NO OBSTANTE, LAS FUERZAS DE LA REVOLUCIÓN DEBEN SOPESAR SUS ALCANCES Y ENCAMINARSE HACIA LA UNIDAD TÁCTICA Y PROGRAMÁTICA DE UN FRENTE POPULAR ANTI-IMPERIALISTA Y ANTI-OLIGÁRQUICO
Definitivamente, vuelve a quedar demostrado en las elecciones celebradas este 9 de marzo, que bajo las condiciones de un Estado opresor, neoliberal y oligárquico como el Colombiano, cuyo poder absoluto, lo ejerce desde Washington y en cada empresa, cada monopolio, en los ministerios, en cada oficina del Estado y directorio de los partidos gobernantes, a través de los medios masivos de comunicación, la gran oligarquía: alianza burgués-terrateniente pro imperialista, no le es posible al pueblo, sino en condiciones excepcionales, derrotar la férrea coyunda de la compra y venta de votos, clientelismo y aprovechamiento de los recursos estatales y de las necesidades tanto económicas, académicas, culturales, para avanzar en procesos de verdadero cambio y renovación.
Estaba cantado que los medios y el poder del dinero, ganarían las elecciones, que son entre otras, las más antidemocráticas, no sólo porque el 65% de los Bogotanos por ejemplo no acudió a las Urnas, sino que más del 54% de los Colombianos no votan como ha sido la constante histórica, porque no tienen nada que ganar, sino mayor opresión, y que quienes lo hacen en su mayoría son objeto de la influencia pervertida de las conciencias a favor de quienes los oprimen y reducen en su integridad y condición humana. Sí a eso se le suma, el incremento del voto en blanco, que representó cerca del 11% de los votantes, más la cantidad de votos nulos y votos no marcados, ambos guarismos que sobrepasan los dos millones de votos, la credibilidad de las elecciones en Colombia, es realmente insignificante y la gobenabilidad que de ello resulta es insuficiente. Es decir, un Estado en alto grado antidemocrático.
Congreso de la República: comparativo de las elecciones 2010-2014. Cuadro original de www. Razón Pública. com
Que gane el establecimiento y sus partidos corruptos era de esperarse, y que quienes dirigen y dirigieron el país durante 8 años con sangre y saña contra los trabajadores y el pueblo sea el de mayor votación, no es de extrañarse ni mucho menos quienes hoy lo disputan desde la Casa de Nari, aglutinados en la U, un estilo y una táctica solamente solapada, que encubre la misma política de ruina de la producción y ahogo al trabajo, mientras asiste a manteles con los mismos depredadores de las riquezas nacionales.
Los resultados son, entonces, consecuentes a una lid, totalmente dispareja, pero que no obstante, permite así sea, ganar o mantener una porción, aunque minoritaria, a favor de verdaderos cambios. Sólo condiciones especiales, generadas por las disputas tanto en el orden interno como externo de los opresores y los grados de conciencia de las masas que bajo alternativas claras y programa revolucionario de un sector lúcido de la sociedad logren aglutinar al conjunto de la población, cuestión siempre al vaivén de sectores del oportunismo y la misma reacción, que no escatimarán esfuerzos para debilitar, dividir y torpedear la unión definitiva de los oprimidos contra los opresores.
Este nuevo intento de los sectores democráticos, que mantienen de todas formas la esperanza de cambio verdadero, debe comprometer sin miramientos y bajo condiciones claras programáticas a estas fuerzas a la UNIDAD EN LA LUCHA EN UN FRENTE POPULAR ANTI-OLIGÁRQUICO Y ANTI-IMPERIALISTA por las transformaciones revolucionarias que requiere el país, sin protagonismos mezquinos como en el pasado lo hicieran grupos que dinamitaron la unidad por sectarismos obtusos o por apetitos personales, de todos conocidos, pero que refuerzan al régimen y desilusionan a los desposeídos.
Los anhelos de transformación y cambio que requiere el país, ojalá no se esfumen nuevamente, en esta otra lid comicial, como la que se avecina para mandatario de la República. No obstante, la principal batalla está por venir y es la de calle, la de la fábrica, la que debe realizar un partido auténtico revolucionario para guerrear cada espacio a los enemigos de clase en la construcción permanente de partido y de ganar a la revolución, a las grandes masas de obreros, campesinos y clases medias por la salvación de Colombia en un Frente único que encauce la nación hacia los derroteros de soberanía, democracia popular y socialismo.
Guillermo Molina M.
Emancipación Obrera
