Las grandes compras de oro por parte de Rusia demostraron cómo un país puede aislarse de las amenazas de Occidente y del dólar. Otras naciones tomaron nota
ALBERTO CRUZ
La desdolarización ya no es una teoría marginal. Es un cambio real en las finanzas globales, impulsado por una serie de factores que van desde tensiones geopolíticas hasta cambios repentinos en la política monetaria. Durante décadas, el dólar estadounidense fue la principal moneda de reserva del mundo. Ahora, un número cada vez mayor de países están buscando alternativas. Las sanciones -ilegales, según el derecho internacional, puesto que no son impuestas por la ONU-, la utilización del dólar como arma y las preocupaciones por los cambios de política de la Reserva Federal de EEUU han empujado a los bancos centrales de medio mundo y a los gobiernos a diversificar sus inversiones.
No es un dicho, es una realidad. El año 2025 comienza con un dato demoledor para EEUU y, de rebote, para Occidente: el FMI reconoce en su último informe que el dólar está en su nivel más bajo desde 1995 como moneda de reserva global, situándose en el 57'4% del total mundial. Esto significa un punto menos que en 2024. Y eso son miles de millones de dólares menos en circulación.
Es un indicador claro de cómo está el mundo, un mundo donde algo más de la mitad de los países que forman parte del sistema multinacional agrupado en la ONU se ha embarcado, de una manera u otra, en el camino de la desdolarización (y del rechazo a las monedas occidentales, consideradas "tóxicas" por no pocos países). Así, son en la actualidad 53 los países que se oponen abiertamente al dólar, 46 países lo utilizan al igual que sus monedas nacionales en las transacciones comerciales internacionales y 94 siguen apoyando al dólar.
Las sanciones estadounidenses ilustran cómo el dólar puede utilizarse como herramienta geopolítica. Congelar las reservas extranjeras o negar el acceso a transacciones en dólares han puesto en una situación difícil a países como Irán, Rusia y Venezuela, sobre todo. Después de que la mitad de las reservas monetarias de Rusia se congelaran parcialmente tras la decisión de intervenir en Ucrania, muchos países se dieron cuenta de que el dólar no es un activo de reserva neutral. Esta medida demostró que la fuerte dependencia del dólar puede ser de mucho riesgo.
Para reducir la vulnerabilidad, los países comenzaron a diversificar sus reservas. El oro, inmune a las sanciones y no controlado por ningún gobierno en particular, se convirtió en la opción preferida. Las grandes compras de oro por parte de Rusia demostraron cómo un país puede aislarse de las amenazas del dólar. Otras naciones tomaron nota. El temor de que las reservas pudieran bloquearse a voluntad las impulsó a mantener más activos fuera del dólar.
La multipolaridad emergente y el progreso de los BRICS
El ascenso de los mal llamados "mercados emergentes" está haciendo que el poder global sea más multipolar. No hace falta señalar que los BRICS son quienes lo representan con más fuerza, consolidándose como el factor geopolítico que está rediseñando un mundo sin la hegemonía occidental y que está presionando para encontrar formas de prescindir del dólar en el comercio y las finanzas.
En la cumbre de Kazán de octubre del año pasado, los BRICS dieron un paso muy importante: aceptar a 13 países como "socios" e impulsar el comercio en sus propias monedas, además de sontinuar adelante con un proyecto, mBridge, que supone el abandono definitivo de la plataforma SWIFT hegemonizada por Occidente. Esto es lo que hay hasta ahora, pero si hubiese una moneda BRICS, y aún faltan unos años para que sea realidad, estaría respaldada por el oro y otros activos reales, como las materias primas, sería el fin definitivo de la estructura financiera actual dominada por la política monetaria estadounidense y de los sistemas bancarios occidentales.
Los precios de las materias primas (petróleo, metales y productos agrícolas) se han fijado en dólares desde hace mucho tiempo. Este sistema de "petrodólares" consolidó el estatus global del dólar. Ahora, países como China están abogando por una fijación de precios y liquidación alternativas en sus propias monedas. Ya en 2018 impulsó su propia bolsa de petróleo de Shangai, al igual que la del oro y la plata en 2020.
En la actualidad los países BRICS comercian ya en un 65% en sus propias monedas, y se estima que para el año que acaba de comenzar este comercio llegará al 80%. Por dar un dato, el comercio entre Rusia y China es ya en un 90% en sus respectivas monedas, el rublo y el yuan, y este año que acaba de terminar creció un 1'9% respecto a 2023, situándose en el equivalente a un total de 244.810 millones de dólares, Esto es casi la mitad del comercio total entre China y la Unión Europea (27 países), para que se entienda mejor lo que significa. Y apenas se ha utilizado el dólar, solo ese raquítico 10% del total.
Aquí entra la sorpresa más grande con la que nos encontramos en lo que va de 2025: el ingreso por sorpresa de Indonesia en los BRICS como miembro de pleno derecho. Con este país ya son 11 los integrantes de los BRICS y otros 8 (Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Kazajstán, Malasia, Tailandia, Uganda y Uzbekistán) acaban de formalizar su presencia en el grupo como "países socios". Esto supone, en la práctica, la mitad del mundo en cuanto a población.
El ingreso de Indonesia es relevante porque es el cuarto país por población (284 millones), la octava economía del mundo en paridad del poder adquisitivo y el principal país musulmán. Que sea miembro de pleno derecho de los BRICS tiene varias consecuencias para la economía mundial, sobre todo porque expande aún mucho más a los BRICS en una de las zonas más dinámicas, el sudeste asíatico y que, sorprendentemente, era la única zona importante del Sur Global sin representación. Esto va a suponer que los BRICS se anclan con fuerza entre la Asociación de Países del Sudeste Asiático (tiene 10 miembros) puesto que hay otros dos países, Tailandia y Malasia, que se incluyen en los "países socios". Son ya 3 de los 10 los que están en los BRICS. Ni que decir tiene que esto va a ser un imán para el resto.
Los BRICS ya reúnen a las mayores economías de los llamados "mercados emergentes", mal llamados, porque hace mucho que emergieron y tienen un crecimiento mucho mayor que Occidente. Y llevan a rajatabla una representación casi perfecta del Sur Global.
Hay un aspecto de Indonesia que se debería tener en cuenta: mira mucho, y a veces copia, la estrategia china en su política interna. Por ejemplo, China resolvió su crisis inmobiliaria sin afectar a la economía en su conjunto, haciendo estallar intencionalmente su burbuja inmobiliaria para que las viviendas fueran asequibles para la gente común y no para los activos especulativos. Esto se produce después de que Xi Jinping dijera algo de cajón (igual es que los comunistas dicen cosas de cajón), que las casas son para que la gente viva en ellas, no como activos especulativos. El nuevo gobierno de Indonesia (comenzó en octubre) quiere hacer algo similar. Por el momento, ya ha copiado un viejo programa chino para alimentar a 90 millones de niños y mujeres embarazadas y luchar contra la desnutrición. No está directamente relacionado con los BRICS, pero son dos cosas -la primera no es más que un proyecto, por ahora- que tendrán un impacto muy positivo en el cuarto país más poblado y, de rebote, en esa parte de Asia.
Queda en manos de Brasil, que preside este año los BRICS, dar una continuidad a este salto, puesto que no es la primera vez que su presidencia es paralizante. La escueta nota con la que anunció la incorporación de Indonesia no es un buen precedente. No obstante, el aumento del número de miembros de estos dos últimos años, más los "países socios", pone a Lula en un brete dado que tiene pocas opciones de paralizar o ralentizar el movimiento. Y, además, no hay elecciones en el horizonte (son el 2026) por lo que tiene margen para impulsar el fortalecimiento de los BRICS sin temores internos ni externos. Todo depende de la voluntad política.
El progreso de la desdolarización de China
El caso del comercio ruso-chino no hay que verlo solo como el apoyo mutuo de dos países que tiene una relación estratégica como nunca en la historia, sino como parte del progreso de la desdolarización de China. Desde marzo de 2023 el comercio transnacional de China con el resto del mundo se hizo mayoritariamente en yuanes (48'4%) y en dólares fue del 46'7%, siendo el resto en otras monedas. Pero desde entonces esa tendencia ha ido a más, hasta situarse en la actualidad en el 52'9% del total del comercio chino en yuanes (42'8% en dólares). Es ya irreversible esta situación, de ahí que Biden no solo haya mantenido la política de aranceles que impulsó Trump en su primera presidencia sino que este ahora haya anunciado un incremento de esos aranceles hasta el 60%. Pero no se pueden poner puertas al campo y la desdolarización va viento en popa. Por utilizar una frase de Confucio, "no importa lo lento que vayas mientras no te pares".
Porque junto a ello, China sigue empujando fuerte: no es muy conocido en Occidente pero los sistemas de pago alternativos son una piedra angular de la desdolarización. Además de lo dicho de los BRICS y su comercio en moneda propia, China está impulsando plataformas como el Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos que reduce la dependencia de SWIFT, que se centra en el dólar. En estos momentos son ya 119 los bancos adscritos a este sistema de forma directa y otros 1.304 de forma indirecta, lo que ayuda a que se entienda mejor la referencia anterior a que China ya comercia mayoritariamente en su propia moneda y no en el dólar, dado que la necesidad de pasar por el sistema SWIFT occidental desaparece.
El Proyecto mBridge
No es el único instrumento. Una semana después de la cumbre de los BRICS en Kazán, Occidente se dio cuenta de lo que había ocurrido, que no es otra cosa que el reforzamiento de la ampliación del uso de las monedas nacionales en el comercio intra BRICS con el objetivo de evitar el dólar estadounidense y las monedas "tóxicas" occidentales. Consciente de que solo le queda un poder, el económico (ya no lo tiene ni político, ni social, ni cultural, ni militar) y dio el paso de boicotear uno de los instrumentos de los que se habló en la cumbre BRICS: el Proyecto mBridge.
Desarrollado hace unos años por los bancos centrales de China, Tailandia, Hong Kong y Emiratos Árabes Unidos, a los que se ha añadido recientemente Arabia Saudita, acaba de salir del periodo de prueba y está listo para su implementación a gran escala. Rusia y Brasil habían anunciado también su disposición a unirse.
El simple anuncio de eso, que está listo para actuar, una semana después de la cumbre BRICS, fue suficiente para que Occidente, que también participa en el mismo a través del Banco de Pagos Internacionales, haya anunciado que se retira del proyecto.
Es importante destacar que las transacciones en esta plataforma evitan la supervisión de SWIFT y de EEUU, lo que la convierte en una opción atractiva para los países que buscan eludir la influencia occidental. Hasta ahora Occidente lo toleraba, a la espera de ver si era eficaz o no. Como ha demostrado que lo es, ahora Occidente reacciona como sabe: saboteándolo. Pero ya es tarde porque ya nada puede impedir que el Proyecto mBridge siga adelante.
Este proyecto utiliza tecnología blockchain similar a la criptomoneda Ethereum y acepta monedas digitales de bancos centrales, lo que hace que el comercio transfronterizo sea más eficiente y menos costoso. Por ejemplo, con el simple hecho de comerciar en sus propias monedas los países BRICS se ahorran al menos 5.000 millones de dólares al año en comisiones derivadas de utilizar monedas occidentales. Porque, además, las transacciones en el Proyecto mBridge son instantáneas (como el SWIFT), pero al contrario que este instrumento de dominio occidental, no involucran a terceros.
A esto se suma otra estructura ya existente en los BRICS, que es la que básicamente se usa para el comercio intra-BRICS en sus propias monedas: el BRICS Pay. Facilita los pagos transfronterizos sin inconvenientes y reducir la dependencia de los sistemas de pago globales tradicionales, como SWIFT, y refleja la agenda más amplia del bloque para mejorar la cooperación económica, impulsar la independencia financiera y promover el uso de monedas locales en el comercio y las transacciones. Así es como se ha llegado a ese 65% del comercio en sus propias monedas.
Para quien tenga ojos en la cara y mente abierta es más que evidente que los BRICS ya son fundamentales para el futuro geopolítico del mundo. Y el hecho de que se haya admitido como "país socio" a un pequeño país como Cuba le da a la bloqueada isla caribeña la oportunidad de salir de la crisis. El 2024 ha sido un año difícil para Cuba, pero este 2025 entra en un club donde el comercio en la moneda propia, fuera del dólar, dará a la isla un poco de oxígeno, además de que a buen seguro se abrirá el camino para nuevas inversiones rusas y chinas, sobre todo, con un impacto significativo en los esfuerzos energéticos.
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