Si se termina la guerra, la UE no solo perdería uno de los huevos de oro de su industria militar, sino que se enfrentaría a una amenaza real y descomunal (la de Rusia es el cuento de "que viene el lobo"): la de EEUU.
A la UE le interesa mantener la situación actual, para que Ucrania sea un país inseguro para inversiones.
Encuentro entre Putin y Trump en Alaska, a 15 de agosto de 2025.Europa Press
Por Nazanin Armanian
Analista política y traductora persa y dari
publico.es 21/08/2025 08:23
Los territorios cambian de dueño y las fronteras tienen su propia vida. Alaska, un día rusa y hoy estadounidense, albergó la reunión de Vladimir Putin y Donald Trump para hablar sobre el destino de Ucrania en un contexto marcado por:
- El colapso del Ejército ucraniano, que ni con el respaldo generoso de los halcones de Europa y EEUU ha podido expulsar a las tropas rusas de su país. Con decenas de miles de víctimas mortales y cerca de 11 millones de desplazados, la mayoría ucranianos, no hay perspectiva para el fin de tanto sufrimiento.
- La destrucción del programa de misiles balísticos Sapsan de Ucrania, días antes, por los servicios de inteligencia rusos (parecido a la operación del Mossad en Irán en junio pasado).
- Un duro golpe a Rusia en el Cáucaso, al perder su papel de mediador entre Armenia-Azerbaiyán y además en favor de EEUU. En un movimiento nada inteligente (del que puede arrepentirse), el presidente azeri, Ilham Aliyev, fue a la Casa Blanca con su homólogo armenio, y no sólo reemplazó a Vladimir Putin por Donald Trump, sino que aceptó la propuesta absurda del equipo del presidente narcisista de cambiar el nombre del Corredor Zangezur —una estratégica ruta comercial que une a ambos países con Irán en el Cáucaso sur y que estaba bajo la custodia de Rusia, a la «Ruta Trump para la Paz y la Prosperidad Internacional» (TRIPP). Así, el gas de Azerbaiyán y Turkmenistán podrá llegar a Europa, cruzando Turquía, a espaldas de Irán y a Rusia. Esta ruta se une al Corredor David israelí, manchado de sangre de cientos de miles de sirios, palestinos y libaneses, y que amenaza con arrasar a otros pueblos de la región hasta construir el Gran Israel, y cambiar radicalmente el rostro de la región, bajo las botas del imperialismo estadounidense.
Como respuesta, los misiles rusos atacaron una instalación de almacenamiento de petróleo propiedad de SOCAR (Azerbaiyán) en Ucrania. Sin embargo, Moscú puede, por el momento, pasar del Cáucaso, pero no volverá a renunciar a Ucrania. Aún recuerda cómo EEUU traicionó su compromiso de no extender a la OTAN hacia el Este. Siendo sinceros, el problema no era la deshonestidad de Ronald Reagan —comprobada cuando pidió al ayatolá Jomeini, en 1979, seguir reteniendo a sus 66 compatriotas en la embajada de EEUU en Teherán a cambio de dinero y armas, hasta después de las elecciones presidenciales de 1980 para derrotar al presidente Jimmy Carter—, sino cómo el Gobierno de Gorbachov pudo fiarse de la palabra de Washington.
La insistencia de Trump-Persona en terminar la guerra se debe, principalmente, a su obsesión por Barack Obama. ¡Si a este hombre negro, medio musulmán, extranjero le han dado este galardón, a mí me lo deben dar incluso dos, a pesar de bombardear Irán y Yemen y ser partícipe en el genocidio palestino! Y poco importa que durante su primer mandato aumentara sustancialmente el presupuesto militar, se retirara de los tratados de control de armas nucleares y mandara fabricar miles de minibombas nucleares "para usarlas". Pero la razón de la superpotencia es otra: dejar de invertir en una guerra perdida, cuya mecha la encendió con la movida de Maidan dirigida por el criminal de guerra John McCain y la verduga de Ucrania, Victoria Nuland, en 2014. La guerra ha regalado hasta ahora a la industria armamentística estadounidense unos 300.000 millones de dólares del bolsillo de los trabajadores (y Europa 100.000 millones). Ahora pasa al Plan B: Convertir a la "Ucrania occidental" en una colonia económica y una base militar, para seguir con el proyecto de desintegrar la Federación Rusa. Washington necesita una estrategia de salida de esta guerra para evitar que Rusia siga destruyendo la infraestructura (sobre todo energética) de Ucrania.
¿Qué pretende el Kremlin?
Consciente de no poder conquistar toda Ucrania, ni expulsar a los occidentales de este país, ha dado la vuelta a la tortilla: Si EEUU y la UE pensaban imponer una larga guerra de desgaste a Rusia (semejante a la que organizaron en Afganistán contra la URSS, patrocinando a los yihadistas y a Al Qaeda) y no lo han conseguido; ahora es el Kremlin quien les está imponiendo un largo conflicto de baja intensidad, colocando a una Europa dirigida por los personajes belicistas y la extrema derecha de Ursula von der Leyen, en un callejón, pero con dos salidas: marcharse o una guerra nuclear.
Si el motivo principal del conflicto ha sido el temor ruso por la instalación de misiles nucleares de la OTAN y EEUU en su frontera (¿se imaginan misiles de Rusia apuntando a EEUU desde México?), la cesión de unas provincias no resuelve este problema. Rusia rechaza el alto el fuego que pide EEUU, por tener el objetivo del rearme de Ucrania; ni le beneficia quedarse (solo) con una mitad del país una vez yugoslaviado, pues, en la otra mitad, EEUU, tarde o temprano, instalaría sus tropas, y años después montaría una reunificación en su favor. Moscú exige el desarme y la neutralidad político-militar de Kiev y eso no se conseguirá ni con un compromiso por escrito de EEUU.
Las razones de Europa
Si se termina la guerra, la UE no solo perdería uno de los huevos de oro de su industria militar, sino que se enfrentaría a una amenaza real y descomunal (la de Rusia es el cuento de "que viene el lobo"): la de EEUU.
Veamos: ¿el memorando de entendimiento que Trump hizo firmar a Zelensky el 17 de abril de 2025 —exigiéndole la "devolución" de los supuestos 500.000 millones de dólares por las "ayudas" recibidas y el 50% de los ingresos actuales; los ingresos provenientes de la extracción de sus minerales y la mitad del valor financiero de todas las nuevas licencias; y tener el derecho exclusivo de comprar todos los recursos de Ucrania (algo que no se impuso ni a los estados fascistas derrotados de la Segunda Guerra Mundial)— entrega el país euroasiático a los militares y a las grandes compañías estadounidenses? ¿Traer a los yanquis a la puerta, después de tres años de guerra para alejar a los rusos? ¡No, gracias!
La Unión Europea (UE), que ve cómo Trump le exige pagar las deudas de Ucrania, queriéndose llevar las ganancias futuras de la guerra (y las actuales: el gas que EEUU vende a la UE es tres veces más caro que el gas ruso que recibía antes de que "alguien" volase el gaseoducto ruso-alemán Nord Stream), ha saboteado todos los intentos de paz entre Putin y Zelensky, por el temor a que:
- Las compañías agrícolas estadounidenses, una vez en Ucrania, se aprovecharán de la amplia zona de libre comercio de la UE para hundir este sector en la propia Europa. Y Bruselas no se atreverá a ponerles barreras, ya que las empresas estadounidenses no van a ninguna parte sin sus tropas y sus mercenarios armados, bautizados como “contratistas” o “empresas de seguridad”.
- El Pentágono instale en Ucrania otra base militar para mantener a raya a Europa. La desintegración de Yugoslavia, resultado de la intervención de la OTAN, que sepultó bajo sus bombas a cientos de miles de civiles, convirtió a Kosovo en la base estadounidense más grande del mundo, con una Guantánamo incluida. EEUU presiona a la UE para que intensifique las sanciones contra Rusia (sobre todo financieras), impidiendo cualquier intento de acercamiento entre ellos. De hecho, a los 6.800 soldados que tenía en Alemania, por ejemplo, sumó otros 7.000 en 2022, consolidando la ocupación militar del país que mantiene desde la Segunda Guerra Mundial.
Por lo que a la UE le interesa mantener la situación actual, para que Ucrania sea un país inseguro para inversiones.
El vicepresidente James Vance ha amenazado que EEUU recurrirá a acciones militares si Putin no acepta un acuerdo de paz con Ucrania.
Se trata del llamado orden mundial y los intereses de la burguesía que lo administra, sacrificando la vida de millones de personas ausentes de las cumbres.
Nazanin Armanian
Miembro de Grupo de Pensamieno Laico
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