El paisaje infernal del campo de refugiados de Yabalia, arrasado el martes y de nuevo este miércoles por las bombas israelíes, representa en cambio la derrota moral y política de las autoridades de Tel Aviv
Palestinos buscan cadáveres y supervivientes entre los escombros tras los ataques israelíes en Al Falouja. MOHAMMED SABLE (EFE)
Así de contundente se ha manifestado la ONU tras la nueva matanza causada en un campo de refugiados por Israel, cuya ofensiva sin cuartel en Gaza es ya una sucesión de crímenes de guerra contra la población palestina.
Por Juan Antonio Sanz
La invasión en curso de la Franja de Gaza por el ejército israelí y los bombardeos para anular la amenaza de la guerrilla islamista de Hamás han devenido en una masacre tras otra de civiles. Naciones Unidas, sin poder alguno para detener esta catástrofe humanitaria debido al veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad, no deja de denunciar la sinrazón de este conflicto y las barbaridades cometidas contra la población palestina.
Los tanques israelíes cercan la ciudad de Gaza, más de 20.000 soldados combaten cuerpo a cuerpo con las milicias de Hamás ya dentro de la Franja y 11.000 objetivos “militares” han sido destruidos, según el mando castrense de Israel. La invasión escalonada de Gaza parece, así, tener sus frutos militares para el Gobierno del ultraderechista Benjamin Netanyahu.
El paisaje infernal del campo de refugiados de Yabalia, arrasado el martes y de nuevo este miércoles por las bombas israelíes, representa en cambio la derrota moral y política de las autoridades de Tel Aviv, que han enarbolado la bandera de la venganza por delante de la vida y la seguridad de un pueblo, el palestino, que está sometido a la política de sus vecinos judíos desde hace casi seis décadas.
En Yabalia, el mayor campamento de refugiados de Gaza, aún es difícil precisar el número de víctimas mortales del nuevo bombardeo. Son decenas los cadáveres recuperados de entre los escombros y son muchos más los que permanecen enterrados tras el impacto de los misiles y bombas de Israel. Según las fuentes palestinas, los dos ataques podrían haber dejado medio millar de víctimas.
El alto mando del ejército de Israel ha reconocido el ataque, pero insiste en que su objetivo eran los túneles subterráneos que, según subraya, estaban bajo los edificios. Tel Aviv se congratula de haber acabado con la vida de 50 “terroristas”, entre ellos el comandante de Hamás Ibrahim Biari, uno de los responsables de la masacre de 1.400 civiles israelíes del 7 de octubre.
Víctimas colaterales
El parte de guerra israelí, leído por el portavoz militar Daniel Hagari, subraya que Hamás utiliza a los refugiados como “escudos humanos”. Sin quitar la monstruosidad de tal estrategia, una segunda lectura evidencia que el ejército de Israel sabía, antes de apretar el botón de los misiles, que el ataque causaría esas víctimas “colaterales” entre los escudos humanos.
Se disculpan las autoridades militares israelíes señalando que hace dos semanas ya advirtieron a la población palestina para que abandonaran sus casas y los campos de refugiados y se apelotonaran en el sur de la Franja, también, por otra parte, objetivo de los bombardeos del ejército de Israel.
Amnistía Internacional (AI) ha denunciado estos ataques israelíes desde que empezó el conflicto y ha pedido que se investiguen muchos de ellos como “irrefutables crímenes de guerra” contra la población palestina.
Las últimas cifras de esta guerra desatada con el ataque de los islamistas de Hamás en territorio israelí el 7 de octubre apuntan a cerca de 8.800 palestinos muertos y 22.200 heridos por las bombas de Israel. Entre las víctimas mortales hay al menos 3.500 niños.
Un cementerio para los niños, un infierno para los demás
“Resulta asombroso que esa cifra aumente significativamente cada día. Gaza se ha convertido en un cementerio de niños. Es un infierno para todos los demás”, afirmó en Ginebra James Elder, portavoz del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Elder explicó que, para los niños, “las amenazas van más allá de las bombas y los morteros” y ahí está el número ascendente de fallecimientos por deshidratación. El sistema de agua potable de la Franja de Gaza apenas puede suministrar un 5 por ciento del volumen de líquido necesario para la población. Las plantas de agua han sido destruidas, dañadas en parte o no funcionan por el desabastecimiento de combustible.
La progresiva entrada de camiones con ayuda humanitaria y medicinas desde Egipto, por el paso de Rafah, no ha aliviado esta situación, dada la carencia general de las mínimas vituallas y el corte generalizado de los servicios de agua y luz.
Naciones Unidas denuncia, con datos del Ministerio de Salud de Gaza, que dos tercios de los muertos en los bombardeos israelíes se encontraban en sus viviendas cuando ocurrieron los ataques. Por eso, agrega la ONU, puede haber 2.000 personas más enterradas bajo los escombros, la mitad de ellas niños.
Un millar de niños bajo los escombros
La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) ha indicado que un millar de niños están desaparecidos y “podrían estar atrapados o muertos bajo los escombros, a la espera de ser rescatados o recuperados”.
Es “casi insoportable pensar en niños enterrados bajo los escombros con muy pocas posibilidades de sacarlos”, aseguró el portavoz de la OCHA, Jens Laerke.
Este miércoles, gracias a la apertura del paso de Rafah con Egipto, decenas de ambulancias egipcias cruzaron a Gaza por primera vez desde que empezó la guerra para recoger a más de 70 de los heridos en los ataques israelíes. También se ha evacuado a unos 330 extranjeros que residían en Gaza.
Un alto el fuego, ya
“Necesitamos un corredor humanitario, necesitamos un cese el fuego humanitario”, indicó el comisario general de la agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos, Philippe Lazzarini, tras llegar a Gaza por el paso de Rafah.
Su jefe, el secretario general de la ONU, António Guterres, se ha convertido en una de las voces internacionales que reclaman ese alto el fuego, incluso a riesgo de engrosar la lista negra de Israel, que aumenta en nombres día a día con aquellos que han osado poner en duda el salvajismo bélico desencadenado por Tel Aviv en Gaza.
Israel ha arremetido una y otra vez contra Guterres, al que acusa de estar en connivencia con Hamás simplemente por recordar que el conflicto actual tiene sus raíces en muchas décadas de sometimiento palestino.
Guterres ha reiterado sus llamamientos a que Israel respete en Gaza las leyes humanitarias, “que establecen reglas claras que no pueden ignorarse” ni aplicarse “de forma selectiva”.
Cisjordania, un polvorín que ya está ardiendo
El secretario general de la ONU también ha tenido llamadas de advertencia sobre lo que está ocurriendo en el otro territorio palestino, Cisjordania, donde pasan de 130 los muertos palestinos desde el 7 de octubre por ataques de colonos ilegales judíos y por el fuego de los militares israelíes allí desplegados. Guterres condenó “enérgicamente” estos actos de violencia que “corren el riesgo de exacerbar enormemente una situación ya de por sí muy volátil en Cisjordania”.
En este territorio palestino se vive la mayor ola de violencia desde el fin de la Segunda Intifada, que sacudió Cisjordania entre los años 2000 y 2005. Los enfrentamientos entre los colonos israelíes y la población árabe, y la llegada de grupos armados palestinos podrían abrir un nuevo frente al conflicto de Gaza.
El ejército ha tomado las carreteras de Cisjordania y ha emprendido una operación de castigo que incluye el derribo de decenas de viviendas y ataques selectivos con drones y helicópteros de combate contra los posibles insurgentes.
EEUU apoya a Israel y rechaza un alto el fuego
El principal aliado de Israel, Estados Unidos, también se ha mostrado contrario a declarar un alto el fuego. Su secretario de Estado, Antony Blinken, aseguró que este paso permitiría a Hamás consolidarse y “potencialmente repetir lo que hizo el otro día (el 7 de octubre) y eso no es tolerable”.
En esa misma audiencia del Senado de EEUU, la senadora republicana Susan Collins advirtió de que un alto el fuego “sería una victoria estratégica para Hamás”, que podría prepararse para futuros combates.
La exposición de Blinken fue interrumpida varias veces en la sala por manifestantes que reclamaban un cese de hostilidades y el fin de la guerra, que ya unos consideran como una invasión en toda regla de la Franja de Gaza y otros una operación antiterrorista contra Hamás en territorio hostil.
EEUU se niega a considerar como una invasión el actual avance terrestre del Ejército israelí en Gaza. Y pide que no se pongan etiquetas a esta ofensiva destinada a “intentar poner mucha más presión sobre los líderes de Hamás”, como precisó el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby.
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ha explicado que esta ofensiva es simplemente el primer paso para crear “un nuevo régimen de seguridad en la Franja de Gaza”.
La UE en un dilema
Este miércoles el ministro de Exteriores de Irán, Hossein Amir-Abdollahian, viajó a Ankara para tratar con las autoridades turcas sobre el alto riesgo de contagio de la guerra de Gaza hacia otras zonas de Oriente Medio, dada la creciente presencia militar estadounidense en la región, con dos grupos de combate navales y miles de soldados.
En una rueda de prensa conjunta, el ministro de Exteriores turco, Hakan Fidan, acusó a la Unión Europea de posicionarse junto a Israel y Estados Unidos: “la UE no quiere oír hablar de un alto el fuego. No hacen nada por la ayuda humanitaria”.
Sin embargo, lo ocurrido en Yabalia podría marcar un antes y un después en la postura de algunos de los países de la UE que se mantenían indecisos a la hora de condenar sin ambigüedades la ofensiva israelí con la población civil.
El alto representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, remarcó este miércoles el horror de lo sucedido: “Estoy consternado por el elevado número de víctimas tras el bombardeo israelí del campo de refugiados de Yabalia”. Ahora solo queda que países como Alemania, que han cerrado filas ciegamente con Israel, quizá pueden sopesar el sentido de su apoyo y moderarlo con la realidad del imparable desastre humanitario que está ocurriendo.
_____________
Fuente: