Colombia, en la mira de Suramérica
Por: Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
Ex presidente Ernesto Samper Pizano
“Colombia debería aplazar el acuerdo”
Cecilia Orozco Tascón.- Frente a la propuesta de los presidentes Lula y Bachelet de promover una reunión de ministros de Defensa de Suramérica, ¿Colombia debería sentirse ofendida?
Ex presidente Ernesto Samper Pizano.- La intervención de Chile y Brasil en el asunto de las bases militares en Colombia es mucho más profunda de lo que se cree. El gobierno del presidente Uribe ha buscado, lamentablemente, soslayar la importancia del acuerdo sacando a la luz pública episodios como el del video de las Farc contra el presidente Correa o el tema de los cohetes contra Venezuela. Lo que ha conseguido es empeorar las relaciones bilaterales y evitar que la discusión sobre las bases militares con Estados Unidos se haga de cara a la opinión pública y a través de los canales constitucionales. Por lo pronto, Colombia debería aplazar cualquier decisión al respecto, mientras se valora más serenamente la conveniencia del tema.
C.O.T.- Con o sin Colombia, el marco de esa reunión será la cumbre de Unasur que se celebrará en Quito. ¿Al país le conviene la discusión sobre el tema de un acuerdo bilateral con otro país en ese escenario?
E.S.P.- Por supuesto que no le conviene, pero conviniéndole o no, se va a tratar de todas maneras. La sola preocupación de los países del hemisferio por el asunto de las bases, demuestra los problemas que tendría Colombia para avanzar en esos compromisos. Estados Unidos sólo tiene bases en países geopolíticamente irrelevantes de América Latina, como Honduras, El Salvador y Aruba. Su ubicación en una nación como Colombia, donde se vive un conflicto armado de mediana intensidad, sumada a nuestra posición estratégica desde el punto de vista geográfico, que es una ventaja y una amenaza a la vez, nos convierte, querámoslo o no, en un riesgo para los demás países del área.
C.O.T.- El presidente Lula, del Brasil, y la presidenta chilena, Michelle Bachelet, dijeron que respetaban las decisiones del jefe de Estado colombiano en materia de política interna, pero que estaban “inquietos” con las bases militares norteamericanas. ¿Se puede interpretar que Colombia se está quedando sola en la región?
E.S.P.- Simple y sencillamente quiere decir que poner una cabeza de playa norteamericana en nuestro territorio para realizar operaciones militares que pueden afectar a otros países del hemisferio, compromete de manera grave la seguridad nacional de Colombia. El caso de las bases de Manta y Howard de Panamá era totalmente distinto. En esas naciones no había conflicto interno ni problemas bilaterales con los vecinos, ni mucho menos voces auspiciando, como lo estamos haciendo aquí con un nacionalismo ramplón, que Colombia ingrese a la delirante carrera armamentista en que están empeñados algunos vecinos del área.
C.O.T.- La presidencia de Unasur quedará coincidencialmente en manos de Ecuador dentro de algunos días. ¿Debido a ese hecho fortuito Colombia estará en condición desventajosa en la región?
E.S.P.- Lo que le complica la vida a Colombia es llegar a la reunión de Quito con las relaciones alteradas con casi todos sus países vecinos, sin que el gobierno haya ofrecido una información adecuada sobre el proyecto de acuerdo respecto de las bases militares y sin haber conseguido un consenso nacional sobre el tema, consenso que, por cierto, se ve cada día más distante.
C.O.T.- Ha dicho usted que el acuerdo con Estados Unidos debería aplazarse. En su opinión, ¿por qué tendría que hacerlo en vez de seguir adelante, así tengan que mediar muchas explicaciones?
E.S.P.- Definitivamente deberíamos aplazarlo, al menos si todavía nos consideramos parte de la comunidad suramericana de naciones, practicantes de los principios de solución pacífica de las controversias. Recuerde que esos principios están vinculados a nuestra tradición jurídica. En cambio, nunca hemos utilizado el poder disuasivo de equipamientos armados extraños en territorio colombiano.
C.O.T.- En su opinión, ¿Colombia debería abordar primero los problemas bilaterales con Venezuela y Ecuador o debe dar prioridad a zanjar las diferencias regionales de mayor alcance?
E.S.P.- En primer lugar, Colombia debe subordinar la política de seguridad democrática a la política internacional y no al contrario. Para hacerlo, tenemos que volver a los canales institucionales pactados entre nuestros países para solucionar las dificultades bilaterales. No deberíamos convertir cada episodio de confrontación en una oportunidad para satanizar a otros países o para tratar de deslegitimar a sus mandatarios, señalándolos, de manera irresponsable, de ser cómplices de la guerrilla colombiana.
C.O.T.- ¿La OEA debería ser mediadora entre Colombia y el resto de la región suramericana?
E.S.P.- Aquí no caben las mediaciones. Lo único que convendría es que el gobierno de Colombia, con el apoyo de todos nosotros, le diera un giro radical a su política internacional para ajustarla a la realidad suramericana. Y la realidad actual de Suramérica no es la de las intervenciones unilaterales ni la de la vieja seguridad nacional al servicio de los hegemonismos internacionales, sino la de un continente que está buscando una nueva política de seguridad a partir de la solidaridad, de la cooperación judicial y de la inteligencia entre los países, tal y como lo prueba, precisamente, para regresar al punto de partida, la convocatoria de los ministros de Defensa a Quito.
C.O.T.- Respetables analistas colombianos dicen que con el fin de minimizar las sospechas de los vecinos sobre Colombia, se debería repetir explícitamente, y contrario a lo que sostuvo el ex ministro Santos en su momento, que nunca más el ejército va a entrar en territorio extranjero. ¿Está de acuerdo con esta teoría?
E.S.P.- Los hechos de Angostura, en Ecuador, son explicables en Colombia, pero difícilmente justificables en el marco internacional. Convertirlos en doctrina nos haría ver como un país matón ante la comunidad internacional y es fácil suponer lo que sucedería en materia de nuestras relaciones internacionales si el promotor de dicha doctrina, Juan Manuel Santos, llegara a ser el Presidente de la República.
C.O.T.- Parece que lo políticamente correcto es estar del lado del gobierno del país al que uno pertenece, aunque ese gobierno no tenga toda la razón. ¿Se siente en el lado ‘incorrecto’?
E.S.P.- Soy completamente solidario con el presidente Uribe, pero para que acierte y no para que se equivoque en este caso. Creo tener la obligación, como ex jefe de Estado, de decirle a él y al país que el acuerdo sobre las bases militares norteamericanas puede comprometer seriamente nuestras relaciones exteriores y la propia política exterior de los Estados Unidos, que estarían exponiendo a uno de sus más importantes aliados regionales, como es Colombia, al extrañamiento de otros países suramericanos.
Cecilia Orozco Tascón /
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