Una nueva investigación ha descubierto que un grupo específico de células nerviosas controla directamente nuestro apetito.
9 DE MAYO DE 2024
Los científicos del Instituto Max Planck de Inteligencia Biológica han logrado un avance significativo en la comprensión de cómo el cerebro regula el apetito , especialmente en condiciones de náuseas. Este descubrimiento podría mejorar nuestra comprensión de los trastornos alimentarios y otras afecciones que implican conductas alimentarias desreguladas, informa SciTech Daily .
El estudio publicado en Cell Reports, que incluye experimentos detallados con ratas, identificó un grupo específico de células nerviosas en la amígdala, una región del cerebro normalmente asociada con respuestas emocionales. Estas células se activan durante los episodios de náuseas y suprimen activamente el deseo de comer. A diferencia de otras células de la amígdala que suprimen el apetito debido a la saciedad, estas células recién descubiertas responden específicamente a las náuseas.
Estas células, cuando se activan artificialmente, pueden impedir que coman incluso las ratas hambrientas. Por otro lado, desactivar estas células permite a los ratones comer independientemente de las náuseas. Esto sugiere un control directo y potente del comportamiento alimentario a través de estas células específicas.
El equipo de investigación también investigó la vía a través de la cual funcionan estas células. Descubrieron que cuando una rata siente náuseas, se envían señales al cerebro que llegan a la amígdala, activando estas células. Luego, estas células proyectan sus señales inhibidoras a otras áreas del cerebro , incluido el núcleo parabraquial, una parte clave del tronco encefálico involucrada en el procesamiento de estados corporales internos.
Este hallazgo contrasta con otras vías relacionadas con el apetito en la amígdala, que interactúan principalmente con las células cercanas y se activan cuando hay saciedad después de comer. Esta distinción pone de relieve la complejidad de la regulación cerebral del apetito, mostrando que los mecanismos que regulan la pérdida de apetito por náuseas son diferentes de los que se activan por la saciedad.
La importancia de este estudio radica no sólo en dilucidar una función cerebral crítica, sino también en sus posibles implicaciones para el tratamiento de los trastornos relacionados con la alimentación. Comprender los circuitos cerebrales específicos que inhiben la ingesta de alimentos en determinadas condiciones podría conducir a tratamientos más eficaces para enfermedades en las que se altera la regulación del apetito.
ZAP //
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