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GANÓ LA ABSTENCIÓN CON UN 63% Y LA INCERTIDUMBRE DEL NO EN EL PLEBISCITO

¡Se impuso la caverna!

Por: Por Javier Calderón Castillo / CELAG 

Foto: El triunfo del no en Colombia paraliza el proceso de paz colombiano

Con un 63% de abstención se puede decir que no es posible construir nuevas condiciones políticas con las viejas reglas del sistema político establecidas en una democracia colombiana restringida. La marginación y exclusión política es la constante, permitiendo un estado de opinión y no de organización de las mayorías en formaciones sociales o políticas.

A las 8 de la mañana del 2 de octubre se abrieron las urnas para votar el trascendental plebiscito por la Paz en Colombia, realizado en medio de una inclemente lluvia en casi todo el territorio nacional impactado por el paso del huracán Mathew que con sus latigazos azotó la costa caribe, quizás como preludio del desconcertante resultado electoral. 34,8 millones de colombianos y colombianas estaban habilitados para votar, en 11 mil puestos electorales dispuestos por todo el país y en los consulados de 64 países alrededor del mundo.

Tan sólo el 36,37% de los colombianos salieron a esta cita electoral, cifra que permitió superar el umbral del 13% establecido como requisito para la legalidad del Plebiscito. Con un 63% de abstención se puede decir que no es posible construir nuevas condiciones políticas con las viejas reglas del sistema político establecidas en una democracia colombiana restringida. La marginación y exclusión política es la constante, permitiendo un estado de opinión y no de organización de las mayorías en formaciones sociales o políticas.

Los promotores del No ganaron el plebiscito polarizando al país, en el que mucha gente fue conducida, con matrices mediáticas engañosas, a entender el debate electoral como una pugna entre Santos y Uribe. Mensaje binario que el presidente Santos y la campaña dirigida por el expresidente César Gaviria no lograron controvertir, en buena medida porque desde el gobierno también se pretendía validación para sus políticas económicas. Mucho antes de convocado el plebiscito, las voces que se oponían a este tipo de refrendación indicaban que era un capricho de Santos para reafirmar los logros de su mandato, puesto que el plebiscito como mecanismo de participación pretende darle instrumentos al presidente para afirmar sus políticas, no es un mecanismo idóneo para reafirmar contenidos sustantivos de políticas públicas.

En esas condiciones, la campaña se libró en varios terrenos de la opinión, con pocos argumentos y apelando a elementos de la subjetividad que son impredecibles. En las redes sociales y en los medios hegemónicos se movieron miles de mentiras sobre los acuerdos de paz que no pudieron ser explicadas o desmentidas por los partidarios del Sí, aunque hubo mucha creatividad en los mensajes que estaban por la paz. Con mensajes falsos, pero con eficacia demostrada, el No impulsó el miedo diciendo que el país caía en manos de la guerrilla, que en el acuerdo se implementaban los abortos y se instaló la idea de que con estos se llegaba a un estado de impunidad. Como si Colombia fuera el país de la justicia.

La estrategia del No, también fue eficiente en su conexión con el país ultracatólico y con las iglesias llamadas evangélicas o cristianas. Uribe y principalmente Ordóñez, posicionaron la idea de que existía “una ideología de género” en los acuerdos de paz con la cual acababan el concepto de familia. Con esa matriz llegaron a decir que se le estaba entregando el país al diablo[1]. Una posición que también impulsó a sectores de la Unidad Nacional liderada por Santos a inclinarse por el No, como los representados por la senadora liberal Viviane Morales, quien es también una de las principales dirigentes de la iglesia La Roca, exponente de las ideas ancladas en la familia, la tradición y la propiedad.

La mentalidad creada por la guerra de cuarta generación con la que el Estado encaró el conflicto armado los últimos años impulsó al No, en la gente del común está instalada la doctrina del enemigo interno. Aunque el No se impuso sobre todo por los errores y dificultades en el bloque heterogéneo que estaba encargado de liderar el Sí: del lado de los partidos de la Unidad Nacional fue evidente que algunos sectores liderados por el

Vicepresidente Vargas Lleras del partido Cambio Radical y los cristiano-santistas no hicieron campaña por el Sí, e incluso manifestaron abiertamente sus críticas al acuerdo basados en las mismas mentiras del No, generando mayor confusión en los votantes de su formación. En las últimas semanas el recién nombrado Fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez quien hace parte de Cambio Radical, emprendió una campaña pública de debate sobre algunos puntos de los acuerdos, infundiendo temor por el tribunal de la verdad y socavando la veracidad de la voluntad de paz de la guerrilla.

A esas actuaciones desatinadas de parte de la coalición de gobierno se sumaron los alineamientos del poder económico tradicional: ganaderos, terratenientes y narcos para oponerse con todas sus fuerzas al acuerdo. La campaña del No, liderada por Uribe y Ordóñez, coreaba a diario que los acuerdos iban a quitarle las tierras a los “emprendedores” del campo, que en palabras reales significa que estaban oponiéndose a la restitución de tierras a los campesinos que fueron desplazados por la estrategia paramilitar que le arrebató siete millones de hectáreas a cerca de seis millones de campesinos. Las campañas del Sí no estuvieron en capacidad de difundir que quienes estaban luchando por impunidad eran los estrategas y beneficiarios del paramilitarismo, líderes de la campaña del No. Los Departamentos de Antioquia, Cundinamarca y el eje cafetero hicieron la diferencia en las votaciones, donde las diferencias fueron de cerca del 25% entre el No y el Sí, especialmente en los municipios donde existe minería ilegal y cultivos de coca controlados por los paramilitares y la ultraderecha como en el nordeste antioqueño, en los Santanderes y Arauca (limítrofes con Venezuela) [2].

La izquierda por su parte tiene que reflexionar muy bien sobre su actividad electoral y básicamente sobre la unidad de criterios respecto de la paz. Algunas fuerzas políticas de izquierda titubearon en el apoyo decidido al plebiscito, advirtiendo que no querían darle un Sí a Santos, haciendo un análisis francamente lamentable. De igual manera, el ELN debe reflexionar sobre su papel, puesto que de manera pública salió a rechazar el acuerdo entre el gobierno y las FARC-EP, separando aguas como si la correlación de fuerzas fuera un asunto de definición al interior del campo popular y no en relación con el poder realmente instalado en Colombia que hoy se expresó con toda su fuerza.

Las campañas del Sí hicieron mucha batalla en las redes sociales y salieron a la calle en muchas partes del país, sin embargo, la reflexión que queda es la enorme debilidad de estas para trascender los inesperados efectos de los mensajes del ciberespacio. Por fuera del Facebook y el Twitter hay una realidad que se entrelaza en las iglesias, en los medios hegemónicos y con la política territorial que lideran los mismos de siempre. El poder sigue estando estructurado desde los municipios donde los presupuestos son utilizados para alimentar las burocracias de los partidos de derechas con el que siguen comprando voluntades. Esa materialidad clientelista sigue siendo superior a las disputas simbólicas.

El viejo régimen de tradición, familia y propiedad se ha expresado con toda su fuerza. Los tibios y confusos discursos de la coalición de gobierno Santista no lograron convencer y las variadas formaciones de izquierda, no lograron conectarse en los territorios para empezarle a dar vuelta al país. La paz tiene oportunidades si existe la habilidad política, la decisión unánime en la diversidad y en la movilización popular en las calles, donde se deben expresar todas las subjetividades de quienes quieren superar la guerra y transformar esas formas de poder cavernario resistente una y otra vez a sucumbir y que han mantenido al país sumido en sus cien años de soledad. La paz y especialmente su significado sigue estando en disputa, estos días serán de reflexión y los acuerdos firmados entre el gobierno y las FARC-EP siguen siendo una realidad debilitada por el resultado electoral.

[1] http://www.nytimes.com/es/2016/09/28/alvaro-uribe-los-colombianos-no-saben-el-diablo-escondido-en-las-297-paginas-del-acuerdo/

[2] http://plebiscito.registraduria.gov.co/99PL/DPLZZZZZZZZZZZZZZZZZ_L1.htm
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http://www.celag.org/se-impuso-la-caverna/#_ftn1

CON APENAS 55 MIL VOTOS DE DIFERENCIA, EL NO SE IMPUSO EN EL PLEBISCITO, EN UN SORPRESIVO RESULTADO

En Colombia rechazaron los acuerdos de paz



En muchas plazas del país, los partidarios del Sí reaccionaron con tristeza y desazón al triunfo del No en el plebiscito.
Imagen: EFE


Para analizar los pasos a seguir, el presidente Juan Manuel Santos se reunirá con dirigentes de todos los partidos políticos.

Por Katalina Vásquez Guzmán

Página/12 En Colombia
Desde Medellín

Esta vez las lágrimas fueron de tristeza. En un apretado resultado, Colombia rechazó el acuerdo de paz que lograron gobierno y FARC durante cuatro años de negociaciones en La Habana, Cuba. Con apenas 55 mil votos de diferencia, el No se impuso a la aprobación de la paz, que consiguió 6 millones 375 mil 451 votos.

Un 50 por ciento frente a un 49 por ciento del No sorprendieron no sólo a los colombianos sino al mundo entero, que auguraban en las encuestas y en el fondo de su corazón esperanzado en un punto de giro a la historia de violencias de este país, que este domingo el país respaldara mayoritariamente las 297 páginas del Acuerdo para la construcción de una paz estable y duradera y que estima los términos para que las FARC dejen las armas, ingresen en la democracia, pasen por un Tribunal de Paz junto a otros responsables del conflicto, y se transformen el uso y propiedad de la tierra en Colombia, así como los cultivos de uso ilícito, principales motores de la guerra que ha dejado más de 220 mil personas asesinadas.

Con los ojos hinchados de llorar desde las cinco de la tarde, cuando empezaron a imponerse los votos negativos frente al sí, Tatiana Saldarriaga se pone de pie y le cuenta a Página/12 entre sollozos: “No entiendo los resultados, no entiendo que Colombia prefiere tener más gente armada, más gente muerta. No entiendo por qué preferimos el camino de las armas al de la palabra. Colombia quedó dividida una vez más y es lamentable”.

Mientras los promotores del sí se consolaban en las calles de las principales ciudades abrazándose en su pena, los uribistas y votantes del No festejaron su triunfo esperando que ahora se negocie de nuevo cada punto ya cerrado en La Habana. Sin embargo, a esta altura no es claro qué seguirá para los acuerdos de La Habana. Para estimar el camino a continuar, hoy el presidente Santos se reunirá con líderes de todos los partidos políticos mientras los negociadores de gobierno llegan a Cuba para ponerse de acuerdo. Desde anoche, las FARC anunciaron su voluntad de continuar en paz, sumándose al respaldo del jefe de Estado colombiano, que anunció que el cese bilateral al fuego continuará. En declaraciones a Caracol Radio, el número uno de las FARC, Rodrigo Londoño “Timochenko”, aseguró: “Al pueblo colombiano: que cuenten con nosotros (…) Las FARC mantienen su voluntad de paz y reiteran su disposición de usar solamente la palabra”.

Por su parte, Juan Manuel Santos se rodeó de su equipo de gobierno y negociadores de paz para decirle al país, en una alocución presidencial que fue vista en pantallas gigantes en las capitales, que escuchará a las fuerzas políticas para “abrir espacios de diálogo y determinar el camino a seguir. Todos han dicho, los que votaron sí y los que votaron no, que quieren la paz. Buscaré oportunidades en cualquier situación. Buscar puntos de encuentro y unidad es ahora más importante que nunca”.

El presidente fue el primer impulsor del plebiscito como mecanismo de refrendación, a lo cual la guerrilla se opuso hasta hace un par de meses, cuando de parte y parte empezaron a ceder. El riesgo, sabían todos, era lo que pasó ayer: que Colombia no aprobara el Acuerdo de Paz en mayoría y xque los documentos firmados este 26 de septiembre en Cartagena quedaran en el limbo. “Con el no, el presidente Santos queda sin legitimidad alguna sobre los acuerdos firmados recientemente”, aseguró a este diario Diego Martínez, asesor jurídico de las FARC. Para Martínez, otras opciones que no deberían considerarse bajo ninguna circunstancia serían la continuidad de la confrontación armada, o bien, una imposición del Ejecutivo. Por su parte Enrique Santiago, dirigente comunista español y también asesor de la guerrilla, le dijo a este diario que en su opinión, dado que la paz es un derecho constitucional consagrado en el artículo 22 “y cumplir la Constitución es una obligación de todos los ciudadanos y todas las instituciones”, deberá imponerse el bien común sobre el dividido resultado del día de ayer.

Un posible camino sería una Asamblea Nacional Constituyente, tal como lo proponía la guerrilla y lo respaldan sectores sociales desde el inicio de los Diálogos de La Habana. Sin embargo, la Corte Constitucional sentenció recientemente que los resultados del plebiscito debían acatarse y para ello cada quien tuvo libertad de elegir. Página/12 habló con Damaris Valencia, quien votó argumentando no estar de acuerdo “con muchas cosas de ese proceso de paz; decir que votar sí era votar por la paz no me parece. Voté que no estoy de acuerdo con lo que se firmó en La Habana. Sería justo que fueran castigados así se les perdone. ¡Cinco curules automáticas! Que se las ganen”. La mujer, que tiene 32 años y creció en la ciudad, piensa que con un sí les “entregaría el país a las FARC” y no confía en su palabra. Sin embargo, desconocía que la implementación de los acuerdos aseguraría verificación internacional, que no deja solo en la palabra de las FARC o el gobierno el cumplimiento de los mismos. Y dijo no haber estudiado los cinco puntos negociados en La Habana.

Votos por el no como éste, aseguró el senador Armando Benedetti, obedecen a la “campaña mentirosa” del Centro Democrático, que rechazó siempre la negociación con las FARC y viralizó mensajes falsos sobre supuestos acuerdos que no están en el papel y que, a juicio de Benedetti y analistas, llenaron de miedo y odio a los colombianos, confundiéndolos para que los Acuerdos de La Habana no se hagan realidad de forma inmediata, pues amenazan sus lugares de poder, sus tierras, sus empresas familiares, y su futuro político, pues muchos de ellos, incluida una amplia lista de empresarios, tendría que dar cuentas de su participación en el conflicto y promoción y financiamiento de grupos ilegales y narcotráfico en el marco de la Jurisdicción Especial para la paz.

Iván Cepeda, víctima, huérfano de Manuel Cepeda, quien fue asesinado en ejercicio de la política, le dijo a este diario que, pese a que el panorama puede preocupar, “hay que tomarse este momento con calma. Hay un escenario político diferente y se hace necesario buscar la salida. En todo caso, bienvenida la postura de las FARC y respaldo al presidente Santos en la decisión que se tome”, expresó el senador del Polo Democrático, uno de los principales promotores del Sí. “Lo que no puede ocurrir es que Colombia vaya a perder esa extraordinaria oportunidad”, agregó con la esperanza que, pese a la sorpresa y el dolor, mantienen los colombianos que sí apoyaron el Acuerdo Final de Paz y fueron la mitad de los votantes ayer, en especial las víctimas, como lo mostraron los mapas electorales. Pueblos donde el rigor de la guerra se ha sentido sin tregua, como Bojayá, Cauca, Nariño o San Vicente del Caguán, respaldaron con amplia ventaja el Sí. En Antioquia y Medellín, donde el ex presidente Uribe tiene su principal capital político, fue vencedor el No, sin lograr apagar la ilusión de un país en paz entre los jóvenes, mujeres y hombres que en las calles, a la par que lloraban, tomaron tambores y trompetas para gritar que no renuncian a su derecho de país en paz.

“La oportunidad sigue siendo este presente, este momento histórico para trabajar en construir un relato como nación incluyente”, dijo Marta Salazar, gestora cultural. “Ahora la tarea será hacer un acuerdo de paz con los del No. Los ejércitos renuncian a la guerra y los ciudadanos la llevan en el corazón. La tarea será entender esa contradicción”, es la opinión de Natalia Quiceno, ciudadana de Medellín que se reunió junto a cientos más decepcionados en una zona céntrica hasta caer la noche. Cuando en Colombia el sol asome de nuevo hoy, serán el presidente Juan Manuel Santos y sus aliados y contradictores políticos quienes decidirán qué sigue para el sueño irrenunciable de su equipo de trabajo, y la mitad del pueblo colombiano, a conseguir la paz. Entre tanto, en las “caletas” de la guerrilla los miles de insurgentes que estaban dispuestos a entregar sus fusiles en los próximas días tras caminar hacia las 22 zonas de concentración que estableció el Acuerdo, estarán en stand by con las armas acalladas a la espera de que su dirigencia en La Habana respalde o no las decisiones de la clase política Colombia. Pues la decisión del pueblo ya estuvo dicha.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-310844-2016-10-03.html

Colombia vota 'no' al acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC



Con una diferencia de solo 57.000 votos, el 'no' al acuerdo vence al 'sí' y sume al país en la incertidumbre sobre el futuro de un conflicto de más de medio siglo. “No me rendiré, seguiré buscando la paz”, afirma el presidente Santos tras la derrota en el plebiscito.


Una persona vota en el plebiscito de apoyo o rechazo al acuerdo de paz firmado en Colombia entre el Gobierno y las FARC. EFE/MIGUEL GUTIERREZ

ANTONIO ALBIÑANA 

BOGOTÁ.- Con una abstención del 63% y por una diferencia de solo 57.000 votos, Colombia votó contra los Acuerdos de Paz negociados durante más de cuatro años en La Habana y firmados el pasado lunes en Cartagena por el Presidente Juan Manuel Santos y el líder de las FARC Timoleón Jiménez Timochenko, en presencia del Secretario General de la ONU, Ban ki-Moon.

En lo que ha resultado una especie de Brexit a la Colombiana, Juan Manuel Santos ha salido derrotado en una consulta a la que no estaba obligado. Juristas como el exfiscal General Eduardo Montealegre o Alfonso Gómez Méndez le habían desaconsejado vivamente no realizarla por considerar que la Constitución colombiana considera la paz como un derecho de los ciudadanos y su búsqueda una obligación del presidente. 

Santos se obstinó en una refrendación de los acuerdos, negociados largamente en La Habana entre su Gobierno y los jefes de la guerrilla, una vez logrado el apoyo de toda la comunidad internacional, empezando por Naciones Unidas que ya tenía previsto un complejo sistema de verificación multinacional, que ahora deberá desmantelar. 

Lo sucedido también se asemeja al Brexit británico en las mentiras difundidas por los partidarios del 'no' a la paz: habría impunidad total para los crímenes de lesa humanidad, se expropiarían millones de hectáreas para entregarlas a los guerrilleros, se iba a entregar a Colombia al “castrochavismo”, etc. Por otra parte, el resultado negativo del plebiscito tiene que ver con una votación que, más allá de los acuerdos de paz que se refrendaban, se ligaban con el descrédito del presidente Santos, cuya impopularidad se ha llevado por delante los acuerdos de paz.

La zozobra es completa hoy entre los miles de integrantes de la guerrilla, que se preparaban para desarmarse y desmovilizarse tras su X Conferencia, de la que dieron amplia cuenta los medios internacionales con sus propuestas festivas y su disposición a emprender una nueva vida en la esfera civil. 

Suspendida la prevista “amnistía”, las armas vuelven a engrasarse y los frentes vuelven a sus lugares de acuartelamiento guerrillero. En todo caso, el máximo comandante de las FARC, Timochenko, declaró al conocerse la derrota del plebiscito, que “sólo usarán la palabra para luchar por la paz”, mientras el presidente Santos ratificaba desde el Palacio de Nariño el vigente alto el fuego bilateral e indefinido.

En un primer análisis se observa que las zonas que han sufrido el conflicto armado, como Cauca, Nariño o Putumayo, han votado masivamente 'sí' a los acuerdos de paz, mientras que en las que no viven desde hace mucho tiempo el conflicto, como el Centro y Cundinamarca, triunfó el 'No'. En definitiva, el mundo urbano terminó decidiendo la guerra que se vive en el mundo rural.

El resultado de la votación y las primeras reacciones muestran la polarización, con tintes de violencia, latente o expresa, que se va a acentuar más aún en Colombia. Algunos analistas prevén una detención en la entrega de tierras despojadas y temen un incremento en el asesinato de defensores de la paz y los derechos humanos, cuyas víctimas alcanzan las 51 personas en lo que va de año.

Los acuerdos de paz en Colombia, que han sido mostrados en las últimas semanas comoun ejemplo internacional en materia de resolución de conflictos, entran en un limbo jurídico con muchas aristas no definidas. Según la Ley Estatutaria del plebiscito, los acuerdos que se firmaron en Cartagena el pasado día 26 no pueden implementarse ya, no tienen validez jurídica. 

Los seguidores del expresidente Uribe, verdaderos triunfadores del 'no' en el plebiscito, proponen una improbable “renegociación” de los acuerdos para suprimir lo que consideran “impunidad” y para eliminar la prevista Justicia Especial de Paz, que preveía entre otras cosas que compareciesen para rendir verdad y reparación los empresarios financiadores del paramilitarismo y los agentes del Estado culpables de crímenes de guerra.

Uno de los analistas más influyentes de Colombia, Antonio Caballero (antiguo colaborador de Público) se muestra sorprendido por el resultado del plebiscito, aunque esperaba un fuerte voto por el 'no': “Este país es muy reaccionario”. Para Caballero el resultado del plebiscito “lo único que se hace es posponer el problema, 5 o 10 años más de matanza y volveremos a lo mismo. Se pierden años y años por cuenta de la estupidez fomentada por los intereses económicos y políticos de una minoría”. Según su análisis, el Gobierno de Santos representa lo que en la transición española se denominó la “derecha civilizada” a la que en Colombia "la derecha bárbara que representa un payaso sin escrúpulos como Álvaro Uribe, ataca como 'castrochavista'".

Salvando las distancias en cuanto a la magnitud del país y la estabilidad de su institucionalidad, la situación de Colombia hoy recuerda a la de Guatemala en 1999, cuando firmó la paz que ponía fin a una guerra civil de 30 años y sometió a referéndum las reformas constitucionales que buscaban acabar con el militarismo y la desigualdad social para aplicar el acuerdo. La mayor parte de la población se abstuvo y los votantes urbanos, para los que la guerra quedaba muy lejana, votaron negativamente. Y la violencia continuó.

http://www.publico.es/internacional/colombia-rechaza-acuerdo-paz-guerrilla.html
Colombia trata de salvar la paz en un clima incierto

El plebiscito en Colombia: una oportunidad perdida
Por Atilio A. Boron

Ayer se perdió una inmejorable oportunidad para avanzar por el camino de la paz. Habrá otras, sin duda alguna.


El resultado del plebiscito colombiano reveló la profundidad de la polarización que, desde el fondo de su historia, caracteriza a la sociedad colombiana. También, la grave crisis de su arcaico sistema político incapaz de suscitar la participación ciudadana que ante un plebiscito fundacional -¡nada menos que para poner fin a una guerra de más de medio siglo!- que apenas si logró que una de cada tres personas habilitadas para votar acudiera a las urnas, una tasa de participación inferior a la ya de por si habitualmente baja que caracteriza a la política colombiana. La del día de ayer fue la mayor abstención en los últimos veintidós años y su resultado fue tan ajustado que hizo que la victoria del NO, como hubiera ocurrido ante un eventual triunfo del SI, sea más un dato estadístico que un rotundo hecho político. Los partidarios del SI habían dicho que lo que se necesitaba para consolidar la paz era una amplia victoria, que no bastaba simplemente con superar en votos a los partidarios del NO. Lo mismo cabe decir de sus oponentes. Pero nadie logró ese objetivo, porque la diferencia de un 0.5 % a favor del NO podría sociológicamente ser considerada como un error estadístico y que un nuevo recuento de votos podría eventualmente llegar a revertir.


Es prematuro brindar una explicación acabada de lo ocurrido. Habría que contar con información más pormenorizada que por el momento no está disponible. Pero no deja de ser sorprendente que el anhelo de la paz, que era algo que cualquiera que haya visitado Colombia podía percibir a flor de piel en la gran mayoría de su población, no se haya traducido en votos para ratificar esa voluntad pacifista y refundacional de un país sumido en un interminable baño de sangre. En lugar de ello la ciudadanía reaccionó con irresponsable indiferencia ante la convocatoria para respaldar los acuerdos trabajosamente conseguidos en La Habana. ¿Por qué? Algunas hipótesis deberían apuntar, en primer lugar, a la baja credibilidad que tienen en Colombia las instituciones políticas, corroídas desde largo tiempo por la tradición oligárquica, la penetración del narcotráfico y el papel del paramilitarismo. Este déficit de credibilidad se expresa en una retracción del electorado, tanto más importante cuanto más alejadas se encontraran de las zonas calientes del conflicto armado las regiones en las cuales el NO triunfó con holgura. En cambio, aquellos departamentos que fueron teatro de operaciones de los enfrentamientos se manifestaron mayoritariamente a favor del SI. Para decirlo en otros términos: allí donde los horrores de la guerra eran experimentados sin mediaciones y en carne propia –principalmente las regiones agrarias y campesinas- la opción por el SI triunfó de manera aplastante. Tal es el caso del Cauca, con el 68 % votando por el SI; el Chocó, con 80 % por el SI; Putumayo, 66 % por el SI; Vaupes, 78 % por el SI. En cambio, en los distritos urbanos en donde la guerra era apenas una noticia que divulgaban los medios, satanizando de manera implacable a la insurgencia, quienes acudieron a las urnas lo hicieron para manifestar su rechazo a los acuerdos de paz.

Lo anterior remite a una segunda consideración: la debilidad del esfuerzo educativo hecho por el gobierno colombiano para explicar los acuerdos y sus positivas consecuencias para el futuro del país. Esta falencia había sido señalada por diversos observadores y protagonistas de la vida política de ese país, pero su llamado de atención al presidente Juan M. Santos fue desoído. El confiado optimismo que primaba en los círculos gubernamentales (y también en algunos sectores cercanos a las FARC-EP) unido a la imprudebte confianza puesta en los pronósticos de las encuestas -que, una vez más, fracasaron escandalosamente- hizo que se subestimara la gravitación de los enemigos de la paz y la eficacia de la campaña basada en el visceral rechazo a los acuerdos promovida por el uribismo. El papel desempeñado por la derecha vinculada al paramilitarismo y los medios de comunicación, mismos que reprodujeron sin cesar las acusaciones de “traición” dirigidas al presidente Santos, galvanizaron un núcleo duro opuesto a la ratificación de los acuerdos que pese a ser minoritario en el conjunto de la población logró prevalecer porque sus adherentes acudieron masivamente a las urnas, mientras que sólo una parte de los que sí la querían se atrevieron a desafiar las inclemencias del tiempo y fueron a votar. Persuasiva resultó ser pues la “campaña de terror” orquestada por la derecha, que en sus ominosas caricaturas presentaba al comandante Timoshenko ya investido con la banda presidencial y presto a imponer la dictadura de los “terroristas” sobre una población indefensa y sumida en la ignorancia, misma que encontró en el voto por el NO el antídoto necesario para conjurar tan pavorosa amenaza.

La satanización de Timoleón Jiménez, Comandante Timoshenko

En suma: es imposible abstraerse de la sensación de frustración que provoca este resultado. Como se dijo una y mil veces, la paz en Colombia es la paz en América Latina. Tremenda responsabilidad le cabe a las FARC-EP ante este deplorable resultado electoral. La sensatez demostrada por la guerrilla en las arduas negociaciones de La Habana deberá ahora pasar por una nueva prueba de fuego. Y es de esperar que la tentación de retomar la lucha armada ante el desaire electoral sea neutralizada por una actitud reflexiva y responsable que, desgraciadamente, no tuvo la ciudadanía colombiana. Las declaraciones del comandante Timoshenko ratificando que ahora las armas de la insurgencia son las palabras permiten albergar una semilla de esperanza. Lo mismo las manifestaciones de la dirigencia del ELN y la alocución del presidente Santos poco después de conocidos los resultados del plebiscito. Ojalá que así sea y que esta guerra de más de medio siglo, que a lo largo de estos años tuvo un costo equivalente a casi la mitad del PBI actual de Colombia; que despojó de sus tierras y desplazó de sus hogares a casi siete millones de campesinos; que produjo 265.000 muertes oficialmente registradas; que victimizó por la vía indirecta a dos millones y medio de menores de edad; que esa pesadilla, en suma, que ha enlutado a la entrañable Colombia pueda hundirse definitivamente en el pasado para abrir esas grandes alamedas evocadas por el heroico presidente Salvador Allende por donde habrán de pasar los hombres y las mujeres de Colombia para construir una sociedad mejor. Ayer se perdió una inmejorable oportunidad para avanzar por el camino de la paz. Habrá otras, sin duda alguna.

http://kaosenlared.net/el-plebiscito-en-colombia-una-oportunidad-perdida/


Comunicado de las FARC-EP

Por FARC - EP
La paz triunfará.

Escrito por Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejercito del pueblo (FARC-EP) lamentan profundamente que el poder destructivo de los que siembran odio y rencor hayan influido en la opinión de la población colombiana.

Con el resultado de hoy, sabemos que nuestro reto como Movimiento Político es todavía más grande y nos requiere más fuertes para construir la paz estable y duradera.

Las FARC-EP mantienen su voluntad de paz y reiteran su disposición de usar solamente la palabra como arma de construcción hacia el futuro.

Al pueblo colombiano que sueña con la paz que cuente con nosotros.

La paz triunfará.

http://www.farc-ep.co/comunicado/comunicado-de-las-farc-ep-1.html

El Gobierno y las FARC mantienen el espíritu del acuerdo tras la victoria del no en una votación en la que ha participado menos del 40% de los ciudadanos

IVÁN M. GARCÍA

La tristeza de los electores de Medellín que votaron por el Sí a la paz en Colombia, tras conocer el resultado del referéndum del 2 de octubre. IVÁN M.GARCÍA

MEDELLÍN (COLOMBIA) | 3 DE OCTUBRE DE 2016

Hay quien sostiene que Macondo no es más que el día a día de Aracataca, el pueblo del Magdalena donde nació Gabriel García Márquez. Del mismo modo, hoy podría decirse que el realismo mágico tampoco es fruto de la chistera del Nobel colombiano, sino un mero reflejo del carácter impredecible, a veces rayano en el surrealismo, de sus compatriotas. Esos que ayer rechazaron un acuerdo de paz que ponía punto y final a 52 años de guerra con la guerrilla de las FARC. 

Las 297 páginas del tratado que rubricaron hace una semana en Cartagena de Indias el presidente Juan Manuel Santos y el jefe de las FARC, Timoleón Jiménez, alias Timochenko, fueron rechazadas ayer por 6.431.376 votos, un 50,2% del total; frente a los 6.377.482, un 48,78%, que les dieron apoyo. 

La participación en el plebiscito fue del 37'9%. Una cifra razonable si se tiene en cuenta que el umbral de validez estaba en el 13%. 

“Es un baldao de agua fría. ¿Pero sabe qué? A mí no me sorprende...”, deja caer Manuela, una joven estudiante de 28 años, de pelo corto y revuelto, y gesto resuelto. “Es lo de siempre. Los que han votado no son históricamente muy activos en política. Los que hemos votado sí somos históricamente abstencionistas”, añade antes de sonreír resignada.

Manuela es una de las muchas personas que ayer tarde se reunieron para ver la retransmisión del recuento de votos en una gran pantalla ubicada en la Glorieta de la vida, en el centro de Medellín. Un espacio a las puertas del mítico teatro Pablo Tobón Uribe, cuyos gestores han convertido en lugar de reunión y debate durante la recta final de las conversaciones de paz entre insurgentes y gobierno.

Unos metros más allá de la joven, un grupo de muchachos trataba de levantar los ánimos al grito de “ni un hombre, ni una mujer, ni un peso para la guerra”. 

Minutos más tarde, en un breve discurso por televisión, el presidente de la nación, Juan Manuel Santos, hacía un intento por ahuyentar el temor de muchos de los presentes: que se reabra el conflicto armado con las FARC. 

“El cese al fuego bilateral y definitivo sigue y seguirá vigente”, dijo desde Casa de Nariño, la sede presidencial, rodeado por su equipo negociador en La Habana.

Retransmisión en directo, en Medellín, del recuento de votos del referéndum sobre la paz. 

Santos anunció que hoy se reunirá con el resto de fuerzas políticas “para abrir espacios de diálogo y ver caminos a seguir”. 

El presidente colombiano aseguró que no dejará de buscar la paz ni un minuto en lo que le queda de mandato y, haciendo gala de un insólito optimismo, calificó el momento como una “oportunidad” para buscar “puntos de encuentro y unidad”.

El jefe del equipo negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, y el Alto Comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, viajarán hoy de vuelta a Cuba para informar al secretariado de las FARC de los avances que propicien las reuniones de Santos con el resto de partidos. 

El líder de la campaña por el no, el expresidente y hoy senador del Centro Democrático, Álvaro Uribe, ofreció a los medios un discurso vago y poco concreto del que se rescata su intención por lograr un “gran pacto nacional” para que se reorienten los acuerdos.

“Colombianos, corrijamos. La democracia de nuestra patria ha sido superior a toda la presión oficial para imponer el sí. Todos queremos la paz. Pedimos que se le dé protección a las FARC y que cesen todos los delitos, incluido el narcotráfico y la extorsión”, dijo. 

Timoleón Jiménez hacía un llamamiento desde La Habana: “Al pueblo colombiano que sueña con la paz, que cuente con nosotros”. 

El líder de la guerrilla confirmaba de este modo las declaraciones del comandante Antonio Lozada, quien desde la X Conferencia de las FARC aseguró hace un par de semanas que el grupo insurgente no volvería al monte si el plebiscito tumbaba el acuerdo. 

“Las FARC mantienen su voluntad de paz y reiteran su disposición de usar solamente la palabra como arma de construcción hacia el futuro. Con el resultado de hoy, sabemos que nuestro reto como movimiento político es todavía más grande y nos requiere más fuertes para construir la paz estable y duradera”, añadió.

Las poblaciones más golpeadas apoyaron el sí

El joven estudiante Juan José Franco da la espalda a la pantalla que arroja, como una bofetada, los sucesivos boletines que amplían la distancia del no y el sí. “Es doloroso. Es como un golpe en el estómago”, describe.

Para Franco, la ganadora de esta tarde ha sido la intolerancia. “El voto de los que no han sufrido la guerra”, lamenta. 

El 2 de mayo de 2002, el frente 58 de las FARC se enfrentaba con los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en el municipio de Bojayá (Chocó). La guerrilla lanzó una pipeta de gas a modo de proyectil a los paramilitares, pero el cilindro perdió fuerza y cayó sobre la iglesia, donde se refugiaba parte de la población. Murieron un centenar de personas. 

Ayer, en Bojayá, el 95% de los habitantes votó por el sí. 

Algunos de los departamentos donde la guerra más se ha cebado, como Chocó, Vaupés, Putumayo y Nariño, dieron su apoyo a los acuerdos. También en Cauca, donde confluyen varios actores armados. Y en uno de sus municipios, Toribio, atacado más de 600 por las FARC, el sí ganó por el 84%. 

La capital, Bogotá, también mostró su acuerdo con un 56% de los votos a favor de la paz con las FARC. 

De todos modos, el respaldo del no viene también de cuatro departamentos muy afectados por la guerra: Huila, con un 66,77% de votos en contra del acuerdo; Meta, con un 63,58%; Norte de Santander, con un 63%, y Antioquia, la cuna del uribismo, con un 62%. No obstante, en éste último, la región del Urabá, golpeada por paramilitares, guerrillas y narcotráfico, dijo sí al acuerdo con un 52% de los votos. 

Lágrimas y abrazos

Diana Arboleda guardaba un centenar de mariposas blancas para soltar después de la victoria del sí. Magui Morales, junto a ella, repartía flores blancas a los que iban entrando en la Glorieta de la vida. “Estoy tranquila porque el corazón me dice que el sí es lo mejor para Colombia”, apuntaba.
Una votante sigue en Medellín el recuento del referéndum. 

Gerardo Pérez, de 62 años, sonreía mientras un conjunto de estudiantes de música improvisaba unas piezas tradicionales en unas marimbas. “Toda mi vida he visto guerra”. La de guerrillas y paramilitares, y también la de las bandas de los barrios populares en los que trabajó desde la década de los 70, cuando explotó el narcotráfico. “Ya es hora de perdonar. De tener otro país y de que lo construyan las próximas generaciones sin que tengan la guerra de excusa para lo que sale mal”, decía. 

Jhon Ciro, un hiphopero de la Comuna 13, un barrio de Medellín al que el conflicto le arrancó centenares de jóvenes en forma de desaparecidos, se mostraba optimista. “Ahora es el momento de reconstruir el tejido social que es lo que nos va a traer una paz de verdad y duradera”.

Junto a él, una joven de 20 años, Manuela, asiente con la cabeza. Tinte rubio, casi blanco, en su melena lisa, grandes ojos verdes, arete en la nariz y brazos cubiertos por cuidados tatuajes. “Es imposible no ilusionarse”, exclamaba. 

Pero también era posible desilusionarse. Terminó el conteo y aparecieron las lágrimas. Las de la muchacha de apenas 14 o 15 años que miraba a su padre sin entender muy bien qué había ocurrido. Las de las dos mujeres pertenecientes a una organización de víctimas que se abrazaban inmóviles y con los ojos apretados junto al escenario donde ya la marimba enmudecía. Las de la estudiante que miraba a la pantalla incrédula. Y las que no querían salir de un anciano, vestido impolutamente de blanco, y cuya mirada se perdía más allá de la punta de sus zapatos. 

AUTOR
Iván M. García

http://ctxt.es/es/20160928/Politica/8746/Colombia-paz-Santos-FARC-referendum.htm

El No aventaja al Sí en el plebiscito por la paz de Colombia




Un total de 34 millones 899 mil 945 colombianos fueron convocados a votar este domingo. | Foto: EFE


El plebiscito por la paz tuvo un 63 por ciento de abstención y 37 por ciento de participación.

El No supera al Sí en los resultados preliminares del plebiscito por la paz en Colombia, informó el Consejo Nacional Electoral (CNE) en su página web.

El plebiscito ya es válido tras superar el Sí el umbral de participación de 4.5 millones de votos.

El cierre de mesas del plebiscito por la paz de Colombia se efectuó a las 16H00 (21H00 GMT) de este domingo según las previsiones de la autoridad electoral.

Las mesas habilitadas en los 32 departamentos del territorio nacional (más el Distrito Capital) fueron 81 mil 925, distribuidas en 11 mil 34 colegios electorales.

Los colombianos acudieron a las urnas y se pronunciaron en redes sociales sobre el proceso comicial con un total de 2 millones 261 mil 472 menciones en Twitter, Facebook e Instagram desde el 17 de junio hasta el 30 de septiembre, así lo detalló la ONG Misión de Observación Electoral (MOE).

Un total de 34 millones 899 mil 945 de colombianos fueron convocados a votar este domingo, 18 millones 47 mil 321 son mujeres y 16 millones 852 mil 624 hombres, de acuerdo con datos proporcionados por la Registraduría de la República.

Todos los detalles de estas elecciones están en nuestro Minuto a Minuto.

En contexto

El Gobierno de Colombia y las FARC- EP firmaron el 26 de septiembre el Acuerdo final de Paz para terminar la confrontación armada de 52 años de antigüedad, que dejó 220 mil muertos y millones de desplazados.

El 24 de agosto de 2016, el Gobierno de Colombia y las FARC-EP anunciaron el acuerdo final de paz. El documento pasó a manos del Congreso de Colombia el 25 de agosto. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, notificó al Congreso su decisión de llamar a un plebiscito el próximo domingo 2 de octubre de 2016.

El envío del acuerdo original al Congreso por parte del Gobierno cumplió con el plazo mínimo de 30 días que tenía para difundir los acuerdos con las FARC- EP antes del plebiscito, de tal manera que Colombia conociera qué se votaría en las urnas. 

Por: teleSUR - KP - ACH
http://www.telesurtv.net/news/Inicia-el-conteo-de-votos-de-plebiscito-por-la-paz-de-Colombia-20161002-0038.html

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