Para Paloma Valencia, el Estado sí debe intervenir cuando se trata de garantizar rentas a los poderosos, pero debe desaparecer cuando se trata de proteger a quienes viven de su salario.
Los subsidios para los ricos no solo son aceptables: son defendibles según la candidata
Por: Stella Ramírez G.
16/12/2025
“Dar subsidios a los ricos no es delito”, afirmó la senadora Paloma Valencia, en defensa de AIS (Agro Ingreso Seguro) subsidios que fueron a parar en los bolsillos de terratenientes, ingenios azucareros y políticos, lo que era para los pequeños productores se lo entregaron a los ricos, ella asegura que eso estuvo muy bien.
Y tiene razón en un punto inquietante: no es delito, porque el orden legal colombiano ha sido diseñado, durante décadas, para blindar los privilegios de quienes siempre han gobernado.
Pero que no sea delito no lo convierte en justo, ni en legítimo, ni en aceptable desde una ética democrática.
Esa frase resume con precisión quién es y qué representa la hoy candidata de la extrema derecha: un proyecto político pensado para las élites, construido desde la herencia del poder y no desde la igualdad ciudadana. Gobernar para los de arriba no es un accidente en su discurso; es su coherencia.
La misma senadora que normaliza los subsidios estatales para grandes fortunas, es la que demandó la reforma laboral bajo el argumento de que “golpea” a pequeños y medianos empresarios, frena la generación de empleo y hace imposible la formalización.
Según su relato, la reforma solo beneficiaría a trabajadores formales de grandes empresas sindicalizadas.
Nada más alejado de la realidad.
La informalidad en Colombia no nació por exceso de derechos laborales, sino por su demolición sistemática: La reforma laboral no castiga al pequeño empresario.
Pero el problema de fondo no es económico. Es ideológico.
Para Paloma Valencia, el Estado sí debe intervenir cuando se trata de garantizar rentas a los poderosos, pero debe desaparecer cuando se trata de proteger a quienes viven de su salario.
Los subsidios para los ricos no solo son aceptables: son defendibles según la candidata.
Los derechos para los trabajadores, en cambio, son vistos como una amenaza.
Esa visión clasista no es nueva.
La hemos escuchado antes en su propia voz: cuando planteó, en una visita a Santander de Quilichao, la idea de -un referendo- para dividir el Cauca en dos —uno para los indígenas y otro para los mestizos—, mientras que, según ella, las comunidades negras deberían escoger a qué territorio pertenecer. Como si la segregación racial fuera una política pública viable en una democracia.
O cuando sugirió que la forma de controlar los bloqueos en ese departamento del Cauca era impedir que a las comunidades indígenas les llegara el agua o la comida. Castigo colectivo. Hambre como método de control social. Crueldad convertida en estrategia.
También hizo una cruzada contra la educación pública, en defensa de la educación privada en dónde propuso bonos para las universidades privadas, todo para los ricos, migajas para los pobres, esa es su visión de país.
Nada de esto es un desliz. Es una forma de entender el poder. En ese modelo de país, las élites merecen protección y los pueblos merecen disciplina.
Los grandes capitales reciben subsidios; los trabajadores reciben discursos de sacrificio.
Los apellidos heredan el mando; los excluidos deben agradecer las migajas.
Por eso no hay contradicción entre defender subsidios para los ricos y oponerse a una reforma laboral.
Todo encaja.
Es la misma Colombia jerárquica, excluyente y profundamente desigual que se resiste a morir.
Una Colombia donde gobernar no es servir, sino administrar privilegios.
Paloma Valencia no oculta su proyecto: lo encarna.
Y en tiempos en que se disputa el sentido mismo de la democracia, conviene decirlo sin rodeos: su propuesta no es gobernar para el país, sino para una minoría que cree que el poder le pertenece por sangre.
La visión de esa —Colombia esclavizada— es herencia de sus ancestros, pero esa Colombia que aún vive en su mente, ya no existe, de allí el 1% con el que aparece en las encuestas.
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Fuente:
Vía facebook.com
