Inspiración de la marca de refrescos Schweppes y creador del agua con gas, Priestley también descubrió el CO2 de una manera algo inusual.
nationalgeographic.com.es
14 de agosto de 2025,
iStock. Anuncio de Schweppes en la Gran Vía en Madrid.
Imagina un hombre del siglo XVIII, de pelo alborotado, rodeado de botellas de vidrio, tubos, burbujas y vapores extraños. No lleva bata, ni gafas de seguridad, ni guantes. Observa atentamente cómo un gas burbujea en un frasco… y luego, sin pensarlo demasiado, acerca la boca y lo prueba con la lengua.
Y no, no nos lo estamos inventando. Es Joseph Priestley, uno de los científicos más excéntricos y revolucionarios de su época, quien descubrió el dióxido de carbono (CO2) –el mismo gas que hoy relacionamos con las bebidas con gas, la atmósfera y el cambio climático– usando su propio cuerpo como laboratorio.
¿Por qué este gas tan "festivo" está en peligro de extinción?
UN CIENTÍFICO CON SED DE CURIOSIDAD
Joseph Priestley nació en 1733 en Inglaterra, en una familia modesta y profundamente religiosa. Su formación inicial no fue científica: estudió teología, filosofía y lenguas. Pero tenía una característica que lo hacía destacar frente al resto y que lo acompañaría toda su vida: una curiosidad insaciable.
Su pasión por entender el mundo lo llevó a construir su propio laboratorio en casa, lleno de objetos reciclados y herramientas caseras. No obstante, a diferencia de los químicos actuales, no tenía instrumentos sofisticados ni protocolos de seguridad. En definitiva, todo era experimentación, ensayo, error… y un poco de valentía.
Pero su gran oportunidad científica llegó de un lugar inesperado: una cervecería. Priestley vivía justo al lado de una fábrica de cerveza, y solía observar con atención el proceso de fermentación. Notó algo curioso: cuando una vela se acercaba a los recipientes donde fermentaba el mosto, la llama se apagaba rápidamente. Además, los ratones no sobrevivían si se los dejaba allí. Claramente, había algo distinto en ese aire.

Retrato de Joseph Priestley
EL GAS INVISIBLE
Movido por su intuición, Priestley comenzó a experimentar con ese aire “extraño” que salía de la cerveza. Con botellas, tubos y agua, logró aislarlo y almacenarlo en frascos cerrados. Así, pudo observar sus propiedades de manera controlada.
Una de sus técnicas más insólitas era probar el gas con la lengua. Lo describió como “ligeramente ácido, picante y efervescente”. Con el tiempo, entendió que ese gas era diferente al aire común: no permitía la combustión, y los seres vivos no podían respirar en él. Lo llamó “aire fijo”, porque parecía más denso y estable que el aire normal.
Sin embargo, lo que Priestley había descubierto –aunque aún no conocía su fórmula química exacta– era el dióxido de carbono (CO2). Sí, ese gas producto de procesos naturales como la fermentación y la respiración, que es fundamental para el equilibrio del planeta.
EL NACIMIENTO DEL AGUA CON GAS
Pero Joseph no se detuvo ahí. Una vez que aisló el CO2, quiso ver qué pasaba si lo disolvía en agua. Con una bomba de su invención, logró forzar el gas a entrar en contacto con agua agitada, lo que produjo una bebida burbujeante.
Sin saberlo, acababa de crear la primera versión artificial del agua con gas. La verdad es que su intención no era realmente hacer un refresco, sino una bebida saludable que imitara las aguas minerales naturales, muy apreciadas en la época por sus supuestas propiedades curativas.
iStock. Vaso de agua fría con gasPublicó sus hallazgos y compartió su método con otros científicos, sin interés comercial. Sin embargo, su idea inspiró a empresarios como Johann Jacob Schweppes, quien años más tarde patentó el proceso y fundó la famosa empresa de bebidas gaseosas Schweppes. Así, el mismo hombre que probaba gases con la lengua terminó inventando el refresco.
EL PIONERO DE LOS “AIRES”
Pero el descubrimiento del CO2 fue solo el comienzo. En una época en la que se creía que el aire era una sustancia uniforme e indivisible, Priestley fue uno de los primeros en demostrar que en realidad el “aire” está compuesto por distintos gases, cada uno con propiedades propias.
En sus experimentos también identificó otros gases como el óxido nitroso (el “gas de la risa”) y, sobre todo, un gas extraordinario que parecía mejorar la combustión y revivir ratones desmayados: el oxígeno.
Aunque Priestley fue el primero en aislar el oxígeno, no comprendió del todo su importancia, y fue Antoine Lavoisier quien lo nombró y explicó su papel en la respiración y la combustión. Aun así, la contribución de Priestley fue fundamental para el desarrollo de la química moderna.
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