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URIBE, LOS "VERDES" Y LOS PROCESOS DE CAMBIO



Autor: Fernando Dorado Gómez
Creada: abril 19 de 2010
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COLOMBIA: URIBE, LOS “VERDES” Y LOS PROCESOS DE CAMBIO

Popayán, 19 de abril de 2010

El “uribismo” como proyecto político está moribundo. Ello a pesar de que Uribe - como individuo -, conserva un fuerte apoyo popular. ¿Cómo se explica que Uribe no convirtiera su inmenso capital político en un proceso de largo alcance? ¿Qué lecciones deja esta experiencia hacia el futuro?
Lo que ocurre con los “verdes” es un fenómeno similar a lo ocurrido hace 8 años. De llegar a ser gobierno tendrán un Congreso mayoritariamente opositor y los mismos retos que enfrentó el “proyecto uribista”.

Por ello, ahora que la “ola verde” de Mockus-Fajardo va en ascenso, es pertinente evaluar con proyección futurista. La teoría dice que si una fuerza acumulada no se transforma en movimiento, ésta se pierde o diluye. Dicho concepto de la física, parece ser aplicable al mundo de la política. Trataremos de demostrarlo.

El pasado inmediato: Uribe

En su primera campaña electoral (2002) Uribe derrotó a la clase política tradicional. Acumuló una gran fuerza, y aunque tenía dirigentes políticos formados en experiencias cívicas (Hoyos Aristizábal, Zuluaga, Clopatofsky) no se propuso crear un movimiento político propio. Por el contrario, se alió conlo más deshonesto de la clase política tradicional. La meritocracia fue flor de un día y la corrupción su constante.

Para derrotar a la guerrilla Uribe pactó con el paramilitarismo. Convenció a las mayorías de que “todo vale”. “Recuperó” amplias zonas tomadas por la insurgencia y después, logró desmovilizar gran parte del aparato militar“paraco”. Pero la maquinaria económica y política de la mafia se mantuvo intacta gracias a su complicidad. El Estado y la sociedad quedaron presas de esa alianza delictiva.  
     
Los triunfos militares le otorgaron un aura de invencible. Obnubilado por sus éxitos, Uribe no interpretó el mensaje de las masivas marchas contra las FARC. La población le entregó un gran capital político para avanzar hacia la Paz, pero su odio y obsesión exterminadora y, seguramente la presión de los “halcones gringos”, no lo dejaron buscar la anhelada reconciliación. El poder acumulado se le diluyó en las manos. 

Los avances en seguridad ayudaron a crear un clima óptimo para la inversión extranjera. Los monopolios capitalistas se beneficiaron de grandes incentivos tributarios; el empleo que se creó fue mínimo; graves son los impactos negativos sobre el medio ambiente y la vida de las comunidades; y la pobreza y la desigualdad siguieron creciendo. La “confianza inversionista” no se concretó en “cohesión social”. Saldo en rojo.

¿Qué lo sostiene? Su capacidad de trabajo, su fácil comunicación, su estilo campechano, la forma de “frentear” los problemas, el manejo mediático, todo ello combinado con los tres millones de familias beneficiarias de los programas asistenciales. La gente sencilla tiene una doble valoración: “Uribe fue un buen gobernante, pero ya es suficiente”, dicen.  

Una de las lecciones aprendidas es que no es suficiente acumular fuerza electoral. Hay que convertir esa fuerza en movimiento que transforme tanto a la sociedad como al Estado. Uribe no podía avanzar porque su proyecto es conservador. Su mentalidad de hacendado terrateniente subordinado al imperio, sus fuertes vínculos con la mafia criminal, su visión de desarrollo limitada sólo al crecimiento económico, y su modelo de sociedad patriarcal, le impidieron avanzar. Solo pudo construir un poder individual,  autoritario y mediático, que hoy se derrumba.

El presente: El Polo y los “verdes”

Uribe está en contravía a la corriente latinoamericana que busca soberanía y construye democracia participativa. A pesar del terror estatal y de las campañas mediáticas, el pueblo colombiano marcha – inevitablemente - en la dirección del conjunto de los pueblos americanos. La “marea verde” es parte de ese proceso socio-cultural que, con timidez, busca superar la violencia, la ilegalidad, la corrupción. La ética es su bandera.   

Hace cuatro años el fenómeno político fue el Polo Democrático Alternativo jalonado por la capacidad intelectual de Carlos Gaviria, y por la imagen de ser una alternativa abierta a la sociedad en su conjunto. La histórica votación obtenida no logró convertirse en un movimiento socio-político de largo aliento, el “partido” se volvió un objetivo en sí mismo, y sólo el esfuerzo individual de algunos dirigentes (Robledo, Petro) más el ejercicio electoral de sus componentes, lo han mantenido con vida. La actividad política gira alrededor de los parlamentarios y no existe una agenda colectiva.

Muy parecido es lo que ocurre con el Partido Verde. Es una amalgama de importantes y destacados liderazgos unidos en torno a una estrategia electoral. Han logrado consolidar un programa atractivo pero ecléctico. Es posible que a Mockus le alcance la “legalidad democrática” para hacerse elegir, como le sirvió a Uribe la “seguridad democrática” para gobernar durante dos períodos. Ser gobierno y mantener la dinámica de la “ola” será uno de sus grandes retos, si en verdad tienen vocación de largo aliento.

Los problemas represados durante varias décadas en lo económico y social,  le exigirán al nuevo gobierno mucha apertura mental y creatividad política. Resolver el conflicto armado y el problema del narcotráfico, que no aparece como tema central para ninguno de los partidos en esta campaña, deberá ser una prioridad. Sólo así, podrá canalizar hacia la inversión social los importantes recursos que se gastan en la guerra. De no hacerlo, su fuerza se diluirá en un instante.

A Mockus le puede ocurrir lo que está pasando con Obama. Grandes expectativas frente a un margen de acción muy limitado. Tanto en los temas de “legalidad democrática” (ética pública, lucha contra la corrupción, justicia, etc.) como en la búsqueda de solución al conflicto armado y el narcotráfico, saldrá a luz el problema de la soberanía nacional. El gobierno de los EE.UU. va a estar allí, marcando la pauta. Por ello es que debemos estar a su lado, apoyarlos, “empujarlos”, mostrarles nuestra solidaridad, con generosidad y sin ningún interés burocrático.

En las elecciones de 05.30.10, el conjunto de las fuerzas democráticas colombianas se alinearán del lado de los “verdes”. Se va entendiendo que es prioritario derrotar a la mafia uribista. Es un primer paso para despejar el camino. Impulsar a los “verdes” a restablecer los mínimos de institucionalidad democrática es fundamental. ¿Podrán ellos avanzar y consolidar un verdadero movimiento para resolver los problemas estructurales de nuestra sociedad? No lo sabemos, la vida lo dirá.

El futuro: Los procesos de cambio

El pueblo colombiano sólo podrá resolver sus problemas si conquista soberanía política, consolida autonomía económica y construye democracia participativa. No hay otro camino. En el programa del Partido Verde se tratan estos temas pero no se hace explícita una intención. Sin embargo, creemos que la derrota electoral del uribismo mafioso va a crear – casi por inercia - un ambiente democrático que debe ser profundizado por la acción activa, propositiva y participativa de los movimientos sociales y democráticos. 

Por ello hay que impulsar a Mockus, fortalecer el movimiento ético y democrático, y derrotar al heredero de Uribe. Será un gobierno de transición que tendrá que enfrentar graves problemas represados. Los sectores populares deberán aprovechar la nueva situación política para mejorar sus propuestas, respirar, reorganizar fuerzas, aclarar la estrategia, replantear los objetivos, consolidar la unidad y retomar el impulso. No en seco sino sobre la marcha.

El pueblo colombiano – en su conjunto – necesita un verdadero proyecto político transformador. Se requiere algo nuevo, que tenga en mente derrotar a la oligarquía pro-imperial y construir una Nación soberana, incluyente, verdaderamente democrática, justa en lo social y con proyección anti-sistémica y post-capitalista.

Sin embargo, ese proyecto deberá cuidarse de no cometer los errores que han salido a flote en esta coyuntura electoral. Que la fuerza acumulada se ponga al servicio de la sociedad. Que el partido político, frente amplio, convergencia, lo que sea, “verde”, “amarillo”, “rojo” o “multicolor”, no se convierta en objetivo en sí mismo. Que la IDEA pegue en la gente, que no se vuelva propiedad y monopolio de unos pocos, que los intereses particulares no se apropien de la fuerza y anulen el desarrollo del proceso.

Conclusión: Uribe desarrolló una gran fuerza popular, es indudable. Siempre fue su obra personal. Por eso le es imposible endosársela a otros. Él lo sabía, de ahí, la insistencia en su reelección. Hoy su desespero es evidente. ¿La razón? Los crímenes le respiran en la nuca. Es una gran experiencia de la cual debemos aprender.



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