El 80% de los accidentes cerebrovasculares, el 45% de los casos de demencia y el 35% de la depresión se pueden evitar mediante cambios de comportamiento
Los adultos mayores experimentan una serie de emociones contrarias, alegría y agradecimiento por celebrar la vida e inquietud por las enfermedades que azuzan. Sanjula Singh quiere enviar un mensaje alentador para ese segmento de la población que transita por la vejez. La médica científica formada en Oxford afirma que las enfermedades cerebrales tienen mayor prevención de lo que se cree.
Aunque la genética juega un papel importante en el desarrollo de estas enfermedades, la investigación de Singh ha ayudado a demostrar que hasta el 80% de los accidentes cerebrovasculares, el 45% de todos los casos de demencia y el 35% de la depresión en la vejez se pueden abordar mediante cambios de comportamiento.

Uno de los factores de riesgo más importantes para la demencia, explicó la investigadora principal del Hospital General de Massachusetts y del Laboratorio de Cuidado Cerebral de la Facultad de Medicina de Harvard, es la hipertensión arterial. En lugar de centrarse en tratar las enfermedades, Singh se ha propuesto ayudar a las personas a evitarlas desde el principio.
“Creo que lo que comunico es un mensaje muy esperanzador”, dijo. “Hay tantas cosas que puedes hacer para mantenerte sano y feliz. Es tan simple, pero creo que eso es lo que lo hace tan poderoso”.
Dedicó un año a estudiar epidemiología y estadística durante una maestría en la Universidad de Oxford. «Encontré conjuntos de datos excelentes que me permitieron ver cuántas enfermedades cerebrales podrían prevenirse. Pero no estaba segura de quién lideraba realmente ese trabajo».
La prevención de las enfermedades cerebrales
Singh comenzó a dedicar su tiempo a explorar la salud cerebral y los factores que la controlan. En 2022, fue la autora principal de ‘La salud cerebral comienza con el cuidado cerebral’, un artículo publicado en The Lancet que exigía una respuesta rápida a lo que organizaciones de salud han denominado una crisis mundial de salud cerebral.
“La prevención de las enfermedades cerebrales aún no es un foco de atención en la medicina de atención primaria”, escribió. Pero “existe una oportunidad crucial para aprovechar la aceptación global de que más del 40% de los casos de demencia, accidente cerebrovascular y depresión son atribuibles a factores de riesgo modificables”.
Junto con sus colegas, Singh ayudó a desarrollar el Brain Care Score, una herramienta para que las personas evalúen cómo sus hábitos afectan su salud cerebral. Es respaldada por datos recopilados de cientos de miles de adultos seguidos durante más de una década.
En lugar de simplemente predecir enfermedades, la escala se diseñó para ayudar a las personas a modificar los factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de sufrir un accidente cerebrovascular, demencia y depresión, reseña The Harvard Gazette. Estos factores de riesgo abarcan tres ámbitos: físico (presión arterial, glucemia, colesterol), estilo de vida (dieta, ejercicio, sueño) y socioemocional (estrés, relaciones, propósito en la vida).
Recientemente, ella y su equipo identificaron 17 factores superpuestos que afectan el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular, demencia y depresión en la vejez. Al ajustar uno solo de estos factores, las personas pueden reducir el riesgo de padecer enfermedades cerebrales que durante mucho tiempo se consideraron intratables.
“Empieza con algo pequeño y factible”, sugirió Singh. “Esos primeros pasos pueden generar impulso y, con el tiempo, generar un cambio significativo”.
El foco en la hipertensión arterial
Stephanie Collier, directora de educación de la división de psiquiatría geriátrica del Hospital McLean de Massachusetts, comentó a The New York Times, que “son cifras sorprendentes. Si puedes optimizar las piezas del estilo de vida o las piezas modificables, entonces tienes muchas más probabilidades de vivir sin discapacidades”.
A menudo, los factores de riesgo de estas tres enfermedades cerebrales están interconectados. Y, abordar uno —por ejemplo, hacer más ejercicio dando paseos rutinarios con un amigo— puede ayuda también a abordar otros, como el exceso de peso y el aislamiento social.
“Si empiezas a trabajar en una de ella a menudo, en realidad estás mejorando varias al mismo tiempo”, insistió Singh. “Es una manera estupenda de empezar”.
El estudio identificó los factores que protegen contra las enfermedades cerebrales tras analizar datos de 59 metanálisis. Entre ellos, destaca, el consumo de alcohol de bajo a moderado. Emprender una actividad cognitiva, es decir, participación regular en tareas mentalmente estimulantes como leer o hacer rompecabezas y otros acertijos. Mantener una dieta rica en verduras, fruta, lácteos, pescado y nueces.
Así como practicar niveles moderados o altos de actividad física. Y, de manera importante, tener un sentido de propósito en la vida y, contar con una red de amigos entrañables con quienes hablar y compartir.
La investigación también identificó cuáles factores de riesgo y hábitos protectores específicos tienen un efecto notable en la salud cerebral. Descubrió que la hipertensión arterial era el mayor factor de riesgo individual para desarrollar cualquiera de las tres enfermedades.
Para reducirla sugieren bajar el consumo de sal, hacer más ejercicio o perder peso. Sin embargo, advierte que estas intervenciones no siempre son suficientes, sobre todo a medida que envejecemos se endurecen los vasos sanguíneos. Es entonces cuando la medicación puede ayudar.
Empezar con poco hará el cambio
Singh también trabaja para ayudar a las personas a adaptar sus estilos de vida y asegurar una prevención segura a estas enfermedades cerebrales. «Sabemos que cambiar de comportamiento es muy difícil», dijo. «Y sabemos que el coaching de salud individual realmente puede funcionar».
Ella y sus compañeros de laboratorio están abordando la implementación desde varios niveles. A través de la Coalición Global para el Cuidado del Cerebro, fundada por Jonathan Rosand, profesor de neurología de Harvard en 2024, Singh y sus colegas han desarrollado puntuaciones de cuidado del cerebro específicas para cada comunidad. A fin de garantizar que los ajustes en factores como la dieta sean relevantes y aplicables a diferentes grupos culturales del mundo.
También han solicitado recientemente una subvención para un avatar de IA que pueda ayudar a orientar a las personas hacia pequeños cambios en su vida diaria. Asimismo, están desarrollando herramientas físicas, como un producto para mejorar la adherencia a la medicación, que ahora están probando en un ensayo clínico.
Singh imagina crear una gama completa de productos que puedan ayudar a las personas a gestionar su salud de forma sencilla y accesible. Quiere crear productos que se integren perfectamente en una sala de estar: formas discretas para que las personas mejoren su salud.
Este impulso la ha llevado de nuevo a la escuela, esta vez a un programa de MBA en Columbia, donde está tratando de convertir sus ideas en productos. “Quiero asegurarme de que las personas tengan herramientas fáciles de integrar en sus hogares que sean divertidas, artísticas y que realmente tengan un impacto”.
Sabe que el verdadero impacto llegará cuando la gente incorpore la investigación a sus vidas. “Lo importante es que empieces. Mejorar, aunque sea un poco, es el camino a seguir”.
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