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HONOR Y MEMORIA POR EL MAYOR CRONISTA DE AMÉRICA, EDUARDO GALEANO


DOSSIER EN HOMENAJE A EDUARDO GALEANO 

1. Murió Eduardo Galeano



El escritor y periodista uruguayo, autor de libros emblemáticos como "Las venas abiertas de América Latina", "Memoria del fuego" y "El libro de los abrazos", murió en Montevideo a los 74 años. El jurado que le entregó el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de La Habana en 2001 lo definió como "un recuperador de la memoria real y colectiva sudamericana y un cronista de su tiempo".



Eduardo Germán Hughes Galeano nació en Montevideo el 3 de septiembre de 1940, era hijo de Eduardo Hughes Roosen y de Licia Ester Galeano Muñoz, de quien tomó el apellido para firmar como escritor o periodista. Cuando era un adolescente comenzó a publicar caricaturas para El Sol, un periódico socialista en Uruguay, con el seudónimo de "Gius", también fue obrero en una fábrica de insecticidas y pintor de carteles entre otros oficios, a pesar de provenir de una familia de la clase alta.

Se inició como periodista a comienzos de 1960 como editor del semanario Marcha y del diario Época luego del golpe de Estado en su país del 27 de junio de 1973 fue encarcelado y posteriormente se instaló en la Argentina. Una década después fue el director de la revista cultural y política Crisis, fundada por Federico Vogelius (1919-1986): "Fue un largo acto de fe en la palabra humana solidaria y creadora (...) Por creer en la palabra, en esa palabra, Crisis eligió el silencio. Cuando la dictadura militar le impidió decir lo que tenía que decir, se negó a seguir hablando", dijo al cierre en agosto de 1976.

Ese mismo año, su nombre integró la lista de condenados por la dictadura militar argentina, presidida por Jorge Rafael Videla, y viajó a España. Allí escribió la trilogía "Memoria del fuego" (Los nacimientos, 1982; Las caras y las máscaras, 1984, y El siglo del viento, 1986) donde revisita la historia del continente latinoamericano.

Cronista de su tiempo, la visión de una América Latina unida se vio reflejada en su narrativa que se remonta a títulos como "Los días siguientes" (1963), los relatos de "Vagamundo" (1973), "El libro de los abrazos" (1989), "Patas arriba. La escuela del mundo al revés" (1998).

En 1985 regresó a Montevideo cuando Julio Marí­a Sanguinetti asumió la presidencia del paí­s por medio de elecciones democráticas. Junto a Mario Benedetti, Hugo Alfaro, entre otros funda el semanario Brecha. Y luego su propia editorial El Chanchito. Además, integró la "Comisión Nacional Pro Referéndum" (entre 1987-1989), constituida para revocar la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, promulgada en diciembre de 1986 para impedir el juzgamiento de los crí­menes cometidos durante la dictadura militar en su país (1973-1985).

Por su obra, Galeano fue galardonado con el Premio Casa de las Américas 1975, 1978; Premio del Ministerio de Cultura del Uruguay 1982, 1984, 1986, American Book Award 1989, Premio Stig Dagerman 2010 y Premio Alba de las letras 2013.

En ocasión de recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de La Habana en 2001, el escritor dijo: "He amado a esta isla de la única manera que es, digna de fe, con sus luces y sombras", mientras que el jurado definió con certeza al escritor y periodista como "un recuperador de la memoria real y colectiva sudamericana y un cronista de su tiempo".

En 2004 escribió una "Carta al señor futuro", que sintetiza sus anhelos. "Nos estamos quedando sin mundo. Los violentos lo patean, como si fuera una pelota. Juegan con él los señores de la guerra, como si fuera una granada de mano; y los voraces lo exprimen, como si fuera un limón. A este paso, me temo, más temprano que tarde el mundo podrí­a no ser más que una piedra muerta girando en el espacio, sin tierra, sin agua, sin aire y sin alma", advierte en esa carta. "De eso se trata, señor Futuro. Yo le pido, nosotros le pedimos, que no se deje desalojar. Para estar, para ser, necesitamos que usted siga estando, que usted siga siendo -apunta-. Que usted nos ayude a defender su casa, que es la casa del tiempo".


http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-270412-2015-04-13.html



2. En la muerte de Eduardo Galeano


Lectura recomendada:







“… Galeano era una persona que nos conmovía, en el sentido más literal del término, no porque dijese cosas bonitas, sino por la suave firmeza con la que aquellas palabras, hermosas sin lugar a dudas, despertaban en el público la conciencia de lo que muchas veces pensamos y no nos atrevemos a decir. Porque allí delante había un Ser Humano, con mayúsculas, que con delicada firmeza denunciaba la injusticia para con el otro, ese otro siempre olvidado porque, marginado de toda condición, queda recluido en alguna periferia: el indígena en un mundo de occidentales, la mujer en un mundo de hombres, el pobre en una sociedad de ricos, el (supuesto) fracasado en una sociedad de (falsos) triunfadores, el loco en un mundo de cuerdos, el libre en un mundo de dogmas.

Eduardo Galeano nació en Montevideo el 3 de septiembre de 1940 y ha muerto en la misma ciudad el día 13 de abril de 2015. El tiempo comprendido entre ambas fechas se puede llenar con exilios, libros, nombres de amigos y de enemigos, numerosos premios, doctorados Honoris Causa, campañas de descrédito…, en suma, la habitual construcción, a partir de un cúmulo de datos varios, del perfil con el que enciclopedias y estudios de todo tipo guardarán su figura para la posteridad. A la hora de entrar en valoraciones más subjetivas, se podrá elegir, en función de la ideología de quien escriba, entre el panegírico y el reconocimiento, cómo no, con matices, pues siempre habrá a mano una frase que descontextualizar.

Sin embargo, con todo ello no lograríamos dar una idea cabal de la auténtica dimensión de Galeano, que radica en su extrema humanidad. ¿Y cómo abordar semejante tarea? Conscientes de nuestras limitaciones, permítasenos rememorar uno de los muchos actos públicos en los que participó a lo largo de su vida, pongamos una tarde de finales de primavera, por ejemplo un 7 de junio de 2012, en Madrid, en La Tabacalera. Pero no, no se trata de hablar de las grandes colas, de la sala abarrotada, de los atronadores aplausos con que fue recibido. Quien sea asiduo de las salas de conciertos o de teatro, sabe que, al margen de los éxitos prefabricados por la mercadotecnia, hay otros que surgen, naturales, de la excelencia de la interpretación; entonces se crea una atmósfera especial, casi física, que todo lo penetra y arrebata. Algo así es lo que se produjo aquella tarde de junio en Madrid: se advertía en los rostros, en las miradas cómplices, en las sonrisas sinceras, en el nudo en la garganta de cada uno de los asistentes. Y aquella convulsión la producía una persona que, sobre un improvisado estrado, con voz pausada y tono calmo, iba desgranando historias que, con inusitada suavidad, condenaban con excepcional dureza todas las injusticias del mundo.

Allí, delante de todos, había una persona que nos conmovía, en el sentido más literal del término, no porque dijese cosas bonitas, sino por la suave firmeza con la que aquellas palabras, hermosas sin lugar a dudas, despertaban en el público la conciencia de lo que muchas veces pensamos y no nos atrevemos a decir. Porque allí delante había un Ser Humano, con mayúsculas, que con delicada firmeza denunciaba la injusticia para con el otro, ese otro siempre olvidado porque, marginado de toda condición, queda recluido en alguna periferia: el indígena en un mundo de occidentales, la mujer en un mundo de hombres, el pobre en una sociedad de ricos, el (supuesto) fracasado en una sociedad de (falsos) triunfadores, el loco en un mundo de cuerdos, el libre en un mundo de dogmas.

Porque allí un Ser Humano, con mayúsculas, reivindicaba en cada una de sus palabras, en cada uno de sus gestos, en cada una de sus miradas, la dignidad, siempre mancillada, de las personas.

Y todo sin alzar la voz, sin un solo grito, con un ritmo sosegado pero constante que, como su prosa, concisa, directa, aparentemente sencilla, ahorrando palabras para decir todo, penetra lentamente, como gotas de agua, en el ánimo de quien lo escucha (o lee).

Porque para que a uno le oigan no es necesario gritar, basta con tener razón y Galeano la tenía

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3. “Estamos hechos de historias”


El autor uruguayo llenó la Sala José Hernández. Y alrededor de dos mil personas lo siguieron desde afuera. Se ganó la ovación del público gracias a varias de sus misceláneas imperdibles, la mayoría extraídas de su libro "Los hijos de los días".

Por Silvina Friera

Y los días se echaron a caminar... y la voz de Eduardo Galeano, una especie de chamán, ejerció a todas luces una fuerza hipnótica entre los fieles lectores que lo acompañaron en la Sala José Hernández. Imposible calcular cuántas personas se quedaron afuera. Lo escucharon, mano a mano, más de 700 personas. Pero quizás unas dos mil se desparramaron en la puerta del auditorio principal de la Feria –resistiendo el frío de la noche del sábado– y en otra de las salas –la Borges–, donde se proyectó la narración de varias de las efemérides que integran su último libro, Los hijos de los días (Siglo XXI). El fenómeno comenzó temprano, mucho antes de que el autor uruguayo, una de las visitas más esperadas de esta 38ª edición, se presentara. Apenas La Rural abrió sus puertas, la fila empezó a crecer, cuando la levadura de la esperanza de ingresar parecía garantizada para todos. Los breves relatos, misceláneas punzantes sobre la desigualdad, el hambre, el racismo, el derecho humano a la información, los “miedos” de comunicación, los desaparecidos y los niños robados, el medio ambiente y derroteros diversos de la civilización resonaron como si el pasado, el presente y el futuro fueran un tiempo siempre igual a sí mismo.

Un pequeño trabajo zoológico que se le ocurrió, sobre unos bichitos que se llaman sanguijuelas, “uno de los principales productos de importación de los países europeos”, fue el prólogo de una dedicatoria muy ovacionada. “Aprovecho esta lectura para mandar un abrazo de muchos brazos a los pobladores de Famatina, Tinogasta, Andalgalá y otros que no se dejan engañar con los cuentos de las sanguijuelas modernas, que te venden buena salud mientras te acompañan al cementerio”, dijo Galeano, manifestando su apoyo a quienes están resistiendo la minería a cielo abierto.

“Y los días se echaron a caminar. Y ellos, los días, nos hicieron. Y así fuimos nacidos nosotros, los hijos de los días, los averiguadores, los buscadores de la vida. Y si nosotros somos hijos de los días, nada tiene de raro que de cada día brote una historia. Porque los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias. Y ahora les voy a contar algunas de esas historias nacidas de los días.” Así arrancó Galeano, sentadito en un sillón que agigantaba su figura y rubricaba el conjuro de una intimidad expansiva, con unos papeles en la mano que casi no leía, como si tuviera inscripta cada una de sus palabras en los labios. Como si fuera un narrador oral o un cuentacuentos. Un mismo día, el 8 de octubre, le permitió afilar la cuchilla de la reflexión en torno de aquellas figuras que se niegan a menudear los derroteros de la humanidad. “En 1967 se acorraló al Che Guevara en Bolivia; en 1919, Emiliano Zapata fue acribillado en México; y en 1934 mataron a Augusto Sandino en Nicaragua. Los tres compartieron el mapa y el tiempo, y fueron castigados por negarse a repetir la historia”, recordó. De pronto su voz se perdió. El micrófono y el sonido se trenzaron en una confabulación para romper la magia. Cuando se solucionó el problema, el escritor y periodista insufló una dosis de humor al mal trago sonoro: “Este es el micrófono que yo quería porque mejora las palabras, la calidad del texto”.

Uno de los momentos más celebrados fue cuando el autor de Las venas abiertas de América latina eligió, de ese calendario bisiesto –una historia por cada día– que conforma su último libro, contar el 11 de abril, sobre “los miedos de comunicación”. “En el día de hoy, en el año 2002, un golpe de Estado convirtió al presidente de los empresarios en presidente de Venezuela. Poco le duró la gloria. Un par de días después, los venezolanos volcados a las calles restituyeron al presidente elegido por sus votos. Las grandes televisoras y las radios de mayor difusión de Venezuela habían celebrado el golpe, pero no se enteraron de que la pueblada había devuelto a Hugo Chávez a su legítimo lugar. Por tratarse de una noticia desagradable, los medios de comunicación no la comunicaron.”



Para comprobar si el hechizo operaba a la perfección, exceptuando el inconveniente previo con el sonido, el escritor preguntó: “¿Lo que digo sale alindado por el micrófono como me dijeron?”. Después de la ratificación del público, Galeano bromeó: “La tecnología hace milagros”. Y nuevamente echó a rodar esas frases cortas, pulidas de adjetivos, certeras y concretas. Dardos que dan en el blanco. “Si la naturaleza fuera banco, ya la habrían salvado”, subrayó con ese tono solemne que buscaba enfatizar el remate contrario: la carcajada. “¿No será que el hambre de los pobres sacia nuestro apetito y su desnudez es la que nos viste?”, preguntó. No hubo ni la más mínima chance de sonreír, como si el interrogante temblara ante las posibles respuestas. En el catálogo del narrador uruguayo, la cinta de la historia es rebobinada bajo el microscopio despiadado de una oralidad que intensifica los tópicos y sujetos interpelados. También leyó las efemérides en las que alude al secuestro de niños como botín de guerra. “La dictadura argentina robó más de 500 niños, pero mucho más niños robó la democracia australiana, con permiso de la ley y aplauso del público”, afirmó el autor de El libro de los abrazos y Espejos, entre otros títulos. “La dictadura franquista dictó orden de olvidar: robó a los niños y robó la memoria”, agregó. Y recordó, además, a Macarena Gelman, la nieta del poeta, una de las víctimas del plan Cóndor, “un mercado común del terror de las dictaduras latinoamericanas”.

http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-270413-2015-04-13.html



4. El primer ciudadano ilustre del Mercosur

Eduardo Galeano abrazado a Macarena Gelman tras recibir el reconocimiento del Mercosur.

En 2008, Galeano recibió la distinción del bloque regional y brindó un inolvidable discurso, en el que dijo ser "patriota de varias patrias". "Sólo siendo juntos seremos capaces de descubrir lo que podemos ser, contra una tradición que nos ha amaestrado para el miedo y la resignación y la soledad y que cada día nos enseña a desquerernos", expresó.

Por Eduardo Galeano

Nuestra región es el reino de las paradojas.

Brasil, pongamos por caso: paradójicamente, el Aleijadinho, el hombre más feo del Brasil, creó las más altas hermosuras del arte de la época colonial; paradójicamente, Garrincha, arruinado desde la infancia por la miseria y la poliomelitis, nacido para la desdicha, fue el jugador que más alegría ofreció en toda la historia del fútbol y, paradójicamente, ya ha cumplido cien años de edad Oscar Niemeyer, que es el más nuevo de los arquitectos y el más joven de los brasileños.

- - -

O pongamos por caso, Bolivia: en 1978, cinco mujeres voltearon una dictadura militar. Paradójicamente, toda Bolivia se burló de ellas cuando iniciaron su huelga de hambre. Paradójicamente, toda Bolivia terminó ayunando con ellas, hasta que la dictadura cayó.

Yo había conocido a una de esas cinco porfiadas, Domitila Barrios, en el pueblo minero de Llallagua. En una asamblea de obreros de las minas, todos hombres, ella se había alzado y había hecho callar a todos.

–Quiero decirles estito –había dicho–. Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía ni la burocracia. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro.

Y años después, reencontré a Domitila en Estocolmo. La habían echado de Bolivia, y ella había marchado al exilio, con sus siete hijos. Domitila estaba muy agradecida de la solidaridad de los suecos, y les admiraba la libertad, pero ellos le daban pena, tan solitos que estaban, bebiendo solos, comiendo solos, hablando solos. Y les daba consejos:

–No sean bobos –les decía–. Júntense. Nosotros, allá en Bolivia, nos juntamos. Aunque sea para pelearnos, nos juntamos.

- - -

Y cuánta razón tenía.

Porque, digo yo: ¿existen los dientes, si no se juntan en la boca? ¿Existen los dedos, si no se juntan en la mano?

Juntarnos: y no sólo para defender el precio de nuestros productos, sino también, y sobre todo, para defender el valor de nuestros derechos. Bien juntos están, aunque de vez en cuando simulen riñas y disputas, los pocos países ricos que ejercen la arrogancia sobre todos los demás. Su riqueza come pobreza y su arrogancia come miedo. Hace bien poquito, pongamos por caso, Europa aprobó la ley que convierte a los inmigrantes en criminales. Paradoja de paradojas: Europa, que durante siglos ha invadido el mundo, cierra la puerta en las narices de los invadidos, cuando le retribuyen la visita. Y esa ley se ha promulgado con una asombrosa impunidad, que resultaría inexplicable si no estuviéramos acostumbrados a ser comidos y a vivir con miedo.

Miedo de vivir, miedo de decir, miedo de ser. Esta región nuestra forma parte de una América latina organizada para el divorcio de sus partes, para el odio mutuo y la mutua ignorancia. Pero sólo siendo juntos seremos capaces de descubrir lo que podemos ser, contra una tradición que nos ha amaestrado para el miedo y la resignación y la soledad y que cada día nos enseña a desquerernos, a escupir al espejo, a copiar en lugar de crear.

- - -

Todo a lo largo de la primera mitad del siglo diecinueve, un venezolano llamado Simón Rodríguez anduvo por los caminos de nuestra América, a lomo de mula, desafiando a los nuevos dueños del poder:

–Ustedes –clamaba don Simón–, ustedes que tanto imitan a los europeos, ¿por qué no les imitan lo más importante, que es la originalidad?

Paradójicamente, era escuchado por nadie este hombre que tanto merecía ser escuchado. Paradójicamente, lo llamaban loco, porque cometía la cordura de creer que debemos pensar con nuestra propia cabeza, porque cometía la cordura de proponer una educación para todos y una América de todos, y decía que al que no sabe, cualquiera lo engaña y al que no tiene, cualquiera lo compra, y porque cometía la cordura de dudar de la independencia de nuestros países recién nacidos:

–No somos dueños de nosotros mismos –decía–. Somos independientes, pero no somos libres.

- - -

Quince años después de la muerte del loco Rodríguez, Paraguay fue exterminado. El único país hispanoamericano de veras libre fue paradójicamente asesinado en nombre de la libertad. Paraguay no estaba preso en la jaula de la deuda externa, porque no debía un centavo a nadie, y no practicaba la mentirosa libertad de comercio, que nos imponía y nos impone una economía de importación y una cultura de impostación.

Paradójicamente, al cabo de cinco años de guerra feroz, entre tanta muerte sobrevivió el origen. Según la más antigua de sus tradiciones, los paraguayos habían nacido de la lengua que los nombró, y entre las ruinas humeantes sobrevivió esa lengua sagrada, la lengua primera, la lengua guaraní. Y en guaraní hablan todavía los paraguayos a la hora de la verdad, que es la hora del amor y del humor.

En guaraní, ñeñé significa palabra y también significa alma. Quien miente la palabra traiciona el alma.

Si te doy mi palabra, me doy.

- - -

Un siglo después de la guerra del Paraguay, un presidente de Chile dio su palabra, y se dio.

Los aviones escupían bombas sobre el palacio de gobierno, también ametrallado por las tropas de tierra. El había dicho:

–Yo de aquí no salgo vivo.

En la historia latinoamericana, es una frase frecuente. La han pronunciado unos cuantos presidentes que después han salido vivos, para seguir pronunciándola. Pero esa bala no mintió. La bala de Salvador Allende no mintió.

Paradójicamente, una de las principales avenidas de Santiago de Chile se llama, todavía, Once de Setiembre. Y no se llama así por las víctimas de las Torres Gemelas de Nueva York. No. Se llama así en homenaje a los verdugos de la democracia en Chile. Con todo respeto por ese país que amo, me atrevo a preguntar, por puro sentido común: ¿No sería hora de cambiarle el nombre? ¿No sería hora de llamarla Avenida Salvador Allende, en homenaje a la dignidad de la democracia y a la dignidad de la palabra?

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Y saltando la cordillera, me pregunto: ¿por qué será que el Che Guevara, el argentino más famoso de todos los tiempos, el más universal de los latinoamericanos, tiene la costumbre de seguir naciendo? Paradójicamente, cuanto más lo manipulan, cuanto más lo traicionan, más nace. El es el más nacedor de todos.

Y me pregunto: ¿No será porque él decía lo que pensaba, y hacía lo que decía? ¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en este mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran, y cuando se encuentran no se saludan, porque no se reconocen?

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Los mapas del alma no tienen fronteras, y yo soy patriota de varias patrias. Pero quiero culminar este viajecito por las tierras de la región, evocando a un hombre nacido, como yo, por aquí cerquita.

Paradójicamente, él murió hace un siglo y medio, pero sigue siendo mi compatriota más peligroso. Tan peligroso es que la dictadura militar del Uruguay no pudo encontrar ni una sola frase suya que no fuera subversiva y tuvo que decorar con fechas y nombres de batallas el mausoleo que erigió para ofender su memoria.

A él, que se negó a aceptar que nuestra patria grande se rompiera en pedazos; a él, que se negó a aceptar que la independencia de América fuera una emboscada contra sus hijos más pobres, a él, que fue el verdadero primer ciudadano ilustre de la región, dedico esta distinción, que recibo en su nombre.

Y termino con palabras que le escribí hace algún tiempo:

1820, Paso del Boquerón. Sin volver la cabeza, usted se hunde en el exilio. Lo veo, lo estoy viendo: se desliza el Paraná con perezas de lagarto y allá se aleja flameando su poncho rotoso, al trote del caballo, y se pierde en la fronda.

Usted no dice adiós a su tierra. Ella no se lo creería. O quizás usted no sabe, todavía, que se va para siempre.

Se agrisa el paisaje. Usted se va, vencido, y su tierra se queda sin aliento.

¿Le devolverán la respiración los hijos que le nazcan, los amantes que le lleguen? Quienes de esa tierra broten, quienes en ella entren, ¿se harán dignos de tristeza tan honda?

Su tierra. Nuestra tierra del sur. Usted le será muy necesario, don José. Cada vez que los codiciosos la lastimen y la humillen, cada vez que los tontos la crean muda o estéril, usted le hará falta. Porque usted, don José Artigas, general de los sencillos, es la mejor palabra que ella ha dicho.

http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-270415-2015-04-13.html




5. Eduardo Galeano (1940/2015) - El Derecho al Delirio (Legend)





6. La historia de las miradas - narrado por Eduardo Galeano



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Eduardo Galeano, un escritor entre el compromiso y los sueños revolucionarios

Escritor emblemático de una época forjada entre sueños revolucionarios, el uruguayo Eduardo Galeano -fallecido hoy a los 74 años- supo plasmar en sus escritos ese viento que sacudió a más de una generación comprometida en la lucha por un mundo mejor, en pos de ese hombre nuevo vaticinado por el Che.


El autor de "Las venas abiertas de América Latina" falleció hoy en el sanatorio Casmu de su ciudad natal luego de una larga enfermedad por la que se encontraba internado en la capital uruguaya, informaron a Télam allegados a la familia.

Con un ideario de izquierda que lo llevó desde muy joven a recorrer los poblados de su patria como integrante de la juventud socialista, el autor de "Memoria del fuego" -donde hace una recuperación de las raíces indigenistas- y "Las venas abiertas de América Latina" -dos de sus libros más famosos, traducidos a varios idiomas- desbordó ampliamente los límites de la literatura.

Cronista de su tiempo, Galeano mantuvo a lo largo de toda su vida, su denuncia contra todo tipo de injusticias, incluso en el nuevo siglo hizo suyas las consignas ecologistas para frenar el deterioro del planeta y no titubeó en denunciar a las pasteras que contaminan las aguas en su querido país.

Para él siempre fue importante la recuperación del pasado pero también el futuro, la incertidumbre frente a un mundo donde se enseñorea la pobreza, sumado al tema de las grandes migraciones de personas en el continente que deambulan sin rumbo fijo, expulsadas de sus lugares de origen.


Cronista de su tiempo, Galeano mantuvo a lo largo de toda su vida, su denuncia contra todo tipo de injusticias
La visión de una América Latina unida frente a la adversidad, fue una señal de esperanza y se vio reflejada en su narrativa que se remonta a títulos como "Los días siguientes" (1963), los relatos de "Vagamundo" (1973), ""El libro de los abrazos" (1989), "Patas arriba. La escuela del mundo al revés" (1998) y una carta al futuro -escrita en 2011- que sintetiza sus anhelos.

"Nos estamos quedando sin mundo. Los violentos lo patean, como si fuera una pelota. Juegan con él los señores de la guerra, como si fuera una granada de mano; y los voraces lo exprimen, como si fuera un limón. A este paso, me temo, más temprano que tarde el mundo podrí­a no ser más que una piedra muerta girando en el espacio, sin tierra, sin agua, sin aire y sin alma", advierte.

El recuerdo de Galeano

"(...)Yo le pido, nosotros le pedimos, que no se deje desalojar. Para estar, para ser, necesitamos que usted siga estando, que usted siga siendo -apunta-. Que usted nos ayude a defender su casa, que es la casa del tiempo".

Eduardo Germán Hughes Galeano nació en Montevideo el 3 de septiembre de 1940, era hijo de Eduardo Hughes Roosen y de Licia Ester Galeano Muñoz, de quien tomó el apellido para firmar como escritor o periodista.

Cuando era un adolescente comenzó a publicar caricaturas para El Sol, un periódico socialista en Uruguay, con el seudónimo de "Gius", también fue obrero en una fábrica de insecticidas y pintor de carteles entre otros oficios, a pesar de provenir de una familia de la clase alta.

Se inició como periodista a comienzos de 1960 como editor del semanario Marcha y del diario Época luego del golpe de Estado en su país del 27 de junio de 1963 fue encarcelado y posteriormente se instaló en la Argentina.

Una década después fue el director de la revista cultural y política Crisis, fundada por Federico Vogelius (1919-1986): "Fue un largo acto de fe en la palabra humana solidaria y creadora (...) Por creer en la palabra, en esa palabra, Crisis eligió el silencio. Cuando la dictadura militar le impidió decir lo que tenía que decir, se negó a seguir hablando", dijo al cierre en agosto de 1976.

Ese mismo año, su nombre integró la lista de condenados por la dictadura militar argentina, presidida por Jorge Rafael Videla, y viajó a España. Allí escribió la trilogía "Memoria del fuego" (Los nacimientos, 1982; Las caras y las máscaras, 1984, y El siglo del viento, 1986) donde revisita la historia del continente latinoamericano.

El uruguayo estuvo casado con Silvia Brando, con quien tuvo una hija, Verónica Hughes Brando; luego, con Graciela Berro Rovira, con quien tuvo dos hijos: Florencia y Claudio Hughes Berro y por último con Helena Villagra.

En 1985 regresó a Montevideo cuando Julio Marí­a Sanguinetti asumió la presidencia del paí­s por medio de elecciones democráticas, junto a Mario Benedetti, Hugo Alfaro, entre otros funda el semanario Brecha. Y luego su propia editorial El Chanchito.

Además, integró la "Comisión Nacional Pro Referéndum" (entre 1987-1989), constituida para revocar la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, promulgada en diciembre de 1986 para impedir el juzgamiento de los crí­menes cometidos durante la dictadura militar en su paí­­s (1973-1985).



En enero de 2006, Galeano se unió a figuras internacionales como Gabriel Garcí­a Márquez, Mario Benedetti, Ernesto Sabato, Thiago de Mello y Carlos Monsiváis, en la demanda de soberaní­a para Puerto Rico. Además firmaron en la proclamación de independencia del país.

En 2007 le diagnosticaron un cáncer de pulmón pero fue operado rápidamente y el diagnóstico precoz hizo que no tuviera ninguna secuela de esa enfermedad.

El presidente venezolano Hugo Chávez -en abril de 2009- entregó una copia de "Las Venas Abiertas de América Latina" -libro que fue prohibido en su momento por varias dictaduras latinoamericanas- al presidente estadounidense Barack Obama durante la quinta Cumbre de las Américas, celebrada en Puerto España, Trinidad y Tobago.

Por su obra, Galeano fue galardonado con el Premio Casa de las Américas 1975, 1978; Premio del Ministerio de Cultura del Uruguay 1982, 1984, 1986, American Book Award 1989, Premio Stig Dagerman 2010 y Premio Alba de las letras 2013.


En ocasión de recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de La Habana en 2001, el escritor dijo: "He amado a esta isla de la única manera que es, digna de fe, con sus luces y sombras", mientras que el jurado definió con certeza al escritor y periodista como "un recuperador de la memoria real y colectiva sudamericana y un cronista de su tiempo".



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Mónica Xavier, presidenta del Frente Amplio uruguayo, habló con Télam Radio

http://www.telam.com.ar/notas/201504/101323-eduardo-galeano-perfil-compromiso-suenos-revolucionarios.html

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Suenan sin parar los blasones de la nobleza payanesa, los cánticos traquetos de las mafias del narcotráfico desde Antioquia, pasando por el Valle del Cauca, Santander y el Caribe; los corceles de los hacendados que financiaron ayer y hoy al paramilitarismo en todos los departamentos del centro andino, el Caquetá y las llanuras orientales y la costa Caribe; todos a una se retuercen y lanzan desde sus puercos hocicos llamaradas que amenazan con quemar los sueños de emancipación de la pobrecía y de todos los oprimidos de esta Colombia humillada por siglos , vilipendiada desde siempre por los colonizadores y las oligarquías criolla s que miran con rabia el riesgo de llegar a perder el poder en manos de rebeldes que en juntanza esquiva intentan comprender que ello es posible. Secundarias resultan las contradicciones al interior de la variopinta juntanza que acompaña al Gobierno del Cambio , porque de no ser así, una noche muy oscura se avecina para los sectores populares, y su sangre po

EMANCIPACIÓN N° 934

DESCARGAR Y COMPARTIR EN PDF VISITE BIBLIOTECA EMANCIPACIÓN DESCARGUE 25 LIBROS EN PDF CON CADA ENTREGA HACIENDO CLIC EN CADA TÍTULO ANTES QUE PIERDA EL ENLACE: LIBROS 12451 A 12475 NO OLVIDE DESCOMPRIMIR LOS ARCHIVOS 12451 El Jardín Del Profeta. Khalil Gibrán, Gibrán. Emancipación. Abril 27 de 2024 12452 El Joven Gigante. Hermanos Grimm. Cuento Infantil. Emancipación. Abril 27 de 2024 12453 El Joven Rey. Wilde, Oscar. Cuento Infantil. Emancipación. Abril 27 de 2024 12454 El Judío Internacional. Ford, Henry. Emancipación. Abril 27 de 2024 12455 Juez De Los Divorcios. Entremés. De Cervantes Saavedra, Miguel. Emancipación. Abril 27 de 2024 12456 Sobre La Unidad. Urdiales, Millán. Filosofía. Emancipación. Abril 27 de 2024 12457 La Religión Griega De Gilbert Murray, ¿Una Verdadera Filosofía De La Religión? Varela Álvarez, Violeta. Filosofía. Emancipación. Abril 27 de 2024 12458 La Ciencia Ficción: Los Recuerdos Del Mañana. Pérez Jara, Carlos. Filosofía. Emancipación. Abril 27 de 2

26 DE ABRIL DE 1937: GUERNICA NO SE OLVIDA

El 26 de abril de 1937, lunes, era día de mercado. Las calles de Guernica estaban repletas de hombres, mujeres y niños pues, además de los vecinos, se encontraban cientos de refugiados y otros tantos campesinos que acudían a vender sus productos. El bombardeo se inició a las 16:40 y se extendió por más de tres horas interminables Claudio Albertani En 1933, H. G. Wells publicó una novela distópica, La forma de las cosas por venir, en la cual formulaba advertencias apocalípticas sobre el futuro de la humanidad. Los magníficos horrores del pasado, anotaba el escritor, se quedarían cortos ante la Nueva Guerra (con mayúsculas), misma que desembocaría en la masacre científica de la humanidad borrando la antigua distinción entre combatientes y población civil. Muy pronto se supo que no era ciencia ficción. Narra el historiador británico Paul Preston en La muerte de Guernica que el 19 de julio de 1936, tras el levantamiento militar contra la República Española, Emilio Mola, uno de los generale

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MULTITUDINARIAS MARCHAS DEL1 DE MAYO EN RESPALDO A REFORMAS DEL PRESIDENTE PETRO

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DOSSIER    Emancipación    Ibagué, multitudinario 1 de mayo. cortesia Cristofer Hernández@ieboyaca …

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