La estela de destrucción que deja Beryl no puede desestimarse como un mero desastre natural. Su gravedad fuera de temporada está vinculada a la crisis climática
Stan Laight, 11 de julio de 2024
Imagen: wikipedia, dominio público
En el transcurso de varios días, la tormenta Beryl ha causado estragos en todo el Caribe, antes de tocar tierra en Estados Unidos. Las comunidades insulares quedaron arrasadas en cuestión de horas y las zonas costeras quedaron inundadas. La vida de cientos de miles de personas ha cambiado radicalmente.
La isla Unión es ahora inhabitable y miles de personas se han visto obligadas a trasladarse a lugares donde pueden acceder a refugio, comida y agua. En Jamaica, la gente quedó en estado de shock. Por todas partes, las casas estaban en ruinas, los árboles cubrían las carreteras intransitables y los suministros de agua estaban dañados. La gente se preguntaba cómo podrían reconstruir en tiempos ya difíciles.
La estela de destrucción que deja Beryl no puede desestimarse como un mero desastre natural. Su gravedad fuera de temporada está vinculada a la crisis climática, en última instancia un producto del capitalismo: un sistema anárquico y destructivo que ahora amenaza la civilización tal como la conocemos. A menos que lo derroquemos, los fenómenos meteorológicos violentos serán cada vez más frecuentes.
El impacto de la tormenta Beryl
El 29 de junio se confirmó que una nueva tormenta llamada Beryl se había formado en el océano Atlántico y se dirigía hacia el mar Caribe. Lo más llamativo desde el principio fue su escala, intensidad y velocidad de desarrollo. Se trata del inicio de la temporada de huracanes, que coincide con el calentamiento de las temperaturas de los océanos tropicales. A lo largo de la temporada, los huracanes y las tormentas suelen ser más grandes, más feroces y más frecuentes.
Sin embargo, Beryl se convirtió rápidamente en una tormenta de categoría 4 , un tipo de huracán que suele verse a mitad de temporada. Ya hemos visto dos. El 1 de julio, se convirtió en una tormenta de categoría 5 (la más alta) cuando llegó a las costas de Carriacou, Granada y otras islas de Barlovento. Durante varios días, causó una destrucción generalizada en Carriacou, y un residente afirmó que la isla está "acabada por los próximos años", después de destruir casas, negocios, agricultura y ganado.
Beryl provocó fuertes lluvias, fuertes vientos, peligrosas mareas de tormenta, olas enormes e inundaciones generalizadas a pocos cientos de kilómetros de su epicentro. En Petit Martinique , hay escenas de árboles despojados de sus hojas, techos de casas desprendidos y barcos y escombros esparcidos por las playas.
La tormenta llegó a Jamaica el 3 de julio y la isla sufrió un apagón eléctrico nacional . Las inundaciones repentinas dañaron carreteras y otras infraestructuras y miles de personas quedaron aisladas y sin bienes esenciales.
Finalmente, Beryl se debilitó y se convirtió en una tormenta de categoría 3 y 2 cuando atravesó la costa de Yucatán en México, causando aún una destrucción generalizada. Al momento de escribir este artículo, es responsable de la muerte de docenas de personas y ha dejado a un millón sin electricidad en Texas . El impacto inmediato de Beryl ha sido devastador y se espera que cause daños por un valor asombroso de entre 28 y 32 mil millones de dólares.
El capitalismo al borde del abismo
La temperatura media global entre julio de 2023 y junio de 2024 fue 1,6 °C más alta que antes de la era de los combustibles fósiles , superando el punto de inflexión de 1,5 °C sobre el que los científicos llevan mucho tiempo advirtiendo. Tormentas como Beryl son un atisbo del nuevo período climático en el que estamos entrando.
El derretimiento de los casquetes polares está elevando el nivel del mar, lo que genera una mayor cantidad de agua caliente, lo que crea las condiciones para fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes e intensos . Estos efectos son el resultado del capitalismo, pero repercuten recíprocamente en el mercado. El clima extremo está alterando el comercio mundial. Por ejemplo, la sequía del año pasado en Panamá interrumpió el comercio que pasaba por el Canal de Panamá. Se estima que la pérdida de ingresos para el propio Panamá asciende a entre 500 y 700 millones de dólares.
La mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos violentos ha obligado a las personas a abandonar sus hogares en busca de refugio en climas más estables. Se estima que el número de migrantes climáticos ya asciende a decenas de millones de personas y se espera que siga aumentando a medida que la crisis climática empeore.
El cambio climático es, por tanto, un síntoma y un factor agravante de la profunda crisis del capitalismo, de la que no puede escapar . Cada vez hay más gente que relaciona la explotación capitalista rapaz de la Tierra con los cambios catastróficos del clima. Los jóvenes están especialmente impacientes con la "comunidad internacional" por su inacción ante la crisis. El auge de grupos como Extinction Rebellion y Just Stop Oil es una expresión de este deseo desesperado de que se haga algo , aunque sus métodos de "acción directa" no ofrecen respuestas.
La COP y la CARICOM
Si bien los países ricos son responsables de la abrumadora mayoría de las emisiones (los 20 principales contaminadores, incluidos Estados Unidos, la UE, China y Rusia, fueron responsables del 83 por ciento de las emisiones en 2022), a medida que la crisis climática se profundice, serán los países pobres y oprimidos los que sentirán más agudamente sus duros efectos iniciales en forma de desplazamiento, hambre y condiciones inhabitables.
Y, sin embargo, el primero no está dispuesto a aflojar el cordón umbilical para pagar las consecuencias que afronta el segundo. La ONU ha otorgado unos miserables 4 millones de dólares a los países afectados por la tormenta Beryl, una mera gota en el océano.
Las propias instituciones de los capitalistas son un callejón sin salida. La COP, la cumbre climática anual de la ONU, es una farsa desdentada e hipócrita . La mayoría de los países vulnerables a los fenómenos climáticos extremos no han recibido el apoyo prometido por la COP, lo que llevó a Ralph Gonsalves, de San Vicente y las Granadinas, a criticar la cumbre como " en gran medida un foro de discusión ".
Los imperialistas son absolutamente culpables de la falta de inversión en defensas climáticas, de la falta de viviendas decentes y asequibles y de la escasa asistencia financiera que se brinda a quienes se ven empujados a la pobreza / Imagen: dominio público
Mia Mottley, Primera Ministra de Barbados, ha sido particularmente vocal al criticar a los grandes contaminadores y destacar su hipocresía, mientras los gobiernos de la llamada "comunidad internacional" (es decir, las naciones imperialistas ricas) subcontratan cada vez más la provisión de ayuda climática a organizaciones caritativas privadas.
Los imperialistas son absolutamente culpables de la falta de inversión en defensas climáticas, de la falta de viviendas decentes y asequibles y de la escasa asistencia financiera que se brinda a quienes se ven empujados a la pobreza. Pero, ¿qué proponen personas como Mottley, que el año pasado copresidió una reunión de líderes mundiales para discutir la financiación climática? Reformar organismos como el FMI y el Banco Mundial para favorecer los préstamos climáticos a los países pobres, en lugar de dar las mejores tasas de interés a los países ricos, como lo hacen en la actualidad. Pero la idea de que se pueda convencer a estas instituciones formadas para defender los intereses del imperialismo occidental de que no favorezcan las ganancias de los imperialistas occidentales es como apelar a Belcebú contra Satanás.
El hecho es que el problema del cambio climático no puede resolverse en el Caribe, ni en ningún otro lugar, sin acabar con el capitalismo a escala mundial. Necesitamos una lucha revolucionaria global para derrocar al capitalismo y apoderarnos de los medios de producción, incluidos los bancos, las compañías de seguros, las industrias energéticas, el transporte y las grandes corporaciones responsables de la mayoría de las emisiones. Sobre esta base, con la clase trabajadora en control de las verdaderas palancas de la producción, podríamos establecer un plan de emergencia mundial para evitar y mitigar la catástrofe climática en la medida de lo posible.
En última instancia, en ningún lugar de la Tierra los pobres y la clase trabajadora se salvarán de los efectos del cambio climático, que causará estragos en la vivienda, la infraestructura y las cadenas de suministro de necesidades básicas.
A todos aquellos que desean luchar contra la catástrofe climática, les decimos: ahora es el momento de organizarse en la Internacional Comunista Revolucionaria y ayudarnos a construir un partido mundial de revolución comunista capaz de conducir a la clase trabajadora a la victoria sobre un sistema que pone en juego la supervivencia misma de la sociedad humana.
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