Homenaje a Gonzalo Palomino Ortiz
Ser consecuente y coherente con las ideas que se profesa no es una característica corriente en nuestro medio. Lo usual es, que según las conveniencias, acomodarse y aprovechar las oportunidades. Esto es, precisamente, lo que hace distinto y destacable a Gonzalo Palomino Ortiz. Un agrónomo, oriundo de Chimichagua, pero que echó raíces en la Universidad del Tolima, que se enamoró de nuestros paisajes, de nuestra gente, de nuestra juventud y les dedicó su vida, su inteligencia y su energía.
De Gonzalo, su descendencia, sus verdaderos hijos, son los miles de alumnos y alumnas, que aprendieron de él su entrañable compromiso con el ambiente, con la defensa de Gaia. Hace cuatro décadas levantar la voz para defender la naturaleza, hilar un discurso ecológico y advertir sobre los problemas que se avecinaban con la revolución verde, con la depredación de los páramos y del agua o con la explotación aurífera en Ataco, era un apostolado que costaba señalamientos y miradas desconfiadas. Era peligroso ser ambientalista, y más todavía, si se era uno de los pioneros de éste tema en el país. Hoy, en cambio, ser ecologista es casi una moda, una pose.
En los años setenta Gonzalo inicia la publicación periódica de una alargada hojita de papel amarillo, que se denominó "S.O.S. ambiental", que marcó un camino y las conciencias de millares de jóvenes e intelectuales, quienes conocieron de primera mano y con voz autorizada, las bellaquerías que la explotación sin freno le estaban haciendo a la naturaleza. Al crear el Grupo Ecológico de la Universidad del Tolima se fue burilando la militancia ambiental, la responsabilidad con el planeta, con la vida, con la esperanza, con el futuro…
Los jóvenes que semestre a semestre visitan las fincas campesinas, que conviven con sus pobrezas y abandonos, que aprenden ese saber, pasado generación tras generación, que enseña sobre plantas medicinales, abonos orgánicos, maneras alternativas de cultivos o, simplemente, la supervivencia frente a medios adversos, se han transformado y su educación vivencial les ha enseñado a amar y respetar esta tierra y sus gentes. Cada estudiante que visita una parcela, debe escribir un pequeño libro en el que documente lo aprendido, lo vivido, y regalarlo a sus anfitriones. Hay que ver con que orgullo conservan las familias campesinas estos homenajes a su perseverancia, a su amor por el Tolima, a su entrega al campo. La experiencia para los estudiantes es transformadora y la relación surgida durará toda la vida.
Hoy Gonzalo Palomino es una institución reconocida mundialmente por su vocación con Gaia, ese concepto integral y sistémico que entiende al planeta como un ser vivo vinculado y articulado íntimamente con todos los otros seres vivos, lo que posibilita comprender que toda acción sobre la naturaleza no es vacía ni estéril sino que trae consecuencias ya sean a corto o largo plazo, ya sean inmediatas o a larga distancia, ya sean leves o de gran magnitud. Recientemente empresas predadoras del ambiente han querido, mediadas por su oro y su dinero, reclutar a Gonzalo para sus intereses, como ya han logrado hacer con otros. Se han estrellado con el muro ético de su seriedad, responsabilidad, rectitud y su amor incorruptible por la vida.
Este sábado 5 de junio, día mundial del medio ambiente, la Universidad del Tolima, las autoridades locales y departamentales, los ambientalistas, sus estudiantes, sus ex alumnos y ex alumnas, pero sobre todo, los que lo queremos, respetamos y admiramos, le rendiremos un homenaje, guiados por la batuta insigne del maestro Cesar Augusto Zambrano, el coro y la orquesta de la UT, en el aula múltiple del Alma Máter, a las 4 de la tarde, con un concierto que resume a Gonzalo Palomino en cuerpo y alma. Todos están invitados.
AGUSTÍN ANGARITA LEZAMA