UNA ENTREVISTA CON
David Adler y Matt Kirkegaard
La injerencia de Donald Trump en las elecciones nacionales de Honduras tiene como objetivo devolver al poder al desacreditado partido del expresidente Juan Orlando Hernández.
Entrevista por Doug Henwood
jacobinlat.com 24/12/2025
Traducción: Natalia López
Tres semanas después de que los hondureños acudieran a las urnas en noviembre, aún no se ha anunciado un ganador. En unas elecciones marcadas por las irregularidades, la intervención de Donald Trump antes de que se abrieran las urnas en noviembre fue la más extraña.
El entusiasta respaldo de última hora de Trump al ultraderechista Nasry Asfura frente al conservador Salvador Nasralla, que lo convirtió de un candidato desconocido en uno creíble, vino acompañado de amenazas de cortar la ayuda estadounidense al país. Y solo dos días antes de la apertura de las urnas, Trump indultó al expresidente Juan Orlando Hernández, del desacreditado Partido Nacional de Asfura, que había sido condenado a cuarenta y cinco años de prisión por tráfico de cocaína hacia Estados Unidos.
Doug Henwood conversó con David Adler y Matt Kirkegaard, de la Internacional Progresista, sobre los resultados preliminares de las elecciones hondureñas y cómo encajan en el renovado compromiso del Gobierno estadounidense con la intervención extranjera en el hemisferio occidental.
DH
Había tres candidatos principales. ¿Quiénes eran y qué partidos e ideologías representaban?
DA
El partido gobernante es Libre, o Libertad y Refundación, que hace referencia a su ambición fundacional de traer una nueva independencia, un nuevo orden constitucional, tras doce años de dictadura.
Muchos recordarán las elecciones democráticas de 2007, que llevaron al poder al presidente Manuel Zelaya, un antiguo ranchero, una figura liberal que, en el transcurso de su gobierno, se inclinó cada vez más hacia el polo soberanista y latinoamericanista que en ese momento lideraban Hugo Chávez y el bloque ALBA. Eso resultaba muy amenazador para la administración Obama, por ejemplo, que lo veía como una amenaza a su propia doctrina de dominio hemisférico en ese momento. Y eso llevó al apoyo pasivo de Estados Unidos a un golpe militar en 2009 que obligó a Zelaya y a su familia a huir del país y que finalmente puso al Partido Nacional al mando.
Estoy resumiendo aquí una gran cantidad de historia. Muchas cosas sucedieron en el transcurso de esos doce años: la venta del país a cripto-colonialistas como Peter Thiel, la introducción de formas horribles de desregulación, el saqueo del país y, por supuesto, la reordenación de las prioridades de los intereses militares y económicos de Estados Unidos.
Luego, en 2021, la esposa de Zelaya, Xiomara Castro, que en ese momento se había convertido en una figura destacada de la fuerza para recuperar la democracia del país y luchar contra lo que entonces se calificaba sin controversia como una narcodictadura, ganó las elecciones con una coalición de frente amplio para enfrentarse al Partido Nacional, y son ellos quienes han estado gobernando durante los últimos cuatro años, no sin problemas de división en la legislatura, no sin problemas de enfrentarse a intereses extranjeros y demás, pero también con grandes éxitos.
Solo en el último año, Honduras ha liderado la región con una reducción del 4 % de la pobreza, por ejemplo, junto con programas sociales masivos y el desarrollo de infraestructuras de vivienda, educación y similares. Ese era el historial con el que se presentaban.
Dejaré que Matt explique el perfil de los otros dos candidatos contra los que se presentó el partido de Xiomara Castro: la exministra de Finanzas y Defensa Rixi Moncada, una candidata muy acreditada y muy seria. En estas elecciones se enfrentaba a dos hombres.
MK
Uno es Salvador Nasralla, del Partido Liberal, y el otro es Nasry «Tito» Asfura, del Partido Nacional. Empezando por Nasralla, el Partido Liberal en particular es una especie de partido aglutinador. Tradicionalmente, se ha situado en el centro o en el centroizquierda de la política hondureña. De hecho, Salvador Nasralla fue el candidato de la coalición del centro y la izquierda en 2017. Fue elegido vicepresidente junto a Xiomara Castro en 2021, pero luego abandonó el Gobierno y se convirtió en uno de sus mayores críticos, y, francamente, se le considera un candidato que está en venta.
Su campaña se orientó realmente hacia las redes sociales y hacia Estados Unidos. En algunos de los mítines, sus seguidores marchaban con banderas estadounidenses. Asistió a las audiencias del Congreso de Estados Unidos sobre las elecciones la semana pasada y, finalmente, fue rechazado por Trump. Trump lo calificó casi de comunista.
DH
Lo cual es completamente fantasioso, ¿verdad?
MK
Completamente fantasioso. Como candidato, pertenece a la centroderecha, si no directamente a la derecha. Y, por supuesto, Trump dio entonces su respaldo a Tito Asfura, del Partido Nacional. Como dijo David, el Partido Nacional, que estuvo al mando y controló el país desde el golpe de Estado de 2009 hasta 2021, es un partido de derecha, un partido maquinaria, un partido con una gran capacidad para movilizar a los votantes, incluso en las zonas rurales, con vínculos con la maquinaria del narcotráfico. Esos dos candidatos están ahora empatados en el recuento de votos, y ya veremos cómo acaba todo.
DH
Tengo dos preguntas. Primera: si el historial del Partido Liberal era tan impresionante, ¿por qué les ha ido tan mal?
DA
Hay un par de cosas importantes para explicar ese recuento de votos. La primera es que hay una historia regional que es importante contar junto con la historia nacional de Honduras. En toda la región, hemos visto victorias de la izquierda o progresistas en países tan dispares como Chile, Brasil, Colombia y México, una especie de segunda «marea rosa», como muchos prefieren verlo.
Pero el hecho es que esas victorias casi siempre se han logrado mediante un pacto entre las fuerzas de izquierda que han tomado la vanguardia, a menudo a través de una serie de movilizaciones sociales, a menudo violentas, como vimos en el llamado estallido social que se apoderó de las calles de Santiago de Chile, de Bogotá, Colombia, y de Tegucigalpa, Honduras. Se ve cómo la izquierda recupera cierto protagonismo, pero fundamentalmente depende, en un sentido aritmético, de un pacto con los partidos liberales. Lo que suele ocurrir es que, cuando ese pacto se desgasta, como en el caso de Honduras, los liberales siguen su propio camino y se enfrentan a la izquierda. Y no hay números suficientes para componer el tipo de mayorías que la izquierda necesitaría para derrotar a la derecha por sí sola, especialmente en el contexto de un país como Honduras, que, a diferencia de otros, no tiene un proceso de segunda vuelta, sino que es una sola vuelta. Solo hay una oportunidad, y quien gane en esa primera vuelta, al estilo de mayoría simple, lo ganará todo. Por lo tanto, no hay lugar para una recomposición en la segunda vuelta de ese pacto entre la izquierda y los liberales que ha llevado adelante al país.
La segunda cuestión es más específica de Honduras. Es un país muy complejo, muy pobre y muy difícil en el que poner en marcha una política programática y desarrollista, y no solo porque esté muy contaminado por la propaganda estadounidense y los problemas mediáticos, ni solo por las dependencias estructurales que persisten.
Por ejemplo, la sede del Comando Sur de los Estados Unidos se encuentra en la capital hondureña, y el papel desmesurado, la hipertrofia, de la influencia militar y diplomática estadounidense en la política hondureña, así como la enorme población de inmigrantes hondureños en los Estados Unidos, alimentan profundas dependencias estructurales respecto a los Estados Unidos y llevan a los hondureños a sentirse amenazados por el ataque que Trump ha liderado contra los migrantes hondureños que viven allí.
Todo esto complica el avance de un programa anticolonial, antiimperialista o de izquierda y su difusión en un país que, como he dicho, es tan complejo y tiene tantas dificultades de desarrollo como Honduras.
Pero también hay que ser un poco autocríticos (Matt y yo simpatizamos institucional y personalmente con Libre y su proyecto): nos están superando y maniobrando en todo el continente en lo que respecta a la «TikTokización» de la política, ya que la derecha se ha vuelto mucho más ágil y competente en el uso de las plataformas de redes sociales. Por muy vacíos que sean los mensajes, ahí es donde muchos jóvenes se están inscribiendo o viendo estos videos en sus pantallas, y nosotros estamos menos preparados con nuestras tácticas del siglo XX, de ondear banderas y llenar las calles, para competir en un terreno electoral que ha cambiado tanto en tan poco tiempo.
DH
Ahora bien, Asfura, que obtuvo el respaldo de Trump, no le iba tan bien hasta entonces. ¿Por qué lo respaldó Trump? ¿Qué opinas?
DA
¡Quién sabe!
DH
Siempre es así con Trump, ¿no?
DA
Así es. Hay algunas teorías. Una posibilidad podría ser que, si tienes la oportunidad de respaldar a alguien que está totalmente de tu lado o a alguien cuya lealtad puede ser sospechosa, que anteriormente ocupó el cargo de vicepresidente en el Gobierno, ¿por qué no ir a por todas? Es una posibilidad.
También se ha especulado con que algunas de las empresas de cabildeo vinculadas al Partido Nacional fueron donantes de la campaña de Marco Rubio en el pasado, por ejemplo. Es muy difícil de decir. Estados Unidos tiene una relación muy estrecha con el Partido Nacional en particular. Probablemente sea una combinación de todos estos factores.
DH
¿Y qué hay del punto de vista libertario? El partido ha estado llevando a cabo estos experimentos libertarios, ciudades autónomas, cosas relacionadas con las criptomonedas. ¿Tuvo eso algún efecto? Peter Thiel y David Sacks están bastante cerca de esa tendencia en Honduras.
DA
Durante la llamada narcodictadura que se extendió desde 2009 hasta 2021, se aprobó una ley mediante un proceso totalmente corrupto y encubierto en el que el entonces presidente básicamente expulsó a los miembros de la Corte Suprema para imponer esta ley sobre las ZEDE, las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico, que esencialmente vendían territorio soberano hondureño a estas empresas extranjeras, en este caso, empresas criptográficas de California que querían crear estas entidades paradisíacas libertarias de libre flotación en la Costa de los Mosquitos, en la isla de Roatán en particular, donde comenzaron a construir esta cosa llamada Próspera. Cuando Libre volvió al poder en las elecciones libres de 2021, cuando se restableció la democracia en Honduras, el Congreso votó por unanimidad cerrar las ZEDE y recuperar el territorio nacional hondureño.
Eso se consideró inconstitucional y, como resultado, Honduras fue llevada a los tribunales de arbitraje secretos de Washington D. C. para intentar sacarle 11 000 millones de dólares, dos tercios del presupuesto anual de Honduras, como compensación por la supuesta expropiación del territorio de Próspera, que ni siquiera había ocurrido. Así comenzó una campaña de difamación contra el gobierno de Xiomara Castro, tachándolo de expropiador y comunista y todo ese tipo de cosas, pero eso también implicó susurrar al oído del clan MAGA. Hubo cierta aceptación por parte de los demócratas. La entonces representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, se pronunció en contra del clima de inversión social en Honduras y sus peligros. No fue solo cosa de los republicanos, pero es cierto que Próspera hizo una apuesta bastante acertada a través de su antiguo financiador, Peter Thiel, para aliarse con el nuevo Partido Republicano.
Hay muchas cosas que no sabemos, especialmente en relación con el aspecto más escandaloso de todo este momento de la política hondureña: la exoneración por parte de Donald Trump del narcodictador Juan Orlando Hernández, el expresidente del Partido Nacional. ¿Quién le susurraba exactamente al oído a Trump? ¿Quién le convenció exactamente de que Tito era su hombre? ¿Sobre qué base y en interés de quién?
Sabemos con certeza que uno de los cabilderos de Próspera —ese proyecto criptográfico y colonial en la isla de Roatán— se presentó ante el Congreso hace unas semanas, antes de las elecciones, para argumentar que la democracia estaba de alguna manera amenazada por el gobierno de Castro —algo muy irónico, muy al estilo de Karl Rove, que convierte tu fortaleza en tu debilidad— y sabemos que Joaquín Castro, por ejemplo, en la comisión, intentó rebatir la credibilidad de estas declaraciones y los conflictos de intereses que planteaban. Pero aún no sabemos qué pasó.
Este es el tipo de cosas que, en el mundo de Trump, a menudo salen a la luz porque la gente habla con demasiada franqueza y sinceridad en Mar-a-Lago. Así que quizá más adelante tengamos una visión más completa del proceso que condujo a esta serie de drásticos movimientos geopolíticos que tuvieron una influencia tan profunda en la trayectoria de la democracia hondureña. Habría que rastrear la influencia precisa que Thiel, Próspera y sus grupos de presión tuvieron en Honduras.
La razón por la que dudo en exagerar esto es porque Honduras es como una colonia o, sin exagerar, diría que sigue siendo una «democracia tutelada». Quiero decir que, cuando se vuela a Honduras, a Palmerola, se vuela a una base militar estadounidense. Si vas a Tegucigalpa, está repleta de militares estadounidenses. Así que no es solo Próspera o los criptomillonarios de Thiel quienes están tratando de utilizar Honduras como lugar de extracción económica o despliegue militar avanzado. Hay una amplia gama de intereses que atraen la atención de la Casa Blanca y otros hacia el ámbito electoral en Centroamérica en general.
DH
Ahora bien, ¿por qué cree que Trump indultó a Hernández? ¿Y qué efecto tuvo eso en Honduras?
MK
Antes de las elecciones, habría dicho que fue un gran error, porque volvió a poner a JOH, como se le conoce (JOH son las iniciales de Hernández), en el punto de mira y volvió a poner en el punto de mira los años de la narcodictadura, contra la que Xiomara Castro llegó al poder en 2021.
En ese momento, en 2021, durante su victoria electoral, ella utilizaba una versión de «New York, New York» de Frank Sinatra como una de sus canciones de campaña, aludiendo al hecho de que Juan Orlando Hernández iba a ser arrestado y extraditado a la ciudad de Nueva York por los cargos de narcotráfico por los que finalmente fue condenado. Creo que las acciones de la administración Trump fueron, en última instancia, una demostración de poder por parte de Estados Unidos, y en unas elecciones en las que Estados Unidos había intervenido con tanta firmeza, como lo ha hecho en toda la región, desde el chantaje de Trump a los votantes argentinos hasta la posible guerra inminente en Venezuela. Esta fue solo otra forma de demostrar que Estados Unidos tiene el control de la situación y que incluso un presidente narcotraficante completamente desacreditado e impopular recibirá clemencia total y que los intereses estadounidenses prevalecen por encima de todo lo demás. Creo que esa señal se entendió ampliamente en las elecciones.
Varios de los candidatos, en particular Nasralla, aludieron a la armada estadounidense frente a las costas de Venezuela y dijeron: «Miren, si Estados Unidos cree que hay fraude en Honduras, es posible que esa armada venga aquí y cambie las cosas por la fuerza». La sombra de Estados Unidos era completamente omnipresente, al igual que los tuits y las declaraciones de Donald Trump. Esto no era más que una demostración del poder de Estados Unidos y de que pueden hacer lo que quieran.
DH
Trump amenazó con aranceles y con cortar la ayuda, así que realmente estaba haciendo todo lo posible. Y luego, por supuesto, su definición de fraude electoral es bastante flexible, por lo que será muy interesante seguir su análisis de la honestidad de estas elecciones si su candidato no gana.
DA
Necesitamos adoptar una perspectiva más regional. Ahora está más pasado de moda hablar de la Doctrina Monroe, su renovación y su reafirmación, y creo que Honduras es ahora una muesca en el cinturón. Estamos viendo una serie de medidas sin precedentes por parte de la administración Trump, al menos en el siglo XXI, como el rescate de 40 000 millones de dólares a Argentina que salvó el pellejo a Milei y le garantizó una victoria aplastante en las elecciones legislativas.
Honduras es el siguiente. Estamos viendo cómo Estados Unidos inclina la balanza. Algunos de sus soldados más fuertes siguen desplegados allí para hablar el lenguaje de las elecciones libres y justas, mientras que nosotros somos los que los amenazamos en todo el hemisferio. Tenemos que ver esto como parte de un plan más amplio que se está desarrollando en lo que ellos perciben como un tablero de ajedrez, en su «patio trasero». Creo que así es como lo ven ellos. Solo cabe esperar que la descaro y la brutalidad de tal intervención y la hipocresía de la misma —un tipo, obviamente, como decía Matt, que lidera una campaña contra el «narcoterrorismo» en el caso de Venezuela, que acaba de indultar al narcoterrorista más reconocido de la región y que, de hecho, ha devuelto el poder a su partido— puedan dar lugar a un movimiento de resistencia a la Doctrina Monroe y a la reconstrucción de un bloque anticolonial en todo el continente. Pero no quisiera adelantarme al predecir tal cosa.
David Adler y Matt Kirkegaard
__________
Fuente:
