Sponsor

Recent

LA EPOPEYA PALESTINA

I: genocidio sin precedentes

Claudio Katz 
huelladelsur.arg 13-14 -16 de noviembre, 2025


Resumen 1p.

El crimen de Gaza no es ocultado. Es una matanza planificada que ha tornado indiscutible la calificación de genocidio. Esa masacre se desenvuelve en el marco de una ocupación y no de un mero conflicto. Israel no tiene derecho a defenderse porque es el atacante y el heroísmo de los resistentes pasará a la historia, en una batalla con desenlace pendiente. El plan sionista prioriza la confiscación económica, pero afronta numerosas obstrucciones. Nadie perdonará los crímenes que se han cometido.

***

El genocidio en Gaza continúa luego de una breve tregua, con intensos bombardeos que han matado en pocos días a dos centenares de civiles indefensos. Netanyahu inventa violaciones del alto fuego por parte de Hamas, sin aportar ninguna prueba de ese desconocimiento. Simplemente persiste con la misma acción criminal que inició hace dos años. La mayor evidencia de su agresión es el renovado cierre del paso de Rafah, para bloquear el ingreso de alimentos a una población desnutrida.

Las treguas que suscribe Israel son transitorios respiros para relanzar nuevas incursiones. Basta recordar que incumplió en 4.500 ocasiones, el alto fuego acordado en el Líbano hace un año. Las atrocidades cometidas durante el último bienio no constituyen un triste episodio del pasado, sino el anticipo de la tragedia que se avecina, si la criminalidad de Netanyahu no es detenida.

La masacre que el gobierno israelí consumó en Gaza supera todo lo conocido. No fue una matanza ignorada u ocultada, sino un asesinato en masa planificado y expuesto a la vista de todo el mundo.

Nadie puede argumentar que desconoce esa barbarie y menos exculparse de la responsabilidad de tolerarla. Se ha registrado el mayor homicidio colectivo del siglo XXI, con agresores que no disimulan su pretensión de demoler una sociedad, para retrotraerla a la Edad de Piedra.

Evidencias del horror

El desangre de Gaza dejó muy atrás todo lo padecido por los palestinos durante décadas de opresión colonial. Cada ítem de esa carnicería confirmó su carácter premeditado. No hubo “excesos”, ni “daños colaterales”. Los asesinatos fueron rigurosamente calculados y perpetrados con incalificable frialdad.

Hasta la fecha se han contabilizado más de 67.000 muertos y 170.00 heridos, sin computar la cifra de víctimas sin localizar bajo los escombros. El informe que sintetiza esa atrocidad es espeluznante (Marcetic, 2025). La tasa de mortalidad diaria a manos del ejército israelí superó los promedios de cualquier conflicto contemporáneo. Hay 6.000 familias con un solo sobreviviente vivo e incontables casos de tres generaciones aniquiladas en un mismo bombardeo. El 6 % de la población ha muerto o sufrido alguna mutilación y los propios voceros de Israel admiten que el 82 % de los fallecidos eran civiles.

Gaza se convirtió en un cementerio para los niños. Ese infanticidio ha sido casi 10 veces superior al padecido en Siria y 45 mayor que en Yemen. Un promedio de diez niños al día, perdieron una o ambas piernas en amputaciones sin anestesia. Fueron los blancos deliberados de los soldados israelíes, que ultimaron al 2% de la población infantil, en una media de un niño asesinado por hora. Los funcionarios de la ONU reconocen que “ya no hay nacimientos normales en Gaza“.

Durante un bienio, dos millones de personas fueron cercadas para privarlas de comida. Se intentó precipitar su muerte por hambre, luego de restringir la ayuda humanitaria. Los gendarmes atacaron a los socorristas que distribuían raciones y un número incontable de palestinos quedó al borde de la inanición. La suspensión de todas las campañas de vacunación agravó su vulnerabilidad.

Los desesperados que buscaron alimento, quedaron aprisionados en una trampa mortal por intentar recoger alguna comida. Los asesinos ni siquiera esgrimieron pretextos y simplemente dispararon contra los hambrientos (Haifawi, 2024).

Los bombardeos han provocado, además, un “urbicidio”, superior al padecido por las ciudades más arrasadas durante la Segunda Guerra Mundial. Varsovia, Dresde, Stalingrado, Hamburgo, Hiroshima o Coventry no sufrieron en esa contienda, el porcentual de demolición que ha padecido Gaza. En esta localidad, el 92% de las carreteras, el 60 % de las viviendas, el 90% de las escuelas, el 83 % de las tierras de cultivo y el 72% flota pesquera han quedado demolidos. Las toneladas de explosivos descargados sobre el enclave equivalen a seis bombardeos de Hiroshima y han generado emisiones contaminantes de una escala irreversible.

En Gaza irrumpió un escenario apocalíptico por la demolición de los hospitales y el asesinato de más médicos y enfermeros, que en todos los conflictos de la última década. El horror incluyó el entierro de los ultimados en grandes hoyos. De los 38 centro de salud que existían en el enclave, 25 quedaron fuera de servicio y 13 subsistieron funcionando parcialmente bajo condiciones extremas. La mitad de medicamentos esenciales se agotó y la tasa de ocupación hospitalaria superó los porcentuales más catastróficos. Los bombardeos pulverizaron 103 centros de atención primaria y 25 plantas generadoras de oxígeno,

La ferocidad sionista fue particularmente mortífera con los periodistas, porque buscaron silenciar la difusión de las masacres. Ya se computan más víctimas de reporteros que en las últimas siete guerras con participación estadounidense (Hedges, 2024). No hubo consideración hacia reconocidas figuras de la cultura, el deporte o el cine. Los museos, centros recreativos y lugares sagrados volaron por los aires.

Israel emprendió una acelerada carrera para eliminar el mayor número de periodistas, intelectuales y académicos, con el explícito propósito de destruir la rica cultura de la sociedad gazatí. Intentó consumar un “escolasticidio”, en la localidad que prioriza desde hace décadas la educación en todos los niveles de la población. (Baroud, 2025).

La crueldad contra los palestinos rememora el castigo sufrido por los judíos durante el holocausto. La comparación emerge de inmediato, frente a los relatos de soldados que disparan por pasatiempo, apuntando a la cabeza o al pecho de los niños. La misma asociación surge al observar cómo los gendarmes arrastraron a sus víctimas, para fusilarlas delante de sus familias.

Hay incontables denuncias del uso de barras de hierro, descargas eléctricas, perros y quemaduras de cigarrillos, en las torturas aplicadas en el centro de detención SdeTeiman. Los testimonios de los palestinos liberados de esas prisiones son escalofriantes y coinciden en la descripción de un aterrador nivel de sadismo.

El carácter programado de esas brutalidades quedó plenamente corroborado por el uso de la Inteligencia Artificial para ejecutar los blancos. El sistema Lavender fue introducido para organizar la masacre, discriminado a las víctimas principales de las secundarias o marginales de cada operativo. Operó como un modelo de exterminio industrializado, que recuerda a los campos de concentración del nazismo (Verbitsky 2024). Los contratos que Google suscribió con el gobierno israelí para consumar esas atrocidades, salieron a flote por las denuncias que expusieron los empleados de esa empresa (Veiga, 2024).

Ya nadie objeta el uso del término genocidio para retratar lo ocurrido en Gaza. Es evidente la existencia de un plan de aniquilamiento premeditado de la población civil, para consumar una limpieza étnica. Un número creciente de gobiernos, personalidades y organismos que negaban el uso de ese calificativo ya lo convalida, ante las apabullantes evidencias del horror. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU destacó que las masacres cometidas por Israel cumplen cuatro de los cinco criterios utilizados para definir un genocidio (Breville, 2025).

Justificaciones descaradas

La masacre de Gaza repite los exterminios coloniales que padeció la periferia en las últimas centurias. A mitad del siglo XX el nazismo importó esas atrocidades a varias minorías de Europa Occidental. Las matanzas que sufrían los pobladores de la India, los aborígenes de América Latina y los esclavizados de África fueron extendidas a las víctimas del hitlerismo, suscitando por primera vez una conciencia colectiva de esas tragedias.

Los casos más recientes de Bosnia y Herzegovina y la aniquilación que se vio en Ruanda, presentan muchas semejanzas con el actual desangre de Palestina (Albanese, 2025). La única diferencia radica en que la indiferencia de los grandes medios de comunicación frente a lo sucedido en África, se ha transformado en tolerancia o justificación ante lo que hace Israel (Majfud, 2025).

Esa exculpación utiliza la repetida y desgastada invocación del holocausto para invertir la realidad, presentado a los palestinos como agresores y a los sionistas como víctimas. En esa falsedad se asienta la manipulación de la matanza hitlerista para convalidar el horror actual.

Con el argumento de prevenir otro holocausto contra los judíos se avala el asesinato en masa en los palestinos. Ellos sufren el genocidio, que fue conceptualizado y consagrado internacionalmente en 1948, a partir de los asesinatos perpetrado por el nazismo.

Los sionistas no aportan ningún indicio de alguna amenaza actual contra las minorías judías en el mundo. Tan solo se limitan a rememorar los terribles episodios de antisemitismo del pasado. Suponen que para prevenir ese eventual resurgimiento hay que dar rienda suelta a la carnicería de otro pueblo. Omiten que los palestinos son históricamente ajenos a los sufrimientos padecidos por los judíos y que no existe ninguna razón para descargar sobre ellos una venganza (Traverso, 2024).

Israel utiliza el terrorismo de Estado para destruir las condiciones de vida de los palestinos. Cuenta con la complicidad de los grandes medios de comunicación, que denuncian a las víctimas por las atrocidades que cometen los victimarios. Esa inversión de la realidad se verifica en el uso del término “terroristas”, para calificar a los resistentes y no a los causantes del genocidio.

Los desesperados y heroicos palestinos -que enfrentan como pueden a la mayor maquinaria bélica de la región- son señalados como culpables de la tragedia generada por sus opresores. Para masificar esa impostura se demoniza a los luchadores con un deshumanizado estereotipo de “terrorista islámico”(Martinelli, 2025: 27-30).

El castigo de la hambruna fue introducido con el deliberado propósito de quebrantar la resistencia de los palestinos. La descripción de sus efectos sobre dos millones de gazatíes es escalofriante. La falta de comida debilita el cuerpo, afloja el lenguaje, borra la claridad, anula el pensamiento y genera un temblor que impide sobrevivir (Alqaisi, 2025).

El terrorismo de Estado se ha verificado también en la desproporcionalidad de las víctimas. Por cada israelí fallecido fueron asesinados 60 palestinos. Esa asimetría confirma la presencia de una matanza y no de una guerra, en el marco de una brutal ocupación y no de un vago conflicto. Como no se verifican combates sino tan solo bombardeos, quince de cada dieciséis muertos son civiles (Peral, 2025).

La dinámica criminal es igualmente visible en los asesinatos de líderes palestinos y altos funciones de gobiernos que apoyan su lucha. Israel ha naturalizado esa práctica de ultimar adversarios en cualquier lugar del planeta. Presenta el homicidio de las figuras más resonantes de esa escalada (Nasralá de Hezbolá, Haniyeh y Saleh al-Arouri de Hamas o Qasem Solimani de la Guardia Revolucionaria Irán), como una forma usual de acción político-militar.

El alto mando israelí se enorgullece de esos crímenes y ostenta a viva voz, que puede efectivizarlos en cualquier país mediante sus espías e infiltrados. Con ese recurso mafioso internacionaliza la guerra a todos los rincones del planeta (Hearst, 2024a).

Pero lo más chocante es la presentación de esos delitos como actos de protección. Israel proclama su derecho a defenderse, cuando es un descarado atacante. El principio que alega es un atributo que le corresponde en realidad a los palestinos -o a países como Irán- que han sido impunemente atacados por la aviación sionista.

El pretexto esgrimido es la neutralización de la amenaza, que supondría la tenencia de armas atómicas por parte de Teherán. Pero se omite que ese potencial peligro está contrarrestado por el arsenal del atacante. Israel dispone de un número suficiente de bombas para convertir al Cercano Oriente en cenizas. Mientras que Irán dispara sus misiles contra bases militares, su enemigo ultima a niños hambrientos e indefensos.

Desde hace décadas, Israel desconoce todas las resoluciones de las Naciones Unidas que cuestionan su ocupación de territorios ajenos. Pero en sus últimas agresiones sepultó por completo cualquier principio de legalidad internacional. Practica un descontrolado belicismo, que viola todos los convenios y Cartas de las Naciones Unidas.

El gobierno israelí aplica una versión aumentada de la ¨guerra preventiva¨, que introdujo Bush para invadir Irak con la patraña de las ¨armas de destrucción masiva¨. Pretextos más inverosímiles expone Netanyahu para bombardear a sus vecinos. La denuncia del desastre humanitario que está provocando es el punto de partida de una evaluación de la hecatombe actual. En cualquier desenlace, el resto del mundo no olvidará, ni perdonará, los crímenes que está cometiendo.

Adversidades y fracasos

Al cabo de dos años de masacres, Netanyahu no logra lidiar con el atolladero de Gaza. Se empantanó en el primer ataque y aceptó negociar el intercambio de rehenes por prisioneros de ambas partes. Pero al percibir esas tratativas como una derrota, redobló la ofensiva e inició un genocidio por hambre de la población encerrada.

Lo que no consiguió con violencia intentó obtenerlo con más violencia. Pero al no lograr la rendición de los resistentes, lanzó otra embestida para reforzar el asedio de los exhaustos supervivientes (Malm, 2025). Apostó al agotamiento de una población civil desesperada por un encontrar un trozo de pan o un sorbo de agua (Rahman, 2005).

Con su escalada diaria de asesinatos colectivos, Netanyahu pretende empujar a los palestinos a que imploren por su vida. Supone que, con más hambruna y sangría terminarán pidiendo a gritos alguna salida del infierno, para sumergirse en otra Nakba. Los ministros del gobierno israelí proclaman abiertamente su intención de repetir la expulsión masiva de 1948 y los más desaforados convocaron a matar hombres, destruir viviendas e incendiar instalaciones (Pappe, 2023).

Pero afrontan una resistencia, que pasará a la historia como un hito del heroísmo por la acción de luchadores, que reemplazan a los caídos para continuar la batalla.

La primera recepción a los combatientes en enero pasado, cuando parecía concertarse un acuerdo ilustró ese espíritu de lucha. Hamas resiste con una admirable valentía las enormes presiones para su rendición (Ghanem, 2025) y mantiene prácticamente sin recursos todo tipo de operaciones, para desgastar la mortífera maquinaria de Israel (Scahill, 2025).

Netanyahu terminó aceptando el acuerdo que rechazaba, para intercambiar los 20 rehenes vivos que permanecían en manos de Hamás por 2.000 presos palestinos. Ese convenio fue celebrado en Gaza como una importante victoria, porque forzó el canje que el gobierno israelí se negaba a concretar (Sanz, 2025)

El mayor criminal del siglo XXI apostaba a continuar el genocidio, para recuperar los rehenes sin ningún tipo de transacción. Sostuvo esa opción una y otra vez, hasta que finalmente debió asumir su fracaso. No logró destruir el dispositivo de protección de los prisioneros que montó Hamas y tuvo que archivar sus planes de rescate (Seurat, 2025)

Los resistentes mantuvieron su capacidad para lanzar cohetes bajo los escombros y apenas se suscribió el armisticio, consiguieron una rápida recuperación del control de la localidad (Atwan, 2025). Esa victoria refutó las predicciones que anunciaban un triunfo israelí coronado con el desarme de Hamas. Las tratativas que intentaron concretar ese ultimátum, concluyeron en los hechos con un recule de Netanyahu (Aznares, 2025).

Ese desenlace quedó confirmado por el acelerado manejo que recuperó Hamas de las zonas sin tropas sionistas. También se verificó el desmantelamiento de grupos mafioso al servicio de los ocupantes. Este balance es compartido por todas las organizaciones palestinas y especialmente por las vertientes de izquierda de ese conglomerado (Resumen LA, 2025). Los habitantes de Gaza han demostrado que el sumud colectivo (perseverancia en la lucha), puede imponerle un retroceso, a un ejército que se autoconsidera imbatible.

El fantasma de lo ocurrido en el 2005 -cuando al cabo de veinte años de ocupación, Sharon forzó el desmantelamiento de los asentamientos de Gaza- vuelve a sobrevolar la política israelí. En ese momento, el elevado costoso político, humano y económico de la presencia sionista en la Franja precipitó el retiro. Insumía voluminosos gastos de protección, que restaban fondos al proyecto de ampliar los asentamientos en Cisjordania.

Netanyahu está lejos de repetir por ahora ese abandono, pero su propósito de ocupar la Franja se encuentra en reconsideración. Ha sufrido una derrota política que lo obliga revisar su curso de acción.

En esa reevaluación incide la opinión de varios generales que objetan el intento de conquistar Gaza. Estiman que ese operativo demandaría entre 3 y 5 años, no lograría erradicar a Hamas y obligaría a Israel a gestionar una localidad con dos millones de enemigos permanentes (Kupervaser, 2025).

Pero Netanyahu ha perdido la brújula y empuja a Israel a actuar como un desorientado prusiano, que derrocha arrogancia, sin saber hacia dónde conduce su enceguecido militarismo.

Replanteo en varios campos

El plan inicial de Netanyahu quedó en el limbo. Pretendió consumar una rápida limpieza étnica, para empujar a los gazatíes hacia un gigantesco corral en la frontera con Egipto. Con ese encierro, esperaba forzar a su vecino a acoger en masa a los refugiados. Pretendía depositar en ese país un millón de personas y distribuir la otra mitad de los escapados en Turquía, Irak y Yemen. Como no logró esa expatriación en la región, continúa tanteando alguna Nakba africana, con traslados masivos de palestinos a Congo, Somalia u otros rincones del continente negro.

El proyecto sionista prioriza la confiscación de las tierras, el gas y el agua de Gaza. Son los tres elementos que Israel permanentemente expropia. A los gazatíes les correspondía 1,4 billones de pies cúbicos de gas por unos 4.000 millones de dólares, que Tel Aviv ya capturó y exporta a Egipto y Jordania (Armanian, 2025).

Siguiendo ese mismo rumbo, Netanyahu apuesta a ocupar parcialmente una zona de la Franja separada del resto por una “línea amarilla”. Presenta ese control como un dato transitorio, pero conviene recordar que en 1949 los mapas israelíes trazaron una “Línea Verde” también momentánea, que se transformó en perdurable con el simple paso del tiempo (Rodríguez, 2025).

El nuevo tanteo de ocupación vuelve a suscitar la misma oposición de la elite militar, que objetó el primer plan de conquista de la franja. Los cuestionadores estiman que el corte de Gaza en dos porciones desembocará en un escenario inmanejable, porque alentará una resistencia guerrillera muy difícil de doblegar. El número de reservistas israelíes obligados a patrullar la zona desbordaría la capacidad del ejército (Shebel, 2025) y tarde o temprano, los milicianos palestinos volverían a descolocar a los ocupantes (Hearst, 2024b).

Mientras Netanyahu discute con su cúpula militar, Trump tomó la iniciativa de imponer un cese del fuego, que presentó con toda pompa como un “Plan de Paz”. Su puesta en escena fue consagrada en una estruendosa ceremonia en Sinaí, con la puntual concurrencia de sus socios europeos y árabes. Nadie oculta el carácter colonial de ese proyecto, que otorgaría la gestión de Gaza a una Autoridad Transitoria Internacional sin participación de los palestinos.

La franja sería gobernada por el propio Trump y Tony Blair, con la seguridad en manos de Israel y el auxilio de tropas de los países árabes. Algunos tecnócratas de origen palestino -seleccionados y domesticados por el poder norteamericano- aportarían el acompañamiento decorativo a la farsa. El plan desconoce cualquier ingrediente de democracia, al excluir por completo la opinión de los gazatíes sobre ese gobierno (Marco del Pont, 2025).

El proyecto es una versión degradada del “acuerdo del siglo” que hace cinco años redactó un familiar de Trump (Kushner). Ahora ni siquiera se menciona algún tipo de creación futura, imaginaria o supuesta del Estado palestino. Simplemente se desconoce esa posibilidad, retomando el modelo de los mandatos coloniales, que al concluir la Primera Guerra Mundial rediseñaban a los países tutelados por las grandes potencias.

La administración internacional de la OTAN en Kosovo es la versión actualizada del esquema, que ahora se intenta extender a Gaza (Achcar, 2025). A Israel se le asigna la misma custodia “temporal” que ha hecho valer en Cisjordania desde hace 58 años, con atribuciones para anexar las porciones que le resulten atractivas.

El plan consagra el genocidio, para iniciar los proyectos económicos de remodelación capitalista de Gaza, que Trump y Netanyahu han enunciado varias veces. El más horroroso es construcción de un balneario sobre las cenizas de sus habitantes. Se concibe esa “Riviera de Medio Oriente”, en eventual coexistencia con algunas colonias judías.

La reestructuración de Gaza está carpeta desde hace mucho tiempo, porque la franja es un paso insoslayable para construir el Canal Ben Gurion, que conectaría el Mar Mediterráneo con el Mar Rojo, en competencia con el Canal de Suez. Ese cauce permitiría un tráfico que duplicaría al prevaleciente en la actualidad y serviría para montar un corredor comercial entre Europa, Medio Oriente y la India.

Como Gaza se encuentra en el medio de esa traza, resulta indispensable “pacificarla” masacrando a sus habitantes (Marcó del Pont, 2023). Estados Unidos es el gran promotor de ese emprendimiento, que rivalizaría con el exitoso enlace de puertos, que China ha forjado en misma región a través de la Ruta de la Seda.

Los gobiernos de Francia, Alemania e Inglaterra -que habían tomado distancia de las masacres de Netanyahu exigiendo alguna negociación- ahora pretenden colgarse del nuevo emprendimiento, para obtener alguna tajada del negocio.

Pero el compromiso de Arabia Saudita -que es la llave maestra de la iniciativa- está por verse. Debería encabezar la financiación del plan y garantizar el sostén político de los gobiernos árabes. Ese rumbo presupone, ante todo, el establecimiento de relaciones diplomáticas del reinado wahabita con Israel.

El jefe saudita Ben Salman ha dado varios pasos de aproximación a Tel Aviv y afianzó la relación con Trump, suscribiendo los convenios demandados por el magnate. Pero el monarca continúa jugando a dos puntas. Mantiene el coqueteo con China, suscribe pactos conciliatorios con Irán y negocia convenios defensivos con Pakistán.

Esa ambivalencia incluye el eventual ingreso a los BRICS y un guiño a Egipto, que se opone al proyecto Ben Gurion por la pérdida del monopolio sobre el transporte marítimo, que mantiene a través del Canal de Suez. La indefinición de Arabia Saudita persiste, además, como el gran obstáculo para crear la fuerza de 10.000 soldados egipcios y jordanos, que exige la efectivización del plan colonial.

La crisis generada por la hecatombe de Gaza tiene muchos desemboques posibles y las proyectadas salidas cambian a un ritmo vertiginoso. La evaluación de esas coyunturas tiende a marear a muchos analistas, que eluden caracterizar el trasfondo del conflicto que es la naturaleza del sionismo. En el próximo texto comenzamos nuestra indagación de ese movimiento.



*Por Claudio Katz, economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz
Publicado originalmente primera parte: 11-11-2025

____________
Referencias

-Marcetic, Branko (2025). La guerra de Israel en Gaza es uno de los peores crímenes de la historia https://jacobin.com/2025/08/israel-gaza-worst-crimes-ever

-Haifawi, Yoav (2024). La «masacre de la harina» es la antesala de lo que Israel prepara para «el día después» en Gaza 07/03/2024 https://rebelion.org/la-masacre-de-la-harina-es-la-antesala-de-lo-que-israel-prepara-para-el-dia-despues-en-gaza/

-Hedges, Chris (2024) exterminio funciona, al principio 21/10, https://rebelion.org/el-exterminio-funciona-al-principio/

-Horacio Verbitsky (2024). Resumen Medio Oriente, 22 de abril de 2024


-Veiga, Gustavo (2024) Israel, Google y el uso de la inteligencia artificial en Gaza, https://www.pagina12.com.ar/730856-israel-google-y-el-uso-de-la-inteligencia-artificial-en-gaza


-Majfud, Jorge (2025). ¿Por qué el genocidio de Gaza es igual y es diferente a tantos otros? 14/07/2025https://rebelion.org/por-que-el-genocidio-de-gaza-es-igual-y-es-diferente-a-tantos-otros/

-Traverso, Enzo. (2024). Enzo Traverso y Martín Martinelli presentan el libro “Gaza ante la Historia” https://huelladelsur.ar/2024/08/26/enzo-traverso-y-martin-martinelli-presentan-el-libro-gaza-ante-la-historia/

-Martinelli, Martín (2025). La geopolítica del genocidio en Gaza, Editorial Batalla de Ideas, Buenos Aires

-Alqaisi, Alaa (2025). El aullido del hambre 02/08/2025 | Palestina y Oriente Próximo

-Hearst, David (2024a). El asesinato de Ismail Haniyeh: el único objetivo de Netanyahu es incendiar la región,

-Malm, Andreas (2025): «Las puertas del infierno están abiertas en Palestina, pero es toda la humanidad la que está pasando bajo estas puertas» https://carcaj.cl/andreas-malm-las-puertas-del-infierno-estan-abiertas-en-palestina-pero-es-toda-la-humanidad-la-que-esta-pasando-bajo-estas-puertas/

-Rahman, Ahmed Abdul (2005). ¡Las difíciles opciones de Gaza! https://www.resumenlatinoamericano.org/2025/08/12/palestina-las-dificiles-opciones-de-gaza/


(2025), La. gran marcha de la esperanza: Gaza se resiste a ser. https://rebelion.org/la-gran-marcha-de-la-esperanza-gaza-se-resiste-a-ser-eliminada/

-Ghanem, Leila (2025). Oriente Próximo bajo la tormenta. 29 abril 2025

-Scahill, Jeremy (2025). Hamas afirma que no firmará un acuerdo de «rendición», mientras se intensifica la guerra de desgaste https://rebelion.org/hamas-afirma-que-no-firmara-un-acuerdo-de-rendicion-mientras-se-intensifica-la-guerra-de-desgaste/

-Pappe, Ilan (2023). Usar el lenguaje correcto: el genocidio gradual del pueblo palestino continúa 11-4-2023 https://www.resumenlatinoamericano.org/2023/04/11/palestina-usar-el-lenguaje-correcto-el-genocidio-gradual-del-pueblo-palestino-continua/

-Armanian, Nazanin (2025). Trump sabotea el proyecto del Gran Israel: Gaza y su gas serán de EEUU 21/05/2025, https://www.publico.es/opinion/columnas/trump-sabotea-proyecto-gran-israel-gaza-gas-seran-eeuu.html

-Shebel. Sayyed (2025). De Gaza 2005 a Gaza 2025: ¿Por qué Netanyahu tendrá que repetir la retirada de Sharon? https://www.resumenlatinoamericano.org/2025/08/15/pensamiento-critico-de-gaza-2005-a-gaza-2025-por-que-netanyahu-tendra-que-repetir-la-retirada-de-sharon/

-Hearst, David (2024b). La invasión de Rafah Con la derrota a la vista, ¿cómo va a poder Netanyahu declarar la victoria?

-Marcó del Pont, Alejandro (2023). Toda guerra tiene una ruta del dinero 13/11/2023 https://huelladelsur.ar/2023/11/13/toda-guerra-tiene-una-ruta-del-dinero/

-Breville, Benoit (2025). Los culpables y sus cómplices https://mondiplo.com/los-culpables-y-sus-complices

-Peral, Daniel (2025) La perversión del bien https://rebelion.org/la-perversion-del-bien/

-Sanz, Juan Antonio (2025). El plan de Trump obvia qué pasará con Hamás y da tiempo a Netanyahu para convertir Gaza en un protectorado o anexionarla, https://www.publico.es/internacional/plan-trump-obvia-pasara-hamas-da-netanyahu-convertir-gaza-protectorado-anexionarla.html

-Seurat, Leila (2025). Gaza. El retorno de Hamás a la táctica de la guerrilla


-Atwan, Abel Bari (2025). ¿Cómo se impuso a los israelíes la primera fase del alto el fuego en Gaza? https://www.resumenlatinoamericano.org/2025/10/14/palestina-como-se-impuso-a-los-israelies-la-primera-fase-del-alto-el-fuego-en-gaza/

-Aznares, Carlos (2025). Una nueva y gran victoria de la Resistencia



-Kupervaser, Daniel (2025) “Hamas y Netanyahu eternizarán el conflicto” https://www.pagina12.com.ar/857521-hamas-y-netanyahu-eternizaran-el-conflicto

-Rodríguez, Olga (2025). Fase dos del genocidio israelí: ocupación del 53% de Gaza, asesinatos, segregación y línea amarilla20/10/2025, https://rebelion.org/autor/olga-rodriguez/

-Marco del Pont, Alejandro (2025) ¿Salvación para Gaza o neocolonialismo encubierto? https://rebelion.org/salvacion-para-gaza-o-neocolonialismo-encubierto/

-Achcar, Gilbert (2025). El “acuerdo del milenio” tras el “acuerdo del siglo”http://http://


 2: colonialismo de colonos
Claudio Katz 14 de noviembre, 2025


Resumen 2p:

Los palestinos padecen la violencia del colonialismo, en una vertiente extrema de aniquilamiento y no de explotación de la población local. Se reproduce más lo ocurrido en las colonias inglesas de América del Norte, que lo sucedido en Argelia o Sudáfrica. Israel fue concebido por Gran Bretaña para apadrinar al mundo árabe, pero el sionismo se expandió por sí mismo con guerras y asentamientos. Prioriza el aplastamiento de la resistencia palestina, con míticas narrativas de un país invadido. Mientras la derecha proclama la supremacía de los judíos sin mascaradas humanistas, el progresismo difunde el hipócrita mensaje de los Dos Estados. La descolonización es el único proyecto de efectiva solución del conflicto.

***

La violencia extrema que Israel aplica contra los palestinos ha sido un dato invariable desde la constitución de ese Estado. Esa virulencia fue históricamente típica de las formaciones coloniales, que se asientan en la ocupación, la expropiación y la opresión de la población nativa.

Esas confiscaciones provocaron los sufrimientos padecidos por el grueso de la población de África, Asia o América Latina en los últimos cinco siglos. Resulta indispensable situar el drama actual de Medio Oriente en esa trayectoria, para comprender la tragedia palestina. Israel masacra a los pobladores originarios de esa región para introducir a los colonos que se adueñan del territorio.

Una modalidad con exterminio

El colonialismo se consumó tradicionalmente a través de dos vías. La variante clásica estableció formas de dominación directa de las metrópolis, con el propósito de explotar la mano de obra local, a fin de lucrar con la renta de los minerales, las plantaciones o las haciendas. Usufructuó de la fuerza de trabajo indígena o importada, con formas de servilismo, esclavitud o precarización capitalista. Con ese modelo los virreyes españoles, los gobernadores británicos y los mandantes franceses se apropiaron de los recursos de la periferia (Piterberg, 2010).

Como esa modalidad de opresión fue una característica dominante de la ultimas centurias, el grueso de los estudios anticoloniales, neocoloniales y poscoloniales se concentró en ese campo. Se ha descripto, explicado y clarificado en detalle, cómo los conquistadores europeos devastaron durante siglos al Tercer Mundo.

Pero un segundo tipo de colonialismo ha sido poco investigado. Esa modalidad se basó en asentamientos de inmigrantes provenientes de las metrópolis, que exterminaron a la población local en lugar de explotarla. Como por distintas razones el usufructo de la mano de obra local resultaba inviable o poco rentable, las nuevas sociedades se erigieron aniquilando a sus habitantes. Sobre esa montaña de cadáveres emergió Estados Unidos, Canadá y Australia. El capitalismo despuntó explotando a los inmigrantes o a los esclavos importados de otras latitudes.

Ese colonialismo de colonos se diferencia del patrón clásico por eliminar a la población local. En lugar de sojuzgar o absorber a esa masa demográfica, dispone su aniquilamiento. Los asentamientos se instalan para exterminar y no para oprimir a los conquistados. Ese devenir separó la trayectoria histórica de América del Norte u Oceanía del sendero transitado por México, India o Nigeria (Veracini, 2013).

Israel recrea una modalidad contemporánea de ese colonialismo de asentamientos y por esa razón se ha expandido confiscando, expulsando y masacrando a los palestinos. Presenta semejanzas con lo ocurrido en las colonias inglesas de América del Norte, que expandieron su frontera hacia el Oeste ultimando a millones de indígenas y confinando en alejadas reservas a sus pocos sobrevivientes.

Esos parecidos son conceptuales y no cuantitativos. Es evidente que el sionismo no reproduce la gestación de una potencia territorial, ni siquiera en las mayores fantasías del Gran Israel. Lo que asemeja su proyecto con el antecedente norteamericano es la multiplicación de asentamientos con colonos foráneos, que expulsan y asesinan a las víctimas de esa ocupación.

Esa referencia permite evitar las miradas que objetan la existencia de un colonialismo israelí por sus diferencias con el clásico patrón británico o francés. El antecedente de Estados Unidos contribuye, además, a observar con cuidado las comparaciones con Argelia o Sudáfrica. Estas dos situaciones incluyeron una numerosa presencia de colonos, que moldearon la configuración de ambos países. La población local no fue eliminada por esas implantaciones de europeos.

Al igual que en Israel, los colonos boers y británicos erigieron un conglomerado racista, que desconocía explícitamente cualquier derecho de los africanos. Saltan a la vista las semejanzas del Apartheid con los asentamientos actuales de Cisjordania y con el status de ciudadanos de segunda, impuesto a los árabes-israelíes. Pero el evidente propósito de la opresión colonial en Sudáfrica era la explotación y no el exterminio de las etnias locales.

La terrible matanza de argelinos durante la guerra de Independencia (1954-1962) presenta también semejanzas con Israel. Los ocupantes franceses ultimaron entre 500.000 y un millón y medio de resistentes, es decir entre el 5% y el 15% de la población (Hearst, 2023). Pero la finalidad de esa masacre era ganar una fallida guerra y no erradicar la presencia de los argelinos.

Al igual que los ciudadanos judíos de Israel, los colonos defendían privilegios y beneficios para todos los descendientes de franceses, en desmedro de los árabes (Safieddine, 2024). Pero esa supremacía presuponía la coexistencia con los relegados y no su desplazamiento o extinción. Israel fue conformado desde su origen como una implantación de colonos para expulsar palestinos. Todos los datos de su historia corroboran ese propósito.

La dinámica expropiatoria

El proyecto sionista comenzó enlazado al sistema colonial británico de principios del siglo XX. Los ingleses buscaron crear un fortín propio en Medio Oriente, que les garantizara el control del fragmentado mundo árabe y la conexión con la joya de la Corona (India). El establecimiento de un “Hogar Nacional judío” promovido desde Londres en 1917 apuntaba hacia esa dirección, complementando el reparto -concertado con Francia- de todos los territorios absorbidos del imperio otomano (acuerdos Sykes-Picot) (Sivinian, 2023).

Los representantes de la aristocracia inglesa (Balfour) acordaron con sus socios de las burguesías emergentes centroeuropeas (Herzl), la creación de esa implantación judía en Palestina. Buscaban también desviar hacia allí, la oleada de emigrados escapados de Rusia por persecuciones antisemitas. Rechazaban la llegada a Gran Bretaña de esa corriente de refugiados, que era portadora de ideas y propaganda socialista (Pappé, 2024).

El operativo sionista logró una recepción favorable entre las elites británicas por sintonías comunes en el plano ideológico y religioso. Los devotos de distintos grupos creyentes, veían con buenos ojos el proyecto de sustraer el control de Tierra Santa a los musulmanes. Percibían a la implantación judía, como un avance de la civilización en el retrógrado mundo árabe. La gestación de granjas colectivas (kibutzim) era vista además con simpatía por los laboristas.

El fortificado islote judío en Palestina fue concebido por Gran Bretaña, como un instrumento de padrinazgo sobre los países árabes. Introducía un gran elemento de balcanización e intimidación de sus subordinados.

La creación de Israel fue motorizada por los ingleses con ese doble patrón de promover un enclave judío anti-árabe y someter al mismo tiempo a los socios musulmanes. La perfidia del Albión alcanzó esa modalidad extrema, al combinar políticas de aliento del sionismo (Balfour) y estrategias de alianza con los emergentes emiratos (Lawrence).

Ese tipo de rumbo colonial era típico del imperio victoriano y apuntaba hacia cierta convivencia de los inmigrantes judíos con los habitantes palestinos. Pero el ímpetu de la acción sionista y su captura de nuevos aliados internacionales, trasformó el proyecto original en un plan de exterminio, desplazamiento y sustitución de los pobladores nativos.

Ese curso sanguinario se asentó en la eficiente y acelerada militarización del sionismo bajo el mando británico. Un proto-ejército israelí fue tolerado por los gobernadores ingleses, que adiestraron a esa tropa con las técnicas, el espíritu y la ferocidad de los cipayos coloniales. Esas fuerzas de la Haganá antecedieron a la monstruosa maquinaria bélica actual de Tel Aviv (FDI) y sus primeras estrellas (Moshé Dayan), mantuvieron un entrelazamiento con los británicos (Khalidi, 2024b). Fueron formaciones forjadas desde su gestación para reprimir a los palestinos.

Esa estructura militar fue el epicentro del embrionario estado israelí, que se forjó bajo la égida británica durante décadas de mandato inglés. Lo que transformó ese núcleo en un aterrador mecanismo de masacre, fue el empoderamiento de los colonos como una fuerza autónoma, en conflicto con los propios gobernantes británicos.

Cuando la elite sionista ya implantada en la zona consolidó su poder, se embarcó en un plan expansivo de asentamientos y despojo de los palestinos, que quebrantó todos los equilibrios propiciados por los mandatarios ingleses. El punto culminante de ese conflicto fueron los atentados, que la ultraderecha sionista (Irgún) practicó contra sus socios británicos, para forzar la creación del Estado de Israel.Con esas acciones (1936-1939) comenzó una acción terrorista que se radicalizó hasta los extremos actuales.

Los sionistas forzaron con su descontrolada virulencia la erección de un Estado propio, que expandió una y otra vez sus fronteras, anulando la pretensión británica de acordar algún compromiso con el vecindario árabe.

Los gestores de Israel neutralizaron primero los intentos de regular la inmigración judía y la venta de tierras, en que se asentaba la gestación del nuevo Estado. Aprovecharon, especialmente, la fulminante pérdida de posesiones coloniales que padeció Inglaterra al concluir la Segunda Guerra Mundial.

Luego de abandonar la India (1947), los británicos resignaron Palestina y de ese retiro emergió la Partición Territorial entre judíos y palestinos, que alentó el naciente organismo de las Naciones Unidos (1948). Los fundadores de Israel modificaron drásticamente el diseño de crear un Estado junto a otro, con Jerusalén como ciudad internacional. Recurrieron al drástico uso de la fuerza y en tiempo récord ampliaron su territorio, expulsando a los habitantes originarios de esas zonas. Posteriormente, nunca explicitaron cuáles eran las fronteras de su país.

La pulsión bélica

El arrollador avance sionista se alimentó de la conmoción mundial que suscitó el genocidio de los judíos bajo el hitlerismo (Shoa). La persecución fascista de esa minoría ya había provocado un drástico incremento de la migración de ese sector a Palestina, que entre 1932 y 1939 pasó del 17% al 31% de la población local. Esa oleada creó la base demográfica inicial del Estado de Israel.

Cuando al concluir la guerra quedó pendiente la localización de los sobrevivientes del holocausto, se generalizó la presión para reubicarlos en Medio Oriente. Había 100.000 confinados los campos de refugiados de Europa, que Estados Unidos rechaza absorber en su territorio. En ese escenario los palestinos se convirtieron en las víctimas indirectas del judeocidio.

Recién en ese momento el sionismo comenzó a ganar relevancia dentro de la propia comunidad judía, superando el status minoritario que mantenía desde su gestación, frente a las corrientes religiosas, socialistas y asimilacionistas.

Ese despunte fue motorizado por la recomendación de Partición que hizo la ONU. El visto bueno de la Unión Soviética fue igualmente relevante, aunque supuso una gran conmoción entre los partidos comunistas del mundo árabe.

Stalin apostó erróneamente durante un breve período a congraciarse con los colonos israelíes, en su disputa estratégica con el alicaído imperio inglés. Esa expectativa -asentada en la gran influencia de la izquierda en el mundo judío- se diluyó abruptamente cuando Tel Aviv se alineó con el bloque occidental.

El verdadero rostro del sionismo salió a flote en la Nakba (catástrofe) que inauguró la expulsión masiva de los palestinos de sus tierras (1947-48). Fue un programa premeditado de limpieza étnica para forzar esa partida (Plan Dalet). En su primera etapa, impuso la devastación de los centros urbanos y el consiguiente éxodo de 300.000 palestinos. La segunda fase de confrontación bélica con los vecinos se coronó con la expulsión de otros 400.000 habitantes. La mayor parte de Palestina -que durante un milenio había sido el hogar de una población de origen árabe, en convivencia con judíos y drusos- quedó súbitamente transformada en un territorio apropiado por los colonos judíos (Khalidi, 2024a: cap 2).

La extensión de esta nueva configuración fue el propósito de las periódicas guerras que entabló Israel, con el objetivo primordial de aniquilar a los palestinos. El choque con Egipto en 1956, no obedeció solo a proyectos geopolíticos de asociación de Tel Aviv con los aliados anglo-franceses, para penalizar la nacionalización del Canal de Suez. La prioridad israelí era aplastar la naciente resistencia palestina gestada en Gaza.

Como esa localidad absorbió el grueso de refugiados de las zonas expropiadas del Sur, se transformó en un lugar de protesta que las tropas sionistas sofocaron brutalmente. Con la ejecución sumaria de civiles, reafirmaron el patrón de masacres que multiplicarían posteriormente, en la localidad que alumbró a los primeros héroes de la resistencia

Doblegar a los palestinos fue también el determinante subyacente de la fulminante embestida bélica de 1967. El ataque se concentró en Egipto, Jordania y Siria que albergaban la retaguardia de la principal organización guerrillera (Fatah).

La invasión al Líbano en 1982 fue explícitamente perpetrada contra los refugiados palestinos, confrontando de manera secundaria con sus anfitriones. La incursión contra el Estado que los acogía, constituyó un dato menor de la campaña lanzada para destruir el enorme conglomerado político-militar, que habían forjado los palestinos (OLP).

Los mitos justificatorios

Israel impuso de entrada la narrativa mítica de un país invadido por siete ejércitos árabes en 1948. Propagó que un David deseoso de la paz había vencido al agresivo Goliat árabe. Con esa narrativa de heroico defensor -transformado contra su voluntad en vencedor de todas las batallas- ocultó la invariable superioridad militar, que exhibió en todas las confrontaciones.

Para el primer combate de 1948-49 Israel ya contaba con un ejército adiestrado, frente a vecinos desunidos y mal armados. Confrontó con fuerzas desorganizadas y conducidas por clases dominantes tributarias del padrinazgo británico. Ese soporte inglés persistió hasta el improvisado final del status colonial.

La primacía israelí en el entrenamiento, profesionalidad y armamento fue más visible en el abrumador triunfo de la Guerra de los Seis Días (1967). La superioridad aérea le aseguró a Tel Aviv la ventaja absoluta de sus fuerzas terrestres.

Israel enarboló un pretexto defensivo para encubrir las masacres que acompañaron a todas sus arremetidas bélicas. Esas matanzas tuvieron un paréntesis entre los dos conflictos de 1956 y 1976, cuando la resistencia de los palestinos a abandonar sus tierras desconcertó al ocupante. Para forzar esa partida, los sionistas reintrodujeron en el ataque al Líbano de 1982 los asesinatos masa. La población civil de ese país fue sometida a un sistemático bombardeo, que arrasó edificios y sembró la muerte como un gran anticipo de la carnicería actual en Gaza.

Ese antecedente fue muy nítido en la matanza de Sabra y Chatila (19.000 asesinados y 30.000 heridos), bajo un cerco que incluyó el corte de suministro del agua, la electricidad y los alimentos a los sitiados. En Gaza han perfeccionado el salvajismo que ensayaron en Beirut, confirmado que los asesinatos son una política de estado de Israel. La misma destrucción de todo vestigio humano -que perpetra Netanyahu alegando complicidades con Hamas- fue anticipada por sus maestros Begin y Sharon contra la OLP.

La obsesión criminal está en el ADN de un esquema colonizador que Israel implementa con meticulosidad. Ha especializado su aparato de seguridad en el asesinato de dirigentes, mediante un método gangsteril, que se cobró la vida de las principales figuras de la militancia (Abu Jihad) y la cultura palestina (Ghassan Kanafani). Con esa doctrina del politicidio erigió una estructura de espionaje y crimen internacional, que ninguna organización mafiosa ha logrado emular (Khalidi, 2024a: cap 5).

Ese modelo de exterminio colonial exige el entierro del liderazgo opositor, para invisibilizar la propia existencia de los palestinos. El sionismo se asienta en la negación de ese pueblo y difundió durante décadas mitos inverosímiles, para afianzar un absurdo supuesto de inexistencia de su enemigo.

Afirman que los palestinos tan solo constituyen un subgrupo de los árabes, como si la pertenencia a esa comunidad negara la presencia de nacionalidades diferenciadas. De la misma forma que la adscripción al universo latinoamericano, no anula existencia de bolivianos, nicaragüenses o argentinos, la condición arábiga no anula las diferencias entre sirios, iraquíes o yemenitas.

El sionismo disuelve a los palestinos en una laguna de árabes indistintos, para destruir la memoria histórica de su expulsión territorial. Intentó instalar la fábula de una tierra virgen, desértica y sin pueblo, antes de la llegada de los inmigrantes judíos al lugar (Martinelli, 2025: 16-20). Con esa leyenda, pretendió borrar el éxodo forzado de una enorme masa humana, dando a entender que los colonos llegaron de los barcos a un desierto, para fundar un país desde la nada.

En esa misma quimera se asienta la historia oficial de otras naciones, que emergieron aniquilando a la población nativa. La simpatía por el sionismo en Estados Unidos o Argentina se explica, en gran medida, por esa coincidencia con mitos forjadores de la nacionalidad. En la tradición liberal, los colonos europeos son portadores de la civilización, frente a diversos grupos bárbaros que resisten el avance del progreso.

El sionismo reactivó esa mitología eurocéntrica, recreando todas las falacias de inferioridad intrínseca de los árabes. Resucitó la falsa contraposición del oscurantismo de Oriente con el iluminismo occidental, para que sus pares del Nuevo Mundo celebraran a Israel, recordando las invenciones de su propia historia.

Los artífices de las matanzas actuales han radicalizado esa tradición con ingredientes del sionismo religioso, que asigna a un pueblo elegido por Dios, la misión de limpiar a los infieles de la Tierra Santa (Goodbar, 2024).La ultraderecha que rodea a Netanyahu complementa esa rehabilitación de las Cruzadas con un descarado racismo. Presenta sin ningún filtro a los palestinos como “animales humanos”, que debe ser sepultados sin ninguna piedad (Sivinian, 2024).

La falacia de dos estados

El sionismo incluye dos vertientes que se complementan en el manejo del Estado, para desenvolver el mismo proyecto de colonización. La derecha y el laborismo se intercalan en el gobierno para implementar ese rumbo compartido, con acciones adaptadas a las cambiantes circunstancias. Han recurrido en muchas coyunturas bélicas al manejo común de la administración estatal.

La vertiente reaccionaria de Netanyahu fue creada por pensadores ultranacionalistas (Jabotinsky) en la era clásica de esa ideología. Forjaron los grupos terroristas que forzaron la partida de los ingleses (Stern, Irgún) y mantuvieron un lugar político secundario, hasta la sustitución de sus competidores en el manejo del Estado con figuras propias (Begin, Shamir, Sharon). A principios de los 80 inauguraron su mandato con matanzas en el Líbano, que transparentaron sus métodos criminales.

Esa ultraderecha se afianzó como fuerza mayoritaria de Israel en las últimas décadas, sostenida en la nueva oleada de colonos que expropió Cisjordania. A diferencia de sus antecesores -que ocuparon el territorio conquistado hasta 1967- recurrieron a un grado de vandalismo explícito e invocaron creencias religiosas, para justificar con mandatos divinos el despojo de los palestinos.

Su oleada de asentamientos retomó a pleno el proyecto de colonización expulsiva. Pero introdujo un mayor sostén externo de Estados Unidos y una ideología misionera, que mixturó los mitos de la Tierra Santa con el evangelismo yanqui.

Esa simbiosis con los sionistas cristianos motorizó toda la secuencia de masacres en Gaza (2008-2009, 2012 y 2014), que anticipó la matanza actual. Convirtieron esa Franja en una prisión a cielo abierto, sometida al periódico castigo de bombardeos aéreos. Desplegaron todo tipo de armas letales para forzar otra Nakba e intentaron anexar Gaza en el 2005, como otro peldaño de la implantación de un Gran Israel bíblico.

Actualmente retoman esos proyectos para expulsar a dos millones de habitantes de ese minúsculo territorio. Preparan la instalación de campamentos masivos de refugiados y toman en cuenta el precedente reciente de los millones de refugiados, provenientes de las guerras de Irak y Siria. Registran, además, el contexto internacional de migraciones récord, que en 2017 alcanzaron un pico de 68 millones desplazados.

La segunda vertiente del sionismo difiere de ese patrón derechista e incluye a las figuras que comandaron la gestación (Ben Gurion), consolidación (Golda Meir, Peretz,) y expansión militar (Dayan, Rabin) de Israel. Forjaron el rostro internacional aceptable e hipócrita del sionismo que prevaleció durante décadas.

En su versión inicial, esa variante incluyó ideas socialistas muy arraigadas en la población judía europea. Tuvo también pensadores que imaginaron una simbiosis de planteos marxistas radicalizados con el proyecto sionista (Borojov). Ese gran espectro de miradas de izquierda disimuló la expropiación de los palestinos, con su propia difusión de cooperativas agrarias (Kibutzim) en las primeras fases de la colonización.

Para exaltar las normas del igualitarismo imperantes en esos experimentos y exhibirlas como embriones del socialismo del futuro, sus artífices silenciaban la expulsión y matanza de la población local. La evidente incompatibilidad de ambos proyectos condujo a un declive del laborismo, frente a rivales que nunca afrontaron tensiones de ese tipo.

Los derechistas siempre fueron más efectivos para judaizar Jerusalén, ocupar Cisjordania y arrasar la Franja de Gaza, proclamando la supremacía de los judíos sin ninguna mascarada humanista. Ese operativo se consolidó mediante un operativo para hebraizar la toponimia y modificar los nombres árabes de las ciudades, las regiones y los accidentes geográficos.

Los laboristas fueron en cambio más eficaces, para someter a la minoría palestina que no emigró y quedó transformada en ciudadanos de segunda, con el mote de árabe-israelíes. Fueron encerrados sin derechos en ciertas localidades y estuvieron sometidos a las normas de una ley marcial, que los divorció de sus familiares en el exilio. Quedaron confinados en una modalidad de las reservas indígenas de Estados Unidos, adaptadas al reducido tamaño de Israel.

Pero su destino fue la excepción de un proyecto colonial asentado en la expansión y no el sometimiento de la población originaria. Por esa razón, el modelo de subordinación árabe-israelí que implementó el laborismo entre 1948 y 1967, fue abandonado para Cisjordania y Gaza. En estas dos zonas los asentamientos se multiplicaron para forzar otra Nakba.

La función colonial contemporánea más importante del laborismo fue su promoción de la falacia de Dos Estados. La derecha tan solo acompañó esa ficción, que impulsaron sus socios (Barak, Olmert), para generalizar la creencia que Israel estaba dispuesto a tolerar la convivencia con un Estado Palestino. Toda la secuencia de tratativas en Camp David (1978), Madrid, Washington (1991) y Oslo (1993) -que culminaron con los acuerdos de aceptación formal de ese Estado- encubrió la premeditada decisión de impedir esa creación.

Los laboristas siempre concibieron la invariable perdurabilidad de un creciente territorio israelí, con múltiples bantustanes bajo su control. Nunca pusieron sobre la mesa atribuciones de soberanía real, freno a los asentamientos, retorno de los refugiados, definición concertada del status de Jerusalén o formas de complementariedad en el uso del agua y los cultivos. Introdujeron un engaño auspiciado por Estados Unidos y convalidado por Egipto, que afianzó la expansión sionista y el despojo de los palestinos.

Cuando el laborismo agotó su función distractiva y la obstrucción práctica a cualquier despunte de otro Estado, la derecha retomó el gobierno y asaltó la sede de la Autoridad Palestina en Ramala (2002). Luego de aprisionar de hecho a Arafat hasta su muerte, sepultó por completo la ficción de alguna convivencia pacífica con los palestinos.

El proyecto descolonizador

Al cabo de varias décadas de implantación de colonos, la farsa de los dos Estados salta a la vista. Lo soberanía palestina que parecía muy hipotética en 1988 y menos realizable en 1993 se ha transformado, en la actualidad, en un espejismo en el desierto. Todas las demandas que formuló el Consenso Nacional Palestino en 2006 -retirada del ejército y los colonos de los territorios en 1967, liberación de los prisioneros, reconocimiento del derecho al retorno y una indemnización- han quedado sepultadas (Achcar, 2025).

Junto al genocidio de Gaza, Netanyahu ha puesto en marcha la anexión directa del grueso de Cisjordania. Facilita el incremento de las barreras militares y pavimenta carreteras exclusivas para los colonos, que aceleran su apoderamiento de las tierras restantes. La capital de la economía palestina (Hebrón) ha sido separada del resto territorio, para convertirla en una entidad autónoma (Shalash, 2025).

Los colonos están embarcados en feroces acciones para tornar insoportable la vida de los palestinos. Buscan ampliar sus expropiaciones a cualquier costo. Para extender su presencia practican el robo del agua y del dinero de sus víctimas, bajo la invariable protección de los soldados (Hass, 2025).

En estas condiciones, la abrupta oleada de reconocimiento internacional de un Estado Palestino -entre cancillerías e instancias de las Naciones Unidas- carece de correlatos prácticos. Se acepta la existencia de una eventual entidad futura, que en la vida diaria es demolida por Israel.

La generalizada aceptación de esa espectral institución, igualmente ilustra el creciente aislamiento mundial del sionismo. Es una iniciativa, que intenta calmar la indignación generada por la complicidad de los gobiernos occidentales con el genocidio de Gaza. Busca echar un manto de olvido a la continuada provisión de armamento europeo a Israel (Boulus, 2025).

El engaño de los Dos Estados constituye una típica solución colonial para un problema colonial, que el sionismo no está dispuesto a concretar. Es una distracción para encubrir las políticas anexionistas y su difusión pretende obstruir cualquier debate, sobre la forma de resolver efectivamente el conflicto.

Esa salida requiere constituir un solo Estado democrático, laico e incluyente de todos los habitantes de la zona. Es el camino que siguió Sudáfrica, al reemplazar el Apartheid por un Estado común de la mayoría negra y las minorías blancas y mestizas.

El hipócrita reconocimiento de los dos Estados, debería ser sustituido por la denuncia del status de Apartheid en que se asienta Israel. Solo ese cuestionamiento, contribuiría a generar las condiciones internacionales requeridas para poner fin a la tragedia actual (Salama, 2025).

Palestina debería reformularse, como el país que se extiende desde el río hasta el mar, con una ciudadanía integrada por todas las personas que habitan y fueron expulsadas ​​de ese territorio (Pappe, 2025). Esta sencilla definición del proyecto de un solo Estado, convoca a tomar en cuenta al pueblo marginado de cualquier consulta sobre su destino. Esa comunidad batalla desde hace décadas por su liberación (Matisa, 2025).

Esa solución no supone la matanza o expulsión de la población israelí, que el sionismo atribuye a sus enemigos para justificar su violencia. Simplemente presupone el desmantelamiento de la estructura colonial, que asigna a los habitantes o inmigrantes judíos, todo tipo de privilegios sobre los palestinos. En esas prerrogativas se asienta el Apartheid imperante en Israel, que la descolonización propugna extirpar (Pappe, 2022).

Ese sendero permitiría asegurar una paz perdurable, con derechos equitativos para todos los habitantes de la región. La descolonización es el término que sintetiza con mayor exactitud la esperanza de algún futuro para Palestina. Su eventual concreción empalma con el declive del sionismo, que analizaremos en el próximo texto.

11-11-2025

Resumen



Referencias

–Piterberg, G. (2010). Settlers and Their States. A Reply to Zeev Sternhell. New Left Review, (62), 115-124.

-Veracini, L. (2013). The other shift: Settler colonialism, Israel, and the occupation, Journal of Palestine Studies, 42(2),26-42.

-Hearst, David (2023). Netanyahu quería “derribar” a Hamás. Esta guerra podría derribar a Israel 31/12/2023 https://www.sinpermiso.info/textos/netanyahu-queria-derribar-a-hamas-esta-guerra-podria-derribar-a-israel

-Safieddine, Hicham (2024). El marxismo anticolonial de Mahdi Amel 20 julio, 2024 https://espai-marx.net/?p=15915

-Sivinian, Gabriel (2023) El origen de la “Cuestión Palestina” y la Nakba, https://www.resumenlatinoamericano.org/2023/05/15/palestina-el-origen-de-la-cuestion-palestina-y-la-nakba/

-Pappé, Ilan (2024). El ascenso y la próxima caída del lobby israelí, con Ilan Pappé

Chris Hedges https://espai-marx.net/?p=16135

-Khalidi, Rashid (2024a). Palestina. Um século de guerra e resistência (1917-2017). Editora Todavía.

-Khalidi, Rashid (2024b) Entrevista por Tariq Ali El cuello y la espada, 210-2024


-Martinelli, Martín (2025). La geopolítica del genocidio en Gaza, Editorial Batalla de Ideas, Buenos Aires

-Goodbar, Pablo (2024). Antisionismo y antisemitismo: una confusión deliberadahttps://www.herramienta.com.ar/antisionismo-y-antisemitismo-una-confusion-deliberada

-Sivinian, Gabriel (2024). La enunciación del genocidio contra el pueblo de Palestina https://www.herramienta.com.ar/la-enunciacion-del-genocidio-contra-el-pueblo-de-palestina

-Achcar, Gilbert (2025) El espejismo de un Estado palestino https://vientosur.info/el-espejismo-de-un-estado-palestino/

-Shalash, Fayha (2025) A pesar de las declaraciones de Trump, Israel ha comenzado ya a anexionarse la Cisjordania ocupada https://rebelion.org/a-pesar-de-las-declaraciones-de-trump-israel-ha-comenzado-ya-a-anexionarse-la-cisjordania-ocupada/

-Hass, Amira (2025) ¿Por qué Cisjordania no se levantó? https://www.sinpermiso.info/textos/palestina-por-que-cisjordania-no-se-levanto

-Boulus. Sonia (2025) Por qué el reconocimiento de Palestina puede reforzar las dinámicas coloniales de Israel https://www.resumenlatinoamericano.org/2025/09/24/pensamiento-critico-por-que-el-reconocimiento-de-palestina-puede-reforzar-las-dinamicas-coloniales-de-israel/

-Salama, Alaa (2025). Olvídense del simbolismo de “dos Estados”: el mundo debe reconocer el apartheid israelí, 3-9, https://www.laizquierdadiario.com/Olvidense-del-simbolismo-de-dos-Estados-el-mundo-debe-reconocer-el-apartheid-israeli

-Pappe, Ilan (2025) Palestina y el cáliz envenenado del reconocimiento


-Matisa, Daniel (2025) Cómplices del genocidio, 16 de octubre https://www.laizquierdadiario.com/Daniel-Matisa

-Pappe, Ilan (2022). Revolucionando la conversación sobre Palestina
https://www.researchgate.net/publication/362583256_Revolucionando_la_conversacionsobre_Palestina

 3: el declive del sionismo
Claudio Katz 16 de noviembre, 2025

Resumen

La fractura entre el sionismo secular y religioso opone a dos generaciones de colonos que desgarra a la sociedad israelí. Ese choque puede derivar en la implosión del Estado. El declive del sionismo es visible en el plano internacional y las acusaciones de antisemitismo pierden credibilidad. Intentan consumar un proyecto colonial fuera de época, en un marco de guerra permanente, que incentiva la deshumanización y fascistización del país. La división de la elite gobernante contrasta con la cohesión del pasado, mientras flaquea el reclutamiento y la inmigración. Una Intifada Global de movilizaciones callejeras empuja al país al mismo status de Paria, que detonó el fin del Apartheid. La nueva generación batalla contra la ultraderecha con la bandera de Palestina.

*** 
Las invasiones al Líbano en la década del 80 marcaron un punto de inflexión en la trayectoria del sionismo. Ese operativo fracasó por el alto número de bajas, la imposibilidad de doblegar a los resistentes y el impacto generado por la masacre de civiles. Los antecesores de Netanyahu (Begin y Sharon) quedaron descolocados, perdieron el gobierno y no pudieron lidiar con el movimiento callejero de oposición (Paz Ahora).

Es cierto que sus ahijados derechistas recuperaron posteriormente el manejo del Estado, para inaugurar el ciclo político que perdura hasta la actualidad. Pero ese retorno -asentado en el desplome del laborismo, la pulverización de los acuerdos de Oslo y el ocaso de la farsa de los Dos Estados- dejó una fractura irremontable entre el sionismo secular y religioso, que desgarra a la sociedad israelí. El choque entre los viejos y los nuevos colonos opone a dos generaciones contrapuestas y enemistadas de ocupantes.

Corrosión interna

La derecha confesional y su contraparte laica laborista comparten el proyecto de confiscar a los palestinos, desde tradiciones y prácticas opuestas. La primera vertiente fundamenta su salvajismo en las sagradas escrituras y en la misión apocalíptica de forjar el Gran Israel sobre una montaña de cadáveres. La segunda enmascara el proyecto colonial con mensajes de modernización, que le permitieron insertar a Israel en el universo de Occidente. Pero el sionismo hipócrita que forjaron durante décadas está corroído por sus brutales adversarios.

La propia población de emigrantes -que fluye de judíos asentados en numerosos países- tiende a amoldarse actualmente a un perfil muy distinto a las generaciones precedentes. Los que llegan para instalarse en los asentamientos fronterizos, desembarcan con la decisión guerrera de aplastar sin ninguna piedad a los palestinos. Con fanatismo fundamentalista alegan justificaciones místicas para actos de barbarie.

Por su estrecha ligazón con la ultraderecha estadounidense, esos contingentes asumen con gran naturalidad el uso de las armas y apuntalan una base de colonos dependiente del financiamiento norteamericano. Por esa conexión operan como un brazo explícito del sistema imperial.

No conforman la tradicional masa de asentados en tensión con las metrópolis, que signó la historia del colonialismo. Al contrario, están más entrelazados con sus proveedores del centro, que con sus conciudadanos israelíes de otro origen. Su dependencia financiera del aportante norteamericano, se verifica en el descomunal salto de los fondos que Tel Aviv recibe de Washington. Lejos de reproducir el conflicto de las 13 colonias americanas con Inglaterra, comandan un choque con sus pares sionistas dentro del territorio israelí.

Esa confrontación repite el tipo de choques que siempre generó la ultraderecha, a la hora de disputar el control del Estado, para defender los privilegios de los colonos. Fue el desgarro que introdujeron en la sociedad francesa, los militares opuestos a la independencia de Argelia en los años 60. Compartían las mismas pretensiones de represión interna, manipulación del poder judicial y gobierno autoritario, que actualmente exhibe Netanyahu. El desemboque de esas tensiones en un conflicto armado interno es la gran pesadilla de algunos medios de comunicación de Israel, comoHaaretz.

El antagonismo entre el sionismo liberal y derechista es visto por importantes analistas, como un choque de mayor gravedad que las confrontaciones externas de Israel, porque implicaría una implosión de ese Estado.

La virulencia del grupo teocrático que maneja el gobierno y aspira controlar el poder, puede desencadenar el ocaso el proyecto colonizador, si precipita la emigración de los enormes segmentos occidentalizados de esa sociedad.

La élite económica y académica de ese sector ya exhibe síntomas de esa defección. Los pensadores que resaltan el carácter corrosivo de esa crisis presagian que, en su formato actual de Estado judío, Israel no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir en el largo plazo (Pappé, 2024, 2025a).

Las falacias del antisemitismo

El declive del sionismo es muy visible en el plano internacional. Esa regresión se acentúa con la absurda exaltación de Israel como la “única democracia” en Medio Oriente, cuando desconoce los derechos de los palestinos y ataca sistemáticamente a sus vecinos. El mito de ¨acciones defensivas¨ de un aparato militar en incansable agresión, ya perdió sus últimos vestigios de credibilidad (Rees, 2024).

El dato más contundente de ese giro es la hostilidad que muestra la nueva generación de judíos en Occidente hacia el proyecto colonial. Muchos participan activamente en las marchas de solidaridad con Palestina y conforman incluso agrupaciones explícitamente antisionistas. Ese viraje es muy llamativo en Estados Unidos, entre sectores que asumen un rechazo a los crímenes de Israel, en la tradición de las movilizaciones contra la guerra de Vietnam y el movimiento anti racista por los Derechos Civiles.

Los sionistas de la primera potencia juegan todas sus cartas contra ese despertar juvenil, pero están afrontando mayores escollos que en el pasado. Les resulta muy difícil ocultar o justificar el genocidio en Gaza y la efectividad de sus presiones decrece día a día (Mearsheimer; Wal, 2006)

Continúan disparando acusaciones de antisemitismo en todas las direcciones, pero el pilar de esa imputación flaquea porque se asienta en la errónea identificación del judaísmo, el estado de Israel y el sionismo. Suelen confundir tres conceptos muy distintos. El judaísmo es una religión, cultura o tradición de un pueblo diseminado por muchos países. Israel conforma, en cambio, una nación surgida de la partición del territorio originalmente habitado por los palestinos.

A su vez, el sionismo es una ideología colonialista que justifica esa expropiación, con extravagantes teorías de exclusiva pertenencia de esa zona a los inmigrantes judíos. El antisionismo critica esa retrógrada concepción, sin adoptar actitudes antijudías o antiisraelíes. Se ubica, por lo tanto, en las antípodas del antisemitismo (Katz, 2006, 2021).

Esa acusación se ha convertido actualmente en un burdo estandarte sin contenido, para diabolizar opositores. Su origen se remonta a la judeofobia, que en la Europa medieval era utilizada para hostilizar una comunidad, con el absurdo pretexto de su responsabilidad en la muerte de Jesús. Propiciaba el mismo tipo de arabofobia que actualmente alienta la ultraderecha contra las minorías islámicas.

El antisemitismo fue un atropello posterior que emergió con el ascenso del nacionalismo reaccionario, contraponiendo una raza superior (arios, blancos, germanos, anglosajones) con otras etnias, descalificadas por su incapacidad para forjar un Estado propio (Goodbar, 2024).

La persecución contra los judíos -que combinaba la vieja raíz religiosa con la ideología derechista- perdió gravitación desde la segunda mitad del siglo XX. Es recreada en forma artificial por el sionismo, para justificar la práctica colonial contra los palestinos, que paradójicamente conforman el segmento más semita del Medio Oriente. Ellos son las verdaderas víctimas del antisemitismo, que los colonos agreden difundiendo teorías afines al viejo nacionalismo reaccionario. Recurren a las mismas concepciones que en el pasado se utilizaban contra los judíos.

El declive del sionismo obedece, en gran medida, a su destiempo histórico. Es un experimento genocida que intenta consumar un proyecto fuera de época. Encarna una variedad de colonialismo tardío, socavado por propiciar una limpieza étnica, en un período de creciente indignación con ese exterminio. Israel resucita los mitos coloniales, cuando ha despuntado una gran simpatía por los derechos de los pueblos originarios.

El sionismo surgió en el cenit del colonialismo, pero se materializó durante la descolonización de África y Asia. Arrastra una gran inviabilidad histórica, para repetir los procesos que diezmaban a la población de las regiones conquistadas. Las formas de esclavización y aniquilación que eran corrientes en el siglo XVII, XVIII o XIX, ya no son tan factibles en la centuria en curso. Israel logró construir un país y una nación propia, pero no pudo anular (ni absorber) a las víctimas de su proyecto. Ese divorcio histórico erosiona estructuralmente al sionismo.

A diferencia de lo ocurrido con sus antecesores de Norteamérica (o Australia), confronta con la resistencia de un pueblo expropiado, al que no logra doblegar (Piterberg, 2010). No consigue la ansiada expulsión definitiva de los palestinos y tampoco se resigna a su presencia. Esa irresolución está exacerbada por la estrechez territorial y la densidad demográfica del ámbito en que se desenvuelve su proyecto. Un territorio muy pequeño es demandado como propio por 7 millones de habitantes de cada lado.

Pero en la sombría coyuntura actual de ascenso de la ultraderecha emerge el temor, que una sangrienta limpieza del pueblo palestino pueda consumarse en el mismo escenario bélico, que generó los monumentales desplazamientos de población en Siria o Irak (Mazza, 2024).

Ese peligro efectivamente existe, pero los genocidios masivos solo se consumaron históricamente en contextos bélicos generales. Fue lo que ocurrió con los armenios en la Primera Guerra Mundial y con los judíos en la Segunda contienda. El exterminio que auspicia la derecha israelí requiere esa escala de conflagraciones. Pero el declive del propio sionismo socava esa atroz eventualidad.

Fascistización de Israel

La política de guerra permanente que Israel promueve se asienta en un proceso de fascistización interna. Ese rumbo despuntó con fuerza a partir de asesinato Rabin en 1995 y ha escalado en múltiples planos.

La principal expresión de ese curso es el protagonismo de la ultraderecha, que hace valer sus votos para condicionar con demandas extremas a todos los gobiernos que integra. En las negociaciones para participar de esas coaliciones, exige cuotas de violencia cada vez más brutales contra la población palestina (Khalidi, 2024: cap 5).

Netanyahu ha tomado en sus manos la agenda de las formaciones reaccionarias, imponiendo al país un estado de movilización bélica constante, con inverosímiles pretextos de “peligro existencial a la supervivencia de Israel”. Utiliza ese desgastado argumento para perpetuarse en el gobierno y sortear las pesadas causas de corrupción, que amenazan expulsarlo de la función pública. Frente a las masivas protestas callejeras que exigen su dimisión, Netanyahu despliega una política de guerra infinita y retoma una y otra vez el genocidio en Gaza, para salvar su pellejo a cualquier precio.

Esa estrategia lo obliga recostarse en los partidos religiosos y en un movimiento de los colonos, que eleva el precio de su auxilio con demandas de mayor genocidio. Las dos figuras más descaradamente fascistas de esas formaciones (Smotrich y Ben Gvir) convocan sin ningún filtro a la masacre. Con ese lenguaje han impuesto la penalización de la bandera palestina, la portación irrestricta de armas para los israelíes y la generalización de un repugnante clima de supremacía judía (Pappe, 2023).

Basta observar los discursos de esos personajes para mensurar su evidente parentesco con el nazismo. “Nuestro objetivo común es borrar la Franja de Gaza de la faz de la tierra” (Nissim Vaturi). “Hemos ordenado un asedio total. Ni electricidad, ni alimentos, ni agua, ni gasolina. Todo está cortado. Nos enfrentamos a bestias humanas, así que actuamos en consecuencia” (Yoav Gallant). “Gaza será totalmente destruida…asedien y déjenlos morir de hambre” (Bezalel Smotrich). Pocas veces extremismo del lenguaje reflejó con tanta precisión el extremismo de la acción. La congruencia entre la retórica y la práctica es total (Breville, 2025).

Esas brutales convocatorias han potenciado, además, el maltrato de los árabes-israelíes y la expulsión de los pobladores de Cisjordania. Pretenden apuntalar la ingeniería demográfica requerida para forjar el Gran Israel, a partir de la ley Básica del Estado-Nación Judío. Esa norma institucionalizó el derecho exclusivo a la tierra y a la nacionalidad para los pertenecientes a ese sector. El mismo estatuto dio vía libre a los grupos armados de los asentamientos, para multiplicar sus pogroms contra los palestinos.

Un incontable cúmulo de atrocidades ha sido naturalizado por importantes sectores de la sociedad israelí. Justifican esa conducta argumentando que ¨el mundo es antisemita, nos odia y siempre objetará nuestras acciones¨. Con esa disparatada afirmación eximen a todos los artífices, responsables y cómplices de los crímenes en curso.

Solo la deshumanización de una significativa porción de la sociedad (y la consiguiente indiferencia frente al sufrimiento ajeno), explica la parcial aceptación israelí de la actual limpieza étnica. La militarización de los jóvenes en una conscripción prolongada, junto a su masiva condición de reservistas, explica la pasividad y sumisión al verticalismo que impera en un país, cuya organización política y social gira en torno al ejército (Hever, 2025). Por esa razón, en varios momentos de asesinato masivo de palestinos del último bienio, las encuestas indicaron una aprobación mayoritaria de esas matanzas (Pappe, 2025).

Esta conducta sintoniza con el gran cambio que ha registrado Israel, a medida que el sionismo religioso se afianza en desmedro de su par liberal. Ese viraje apuntala la mutación hacia un Estado judío semejante a las teocracias islámicas (Katz, 2023). La tradición laborista pierde influencia en las crisis de las coaliciones gubernamentales, que erosionan al viejo establishment sionista (Ghanem, 2023)

Los dramáticos escritos de los últimos exponentes de esa formación, ilustran la frustración política y moral de la extinguida elite occidentalizada que formó el Estado de Israel (Levy, 2024). Sus viejas expresiones de sionismo liberal progresista (Laborismo y Meretz) han quedado muy reducidas y no despiertan ninguna atracción en el electorado El declive interno de ese sector sintoniza con el retroceso de sus aliados liberales y socialdemócratas en Estados Unidos y Europa.

En Norteamérica, Netanyahu ha establecido una estrecha alianza con los neoconservadores y una relación de mutua complicidad con los globalistas y el trumpismo. En el Viejo Continente, la misma convergencia con la extrema derecha europea se ha consumado condonando el antisemitismo y el negacionismo de esos sectores frente al holocausto.

Una agenda islamófoba compartida ha sido suficiente para echar un manto de olvido sobre los responsables de la gran tragedia del siglo pasado. A las “Conferencias Internacionales de Lucha contra el Antisemitismo” que se realizan en Jerusalén, concurre la crema de las organizaciones manchadas por esa tradición. Le Pen, Zemmour, Farage y todos los herederos de juedofobia son recibidos con gran calidez y cinismo por Netanyahu.

Ruptura de la cohesión sionista

La actual división de la elite gobernante es muy ilustrativa del declive del sionismo. A diferencia de otros momentos críticos, los grupos dirigentes disputan en alta voz. La intensidad de esa confrontación contrasta con la cohesión que imperaba en 1948, 1956 o 1967.

El trasfondo de esas disidencias es la ausencia de una brújula en el comando del Estado. Netanyahu no expone cuál es su proyecto realista de largo plazo. Está embarcado en la continuidad y multiplicación de guerras que le otorgan impunidad para seguir gobernando, pero con una meta de gestión sumamente confusa.

Su mero expansionismo contrasta con las políticas coloniales más acotadas y definidas que auspiciaban sus antecesores. Subir la apuesta con asesinatos de dirigentes y bombardeos de la población civil le permite evitar las elecciones y los tribunales, pero empujan al país a una degradación política sin fin.

Como Israel carece de Constitución escrita, la Corte Suprema opera como una fuerza equilibradora. Netanyahu pretende socavar esa instancia, para concentrar el poder en sus manos, purgando la disidencia e instalando a sus agentes en todos los estamentos del Estado. Al no lograr esa reestructuración con manipulaciones políticas, utiliza la guerra para imponer el mismo objetivo (Inlakesh, 2025).

Pero enfrenta una llamativa oposición dentro de las propias filas del ejército. Nunca la jefatura de las Fuerzas de Defensa (FDI) y de los servicios secretos se pronunció -con tanta contundencia y en forma tan pública- contra una política del gobierno. La marea de cuestionamientos a Netanyahu no ha decrecido con la intensificación de la escalada bélica. Más de 500 figuras del establishment político israelí, le solicitaron recientemente a Trump que contenga el descontrol militarista de su ahijado.

Ese rechazo en las altas esferas está alimentado por la creciente oposición de la intelectualidad a la masacre de Gaza. El reconocido escritor David Grossman ya utilizó el impactante calificativo de genocidio para describir la embestida en Gaza.

Un bloque opositor cuestiona en las calles esa carnicería, con protestas que reunieron multitudes e incluyeron convocatorias a un paro general de la central obrera. La principal bandera de esas marchas ha sido la negociación con Hamas para liberar a rehenes con vida, pero bajo esa demanda subyace un malestar con el agobio bélico.

La oposición todavía no retoma la nítida demanda de “Paz Ahora”, que formuló el movimiento antecesor de las protestas actuales. Pero esa perspectiva está igualmente abierta por la disconformidad que se verifica en la sociedad israelí. Desde el comienzo de la incursión en Gaza más de 100.000 personas emigraron y ese flujo es un dato central, en un entramado colonial estructurado en torno a la recepción de inmigrantes. La inseguridad en la frontera norte y los agujeros de la cúpula de hierro frente a los misiles han creado una novedosa sensación de vulnerabilidad.

Otro síntoma de oposición al belicismo es la desmoralización de las tropas y el incremento de los suicidios entre los soldados. La resistencia de los jóvenes al reclutamiento se verifica en el alto número de reservistas, que suscribieron cartas rechazando concurrir el alistamiento.

Esa oposición es muy importante en una estructura militar, que carece de la cantidad de efectivos requerida para combatir en tantos frentes. El servicio militar prolongado alimenta la informatizada y rentable economía bélica, pero opera también como una agobiante carga, para la única población occidentalizada que mantiene el viejo patrón del reclutamiento masivo.

Las bajas puntuales, pero constantes que sufren las tropas sionistas agravan ese problema e introducen tensiones en un aparato productivo, con pilares insuficientes para sostener el descomunal gasto de la movilización bélica.

Impugnación del apartheid sionista

Israel afronta por primera vez un descrédito internacional, que tiende a empujarlo al status de Estado Paria. Ese desprestigio ha dado lugar a órdenes de arresto de la Corte Penal Internacional contra Netanyahu y sus secuaces. Por primera vez, esa imputación de crímenes de guerra afecta a un gobernante de la crema occidental.

La impugnación de Israel es compartida por importantes figuras del establishment norteamericano, que emiten durísimas calificaciones contra Netanyahu. Están alarmados por su delirio militarista.

Un consejero de alto nivel de la elite política estadounidense expresa esos cuestionamientos, con un lenguaje impensado en los pasillos de Washington. Afirma que Israel está cometiendo en Gaza un crimen contra la humanidad, al convertir esa localidad en una fábrica de asesinatos. Señala que ese país se ha transformado en una calamidad moral, que afecta duramente la política exterior norteamericana (Mearsheimer, 2023a, 2023b). Los sondeos de opinión coinciden en registrar que el descrédito de Israel se ha extendido a la propia base republicana que sostiene a Trump.

El mismo tono es utilizado por otros pensadores en Europa para denunciar el crimen de Gaza. Lo más irritante para el sionismo es la frecuente comparación con la Alemania nazi, por la similitud de castigos colectivos y matanzas de civiles.

Las imágenes de niños desnutridos, amputados y desamparados recorren el mundo y han quedado incorporadas a la memoria colectiva. Por esas barbaridades Israel cargará por mucho tiempo con un señalamiento internacional. Ya se ha generalizado el término genocidio y los responsables de ese delito han quedado marcados para siempre (Sivinian, 2024).

La comparación con el Apartheid de Sudáfrica es otra mancha, que por primera vez Israel afronta en forma significativa. La batalla contra esa infame estructura de opresión racial fue una gran bandera de la generación de los 70-80, que ahora es retomada por los hijos y nietos de esa batalla.

Entre ambos hitos de lucha contra el racismo se expandió la denuncia del colonialismo y la reconsideración internacional de los derechos de los pueblos indígenas. Aunque la actual coyuntura de avance ultraderechista le permita a Israel subir la apuesta de sus agresiones, afronta un escenario estructural adverso para sus maltratos.

Es cierto que la batalla contra el colonialismo israelí presenta aristas más complejas y traumáticas que el antecedente sudafricano, por el protagonismo del país en el sistema imperial que comanda Estados Unidos. Está en juego el manejo del petróleo, el control de Medio Oriente y una disputa geopolítica con Rusia y China de mayor alcance, que el prevaleciente a fin del siglo pasado en África austral (Hanieh, 2024). Pero la dinámica de deterioro interno y rechazo internacional que afrontó el Apartheid se repite actualmente con el colonialismo israelí.

Las sanciones y exclusiones que asfixiaron al racismo sudafricano son un modelo para el movimiento actual de boicot al sionismo, porque con esas puniciones se socavó la tiranía de la minoría blanca. Tuvieron un impresionante alcance en distintos planos (transporte aéreo, importaciones, insumos, créditos, consumos) y provocaron el agotamiento del aislado régimen del Apartheid.

En las condiciones actuales, el mismo boicot implicaría golpear a Israel con el tipo de represalias, que Trump ensaya contra los competidores de la economía norteamericana. Pero en lugar de una mera guerra comercial entre rivales económicos comerciales, expresaría la indignación mundial contra un régimen político criminal.

Ese rechazo por abajo es impulsado por el movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones contra el ocupante sionista (BDS). Ya impacta en muchas áreas del deporte, con exigencias de expulsión de la delegación israelí del ciclismo y del mundial de Futbol. Esas demandas acompañan los cánticos y las banderas a favor de Palestina en los certámenes de numerosos países (Cañas Bonci, 2025).

La misma reacción se verifica en los festivales de cines y en el enorme número de afamados actores y directores, que exigen sanciones contra Israel. Esas expresiones son muy significativas, porque Hollywood fue tradicionalmente un bastión de legitimación internacional del sionismo (Frazer-Carroll, 2025).

Los hijos de Gaza en el mundo

La movilización mundial por Gaza ya presenta un alcance mayúsculo. En varios picos del actual repudio se insinuó un clima de Intifada Global por el número de concurrentes a las marchas. Por esa dimensión, hay muchos síntomas de semejanza con la oleada de protestas, que suscitó la invasión norteamericana a Irak a principio del milenio.

No solo Londres, Berlín, Madrid o Paris han sido testigo de manifestaciones multitudinarias. Las principales ciudades de Sudáfrica, Corea del Sur o Turquía han quedado convulsionadas por esas movilizaciones.

Nueva York continúa impactada por la polarización que suscita lo ocurrido en Gaza. En ese bastión del lobby sionista arrecian las críticas y en las universidades crece la demanda de cortar los vínculos académicos con Israel. La criminalización de las protestas y la detención de sus líderes por parte de Trump acentúa la confrontación.

Europa es un epicentro de marchas contra el genocidio de Gaza por el rechazo a la hipocresía de gobiernos, que condenan esa matanza mientras proveen armas al criminal. Alemania, Italia, Francia, España y Reino Unido secundan a Estados Unidos en ese abastecimiento. En los puertos de esas naciones atracan los barcos que transportan las bombas, mientras los turistas israelíes continúan visitando el Viejo Mundo, como si nada ocurriera en su país. El sostén de las autoridades europeas al genocidio es aún más explícito, cuando prohíben las manifestaciones por Palestina o penalizan el izamiento de su bandera.

Pero el acto de solidaridad con Gaza que más conmovió a toda la región del Mediterráneo fue la flotilla. Cruzó ese mar desafiando a la armada sionista, para entregar provisiones a las víctimas de la masacre. Esa escuadrilla de voluntarios contó con el sostén de los estibadores y muestras de gran simpatía en los puertos. Su recorrido fue un punto de inflexión, al demostrar cómo se puede conmover a la opinión pública con acciones de visible rechazo a la matanza.

La flotilla reunió cincuenta barcos, con tripulaciones de seis continentes y cincuenta países. Puso de relieve que Israel está enemistado con la mitad del mundo e ilustró cómo hasta los gobiernos que lo sostienen, fueron obligados a desplegar su armada para proteger los navíos.

La flotilla transitó por una gran superficie marítima y en algunos casos logró romper el bloqueo. Israel asaltó las goletas violando todas las normas de la “libertad de navegación”, que tanto exaltan los voceros de Occidente. Lo que resulta inadmisible para Yemen en el Mar Rojo es convalidado para los sionistas en el Mediterráneo, con la típica doble vara de la prensa hegemónica (Marcetic, 2025).

Italia acompañó esa expedición con un inédito nivel de solidaridad. La sucesión de marchas por Palestina culminó con una huelga en 80 ciudades italianas y una marcha de un millón de manifestantes en Roma. Los militantes conformaron un movimiento (“Blocchiamo tutto”) que cortó el tránsito en incontables localidades, con una metodología que recuerda a los piqueteros de Argentina.

La marea de simpatizantes con Palestina trascendió todos los diagramas previos y canalizó un sentimiento de rechazo a la economía de guerra, que la OTAN impone a Europa (Info Aut, 2025). La masividad de esa movilización quebrantó incluso la cohesión pro sionista del gobierno de Meloni.

El protagonismo juvenil de esas protestas ilustra la irrupción de una nueva generación de “hijos de Gaza”, que internacionaliza la causa palestina. El trasfondo familiar migrante de muchas familias con vínculos identitarios con el mundo árabe, África o Latinoamérica incide en la atracción que despierta la lucha del Medio Oriente. También influye la herencia de los grandes hitos de la descolonización, en un marco de incipiente empalme político del viejo internacionalismo con el nuevo anticolonialismo (Castrillo, 2025).

La nueva generación en las calles

Algunas características de la nueva generación están presentes en la actual solidaridad con Palestina. Confluyen en un movimiento que sintetiza las protestas de los últimos años, protagonizadas por jóvenes con demandas sociales, antirracistas y ambientalistas. Es un segmento golpeado por el desempleo, empujado a la migración, privado de trabajo formal, endeudado para estudiar, sensible al cambio climático y expulsado de la vida institucional corriente (Prashad, 2025)

El actual empalme de esa camada con la causa palestina es un indicio de su politización. Comienzan a proyectar sus luchas a un plano más avanzado de resistencia antiimperialista. El caso de la activista sueca Greta Thunberg retrata ese avance de una batalla en la esfera ambiental, a una confrontación mayor con el poder imperial.

La causa palestina se ha transformado en una bandera de lucha contra la ultraderecha en todo el mundo. Concentra un movimiento de protesta contra el trumpismo, que irrumpe en incontables lugares suscitando gran adhesión. Esa aprobación contrasta con el aislamiento que rodea al fracasado sostén derechista de Ucrania.

La bandera palestina ondea en los sitios más lejanos con personas portando la kufiya. Los símbolos de la Intifada han alcanzado un extraordinario nivel de popularidad y las consignas no se limitan a reclamar que “detengan la guerra”. Exigen que se “detenga el genocidio, el racismo y el apartheid”, expresando un nivel de maduración política superior al anhelo básico de pacificación (Khaled, 2025).

Todo el millonario esfuerzo de Estados Unidos e Israel para silenciar las narrativas de la resistencia y manipular las percepciones globales, inundando de propaganda las redes sociales ha fallado. La guerra algorítmica para escanean sitios, bombardear usuarios, manipular TikTok y alinear Meta con los abultados presupuestos de los influencers, no ha contenido la indignación por Gaza. Con todos los recursos de la guerra digital a su favor, el sionismo no ha podido atenuar la condena al genocidio (Sweidan, 2025).

Las movilizaciones por Palestina han impactado también en las propias comunidades judías. Una nueva generación de ese origen rompe con los códigos de sus mayores y denuncia las atrocidades de Israel. En ninguna de las tragedias anteriores emergió esa actitud de los jóvenes judíos, que ya no aceptan complicidades con la monstruosidad en curso.

Hay una vigorosa impugnación de la narrativa sionista, que todavía repiten las envejecidas élites de las metrópolis, adoctrinadas en la veneración a Israel por culpas de lo ocurrido en el holocausto. Esas obsoletas creencias pierden auditorio, mientras aumenta la sensibilidad ante la tragedia palestina.

Israel puede a lo sumo posponer con victorias militares las consecuencias de este nuevo clima, pero la derrota política y moral que está sufriendo quebrantará tarde o temprano al sionismo. Ese declive obedece también al lugar que ocupa Israel en el entramado mundial del imperialismo. En el próximo texto analizaremos ese entretejido.

Claudio Katz[1], 11-11-2025

_____________________
Referencias

-Katz, Claudio (2023). La incursión que trastocó a Medio Oriente, 9-11-2023, www.lahaine.org/katz

-Pappé, Ilan (2025a). El día después del genocidio debe ser el de la justicia para los palestinos 11/08/2025, https://www.naiz.eus/es/info/noticia/20250809/el-dia-despues-del-genocidio-debe-ser-el-de-la-justicia-para-los-palestin

-Pappé, Ilan (2024). El ascenso y la próxima caída del lobby israelí, con Ilan Pappé Chris Hedges https://espai-marx.net/?p=16135

-Rees, John (2024). El lobby sionista: mito y realidad https://www.counterfire.org/article/the-zionist-lobby-myth-and-reality/

-Mearsheimer, John; Wal, Stephen (2006) El lobby de Israel https://www.lrb.co.uk/the-paper/v28/n06/john-mearsheimer/the-israel-lobby

-Katz, Claudio (2021). Nuevos argumentos por Palestina 30-5-2021, www.lahaine.org/katz

-Katz, Claudio (2006). Los argumentos por Palestina, 4-9-2006, https://katz.lahaine.org/los-argumentos-por-palestina

-Goodbar, Pablo (2024). Antisionismo y antisemitismo: una confusión deliberadahttps://www.herramienta.com.ar/antisionismo-y-antisemitismo-una-confusion-deliberada

-Piterberg, G. (2010). Settlers and Their States. A Reply to Zeev Sternhell. New Left Review, (62), 115-124.

-Mazza, Patrick (2024). Israel no puede ganar mediante la acción militar. https://buzos.com.mx/noticia/israel-no-puede-ganar-mediante-la-accion-militar

-Khalidi, Rashid (2024). Palestina. Um século de guerra e resistência (1917-2017). Editora Todavía.

-Pappe, Ilan (2023). Usar el lenguaje correcto: el genocidio gradual del pueblo palestino continúa 11-4-2023 https://www.resumenlatinoamericano.org/2023/04/11/palestina-usar-el-lenguaje-correcto-el-genocidio-gradual-del-pueblo-palestino-continua/

-Pappe, Ilan (2025). Sobre el «pánico moral» y el valor de hablar El silencio de Occidente sobre Gaza. 21/04/2025 https://www.sinpermiso.info/textos/sobre-el-panico-moral-y-el-valor-de-hablar-el-silencio-de-occidente-sobre-gaza,

–Ghanem, Leila. (2023). «No es nadie la muerte si va en tu montura». Diario 16+.Recuperado de https://diario16plus.com/internacional/leila-ghanem-no-es-nadie-la-muerte-si-va-en-tu-montura_383495_102.html

-Levy, Gideon (2024). Una incursión israelí sobre Rafah será una catástrofe humanitaria sin precedentes https://ctxt.es/es/20240201/Firmas/45569/gideon-levy-rafah-al-mawasi-desplazados-crimenes-de-guerra.htm

-Inlakesh, Robert (2025). Los judíos matarán a judíos www.resumenlatinoamericano.org/2025/04/25/palestina-los-judios-mataran-a-judios-los-principales-politicos-de-israel-advierten-sobre-una-inminente-guerra-civil/

-Mearsheimer, John (2023a) Muerte y destrucción en Gaza 13/12/2023
https://www.sinpermiso.info/textos/muerte-y-destruccion-en-gaza

-Mearsheimer, John (2023b). No existe una solución de dos Estados. ¿Qué puede enseñarnos el realismo sobre Israel? 21/12/2023

-Sivinian, Gabriel (2024). La enunciación del genocidio contra el pueblo de Palestina https://www.herramienta.com.ar/la-enunciacion-del-genocidio-contra-el-pueblo-de-palestina

-Hanieh, A. (2024). Framing Palestine, Israel, the Gulf states, and American power in the Middle East. Trasnation al Institute. Recuperado de https://www.tni.org/en/article/framing-palestine

-Breville, Benoit (2025). Los culpables y sus cómplices https://mondiplo.com/los-culpables-y-sus-complices

-Hever, Shir (2025). De la dominación al exterminio: la industria y estrategia militar de Israel desde 1948 https://www.sinpermiso.info/textos/de-la-dominacion-al-exterminio-la-industria-y-estrategia-militar-de-israel-desde-1948

-Cañas Bonci, Santiago (2025) Cómo fue el boicot a Sudáfrica por el apartheid y cómo inspira el bloqueo a Israelhttps://www.eldiarioar.com/mundo/boicot-sudafrica-apartheid-inspira-bloqueo-israel_1_12624968.html

-Frazer-Carroll, Micha (2025). Parte de Hollywood se sumó al boicot cultural contra Israel https://www.pagina12.com.ar/859287-parte-de-hollywood-se-sumo-al-boicot-cultural-contra-israel

-Marcetic, Branko (2025). La Flotilla Sumud logró convertir a Israel en un paria https://jacobinlat.com/2025/10/la-flotilla-sumud-logro-convertir-a-israel-en-un-paria/

-Castrillo, Pedro (2025). Blocchiamo tutto! Análisis del movimiento italiano en solidaridad con Palestina, 7-10 https://zonaestrategia.net/blocchiamo-tutto-analisis-del-movimiento-italiano-en-solidaridad-con-palestina/

-Info Aut (2025) Alcune riflessioni a caldo su “Blocchiamo tutto”, 5-10
https://infoaut.org/editoriali/alcune-riflessioni-a-caldo-su-blocchiamo-tutto

-Prashad, Vivay (2025). Siete tesis sobre los levantamientos de la Generación Z en el Sur Global | Boletín 43 (2025). https://thetricontinental.org/es/newsletterissue/boletin-gen-z-rebelion/

-Khaled, Lheila (2025). «El 7 de octubre representó el inicio de la liberación»


-Sweidan, Mohamad Hasan (2025). El octavo frente: la cúpula de hierro digital y la batalla por el relato de Israel https://nuevapensamientocritico.org/2025/10/13/el-octavo-frente-la-cupula-de-hierro-digital-y-la-batalla-por-el-relato-de-israel/

[1]Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz

Fuentes:
https://huelladelsur.ar/2025/11/13/la-epopeya-palestina-i-genocidio-sin-precedentes/
https://huelladelsur.ar/2025/11/14/la-epopeya-palestina-2-colonialismo-de-colonos/
https://huelladelsur.ar/2025/11/16/la-epopeya-palestina-3-el-declive-del-sionismo/

Entradas que pueden interesarte

Sin comentarios

LO MÁS VISTO

COP30: NUEVA OPORTUNIDAD PARA UN MUNDO EN CRISIS

Las naciones y sus gobiernos tienen una nueva oportunidad para comprometerse efectivamente a la adopción de medidas ya no paliativas, sino integrales que propicien condiciones para una efectiva transición energética, una cooperación internacional justa  Mario Patrón jornada.com.mx 13/11/2025 El pasado lunes 10 de noviembre dio inicio la 30 Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP30) en la ciudad de Belém, Brasil, con la presencia de representantes de más de 190 países. Como ocurre en cada edición, la mirada del mundo –especialmente de activistas climáticos y defensores del territorio– se enfoca en esta reunión diplomática que año con año despierta expectativas que poco se traducen en resultados. Esta edición número 30 se lleva a cabo en un panorama internacional complejizado por las posturas de diversos líderes mundiales, principalmente Donald Trump, quienes no sólo han dado la espalda a los compromisos medioambientales previamente asumidos por sus naciones, sino ...

INQUIETUD EN EL CARIBE

EL CARIBE SE ENFRENTA A DOS OPCIONES: UNIRSE AL INTENTO DE LOS ESTADOS UNIDOS DE INTIMIDAR A VENEZUELA O CONSTRUIR SU PROPIA SOBERANÍA Vijay Prashad elviejotopo.com 2 diciembre, 2025  El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha autorizado la entrada del USS Gerald R. Ford en el Caribe. Ahora se encuentra al norte de Puerto Rico, uniéndose al USS Iwo Jima y a otros activos de la Armada de los Estados Unidos para amenazar a Venezuela con un ataque. La tensión es alta en el Caribe, con diversas teorías sobre la posibilidad de lo que parece ser un asalto inevitable por parte de los Estados Unidos y sobre la catástrofe social que tal ataque ocasionaría. La CARICOM, el organismo regional de los países del Caribe, emitió un comunicado en el que afirmaba su opinión de que la región debe ser una “zona de paz” y que las disputas deben resolverse de forma pacífica. Diez exjefes de Gobierno de los Estados del Caribe publicaron una carta en la que exigían que “nuestra región n...

EMANCIPACIÓN N° 1015

LEER REVISTA N° 1015 DIRECTAMENTE Leer en Línea:  https://n9.cl/iht3a5 DESCARGAR REVISTA 1015 :  https://n9.cl/pi0mf VISITE BIBLIOTECA EMANCIPACIÓN LEER Y COPIAR EN LÍNEA DIRECTAMENTE: https://bibliotecaemancipacion.blogspot.com/ DESCARGUE 25 LIBROS EN PDF CON CADA ENTREGA HACIENDO CLIC EN CADA TÍTULO ANTES QUE PIERDA EL ENLACE NO OLVIDE DESCOMPRIMIR LOS ARCHIVOS LIBROS  14476  A  14500  14476 El Rostro Del ‘Estado Profundo’ Y Blackrock. Salazar Pérez, Robinson. Emancipación. Noviembre 15 de 2025 14477 El Tercer Ayudante. Símonov, Konstantin M. Emancipación. Noviembre 15 de 2025 14478 Pietri. Grin, Elmar. Emancipación. Noviembre 15 de 2025 14479 El Peso De Los Caídos. Platonov, Andréi. Emancipación. Noviembre 15 de 2025 14480 Los Cuchillos. Petróvich Katáiev, Valentin. Emancipación. Noviembre 15 de 2025 14481 Por Todo Lo Grande. Ilf, Iliá Y Petrov, Evgueni. Emancipación. Noviembre 15 de 2025 14482 Un Conocido. Karaváieva, Ana Alexándrovna. Emancipació...

EMANCIPACIÓN N° 1016

LEER REVISTA N° 1016 DIRECTAMENTE Leer en Línea :  https://n9.cl/qcq56 *** DESCARGAR REVISTA 1016:   https://n9.cl/axoh5 VISITE BIBLIOTECA EMANCIPACIÓN LEER Y COPIAR EN LÍNEA DIRECTAMENTE: https://bibliotecaemancipacion.blogspot.com/ DESCARGUE 25 LIBROS EN PDF CON CADA ENTREGA HACIENDO CLIC EN CADA TÍTULO ANTES QUE PIERDA EL ENLACE NO OLVIDE DESCOMPRIMIR LOS ARCHIVOS LIBROS 14501  A  14525 14501 En Peligro En El Mar. Hainsselin, Montague T. Emancipación. Noviembre 22 de 2025 14502 Vida De John Brown. Gold, Michael. Emancipación. Noviembre 22 de 2025 14503 En Torno Al Carácter Específico De La Literatura. Nikolaieva, Galina. Emancipación. Noviembre 22 de 2025 14504 El Método Orteguiano De Las Generaciones Y Las Leyes Objetivas Del Desarrollo Histórico. Federico Sánchez [Jorge Semprún Maura]. Emancipación. Noviembre 22 de 2025 14505 El Mundo Hundido. Coblentz, Stanton A. Emancipación. Noviembre 22 de 2025 14506 Papeles De Política 1999-2025. Pérez Pirela, Miguel Á...

EMANCIPACIÓN N° 1014

LEER REVISTA N° 1014 DIRECTAMENTE Leer en Línea:  https://n9.cl/ljea50 Descargar Revista   VISITE BIBLIOTECA EMANCIPACIÓN LEER Y COPIAR EN LÍNEA DIRECTAMENTE: https://bibliotecaemancipacion.blogspot.com/ DESCARGUE 25 LIBROS EN PDF CON CADA ENTREGA HACIENDO CLIC EN CADA TÍTULO ANTES QUE PIERDA EL ENLACE NO OLVIDE DESCOMPRIMIR LOS ARCHIVOS LIBROS 14451 A 14475 14451 El Auge Y La Caída De La Globalización. Schiffers, Steve. Emancipación. Noviembre 8 de 2025 14452 Capitalismo Y Guerras Sin Fin. Prakash, Sona. Emancipación. Noviembre 8 de 2025 14453 Historia De Japón. Walker, Brett L. Emancipación. Noviembre 8 de 2025 14454 La Riada. Blackwater – 1. McDowell, Michael. Emancipación. Noviembre 8 de 2025 14455 El Dique. Blackwater – 2. McDowell, Michael. Emancipación. Noviembre 8 de 2025 14456 Delitos Financieros Y Corrupción. Vaknin, Samuel. Emancipación. Noviembre 8 de 2025 14457 Historia De La Moneda, 1252 A 1896. Shaw, William Arthur. Emancipación. Noviembre 8 de 2025 14458...

ENTRADA DESTACADA

EL DÓLAR, LOS BRICS Y EL NUEVO SISTEMA FINANCIERO POR CONSTRUIR

EL DÓLAR, LOS BRICS Y EL NUEVO SISTEMA FINANCIERO POR CONSTRUIR

El avance de la desdolarización y la incertidumbre de los mercados occidentales han creado una situ…

Biblioteca Emancipación