El Plan B
Cuando los colombianos leen los titulares de los periódicos y oyen y ven a los presentadores de televisión embriagados de felicidad porque esta esquina de América pasa por “el buen momento”, piensan: “nos ganamos el baloto”.
Pero entretanto el vórtice incesante de la crisis económica del capitalismo a nivel mundial pasó de devorar bancos a tragarse países enteros como si fueran hojas secas: Islandia –ya casi pasada al olvido la quiebra del aparato especulativo que arrastró a toda la isla-, Irlanda –la que nos recetaron como ejemplo perfecto de la pujanza económica neo liberal-, Grecia –vejada, ultrajada y saqueada con el argumento de salvarla y, por último, hundida en la quiebra-, España –el milagro económico ibérico bailando en el filo de tasas de interés que hacen su deuda impagable y su economía inviable-, Italia –donde han pasado a segundo plano los escándalos de Berlusconi para dar franqueo a la discusión sobre la crisis que sacude los basamentos de su orden económico- y hacen fila más naciones en las que, ¡Oh, ironía!, descuella el imperialismo norteamericano, otrora pujante ejemplo del orbe y ahora menesteroso deudor del mundo que no puede encontrar la fórmula para seguir endeudándose sin quebrarse y que, tal como andan las apuestas en su elite dominante, terminará por hacer lo de la Unión Europea: adoptar medidas de mayor austeridad –léase empobrecimiento para el pueblo y las capas medias-, para que continúen regocijándose en una riqueza impúdica sus banqueros y sus empresarios.
Pero ya en las espesas filas de los que arriba en Colombia consideran que vivimos en el mejor de los mundos posibles –y es cierto: para ellos- se empiezan a escuchar voces de alarma: el editorial de El Tiempo y Mauricio Vargas. Porque aun en un ambiente parroquial como el colombiano, tan pagado de ignorancia pueblerina, alguno que otro se precia de analizar las noticias del mundo. Lo que no implica que piensen por su cuenta. Por el contrario, se afilian a las ideas preconcebidas que se incuban en el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la cúpula dirigente norteamericana.
Ante la vertiginosa quiebra europea, la insolvencia gringa y la posibilidad de que China e India –que han hecho subir los precios de las materias primas como el petróleo y el carbón y ahora podrían hundirlos- sean arrastradas a la debacle, pide Mauricio Vargas al gobierno de Santos un Plan B. Me temo, señor Vargas, que ya Santos, aleccionado por las agencias internacionales, ha empezado a desarrollar su Plan B, en un intento de “blindar” la economía colombiana.
Plan B de la más rancia estirpe neoliberal al uso del que le han impuesto a Grecia: recorte de las regalías para colocarlas en el extranjero como colchón de seguridad para la deuda externa; regla fiscal para recortar el gasto del Estado –para beneficio del pago de los altos intereses y del capital de la deuda-; nueva reforma tributaria –aquella que juró y perjuró Santos que jamás de los jamases haría- cuidándose de no tocar las arrogantes exenciones y prerrogativas de las multinacionales; Plan Nacional de Desarrollo donde golpea el llamado gasto social y eleva impuestos –sí, los que dizque no iba a subir- como el predial.
Ahí está el Plan B. Nada de veleidades keinesianas. Ni en Europa, ni en Estados Unidos, ni en Colombia. Sólo austeridad, austeridad y austeridad. Y como en Grecia, el remedio es la misma enfermedad. Al fin y al cabo, como lo ha señalado el senador Robledo, el secreto del neoliberalismo, su santo Grial, son los salarios baratos, lo más baratos que puedan. Y las medidas actuales buscan envilecer los salarios tanto como sea posible.
Los salarios de hambre no salvarán la situación. Porque la raíz de la crisis está, como lo demostró Marx, en la superproducción relativa: se produce más de lo que se puede consumir. Y no porque falte cubrir necesidades, sino porque las grandes masas de la población se encuentran sin empleo, subempleadas o con míseros sueldos, es decir, sin capacidad adquisitiva. Más neoliberalismo no resuelve la crisis. Vamos a toda velocidad hacia el fondo del barranco.
Lo que necesitamos es un verdadero Plan B, un plan que sea el contrario de la política que ha llevado el mundo a este desastre. Pues bien, ese plan existe. Es el del Polo Democrático Alternativo: soberanía nacional, libertades políticas y sociales, democracia económica, derechos sociales, económicos, culturales y ambientales, paz, justicia y seguridad. Existen los hombres y mujeres, un numeroso grupo encabezado por los candidatos que como Aurelio Suárez –a la Alcaldía de Bogotá- desde todas las regiones de Colombia abanderan las profundas transformaciones que necesitamos.
Y está el pueblo, que cada día con mayor denuedo se pone de pie. La batalla que el proletariado petrolero está dando en Puerto Gaitán es muestra elocuente del camino a seguir: ante el saqueo y depredación de las multinacionales, unidad y lucha del pueblo colombiano.
Arauca, julio 17 de 2011
http://www.polodemocratico.net/index.php?option=com_content&view=article&id=1301:el-plan-b&catid=64:nacionales&Itemid=48