iván Duque. Desde su anuncio, han habido múltiples detractores de la movilización, así como han proliferado las mentiras que circulan para desestimar el Paro Nacional que cada vez agarra más fuerza.
El desgobierno es evidente en Colombia. A las preocupantes cifras de desempleo, que en diciembre alcanzó el 10,2%, así como el poco crecimiento económico y la devaluación de la moneda nacional, se han sumado escándalos como el reciente bombardeo en San Vicente del Cagúan, que le costó el puesto al ex ministro de defensa Guillermo Botero.
El paro ha recibido apoyo de universitarios, sectores sindicales, movimientos políticos, organizaciones sociales, indígenas, campesinas, barras de fútbol, entre. La movilización, que se espera sea masiva, ha sido atacada por el presidente, el partido de gobierno y allegados políticos pertenecientes al uribismo en general. Así, han habido varias declaraciones públicas para desestimar el paro, asociándolo con complots internacionales, y en ese sentido, han circulado numerosas noticias falsas por quiénes afirman que no participarán de la movilización.
Esta situación resulta paradójica, pues fue el mismo uribismo, amparado en la comprensión de la movilización como derecho constitucionalmente protegido, quienes invitaron en el pasado a movilizarse en contra del expresidente Juan Manuel Santos y su supuesta intención de «entregar el país a las Farc». El paro que se avecina no tiene estatus de ilegalidad, ni mucho menos tiene el objetivo de desestabilizar un país que de por sí ya está conmocionado por el desgobierno de un presidente ausente e impopular. De esto te hablamos viejo.
Uno de los argumentos más repetitivos aducen a un complot organizado por el ‘Foro de Sao Pablo’, que hacen referencia a una reunión anual que realizan los partidos políticos cercanos a la izquierda (en sus diferentes matices). Sin embargo, argumentar su supuesta responsabilidad intelectual no hace más que reencauchar el lugar común del “castrochavismo” que ha resultado tan rentable política y electoralmente.
Responsabilizar a este encuentro internacional, oculta la real intervención que realizan organismos internacionales como la OCDE o el FMI; estos coinciden en las políticas de flexibilización laboral, privatización de servicios básicos y la reducción de impuestos para las multinacionales, con el fin de impulsar el crecimiento económico a costa de los derechos vitales de los ciudadanos. Estas políticas, de hecho, han sido plasmadas en reformas laborales y pensionales que ya ha anunciado el gobierno de Duque.
En este panorama, las fake news toman de nuevo un papel protagónico en la disputa política por el Paro Nacional en ciernes. Así, resalta un video retwitteado por Álvaro Uribe, en el que un presunto manifestante declara las supuestas acciones que se llevarán a cabo en el 21 de noviembre y menciona, entre otras cosas, la confrontación directa y violenta contra la fuerza pública. El video, a todas luces falso, empezó a ser compartido por seguidores del uribismo, sin especificar el origen ni la autoría.
En este sentido, es necesario cuestionar los discursos mediáticos de quienes están en el poder y que, desde ya, temen a la reacción colectiva de las ciudadanías informadas que se manifestarán este 21 de noviembre en contra del desgobierno, los incumplimientos a los sectores, los ataques constantes a las comunidades, y a las reformas venideras.
CI JA/ND/13/11/19/13:00
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