Uribe, Twitter y Pérez Esquivel
Por: Óscar Collazos | 9:31 p.m. |
Óscar Collazos
Ahora que tiene en sus manos el juguete de las redes sociales, le dio por escribir que el Nobel es un 'difamador al servicio de los terroristas colombianos'.
En medio del fuego de la guerra, cualquier bombero es incendiario, parece repetir el ex presidente Uribe. Lo dice cada vez que se sugiere una mediación nacional o internacional para abrirle puertas a un proceso de paz entre Gobierno y guerrillas. Para él, no hay paz distinta a la derrota militar del enemigo.
Ahora que tiene en sus manos el juguete de las redes sociales, donde la emotividad es superior a las chambonadas de la escritura, le dio por escribir que Adolfo Pérez Esquivel es un "difamador al servicio de los terroristas colombianos". Lo dijo con sintaxis nerviosa, como si decirlo les restara credibilidad a las palabras del Nobel de la Paz cuando habló de los nexos de Uribe con el paramilitarismo.
Va a pasar mucho tiempo antes de que Álvaro Uribe acepte que se puede gobernar con métodos distintos a los suyos y buscar la paz por vías distintas de la humillación del vencido. Cualquier intento de diálogo, cualquier búsqueda de salidas a la guerra serán entendidos como un ardid de los terroristas. Y "al servicio de los terroristas" estarán todos aquellos que, en medio de las miserias de la guerra, traten de levantar los puentes averiados del diálogo.
A Uribe lo llena de rabia que se le recuerden sus nexos con los paramilitares. La rabia, sin los instrumentos del poder que tuvo, explica la pésima prosa de Twitter. Buscados o aceptados, esos nexos fueron la clave de su ascenso político, apuntalado con más irracionalidad a medida que las guerrillas cometían nuevos y monstruosos crímenes y envilecían su antiguo credo político.
Pérez Esquivel sabe, y lo saben también las organizaciones de derechos humanos del mundo, que los políticos regionales que ahora están condenados por la 'parapolítica' fueron aliados en los triunfos electorales del 2002 y el 2006. ¿Qué de nuevo dijo en Buenos Aires el Nobel de Paz? Nada que no supiéramos los colombianos y muy poco de lo que saben desde hace nueve años sectores calificados de la comunidad internacional.
Al ex presidente le irrita saber que se puedan buscar caminos de paz, pese a la decepción del Caguán y a una Ley de Justicia y Paz por cuyos agujeros se salió la criminalidad ahora organizada en un nuevo narcoparamilitarismo. Por esos agujeros salió al mercado nacional un excedente de mano de obra criminal controlado mientras se mantuvieron vivas las estructuras de las Auc.
Oigo decir que la guerrilla no tiene voluntad de paz y es cierto. No hay indicios serios de que la tenga. Que la liberación de miembros de la Fuerza Pública "retenidos" o secuestrados es un "show mediático" de distracción mientras persiste en los atentados terroristas y trata de recomponer las fuerzas seriamente mermadas por la acción ofensiva y efectiva del Estado. Puede ser.
Puede ser, pero precisamente por eso, por no estar haciendo nada distinto de lo que se hace en toda guerra irregular, es por lo que tiene sentido la búsqueda de un punto en común, principio de toda esperanza de paz. No es, pues, que a Uribe lo subleve escuchar en un escenario internacional que ha tenido nexos con los paramilitares. Lo que lo irrita es la posibilidad de que haya un camino distinto al recorrido por él sin haberle torcido el rumbo a la guerra.
Pérez Esquivel tendría razones legales para demandar a Uribe por injuria y calumnia. Dijo que no lo va a hacer. Uribe no tiene ningún argumento fáctico para negar que, antes de ser elegido Presidente, y durante un tiempo, sus aliados en el Congreso fueron los aliados de los paramilitares que, a su vez, pusieron los argumentos de sus armas al servicio del hombre elegido en el 2002.
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