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Sánchez Vázquez:
la congruencia
Ángel Guerra
Cabrera
La Jornada
Con la muerte de
Adolfo Sánchez Vázquez el marxismo pierde a uno de sus exponentes más creativos
de la segunda mitad del siglo XX. Nacido en Algeciras en 1915, fue en Málaga
donde adolescente despuntó como militante comunista y publicó sus primeros
poemas, uno de ellos en la revista Octubre, editada por Rafael Alberti. Allí
funda la revista literaria Sur y participa en el advenimiento de la república
(1931) a la que defendió desde la poesía y el periodismo. Fue uno de los
organizadores del memorable Congreso de Intelectuales Antifascistas durante la
guerra civil y combatió en las filas republicanas en las batallas del Ebro y
Teruel (1938).
Después de
Teruel, Sánchez Vázquez cruza a Francia, de donde se dirige al México solidario
del Lázaro Cardenas que acogió a una ilustre legión de exiliados españoles.
Aquí publica El pulso ardiendo, su primer libro de poesía (1942), escrito en
España, y continúa su labor política en la Unión de Intelectuales Españoles en
México, presidida por León Felipe, y en la activa célula del Partido Comunista
de España, de la que es dirigente hasta que a mediados de los años 50 choca con
la dirección partidista en el exilio, a la que censura no tomar en cuenta en
sus decisiones los criterios de sus organizaciones de base. Este hecho permite
que Sánchez Vázquez, ya en la madurez, pueda concentrar sus energías en
desarrollar su vasta obra teórica y proseguir su labor docente de medio siglo
en la UNAM, donde había cursado estudios de Literatura y Filosofía. De su tesis
doctoral surge Filosofía de la praxis (1967), acaso el más importante de sus
libros, ampliado en varias ocasiones, donde pone el acento en la práctica como
ingrediente principal del marxismo en contraposición a la ontología cosmológica
del Diamat soviético, la epistemología de Althusser y la continuidad lineal
entre el empirismo de Galileo y Marx (Della Volpe y Coletti). Sus aportes a la
estética marxista son trascendentes.
Tal vez la originalidad
de su pensamiento obedezca en parte a haberse desarrollado en el México –punto
de observación privilegiado y él mismo actor protagónico– del escenario social
y político volcánico y multicolor de América Latina, con su singular saga de
rebeldía anticolonial, antineocolonial y por la emancipación humana. En Vida y
filosofía (1985), Sánchez Vázquez refiere el punto de giro en su evolución: “La
experiencia personal acumulada en mi práctica política junto con la que pude
conocer, hacía ya largos años, desde fuera pero cerca del Partido Comunista
Mexicano, me predisponían a adoptar una nueva actitud teórica y práctica. Toda
una serie de acontecimientos me llevaron a adoptarla efectivamente: las
revelaciones del XX Congreso del PCUS… el impacto de la revolución cubana, que
rompía con esquemas y moldes tradicionales y… la invasión de Checoslovaquia por
las tropas del Pacto de Varsovia… de finales… de los 50 me vi conducido no ya a
buscar cauces más amplios en el marco del marxismo dominante, sino a romper con
ese marco… de la visión estaliniana del marxismo, codificada como
‘marxismo-leninismo’... me esforcé por abandonar la metafísica materialista del
Diamat, volver al Marx originario y tomar el pulso a la realidad para acceder
así a un marxismo concebido... como filosofía de la praxis.”
Es en Filosofía,
praxis y socialismo de Marx y De Marx al marxismo de América Latina, donde
sobresale su crítica al eurocentrismo y el rescate del marxismo latinoamericano
de Mariátequi y de Ernesto Che Guevara. En su revalorización del Che pone de
relieve su pensamiento sobre la praxis y su crítica al realismo socialista,
aunque desde semanas después de la muerte del guerrillero (1967) ya había
calificado su trabajo El socialismo y el hombre en Cuba como una de las aportaciones
teóricas más valiosas que pueden encontrarse sobre la concepción marxista del
ser humano.
Comunista hasta
el fin de sus días Sánchez Vázquez fue una de las personalidades más activas en
la fundación en México de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad
(2003), valiosa herramienta en la lucha de ideas contra la política de guerra
del imperialismo estadunidense. En entrevista con La Jornada, al cumplir 95
años, afirmaría: Hoy más que nunca es necesaria una alternativa al capitalismo
puesto que no sólo significa un peligro para la clase oprimida y explotada…
pone también en peligro la supervivencia misma de la humanidad.
http://www.jornada.unam.mx/2011/07/14/opinion/028a1mun