Dawkins en Colombia
Este biólogo lleva 40 años argumentando a favor del pensamiento racional, científico y escéptico.
Moisés Wasserman
Esta semana estuvo en Colombia Richard Dawkins. Es el biólogo evolucionista más importante de la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos del XXI. Su primer libro, 'El gen egoísta', cumplió ya cuarenta años. Ha sido criticado por algunos que solo leyeron el título y supusieron implicaciones morales que no tiene. Pero hoy, su teoría es ampliamente aceptada entre los expertos por su gran potencial explicativo y predictivo.
El gen no es más que un replicador. Es una molécula compleja cuyo “único interés” (y que me perdone por asignarle interés a una molécula) es replicarse. Por las características de la materia que lo conforma, se duplica casi perfectamente, pero, ocasionalmente y en forma totalmente azarosa, se introduce un cambio, una mutación. Algunos de estos cambios favorecen la multiplicación de una de las versiones del gen en un ambiente que le es propicio. Así aumenta su proporción en la población, es decir, se selecciona. El proceso empezó hace unos 4.000 millones de años, y desde entonces, de cambio seleccionado en cambio seleccionado, llegamos muy lentamente a lo que somos hoy los seres vivos de la Tierra, 'Escalando el monte de lo improbable', como se llama otro de sus libros.
La particularidad de la teoría es que considera al gen la unidad de evolución y no al individuo, que es un vehículo. Por eso, y porque no tiene intereses distintos a su propia replicación, lo llama egoísta.
Complementó más tarde su teoría en el libro 'El fenotipo extendido', en el que interpreta en una forma novedosa hechos ya conocidos. Muestra con una convincente argumentación, y con ejemplos maravillosos, cómo las secuencias de eventos en la evolución no se detienen en el cuerpo individual y se expresan también en su exterior, incluso en cuerpos de individuos de otras especies.
Si uno fuera mínimamente cuerdo, tendría que entender que la explicación biológica de cómo llegamos a ser lo que somos no tiene nada que ver con el sentido que cada uno le dé a su propia vida.
Cuenta Dawkins que un maestro le escribió quejándose de que una estudiante después de haberlo leído llegó bañada en lágrimas porque sentía que su vida había quedado vacía y sin propósito. El maestro le pidió a la estudiante que no difundiera el libro, para proteger a sus compañeros de la desesperación. Pero, si uno fuera mínimamente cuerdo, tendría que entender que la explicación biológica de cómo llegamos a ser lo que somos no tiene nada que ver con el sentido que cada uno le dé a su propia vida.
Dawkins se convirtió además en un adalid del pensamiento crítico. En varios de sus libros y escritos, y en sus múltiples conferencias en todo el mundo, argumenta a favor del pensamiento racional, científico y escéptico ante creencias sin sustento, entre las que, por supuesto, incluye las religiones. Afirma, con energía y absoluta lógica, que cuando se postula la existencia de un hecho sobrenatural, quien lo postula debe demostrar su existencia y no pretender, como pasa, que sea el otro el que demuestre su no existencia.
En su libro 'Destejiendo el arcoíris' desentraña la realidad detrás de algunas creencias extrañas. El título es revelador. Se refiere al ataque que el poeta Keats le hizo a la teoría de la luz, de Newton, porque la descripción de la refracción le robaba al arcoíris su contenido poético. Asumía Keats que la poesía exigía ignorancia para ser bella.
Dice Dawkins que Keats era más simpático que Newton, y hace esa afirmación para señalar cómo la simpatía por alguien o por algo no define su contenido de verdad.
Al inicio de ese mismo libro sintetiza su visión así: “Yo creo que un Universo ordenado e indiferente a las preocupaciones de los humanos, en el que todo tiene una explicación, aun si todavía tenemos que andar un buen camino para encontrarla, es un lugar más hermoso y más maravilloso que un Universo engañoso y lleno de magia caprichosa”.
MOISÉS WASSERMAN
@mwassermannl