DOSSIER:
"Ojalá los venezolanos encuentren la manera de neutralizar esta amenaza inminente, que no distinguirá entre partidos o ideologías, antes de que sea tarde".
Guerra en Venezuela: ¿la sorpresa de octubre?
José Negrón Valera
El discurso del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas fue un duro golpe para la soberbia de Estados Unidos y sus socios estratégicos en el mundo. Menos de 24 horas después, Washington ha decidido desatar los demonios en contra de la nación suramericana.
Primera parte: de la antesala al conflicto
Durante las primeras horas de la tarde, se ha filtrado a la opinión pública internacional un radiograma, atribuido al Comando General de las Fuerzas Militares de Colombia, donde se ordena "acuartelar" todas las unidades castrenses de ese país. Una acción que no parece traer buenos augurios.
© FOTO : JOSÉ NEGRÓN VALERA
Un radiograma, atribuido al Comando General de las Fuerzas Militares de Colombia
En paralelo y con una sincronía demasiado sospechosa, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprueba una resolución que insta a Venezuela a "permitir la entrada de ayuda humanitaria".
Ambas acciones fueron precedidas por las declaraciones del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, quien alertaba que Nicolás Maduro "había movido tropas militares a la frontera de Colombia", en lo que califica como "un obvio intento de intimidación".
Con estas declaraciones, Mike Pence convirtió una legítima y defensiva maniobra militar venezolana en la excusa perfecta para elevar el nivel de amenaza de Colombia y empujarlos al borde de una guerra con Venezuela.
La verdadera razón por la que Estados Unidos le teme al despliegue de la llamada Operación Estratégica Defensiva, ordenada por el presidente Nicolás Maduro, es que lucha contra los delitos transfronterizos y cohesiona a la nación venezolana con sus aliados globales, como es el caso de China. No esperaban que el Gobierno venezolano blindara con tanta velocidad el flanco más susceptible de ataque.
Hace algunas semanas, el jefe de gabinete de Barack Obama, Rahm Emanuel advertíaque Trump usaría una acción militar en Venezuela para "obtener beneficios políticos" en las elecciones internas que se desarrollarían próximamente en Estados Unidos.
Uno de los mayores beneficiarios sería el radical promotor belicista Marco Rubio, senador del estado de la Florida, quien cuenta con amplias conexiones en Colombia, en especial, con el expresidente Álvaro Uribe Vélez.
© REUTERS / MIRAFLORES PALACE
El día del cierre de los discursos de la Asamblea General de la ONU, el medio neogranadino Caracol Radio 'confirmó' que Trump se reuniría con Nicolás Maduro en Nueva York. Lo que resultaba una muy mala noticia para los intereses de políticos como Rubio.
No es descartable que la virulencia con la que se activaron las corporaciones mediáticas en Bogotá y Miami para generar matrices negativas en contra de la posible reunión, hubiesen sido ordenadas por el binomio Rubio-Uribe para boicotear cualquier acercamiento entre Washington y Caracas.
Segunda parte: del posible conflicto
Con una oposición política inexistente al interior de Venezuela y el temor de que una acción bélica pueda convertirse en un callejón sin salida, Estados Unidos tiene dos cosas bastante claras: la primera de ellas, es que necesita fracturar la unidad de la Fuerza Armada para poder garantizar la gobernabilidad del país. En segunda instancia, que no intervendrá directamente sino que utilizará a Colombia para el desarrollo de la violencia.
EEUU no desea que un posible conflicto con Venezuela sea visto como una guerra imperialista que genere rechazo mundial. Prefiere convertirlo en una disputa entre vecinos. Darle una dimensión local y generar un cerco mediático y militar mientras duren las operaciones militares.
© AFP 2018 / LUIS ROBAYO
Por otro lado, es importante acotar que la estrategia va a estar dirigida no a una victoria bélica propiamente dicha. Estados Unidos sabe que Colombia no tiene la fortaleza armamentística de Venezuela. Para ello, tendría que intervenir la OTAN y eso tropieza con la condición que describimos en el párrafo anterior. Por tanto, se pretende ejercer acciones puntuales, usando las fuerzas de operaciones especiales de Colombia, entrenadas por los comandos norteamericanos, en articulación con los grupos paramilitares que actúan en la frontera colombiana.
Sin embargo, la agresión se realizaría para provocar el efecto psicológico de quiebre al interior de la Fuerza Armada venezolana y también para generar presión política sobre el Gobierno de Nicolás Maduro.
El Pentágono y en la Casa de Nariño están conscientes de que el desarrollo de un conflicto con Venezuela provocará que los miles de colombianos que se atienden en los hospitales públicos venezolanos, así como los cientos que cruzan la frontera para estudiar en universidades venezolanas y comprar comida a precios más bajos que en los automercados de su país generen un problema humanitario para Colombia. Por lo que precisarían una maniobra que no se extienda en el tiempo.
En este punto, sería interesante evaluar la siguiente hipótesis:
¿Qué pasaría si la agresión del lado colombiano no fuese sino una simple distracción para el verdadero objetivo militar?
© AP PHOTO / FERNANDO LLANO
Imaginemos que mientras las fuerzas militares y la atención política venezolana desplazan su atención hacia los más de 2.000 kilómetros de frontera con Colombia, los aliados militares de Estados Unidos intentan a través del Delta del Orinoco y la Amazonía venezolana controlar el estado Bolívar y con ello las centrales generadoras del 70% de la electricidad del país.
Sería este un botín de primer orden, pues forzaría a una negociación con el Gobierno venezolano. Además, de que en un escenario de pesadilla como este, posiblemente Guyana en alianza con las grandes transnacionales petroleras aprovecharía para avanzar ilegalmente sobre el Esequibo.
© FOTO : JOSÉ NEGRÓN VALERA. Mapa de Venezuela
Es una tesis de 'divide y vencerás' muy cónsona con la propuesta de balcanización que desde los más importantes tanques de pensamiento estadounidenses se ha planteado como la nueva estrategia de control sociopolítico del futuro. Las protestas violentas de los años 2014 y 2017 en Venezuela fueron un globo de ensayo para probar el éxito de tal estrategia. Así que ya cuentan con un precedente.
En cualquier caso, se evalúa la situación minuto a minuto y tenemos aún que sumar a este complejo panorama el papel que jugaría la guerrilla colombiana, específicamente el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y la nueva disidencia de las FARC en un posible conflicto.
Por los momentos, la mejor defensa que tiene Venezuela ante los deseos guerrerista de Washington y Bogotá se encuentra en su doctrina militar y en que los analistas de inteligencia de EEUU y la OTAN, tras bambalinas y fuera de los fuegos artificiales que generan las redes sociales, saben que una acción militar contra la nación venezolana sería poner la alfombra roja para que Rusia y China tomen la iniciativa en el continente suramericano y le dieran la vuelta al tablero geopolítico de una buena vez.
Fuente: https://mundo.sputniknews.com/firmas/201809281082329577-habra-guerra-en-venezuela/
Agresión militar contra Venezuela está planificada antes de las elecciones de medio término de EEUU
Juan Martorano
Muchos son los temas y la dinámica de los acontecimientos me obligan a pronunciarme sobre tan espinoso tema. Señalé en mi anterior artículo que tocaría el tema sobre la marcha protagonizada por trabajadores y trabajadoras de Sidor, CVG Alcasa y otras empresas básicas de Guayana, en una lucha en contra del burocratismo, la corrupción y la conculcación de derechos laborales y mejoras salariales. Sin embargo, la contradicción principal nuestra con el imperialismo, obliga a posponer temporalmente el tratamiento de ese tema.
Luego de la extraordinaria movida política que algunos sugeríamos realizar al Presidente Nicolás Maduro (y el cual tomó en cuenta y ejecutó) además de pronunciar uno de los mejores discursos que le hayamos escuchado, y uno de los mejores que se hayan dado en el marco del 73 período de sesiones de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), los aires guerreristas de los halcones de Estados Unidos, se han exacerbado y alebrestado.
Nicolás Maduro ha hecho lo que esperábamos de él en el marco de la actual coyuntura. Acudió valientemente a Naciones Unidas y dejó el nombre de Venezuela en alto. Asimismo, acudió a unos eventos con comunidades en la ciudad de Nueva York, desafiando la supuesta orden de captura internacional que la ex Fiscal Luisa Ortega Díaz y el grupo de abogados en el exilio y que pretenden usurpar funciones de magistrados del Tribunal Supremo de Justicia promovieron. La presentación del presidente Maduro en Naciones Unidas, echó por tierra y pulverizó la “legitimidad” de estas instancias para estatales.
Maduro con su presencia en Naciones Unidas, precedidas de una exitosa visita de Estado a la República Popular China, donde ratificó su alianza con el gigante asiático, y previa a su alocución ante el máximo foro internacional, sostuvo un importantísimo encuentro con el canciller ruso, Serguei Lavrov, escaló y constituyo un verdadero aldabonazo a la terrible crisis que afronta la administración Trump, la cual estaremos comentando un poco más adelante.
Indudablemente, y eso seguramente está en los cálculos del Primer Mandatario venezolano, su intervención ante Naciones Unidas, generarían la previsible reacción por parte del gobierno estadounidense, de aumentar las amenazas hacia la estabilidad democrática venezolana. Pasamos a describir algunos posibles acontecimientos que sostienen esta afirmación.
El imperialismo ha mostrado su crisis y verdadero desespero, ante lo que en varios artículos y varios analistas hemos venido sosteniendo, sobre la nueva oleada de gobiernos progresistas y revolucionarios que se avizoran en el horizonte suramericano y caribeño. De ahí la persecución de líderes de la talla de Lula Da Silva, Cristina Fernández de Kirchner, Rafael Correa y otros tantos, con el fin de cerrarles el camino y mantener la hegemonía de gobiernos serviles a los intereses de Estados Unidos.
De ahí, que habrá una primera prueba de fuego, con la primera vuelta de las elecciones presidenciales, legislativas y regionales a escenificarse en Brasil el próximo 7 de octubre de 2018 (casualmente cuando en Venezuela recordemos los seis años del último triunfo electoral en vida del Comandante Hugo Chávez). Y pese a la argucia jurídica de las más altas instancias jurisdiccionales de Brasil, que inhabilitaron la candidatura de Lula, Fernando Haddad, sustituto de Da Silva y abanderado del Partido de los Trabajadores y de la izquierda brasilera, ha venido remontando la cuesta y cerrando la brecha con respecto al candidato de la derecha, Jair Bolsonaro, hasta el punto de que lo dan triunfador en una segunda vuelta a escenificarse el 28 de octubre, representaría, a mi juicio, el inicio del cambio de la correlación de fuerzas de gobiernos en el continente, desfavorable para los intereses de Estados Unidos y favorable para los intereses de la República Bolivariana de Venezuela.
Igualmente, pudimos observar como luego del extraordinario discurso de Maduro ante Naciones Unidas, dicha intervención trató de ser minimizada por la aprobación de una resolución por parte de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, que contribuye a legitimar el relato de la justificación de una intervención militar internacional de tipo “humanitario” sobre Venezuela. Veintitrés países votaron a favor de esa resolución, 17 se abstuvieron y 7 votaron negativamente la misma.
Si bien es cierto que la aprobación y votación de dicha resolución ha sido utilizada como parte de la campaña mediática internacional para legitimar la intervención e injerencia sobre Venezuela; dentro de la legalidad internacional no tiene efectos prácticos sobre la situación que afronta el país, ya que la misma debió haber sido aprobada y votada por 47 países que integran la Comisión, y la aprobaron 23 como ya lo señalé. Es decir, un caso muy similar a las votaciones que se han promovido desde la Organización de Estados Americanos (OEA) y su Secretario General, Luis Almagro, para aplicarnos la Carta Interamericana Democrática (CID) y pese a que la votación de gobiernos en esa instancia nos ha resultado desfavorable, no reúne el quorum mínimo para que la misma sea aplicada. Lo mismo ocurre con esta resolución que citamos.
Pero lo que si debe encender las alertas y alarmas es el radiograma firmado por el teniente coronel de la Fuerza Aérea colombiana, Juan David Chacón Rodríguez, Comandante de la Fuerza de Batería CCCFA de fecha 26 de septiembre de 2018, es decir, de hace tres días para el momento en que escribimos estas líneas, donde se ordena el acuartelamiento de tropas y unidades de las Fuerzas Armadas en el corredor fronterizo colombo- venezolano.
Simultáneamente a estas acciones, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence justificaba esta acción de los componentes armados neogranadinos, ante la supuesta movilización de tropas ordenada por el Presidente Nicolás Maduro, para salvaguardar nuestra frontera.
Asimismo, y cabe destacar dentro de lo que es el frente internacional, que el próximo 18 de noviembre de 2018, en el tribunal internacional de La Haya, le corresponde a la República Cooperativa de Guyana presentar su “memoria”, que no son más que los alegatos sobre los que sustenta su reclamación del territorio Esquivo, el cual disputa con Venezuela. Dicho tema formará parte de la denominada “Estrategia de Tenaza”, y parte de la generación de eventos fronterizos de países vecinos con Venezuela, como forma de legitimar una eventual intervención militar de carácter humanitario sobre Venezuela.
Igualmente, cabe destacar la reunión del G-20 a realizarse en Buenos Aires (Argentina) los días 30 de noviembre y 1 de diciembre de 2018, donde acudiría a dicha reunión el presidente estadounidense Donald Trump. Una vez que finalice su participación en dicho foro internacional, el mandatario estadounidense visitará Colombia. Dicha visita de Estado había sido pospuesta en marzo de 2017, debido al ataque realizado por Estados Unidos a Siria en ese mes. Indudablemente que uno de los temas a tratar por Trump con el presidente colombiano Iván Duque es el tema de Venezuela y de cómo continuar generando las condiciones para un “falso positivo”, que legitime una eventual acción militar en contra del país suramericano.
En lo que concierne al frente interno en el país, el retorno a clases a partir del 01 de octubre de 2018 de estudiantes de educación media y diversificada, aunado a la activación de ciertos gremios laborales y sindicales, aprovechándose las situaciones presentadas con beneficios salariales y contractuales, pretenderán activar y desarrollar un posible accionar subversivo bajo la modalidad de protestas, como parte de la estrategia articulada con actores internacionales, a fin de legitimar la injerencia e intervención sobre el país.
Asimismo, no podemos perder de vista la próxima campaña electoral y la realización de los comicios para elegir a los y las integrantes de las 335 cámaras municipales en Venezuela el próximo 9 de diciembre de 2018. Tal y como lo ha advertido en innumerables oportunidades la economista Pascualina Curcio, esto evidentemente se traduciría en escalamiento del acaparamiento, especulación, escasez inducida, con el fin de incrementar los niveles de abstención y deslegitimar el proceso electoral, con el fin de aumentar las presiones internacionales sobre Venezuela.
Pero, hay un escenario que he planteado en anteriores artículos, y que ya en algunos medios de comunicación y actores políticos vinculados con sectores de oposición han venido proyectando, y es que ante la posibilidad de que los comicios municipales de diciembre no despierten el entusiasmo y la participación que se espera, se decida la realización del referendo aprobatorio de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, con el blindaje y mejoras que le realiza la Asamblea Nacional Constituyente, para la misma fecha de las elecciones de concejales y concejalas. Este escenario, sin duda, plantea la polarización del debate político en el país, lo que representaría un proceso de rearticulación y reorganización de las fuerzas opositoras. A su vez, habría un escalamiento en la actual Guerra Económica (acaparamiento, especulación, escasez inducida, hiperinflación) con el fin de minar la confianza en el proyecto bolivariano, y lograr tal y como ocurrió en el 2007, derrotar a las organizaciones afines al proyecto político promovido por el Gobierno Nacional en la propuesta de reforma constitucional promovido por el Comandante Chávez en ese año, dándole, además, un carácter plebiscitario de este referendo con respecto a los resultados de los comicios legislativos y presidenciales realizados el 20 de mayo de 2018. En caso de que la coalición política del Frente Amplio de la Patria triunfe en los comicios municipales y en este hipotético referendo; de acuerdo a los niveles de abstención y a la correlación de fuerzas en el continente, puede ser utilizado por parte de actores nacionales e internacionales para desconocer los resultados de los mismos, contribuyendo a un aumento de las presiones a nivel internacional y el establecimiento de nuevas medidas coercitivas unilaterales, a fin de concretar un cambio de régimen en Venezuela.
Pero decidí dejar, para el final de este artículo, y por ello el artículo que el mismo lleva, luego de esta evaluación y análisis de coyuntura nacional e internacional, señalando lo que a mi juicio es la razón principal que impulsaría la agresión militar contra el país. El 6 de noviembre de 2018, se realizarás las elecciones de “medio término” en Estados Unidos, donde se renovará totalmente la cámara de representantes, y un tercio de la cámara del senado del parlamento estadounidense, además de la elección de la mitad de gobernadores en ese país. Indudablemente, el presidente Trump necesita concretar el ataque contra Venezuela antes de esa fecha, a través de la estrategia de una guerra rápida y derrocar al Presidente Maduro, con el fin de recuperar un tanto su imagen y maltrecha popularidad, con el fin de obtener mayoría parlamentaria en el senado de su país, y viabilizar su candidatura a la reelección en el año 2020.
Asimismo, Trump iniciará a partir del 11 de noviembre que lo llevará a varios países de Asia, Europa y América, a fin de reconstruir el dominio de la hegemonía estadounidense y del espectro global a escala planetaria.
Por ello, creo que nos espera un mes de octubre bastante convulso y complejo, con amenazas y debilidades que sin duda estarán a la orden del día, aunque no por ello, exento de oportunidades y fortalezas.
Teniendo claro estos escenarios, no nos queda otra cosa que prepararnos para así hacer frente a estos retos que se nos avecinan.
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Juan Martorano
Abogado, activista por los Derechos Humanos, militante revolucionario y de la Red Nacional de Tuiter@s Socialistas
@juanmartorano
¿Lobo estás? Deshojando la margarita de una invasión
Aram Aharonian
La pertinaz insistencia del presidente estadounidense Donald Trump en la Asamblea General de la ONU de que “todas las opciones están sobre la mesa” para resolver la crisis en Venezuela ha despertado la alarma en los círculos políticos de Washington y en toda América Latina sobre una potencial acción militar estadounidense o, más probablemente, a través de tropas colombianas y brasileñas.
Las luces de alarma titilaron luego que el senador Iván Cepeda Castro, advirtió sobre el aumento de la tensión militar entre Colombia y Venezuela. “Peligro de guerra con Venezuela crece: presupuesto para armas antiaéreas, acuartelamiento en primer grado de Fuerzas militares, arrogantes declaraciones de funcionarios de EEUU de “defender a Colombia” acatadas dócilmente por nuestro gobierno. Deberemos movilizarnos contra lunáticos de la guerra”, dijo.
Mientras, tropas brasileñas muy bien pertrechadas se estacionan en Roraima, el estado fronterizo con Venezuela, a la espera de una orden de ataque. Las elecciones presidenciales y el involucramiento castrense en las mismas, demoran hoy cualquier decisión al respecto, señaló el analista Joaquim Fernandes. Las bases estadounidenses esparcidas en Colombia, Centroamérica y el Caribe, siguen en estado de alerta.
Una pregunta carcome a los analistas: ¿qué pasaría el día después de una hipotética invasión? ¿Quién gobernará el país? ¿Cuál será el costo político que deban pagar EEUU y sus cómplices? La oposición no ha logrado, en 20 años, presentarse como opción de poder ni tiene proyecto más allá de sacar a Nicolás Maduro del gobierno, como antes intentaron hacerlo con Hugo Chávez.
Pese al bombardeo permanente del terrorismo mediático, el frente internacional que se forjó contra Venezuela parece estancado, quizá porque su propósito fundamental, el derrocamiento de Maduro, no se logró. La desestabilización y el terrorismo no debilitaron tampoco el apoyo castrense a los procesos electorales. La única opción que le queda a la alianza guerrerista pareciera ser la intervención armada, que generaría un repudio generalizado en toda la región. ¿Tiene Washington una carta bajo la manga?
La ofensiva contra Venezuela es de todo orden. Por la vía diplomática lograron una mayoría en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, y cinco países (Colombia, Perú, Paraguay, Argentina y Chile), a los que se sumó Canadá, demandaron de la Corte Penal Internacional que “investigue la posible comisión de crímenes de lesa humanidad en Venezuela”. No miran lo que ocurre permanentemente en México y en Colombia, por ejemplo.
Y quizá por ello nombran como Alta Comisionada de Derechos Humanos en la ONU a una señora que no cree en ellos y que no tiene idea de la materia como la expresidenta chilena Michelle Bachelet, quien tras violar los derechos humanos en su país, con la represión a cualquier protesta y en especial al pueblo mapuche; con militares inmersos en escándalos financieros y una corrupción generalizada, comenzó su labor sumándose al ataque contra Venezuela.
Los comentarios de Trump surgieron luego de los informes de reuniones de altos funcionarios y militares estadounidense y oficiales del ejército venezolano para aunar planes para derrocar al presidente Nicolás Maduro, así como las sugerencias de algún presidente y diplomáticos regionales de que se considere la alternativa de una invasión.
Trump sigue amenazando con una intervención militar, porque, a diferencia de sus otros enemigos, como Corea del Norte, Irán, Siria o Cuba, Venezuela luce debilitada y vulnerable por una errática e incoherente conducción del país, señala el exembajador ante la ONU, Rafael Ramírez, hoy crítico del gobierno, quien añade que “la irresponsabilidad e incapacidad del gobierno puede estimular una agresión”.
Las palabras de Nicolás Maduro, el presidente venezolano, en el mismo recinto de la ONU, no tuvieron la misma difusión, el interés ni la masiva concurrencia, aunque contó cómo Venezuela ha sido acosada, agredida y bloqueada por el gobierno de EEUU, y que “hoy la agresión está dirigida en lo político, económico, mediático y diplomático”. Y sorprendió que pidiera que el FBI estadounidense fuera a Venezuela a investigar el atentado en su contra, olvidándose del tema de la soberanía.
Diálogo y petróleo
El dicho popular reza que la esperanza es lo último que se pierde, y el diálogo aparece como una última esperanza, aunque sectores de la oposición señalen que es una sórdida maniobra para impedir la caída del gobierno. El exvicepresidente José Vicente Rangel señala que a cada rechazo por la oposición, se produjo una derrota de ese sector, desde el golpe de 2002, la huelga petrolera, los sucesivos conatos subversivos, guarimbas, guerra económica…
El desgaste y el descrédito de la oposición quedaron vinculados al rechazo del diálogo, ya que esta actitud la condujo, fatalmente, a una arrogante radicalización sin salida, sin política en el campo legal, añade. Las encuestas confirman que, internamente, el gobierno tiene aire, así como confirman la debilidad de la oposición, el agotamiento de su liderazgo, la falta de proyecto político y económico.
Otros analistas apuntan a la omisión de Maduro sobre las operaciones ilegales de la trasnacional Exxon Mobil en aguas territoriales del Esequibo, zona en reclamación con Guyana, y sobre el bloqueo económico y financiero aplicado no solo por EEUU, sino también por la Unión Europea. La Asamblea de la ONU parecía ser el escenario ideal para ello.
Maduro denunció la agresión, al agresor y sus razones, entre ellas porque es el país con mayores reservas petroleras certificadas y “se está certificando la más grande reserva de oro en el mundo y la cuarta reserva de gas en el planeta”, dijo. Para los críticos del mandatario, Maduro intentaba distraer la entrega de los recursos naturales (oro, petróleo y gas), la privatización y venta por partes de la estatal petrolera PDVSA, dejando en manos de empresas amigas las actividades primarias reservadas, constitucionalmente, al Estado.
Ramírez, exministro de Petróleo, expresidente de la estatal Pdvsa y expresidente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), hoy reclamado por la justicia de su país, aseveró que el gobierno de Maduro es incapaz de velar por los negocios del país en el exterior y dijo que está “vendiendo las joyas de la corona por un valor que solo ellos y los chinos saben” (a propósito de la venta del 9,9% de participación de Pdvsa en la empresa mixta PetroSinovensa a la China CNPC).
Aseguró que el actual presidente de Pdvsa, el militar Manuel Quevedo, “se descuidó y nos confiscaron todos los terminales de agua profunda que se utilizaban para vender petróleo a India y China” y resaltó que “siempre” propuso a Maduro vender la filial estadounidense de Pdvsa, Citgo, por ser un activo sensible a decisiones políticas. “Nos estaban ofreciendo 15 mil millones de dólares (…). No tenemos ni los 15 mil millones, ni las refinerías”, señaló.
También aseveró que Maduro cedió la refinería Cienfuegos a Cuba y que Venezuela, además, va a perder los activos de cinco refinerías. “El país pierde 43.000 millones de dólares por la incapacidad de Maduro”, lamentó.
Frustración guerrerista
Entre los guerreristas estadounidenses existe una frustración ante la postergación de una rápida acción militar -.dicen- que ponga término a la Revolución Bolivariana, como lo vienen intentando infructuosamente desde hace casi dos décadas.
Luis Almagro, secretario general de la OEA, sigue recitando que no se debe descartar ninguna opción “para reducir el sufrimiento de Venezuela”, con lo que coincidieron varios funcionarios del nuevo gobierno colombiano del ultraconservador Iván Duque. Esta vez, rápidamente, en vista del espiral intervencionista lanzado desde Washington, 12 países emitieron una declaración rechazando el uso de la fuerza
Para algunos analistas la exploración de medios no pacíficos refleja más la frustración sobre las perspectivas de una transición democrática pacífica en Venezuela, ante la realidad de una oposición política desmembrada, que se ha mostrado incapaz, ineficaz y sin propuestas, pese al enorme financiamiento recibido desde Washington, Bogotá y Madrid.
Los funcionarios del Departamento de Estado estadounidenses han llegado a la conclusión de que aplicar más sanciones o aislar aún más a Venezuela diplomáticamente no significará una transición política, por la ausencia de reales presiones internas sobre el régimen. Las protestas por la escasez de alimentos, medicinas, agua y electricidad se han limitado a brotes diarios, a pequeña escala, dispersos regionalmente, que la oposición no ha logrado siquiera explotar mediáticamente,.
De todas formas, EEUU, Canadá, la Unión Europea y los países sudamericanos alineados a Washington en el Grupo de Lima, han intensificado la presión diplomática, mediática y económica (limitando el crédito, impidiendo las transferencias financieras) sobre Maduro y Venezuela, pero muchos de ellos aún esperan el renacimiento de la diplomacia de las cañoneras o los golpes militares respaldados por Estados Unidos.
Incluso, EEUU, Canadá y países europeos congelaron los activos de docenas de altos funcionarios militares y civiles venezolanos, mientras algunos gobiernos latinoamericanos han denunciado al régimen por sus “prácticas autoritarias” y por la “crisis humanitaria”, y han pedido que Venezuela sea suspendida de la Organización de Estados Americanos.
En los últimos días, Canadá y cinco países latinoamericanos instaron a la Corte Penal Internacional a investigar presuntos crímenes de lesa humanidad cometidos por las autoridades venezolanas, y los intervencionistas senadores estadounidenses Bob Menéndez y Marco Rubio presentaron un proyecto de ley para incentivar la presión estadounidense y regional sobre el gobierno venezolano, lo que no logró siquiera crear fisuras dentro del gobierno.
En el tintero de Trump quedó el embargo petrolero. Este producto representa el 90% de las escasas exportaciones de Venezuela, que viene reduciendo dramáticamente la producción. Y la pregunta no pierde vigencia: ¿qué pasaría el día después de una invasión? ¿Quién gobernará el país? ¿Quizá Luis Almagro se proponga como virrey?
La interna y la opción militar
Una encuesta de Hinterlaces, reveló que más del 64% de los venezolanos mantiene una opinión desfavorable acerca del accionar de dirigentes de la derecha: el 83% percibe de manera desfavorable a Julio Borges, líder de Primero Justicia (PJ), Henry Ramos Allup, secretario general de Acción Democrática (AD) acumula 77% de opiniones en contra, mientras que Henrique Capriles Radonski es percibido de forma negativa por 76% de los consultados.
Por su parte, Henri Falcón, excandidato presidencial y fundador de la plataforma unitaria La Concertación por el Cambio, cuenta con 73% de opiniones negativas, Leopoldo López tiene un 75% de percepción negativa y María Corina Machado, fundadora del partido Vente Venezuela, goza del 64% del repudio colectivo.
Hay otras cifras que destacan en el sondeo: El 62% de los venezolanos prefiere que el presidente Maduro, resuelva los problemas económicos del país, mientras que un 34% apuesta por un gobierno de oposición. El 61% atribuye los problemas económicos a agentes externos al gobierno como la guerra económica, caída del precio del petróleo, especulación y sanciones financieras de EEUU, en tanto, el 37% se lo atribuye a las políticas económicas implementadas por el gobierno.
Los posibles conspiradores dentro de las fuerzas armadas, mientras tanto, han sido detectados y encarcelados, mientras los medios extranjeros hablan de otros militares descontentos que han desertado.
Desde los medios cartelizados del exterior se insiste en imponer en el país la discusión pública sobre opciones militares (incluso publicando encuestas bizarras), pero la dirigencia política opositora considera que este debate podría generar expectativas por un salvador externo, lo que atentaría contra los esfuerzos de reorganizarse que hacen algunos políticos.
Ante esta preocupación, funcionarios de la administración Trump le comunicaron a los líderes de la oposición que, a pesar de los comentarios del mandatario, EEUU no tiene planes de invadir Venezuela. ¿O sí? Claro que puede empujar la intervención y tratar de materializarla. No basta con el respaldo de sus “halcones” y de sus cipayos latinoamericanos, pero la pueden hacer. No hay que confiarse.
Y entonces, entramos en el escenario de las especulaciones. Brasil, Chile, Argentina, Perú, Panamá, incluso Colombia, con los problemas internos que sobreviven y la fuerza de los sectores opositores y las debilidades de los gobiernos, ¿se mantendrán cohesionados frente a la agresión o temerán que la estabilidad de sus propios gobiernos se vea amenazada?
No creo que el nuevo gobierno de México respalde una intervención, y tampoco que lo haga la OEA, pese a la desesperación histérica de Almagro.
Claro que los halcones de EEUU pueden empujar la intervención: no hay que confiarse. Pero por ahora, sigamos jugando en el bosque, mientras el lobo no está.
Aram Aharonian
Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/195701
¿Acaso existen contradicciones reales en el seno del imperio en relación con Venezuela?
Carlos E. Lippo
“No dejaré que Estados Unidos se convierta en la próxima Venezuela”
Donald Trump, 21 septiembre de 2018
Habiendo leído algunas de las más recientes declaraciones públicas de Donald Trump sobre Venezuela, no se requiere haber logrado un título académico en Psiquiatría para poder formular el acertado diagnóstico de que el actual inquilino de la Casa Blanca, tal como hemos dicho en trabajos anteriores (1), ha convertido su obsesión por Venezuela en una auténtica y muy peligros neurosis.
A continuación y a título de ejemplo, mencionaré algunas declaraciones recientes de Trump, suficientemente demostrativas de la validez del planteamiento anterior:
Centro de Convenciones de Las Vegas, 21 de septiembre de 2018
En un acto de campaña celebrado en el marco de las elecciones legislativas de noviembre, al atacar a los demócratas tildándolos de “socialistas radicales” que estaban a punto de hacer quebrar la red de seguridad social de los Estados Unidos por querer brindar servicios sociales y sanidad a los extranjeros ilegales a costa de los contribuyentes estadounidenses, se atrevió a formular como una de sus promesas centrales el que él no dejará que Estados Unidos se convierta en la próxima Venezuela (2).
Nueva York, 25 de septiembre de 2018
En una rueda de prensa conjunta ofrecida con el presidente de Colombia, Iván Duque, el inefable Trump señaló que un golpe militar en Venezuela podría triunfar “rápidamente” si las Fuerzas Armadas del país se decidieran a organizarlo; sus palabras textuales fueron: “Es un régimen que, francamente, podría ser derrotado muy rápidamente si los militares se deciden a hacerlo”; siendo oportuno señalar que en la misma ocasión anunció la aprobación de nuevas sanciones individuales sobre cuatro altos funcionarios del gobierno revolucionario (3).
En otro momento de la misma rueda de prensa hizo blanco de sus burlas a los miembros de nuestra FANB, al señalar tendenciosa y falazmente: "Ya vieron cómo los militares se dispersaron en cuanto escucharon que estallaba una bomba muy por encima de sus cabezas. Esos militares se estaban resguardando. Eso no es bueno" (4); siendo obvio que se estaba refiriendo a los miembros de la agrupación de parada del acto conmemorativo que estaba teniendo lugar el día del frustrado magnicidio del 04 de agosto, ignorando estúpidamente que tal como pudo observarse en videos, se trataba simplemente de una dispersión de dichos efectivos siguiendo la orden de romper filas impartida por su comandante al estallar sobre sus cabezas el dron que debió haber estallado sobre la tribuna principal de no haber sido interceptado exitosamente de forma electrónica por miembros de la misma FANB que tan aviesamente estaba criticando.
73a Asamblea General de la ONU, 25 de septiembre de 2018
En el mismo discurso que lo convirtió de inicio en el hazmerreír de la Asamblea, al decir muy seriamente y como el mentiroso compulsivo que es: "Estoy aquí para compartir los progresos extraordinarios que hemos logrado. En menos de dos años, mi Administración ha logrado más que casi cualquier Administración en la historia de nuestro país…" (5) y al mismo tiempo que reclamaba la no injerencia en los asuntos internos de su país, arremetía contra el nuestro al pronunciar frases de tan alto contenido injerencista como estas: “Hace no mucho Venezuela era uno de los países más ricos del planeta. Hoy el socialismo ha llevado este país a la bancarrota. El socialismo y comunismo han producido sufrimiento y corrupción”, así como también: “Pedimos a todos los países que se unan a pedir el restablecimiento de la democracia en Venezuela” (6).
Sede de la ONU, 26 de septiembre 2018
A su llegada a la sede, haciendo aflorar toda su neurosis, Trump señaló a un grupo de reporteros que lo abordaron: "que todas las opciones están sobre la mesa con respecto a Venezuela"; que había medidas “fuertes y menos fuertes”; al mismo tiempo que agregó con su habitual tono de burla y prepotencia, ustedes "Ya saben lo que quiero decir con fuerte" (7).
Declaraciones como éstas no hacen más que confirmar que Trump tomó la decisión de invadirnos al menos desde aquella reunión con los más altos funcionarios de su gabinete, celebrada en la Oficina Oval de la Casa Blanca el 10 de agosto de 2017, tal como lo señalásemos en nuestro artículo anterior (8).
Si no dio la orden de invadir en esa oportunidad es porque fue temporalmente disuadido por funcionarios como el entonces canciller, Rex Tillerson y el entonces secretario de seguridad nacional, el general H.R. Mc Master, quienes argumentaron que tal intervención le costaría a Washington el apoyo de los gobiernos latinoamericanos, ganado con gran esfuerzo, sólo para sancionar al presidente Nicolás Maduro; y también porque su alto mando militar lo persuadió de la inconveniencia de asumir en solitario una intervención militar que guardaría muy poco parecido con las invasiones a Granada (1983) y Panamá (1980), como él lo estimaba, pero que sería comparable con la invasión a Irak en 2003, de la cual aún no han podido desligarse.
Si no ha podido dar la orden de hacerlo hasta ahora es porque aún no ha podido lograr el apoyo de los gobiernos latinoamericanos que le son afectos para conformar la fuerza multiestatal necesaria; y es que a pesar de todos los halagos y amenazas proferidas por los diferentes enviados de su administración sobre estos complacientes gobiernos, sólo los de Colombia y Guyana han mostrado su disposición a hacerlo, y el primero de ellos en medio de visibles marchas y contramarchas.
También ha constituido un obstáculo para ejecutar la invasión el hecho de que formalmente debe contar con la aprobación del congreso de los Estados Unidos y la del Consejo de Seguridad de la ONU, donde habrá de enfrentar el veto de Rusia y China; aunque los casos de la invasión a Libia en 2011 y los severos bombardeos sobre Siria a lo largo de los últimos siete años, son demostración palpable de que los gobiernos del imperio a la hora de imponer sus aberrantes decisiones, sean demócratas o republicanos, sienten un profundo desprecio por la legalidad nacional e internacional.
En días recientes, algunos de los miembros más conspicuos de la canalla mediática estadounidense como el New York Time, han insertado artículos como aquel que habla de la existencia de un grupo a lo interno de la administración Trump que se ha encargado de boicotear algunas de sus órdenes para evitar “inminentes daños” a su país, uno de cuyos miembros habría llegado incluso a plantear la posibilidad de invocar la enmienda 25a de la constitución, que abre las puertas a la destitución del presidente por razones de salud mental (9).
Resulta evidente que no se trata ni mucho menos de una administración monolítica, sin embargo como a pesar de ello no he visto que en ese diario, ni en ningún otro medio, se hayan exteriorizado diferencias en torno a la posición sobre la que llaman “la crisis venezolana” y sus eventuales “soluciones”, me atrevo a considerar que no existen contradicciones importantes ni en el seno de la administración Trump, ni en el seno del partido republicano sobre el trato ilegal y despiadado que dicha administración está dispensando a Venezuela, por el único “delito” de que aquí hemos decidido ser libres, por una abrumadora mayoría.
Ya para finalizar esta parte del análisis debo decir que considero que en el mejor de los casos la opinión mayoritaria de los republicanos estadounidenses en relación con la decisión de Trump de invadirnos, pudiera ser coincidente con la de Fernando Cutz, ex asesor de seguridad suyo para asuntos de la América Latina, quien hace pocos días en una conferencia dictada en el centro de estudios “Wilson Center”, señalase que aunque no es ideal una intervención militar en Venezuela, no ve otra salida a la crisis que actualmente vive el país (10); para rematar diciendo esta lapidaria frase: "Con la anterior Administración había una cierta cautela. Trump dejó claro desde el primer día que Venezuela era una de sus prioridades. Se asumió que la calamidad en Venezuela era tal que había que actuar", que viene a ser extremamente coincidente con buena parte de lo que hemos dicho hasta ahora.
Antes de comenzar a analizar las posibles contradicciones existentes en el seno del otro pilar del bipartidismo estadounidense, que no es otro que el partido demócrata, considero oportuno tomar en consideración los siguientes hechos:
Fue Barack Hussein Obama II, miembro del partido demócrata, 44° presidente de los Estados Unidos (2009-2017), quien suscribió en marzo del año 2015, la infamante Orden Ejecutiva que nos declara como una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad interior de los Estados Unidos, cuyo más nefasto efecto ha sido el permitir que el gobierno gringo haya podido sancionarnos varias veces a su entera discreción, sin requerir la aprobación de su congreso. Siendo oportuno y necesario recordar además que no contento con haberla suscrito la renovó en marzo de 2016, a pesar de haberle reconocido personalmente al presidente Maduro y al plenario de la “VII Cumbre de las Américas”, celebrada en Panamá en abril de 2015, que había sido un error suscribirla, y finalmente le adelantó parte del trabajo a Trump al volverla a renovar en enero de 2017, poco antes de entregarle la presidencia de la nación.
Fue Hillary Clinton, candidata demócrata derrotada por Trump en el 2016, quien siendo secretaria de estado de la administración Obama, viajase a Libia en octubre de 2011 para ordenar en sitio el extremadamente vesánico y cruel asesinato del Coronel Gadafi, para luego ufanarse a su regreso diciendo que ella “fue, vio y él (Gadafi) murió” (“We came, we saw, he died”), parafraseando estúpida y petulantemente al entonces general romano Julio César, quien a su regreso de una importante victoria militar dijese ante el Senado romano: "Vine, vi y vencí", hace ya 21 siglos.
Entrando ya en el tema debo comenzar diciendo que si bien ciertos miembros destacados de la canalla mediática estadounidense de reconocida tendencia demócrata, como lo son la agencia de noticias Bloomberg y el diario The New York Time, han filtrado a lo largo de este año varias informaciones relativas a la promoción de golpes de estado en Venezuela y hasta de la inminencia de una intervención militar en nuestro país, en ningún momento han emitido juicios de valor sobre lo que son abiertas violaciones de la legalidad internacional ejecutadas por su gobierno, limitándose a lo sumo a decir que tales acciones pudieran causar inconvenientes a su país o pudiesen ser utilizadas por el presidente Maduro para apuntalar la revolución. Quien se tome el tiempo necesario para leer artículos tales como: “Bloomberg revela un supuesto golpe de Estado contra Maduro” (12) y “Quédese fuera de Venezuela, Sr. Trump” (13), podrá comprobar la veracidad del planteamiento anterior.
En la misma línea de estos artículos se produjeron a mitad de la semana pasada unas más que inquietantes declaraciones de Ralph Emanuel, exjefe de gabinete de la Casa Blanca de Barack Obama y actual alcalde de Chicago, contenidas en una entrevista concedida al periodista John Harwood de la cadena CNBC (14), multinacional mediática con 19 canales de televisión asociados en Estados Unidos y el resto del mundo, que ya refiriésemos en nuestro artículo anterior.
En la citada entrevista Emanuel fue enfático en advertir que el presidente Donald Trump podría intervenir en Venezuela durante el próximo mes de octubre para desviar la atención de importantes problemas de su administración y obtener beneficios políticos que le garanticen la victoria en las elecciones del congreso que se celebrarán el 6 de noviembre de este año. “Nosotros tenemos una frase en este país: la sorpresa de octubre (…) creo que en estos momentos él (Trump) está buscando hacer cualquier cosa y hará cualquier cosa”, fue una de las frases pronunciadas por Emanuel para denunciar la inminencia de la intervención imperial en Venezuela. Como podrá observarse, este connotado vocero demócrata tampoco emite ningún juicio de valor sobre la ilegalidad de una acción como la que está denunciando, a la luz del derecho internacional.
Siendo evidente que lo que este vocero y los medios antes señalados lo único que buscan es llevar votos demócratas a las legislativas de noviembre, con el propósito de obtener una mayoría en ambas cámaras que les permita iniciar y ejecutar el pretendido juicio político que conduzca a la defenestración de Trump, es que me permito concluir que tampoco en el partido demócrata estadounidense existen contradicciones importantes sobre el tema de las relaciones con Venezuela. Consideración que no debe resultar nada sorprendente a partir del hecho de que se trata de una organización política que ha demostrado ser igual de “excepcionalista” y de “monroista” que el partido republicano.
La conclusión final debería ser que no podemos confiar “ni un tantico así”, como decía El Che, en ninguno de los exponentes del actual estatus estadounidense, por más florituras ideológicas que puedan desplegar al abordar cualquier eventual diálogo que pueda proponerse. Sólo me inspirarían confianza aquellos sectores avanzados del pueblo oprimido que, habiendo alcanzado una clara conciencia de clase, al parecer comienzan a hacer pininos para lograr su total redención. ¡Qué viva la muy incipiente revolución estadounidense!
Notas
(7) https://actualidad.rt.com/actualidad/289871-trump-venezuela-todas-opciones-estan- mesa?utm_source=browser&utm_medium=push_notifications&utm_campaign=push_notifications
(10) https://venepress.com/article/Intervencion-militar-no-es-ideal-pero-no-veo-otra-salida1537827269196
Caracas, septiembre 29 de 2018
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El plan de EE.UU. para Venezuela: ¿Una intervención militar?
Eva Golinger
El Gobierno de Donald Trump está escalando las agresiones contra Venezuela con la clara intención de forzar un 'cambio de régimen' en el país suramericano. Fue hace más o menos un año que el mandatario estadounidense espontáneamente dijo ante la prensa que estaba considerando "una opción militar" en Venezuela. Su declaración tomó a muchos por sorpresa y rápidamente fue neutralizado por sus asesores, quienes aseguraron al mundo que realmente no tenían planteada ninguna acción militar. Una mayoría de naciones latinoamericanas, incluyendo aquellas que mantenían posturas críticas hacia el Gobierno venezolano, rechazaron las declaraciones de Trump sobre la opción militar.
Sin embargo, algunas veces el presidente estadounidense dice la verdad. Y sobre todo, impulsivamente suelta sin escrúpulos o estrategias lo que está pensando y lo que le gustaría hacer. Y así sucedió con el tema de Venezuela y la intervención militar.
Seguidores del presidente Nicolás Maduro en una protesta contra Trump en Caracas, Venezuela, 19 de septiembre de 2018. / Marco Bello / Reuters
Un año después de ese exabrupto, The New York Times publicó un extenso reportaje detallando cómo el Gobierno de Trump había estado colaborando cercanamente con opositores venezolanosy facciones de militares disidentes que estaban planeando un golpe de Estado contra el presidente Nicolás Maduro. Aunque los funcionarios estadounidenses dijeron al citado medio que finalmente no apoyaron los esfuerzos golpistas en Venezuela, parece que hubo un apoyo tácito, al menos, para cualquier acción que terminara logrando su objetivo común: la salida del presidente venezolano. Cuando sucedió el ataque con un dron explosivo en Caracas contra Maduro en agosto pasado, la Casa Blanca fue lenta en condenarlo y, finalmente, no expresaron ningún nivel de condolencia o apoyo para el Gobierno venezolano, sino un débil rechazo a la violencia como método para provocar cambios políticos en el país.
Las sanciones contra Venezuela
El Gobierno de Trump ha impuesto múltiples sanciones contra Venezuela durante los últimos dos años, incluyendo sanciones financieras directamente contra el presidente Maduro y contra casi todo su gabinete y su entorno más cercano. Ya van más de 70 funcionarios sancionados por Washington. Y apenas minutos antes del discurso de Trump ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 25 de septiembre de este año 2018, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció nuevas sanciones directas contra la esposa de Maduro, Cilia Flores, su vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, y su hermano, Jorge Rodríguez, quien también es actualmente el ministro de comunicación e Información. También impusieron sanciones contra el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, y otros individuos y empresas supuestamente vinculados con actos criminales y corrupción."Con ya todos los funcionarios sancionados y ninguno con el que poder negociar, podría ser reactivada la opción militar".Eva Golinger, abogada, escritora e investigadora estadounidense-venezolana.
Estas últimas sanciones contra las figuras más cercanas a Maduro son significativas. El Gobierno de Trump había evitado sanciones contra Cilia Flores, los hermanos Rodríguez y el General Vladimir Padrino con la intención de persuadirlos a asumir una transición en Venezuela. Casi todos los demás funcionarios y principales dirigentes políticos vinculados con el presidente venezolano ya habían sido sancionados por la Casa Blanca. Personalmente, lo vi con sospecha cuando no aparecían sus nombres en las extensas listas que publicaba el Departamento del Tesoro a cada rato. Según fuentes del Gobierno estadounidense, la razón era que estaban esperando que Cilia Flores presionara a Maduro a renunciar y, así, posiblemente Delcy y su hermano Jorge asumieran un rol principal en una transición. Por su parte, el General Padrino hubiese sido el encargado de neutralizar cualquier protesta dentro de las Fuerzas Armadas venezolanas para asegurar una transición pacífica.
La opción militar
Parece que su mal pensado 'plan' no dio fruto y el impaciente Trump decidió apretar los botones. Con ya todos los funcionarios sancionados y ninguno con el que poder negociar, podría ser reactivada la opción militar. Justamente un ex asesor de seguridad nacional de Trump afirmó hace unos días que existe un plan para intervenir militarmente Venezuela y que "no ve otra salida que sacar al presidente Nicolás Maduro por la fuerza". Según Fernando Cutz, quien salió del Gobierno de Estados Unidos en abril de este año, la cuestión es "cómo hacerlo". Además, reveló que "Trump dejó claro desde el primer día que Venezuela era una de sus prioridades" y que "se dio luz verde para actuar". Por eso, el lapsus linguae del mandatario estadounidense sobre la opción militar en Venezuela no fue arbitrario ni inventado en el momento. Es algo que su Gobierno estaba, y está, activamente estudiando y planeando.
Todo indica que Trump también tendrá el apoyo del Congreso estadounidense para actuar con fuerza contra Venezuela con el objetivo de sacar a Maduro. Legisladores de ambos partidos –demócrata y republicano– están proponiendo un plan de 58 millones de dólares para aislar al Gobierno de Venezuela y forzar un cambio de 'régimen' para, según ellos, 'restaurar la democracia' en el país sudamericano. El plan sería la propuesta más comprehensiva sobre Venezuela que ha promovido el Congreso estadounidense y algunos lo han comparado con el bloqueo contra Cuba y la ley Helms-Burton, que impuso fuertes sanciones y prohibiciones contra la isla caribeña. El plan incluye amplios castigos financieros contra el Gobierno de Maduro, incrementa la presión diplomática sobre países de la región e incluye millones de dólares en financiamiento 'humanitario' para venezolanos dentro y fuera del país. Sobre todo, la propuesta legislativa codificará las sanciones contra Venezuela, y también obligará al Departamento del Tesoro a publicar detalles sobre los supuestos bienes de Maduro y otros funcionarios venezolanos sancionados por Washington.
El plan del Congreso contra Venezuela también ampliaría el apoyo a la Organización de Estados Americanos(OEA) y sus iniciativas contra el Gobierno venezolano. Ya el secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien ha estado ejecutando una fuerte guerra de agresión contra Venezuela desde que asumió el mandato de la organización interamericana hace tres años, ha indicado su apoyo a una intervención militar en Venezuela, aunque él lo ha llamado una "intervención humanitaria". Varios mandatarios regionales también han manifestado su aceptación de alguna acción militar, enmascarada como 'humanitaria', para sacar a Maduro."Solo hay que ver la miseria, la muerte y la destrucción masiva que Estados Unidos y sus invasiones militares han causado en Afganistán, Irak, Yemen, Libia y Siria, entre otros, para entender que una invasión no trae la buena vida para nadie".Eva Golinger, abogada, escritora e investigadora estadounidense-venezolana.
Por supuesto, están aquellos dirigentes opositores venezolanos de siempre pidiendo la invasión de los marines gringos para salvarlos de su situación. A ellos, es mejor ignorarlos. Solo hay que ver la miseria, la muerte y la destrucción masiva que Estados Unidos y sus invasiones militares han causado en Afganistán, Irak, Yemen, Libia y Siria, entre otros, para entender que una invasión no trae la buena vida para nadie. Lamentablemente, creo que una acción militar contra Venezuela, ordenada por el malévolo e ignorante de Trump, es solo cuestión de tiempo. Y recuerden que en su mira está el petróleo venezolano, no la salvación del pueblo.
Ojalá los venezolanos encuentren la manera de neutralizar esta amenaza inminente, que no distinguirá entre partidos o ideologías, antes de que sea tarde.
Fuentes:
https://www.alainet.org/es/articulo/195625
https://www.alainet.org/es/articulo/195628
https://actualidad.rt.com/opinion/eva_golinger/289925-plan-eeuu-venezuela-intervencion-militar
https://actualidad.rt.com/opinion/eva_golinger/289925-plan-eeuu-venezuela-intervencion-militar